(Efe) Mons. Uriarte ha señalado que "nunca se hace bastante por las víctimas, por todas las víctimas" y ha abogado por "hilar con finura ética al calificar como víctima a una persona y a su entorno". En este sentido, ha explicado que "no es moralmente lo mismo" el asesinato de una persona por parte de ETA que la muerte de un terrorista al explotar su propia bomba porque "en el primer caso hay una gravísima violación de los derechos humanos de una persona y no así en el segundo".
El obispo emérito de San Sebastián ha destacado que la legislación española tiene como "objetivo prioritario" lograr la reinserción de los delincuentes y que, "aun en los delitos más graves, caben medidas de aplicación de la ley que hagan compatible la justicia con la flexibilidad requerida con la nueva situación" en Euskadi.
Mons. Uriarte ha animado al Gobierno actuar con "generosidad" porque "ha de ser fiel al principio de la justicia, pero teniendo en cuenta una justicia sin misericordia con es humana" y ha considerado que debe "fomentar, con su forma de aplicar los principios legales, las condiciones que favorezcan el hecho de pedir y el de conceder el perdón".
Ha reconocido que "no será fácil" alcanzar un acuerdo sobre las medidas que afecten a los presos de ETA debido a "la suma gravedad de muchos delitos" y a "la distancia ideológica entre los interlocutores", así como a que a las "serias dificultades" que tendrían las víctimas para aceptar la posible concesión de indultos. En cualquier caso, se ha mostrado convencido de que, aunque faltan "pasos importantes desde flancos diversos", "el camino hacia la paz no tiene marcha atrás".
Apoyo total del actual obispo de San Sebastián a las víctimas
Con motivo de la celebración del patrón de la diócesis vasca, su actual obispo, Mons. Munilla pronunció 3l 20 de enero una homilía en la que solicitó la intercesión de San Sebastián para lograr “la paz definitiva en nuestro pueblo y de forma particular en nuestra ciudad. Queremos recordar muy especialmente a los ausentes, a aquellos que fueron asesinados, y que hoy no pueden estar entre nosotros. Las víctimas deben ocupar un lugar central en el camino hacia la paz y la reconciliación, de forma que no añadamos nuevas injusticias a las ya cometidas. Si su presencia nos resultase ahora ‘embarazosa’ y su palabra ‘extemporánea”, o si tuviésemos la tentación de ‘difuminar’ su memoria; entonces habría razones para poner en cuestión la autenticidad de nuestra apuesta por la paz y por la reconciliación…”
“Las víctimas”, aseguró el obispo vasco, “han ejercitado una paciencia inmensa hasta el día de hoy. ¡Qué menos cabe esperar de toda la sociedad que, llegados al punto presente, obremos también nosotros sin precipitaciones, con transparencia y con cohesión…!”