(Luis Fernando Pérez/InfoCatólica) Mons. Francisco Pérez expresa su agradecimiento a todos “los sacerdotes, que una y otra vez bendicen y santifican, con los ritos litúrgicos de las exequias, la muerte de sus feligreses” y les pide que no se cansen de “celebrar funerales, aunque sean muy numerosos en algunas parroquias y en ocasiones parezca que nuestro trabajo no es apreciado”.
El prelado confiesa que “hay algo que le preocupa hace tiempo en relación con este tema y que no debo ocultaros. La semana pasada me escribía un diocesano refiriéndome algunas expresiones que venía oyendo en predicaciones de funerales, como «nuestro hermano ha muerto y ha resucitado», «goza ya de Dios en el cielo», y otras semejantes. «¿Son correctas esas frases?», me preguntaba, «¿son católicas?»”.
El fiel que escribió al arzobispo se extrañaba “de que muchas veces en los funerales se da gracias a Dios por el difunto, pero pocas se pide por él, por su purificación final y por su salvación eterna”.
Es por ello que el prelado responde a esas preguntas, ateniéndose a lo que enseña el Catecismo de la Iglesia. Mons. Pérez recuerda que:
- Muerte y resurrección no son simultáneas. Así lo enseña la fe de la Iglesia, formulada desde el principio.
- “Todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir cada cual por lo que haya hecho mientras tenía este cuerpo, sea el bien o el mal”(2Cor 5,10). Ésta es la fe siempre confesada por la Iglesia.
- El purgatorio existe, gracias a Dios. Y digo «gracias a Dios» pues no pocos vamos a necesitarlo, si por la misericordia de Dios morimos en su amistad pero aún necesitados de purificación.
- Debemos ofrecer sufragios en favor de las benditas almas del purgatorio. Así lo ha enseñado la Iglesia desde sus inicios, en toda su tradición litúrgica y en varios Concilios.
El Arzobispo de Pamplona concluye su carta pidiendo a los sacerdotes y el resto de fieles que no se avergüencen "de la Palabra divina, siempre enseñada fielmente por la Iglesia, Madre y Maestra. Si queremos que el edificio de nuestras vidas personales y comunitarias se fundamente en la fe de la Iglesia, y no en la opinión de algunos, debemos «perseverar en la enseñanza de los apóstoles»” y recordando que “Jesucristo concedió su autoridad a los apóstoles y ahora el Papa y los obispos hemos de seguir confirmando en la fe católica a nuestros fieles. Atrevernos a comunicar la verdad a nuestros hermanos es la acción que mejor expresa el amor y el respeto que por ellos tenemos”.