Ushetu, Tanzania, Domingo 21 de julio de 2013
Me admira el pensar que hayan hecho -3º en San Luis… y agradezco los gratos 32º que he gozado hoy. Ahora, cae la noche… tenemos una hermosa luna llena… un cielo despejadísimo… y nada de viento… lo cual hace que los 28º suenen como algo ideal. Un silencio apenas cortado por voces de niños de casas cercanas, que se escuchan que juegan. Yo me los imagino como siempre, a esta hora, la familia toda esta junto al fuego, como en los campamentos, pero la mamá calienta algo de comida para enviarlos a dormir… ya que sólo se alumbran con la luz del fuego, o con linternas.
Y qué decirles… les dije que iba a tenerles una sorpresa de la aldea de Mkwangulwa (las W las pronuncian como U)… y ¡el sorprendido he sido yo! Miren esta foto que les adjunto… verán que estamos en un aula de una escuela primaria, y estamos en la misa.
El catequista pidió al final de la misa que levantaran la mano los que no estaban todavía bautizados… ¡Y miren! Todos esos que están en la misa, y que participaban, la mayoría eran paganos… pero con deseos de ser católicos y de recibir el bautismo. No tienen idea de nada. Pero de nada. Hay que empezar a enseñarles quién es Cristo… y todos los misterios cristianos. Pero lo mejor es que están sedientos… sedientos de que se les predique.
Pero en realidad, comencé casi por el final. Hoy después de la misa parroquial, salimos a esta aldea, por iniciativa del catequista de aquí, de Ibelansuha, Filipo. Realmente un catequista de vocación, porque en esta aldea no tienen capilla… entonces me dijo que fuéramos, que reuniéramos a los católicos, y que luego de una misa en la escuela, diéramos inicio nuevamente a este kigango. Él mismo se ha ofrecido a ir todos los domingos para hacerles la celebración de la palabra, luego de haber ido a otro kigango.
Así es que movilizó a todos los del coro de la parroquia, también fue durante la semana a Mkwangulwa para que los católicos se organicen para esta fiesta. Y hoy salimos con los dos vehículos de la misión, el nuestro y el de las hermanas, llevando a todo el coro, y algunos monaguillos. El viaje no es largo, son unos 20 minutos solamente.
Al llegar, realmente estaban tímidos… los niños quietos, y callados… apenas saludaban. Pero al llegar hicimos el reparto de caramelos, y juegos. La gente grande comenzó a cantar y bailar, yo estuve jugando un rato con los niños, y las hermanas con las niñas. Los monaguillos fueron con el megáfono por el centro de la aldea avisando de la misa… y empezó a llegar la gente. Mientras la hermana y el catequista hacían una catequesis a la gente, yo estuve confesando, pero no eran muchos los que se podían confesar… porque habían ido muchos que no estaban bautizados… y que en realidad eran paganos. Otra hermana estuvo preparando a los que se venían a confesar. La hermana me contó que no sabían casi nada, de nada. Pero miraban y escuchaban con muchísima atención.
Luego vino la misa. El aula no daba a basto, así que ya tenemos pensado que para la próxima deberá ser afuera, debajo de algún árbol. Pocos respondían, y había que decirles en los momentos que había que pararse y sentarse. Me llamó muchísimo la atención, que los niños (que siempre los ponen al lado del altar), miraban cada movimiento que yo hacía. Incluso en el momento de la consagración, algunos niños se pararon para mirar sobre el altar a ver qué estaba haciendo.
Les mando alguna foto que justo tomó la hermana, donde se ve que los chicos miran atentamente lo que estoy haciendo… y no miran a la cámara… que para ellos es algo muy llamativo.
Al terminar la misa, el catequista además de presentarse, de avisar que iba dar el catecismo hasta que alguien pudiera ayudarle, y de preguntar por los que no estaban bautizados… preguntó desde hacía cuánto que no se juntaban a rezar. Dijeron que desde el 2008, que cuando ya medio abandonada la capilla, se cayó una de las paredes, y ya no se juntaron mas. Salimos en procesión (van fotos) en dirección al terreno de la iglesia.
Y aquí vino otra sorpresa mas para mi… porque yo pensaba ver algunas ruinas de la iglesia, pero no. Llegamos a un campito arado, que había estado sembrado con maíz. Literalmente, “le pasaron el arado”. No quedaba nada, ni un resto. Nadie podría haber pensado que allí había una capilla antes.
Allí mismo hicimos bendición del terreno, improvisamos una cruz con dos palitos… enterramos una medalla de la Medalla Milagrosa… y con ganas dije las palabras del Cura Brochero: ¡Te fregaste, diablo! Y no me importó que la gente no me entendiera… porque me imagina que el enemigo ya pensaba que tenía esa batalla ganada, y esas almas sin la presencia de la iglesia allí, y sin el grupo de católicos. Hoy al ver esas manos levantas… como pidiendo el bautismo, pidiendo que se les predique la fe, me di cuenta que la batalla la tenemos en nuestras manos. Un montón de manos en alto, niños y grandes.
Allí se les repartió medallas a todos… y nuevamente caramelos, para completar la fiesta. Y se cantó a la Virgen. Ojalá que puedan ir levantándola de a poco… pero sobre todo la iglesia espiritual, y luego la iglesia material.
Regresamos cantando hasta la escuela, ya con mas confianza y mas animados los niños. Allí nos esperaban con comida para todos los visitantes… incluído el coro. Realmente estaban muy contentos… vemos que sin tener iglesia ni reunirse desde hace mucho tiempo, están organizados y colaboran para estas cosas.
¿Qué mas les puedo decir? No saben lo que significa… ahora tenemos 47 capillas… y hay que atenderlas. Esto ha sido un motivo de inmensa alegría en nosotros los misioneros. Es casi como fundar una iglesia, aunque sabemos que no es así, porque muchos misioneros antes han sembrado esa semilla, que nosotros debemos hacer prosperar… pero al poner esa cruz, pensamos en que la semilla de la fe pueda crecer en tantos paganos.
¡A rezar entonces! Recuerden que ese es el trabajo de ustedes.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego.