(EP/InfoCatólica) Sánchez recuerda que se enteró de la noticia a través de la radio, ya que es un asiduo oyente. En ese momento, se puso en contacto con el director de Cáritas en Lorca, quien le dijo que todo era confusión. Fue al tercer día, tras una reunión nocturna, cuando Cáritas se movilizó tras estudiar “la solución de necesidad en la que se encontraban la mayoría de personas”.
De este modo, se establecieron tres puntos de acogida de atención a los necesitados: La Viña (el barrio más afectado), la parroquia de El Carmen y un almacén central a la entrada, además del de la parroquia de San Cristóbal.
En virtud de un protocolo que se diseñó, el equipo de Cáritas se puso manos a la obra, incluso personas que habían vivido la catástrofe de cerca, ya que muchas de ellas eran familiares de alguno de los fallecidos o incluso habían perdido su vivienda, según relata Sánchez. En los primeros días se llegaron a atender a “varios miles de familias”, ya que, según ha resaltado, “se dio prioridad a los damnificados”.
De hecho, ha comentado que a pesar del “grado de confusión” existente en aquel momento, se llegaron a repartir en un día alrededor de 5.000 kilos de alimentos, una cifra que no estaban acostumbrados a barajar. Y es que, ha relatado, “se veían las necesidades de estas personas que ni siquiera podían entrar en sus domicilios, ya que aún no se habían valorado los edificios, la gente estaba en la calle”.
“Tristeza honda y silencio sepulcral por las calles”
El secretario general de Cáritas Región de Murcia ha confesado que quedó “impresionado” cuando acudió a la Ciudad del Sol, “no solo ya por la destrucción de las viviendas, sino también por el impacto emocional de las personas”. “Me quedé sobrecogido de la expresión de las personas, de la tristeza honda y del silencio sepulcral por las calles, parecía una ciudad muerta en vida, de un profundo sentir”, lamenta.
En el rostro de los afectados se podía ver la “desesperación por no poder entrar en sus casas, ni siquiera a coger lo más imprescindible. Veías como todo lo que habías trabajado durante años, las cosas más sentimentales, no las podías tener”.
Caridad y solidaridad
Sin embargo, otra de las imágenes que le han quedado a Antonio Sánchez es la de los diversos y repartidos movimientos solidarios por toda la geografía nacional y en la misma localidad, asolada por los devastadores seísmos. Y es que, señala, “personas de Lorca con casas en el campo y en la playa alojaron a amigos y vecinos, incluso llegaron a meter en una vivienda a una veintena de personas”.
Otro de los gestos de solidaridad se traduce en el hecho de que por primera vez en la historia de Cáritas en la Región se había logrado recaudar tanto dinero a raíz de una catástrofe, ya que se llegó a sobrepasar la cifra de 1,7 millones de euros y aún, incide, “sigue entrando dinero”.
Por ello, no duda en confiar que Lorca “volverá a ser lo que fue”. Aunque reconoce el “temor interior” que aún perdura en los habitantes de esta localidad, considera que “ha sido una ciudad muy emprendedora y fruto de ello es la cantidad de monumentos que tiene y el daño artístico que ha sufrido como consecuencia”.
“Ha sido una ciudad con inquietud artística y cultural y eso sigue vivo en Lorca”, añade Sánchez, quien vaticina que “en no mucho tiempo volverá a ser la ciudad que ha sido, viva, agradable y dinámica”.
El economato o supermercado solidario Mambré
Como consecuencia del terremoto, Cáritas creó el economato, un supermercado solidario para los damnificados que pueden pagar algo por los alimentos. Gracias al dinero que se donó, Cáritas compró un bajo e instaló este supermercado, donde los afectados pueden comprar un cartón de leche por diez céntimos, un kilo de arroz por diez céntimos y encontrar desde pañales hasta congelados y alimentos frescos.
Hay que diferenciar este supermercado de aquellos alimentos que reciben algunas familias del almacén instalado en la avenida de Los Angeles pero que, en ningún caso, tienen dinero para los alimentos, sino que Cáritas se los da directamente.
Desde que se creó, Sánchez ha apuntado que alrededor del medio millar de personas ha acudido al supermercado social, donde se pagan entre un 25 y un 30 por ciento de precio de fábrica de los alimentos. Es decir, ha explicado, Cáritas compra los alimentos en una fábrica y las personas que pueden pagar, lo hacen aportando el 25 o el 30 por ciento del precio en fábrica.
Una anécdota en relación al economato es la de una señora, con cinco hijos y su marido en paro desde el terremoto. La nómina de esa familia son los 700 euros que ésta aporta. Un 11 de mayo de 2011 salió de su casa y cuando volvió de trabajar, la Policía le impedía entrar en su vivienda, y cuenta que se quedó en la calle y a partir de ese momento “a buscar familias para alojarnos esa noche”, recuerda emocionado Sánchez.