21.08.14

Centenario de San Pío X (1914-2014). La maravilla de los Salmos

Hoy se cumple el centenario de la muerte de San Pío X (1914-2014), por quien el Señor concedió a la Iglesia tantos bienes. Él decidió para siempre la conveniencia de la comunión eucarística frecuente, y aun diaria (¡inmenso don!). Él nos dejó un Catecismo precioso, el más importante que hubo en la Iglesia, antes del actual, después del de San Pío V. Él reformó puntos notables de la Liturgia, defendiendo el Temporal, acosado por el Santoral, que en su tiempo ocupaba 252 días del Año litúrgico, y preservando firmemente la celebración de la liturgia propia del domingo. Él reorientó eficazmente la dignidad sagrada de la música litúrgica. Él promovió la comunión de los niños, cuando alcanzan en la fe el uso de razón (¡inmenso don!). Él dio contra el modernismo, síntesis de todas las herejías, su combate más fuerte, llegando a mostrar con gran profundidad y claridad los errores y horrores de sus raíces filosóficas (enc. Pascendi, 1907) (¡inmenso don!). Bien merece, pues, que celebremos su centenario con gozo y con gran acción de gracias a Dios.

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19.08.14

Consejos para el estudio, Santo Tomás de Aquino

Reginaldo, carísimo en Cristo: Puesto que me preguntaste de qué manera conviene que te empeñes en adquirir el tesoro de la ciencia, tal es el consejo que te transmito:

1.- Elige introducirte por los pequeños ríos, no directamente en el mar, porque es necesario llegar a las «cosas» más difíciles a través de las más fáciles. Por tanto ésta es mi advertencia.

2.- Deseo que seas tardo en el hablar y que llegues tarde al locutorio.

3.- Mantén pura la conciencia.

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15.08.14

Asunción y mundo post-moderno

300

Hoy día la Iglesia celebra la Asunción de la Santísima Virgen María al cielo. La fe católica nos enseña que por el misterio de la comunión de los santos, aquellos que han llegado a la visión beatífica se encuentran unidos a los que nos encontramos en camino hacia la Patria eterna. En efecto, la misma lectura del libro del Apocalipsis, con la interpretación que nos viene sugerida por la Sagrada Liturgia al poner este pasaje en este día, nos muestra a la Santa Madre de Dios vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y en su cabeza, una corona de 12 estrellas. El significado simbólico, y no por eso irreal, apunta al cumplimiento, en la Virgen María, de las esperanzas y las promesas del pueblo elegido de Israel. María Santísima personifica, por ser Madre de Cristo y de la Iglesia, por ser Reina del mundo, toda la gloria de la Iglesia, y la victoria definitiva sobre el Dragón apocalíptico que consigue el Hijo de la mujer, Jesucristo Nuestro Señor. Igualmente ella, su Madre, es la vencedora de Satanás, a quien aplasta su cabeza, cumpliendo así la promesa del Génesis en el llamado protoevangelio.

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8.08.14

El canto gregoriano: camino de vida interior

El canto gregoriano es ante todo «el canto propio de la liturgia romana» (Vaticano II, Constitución sobre la liturgia Sacrosantum Concilium, nº 116). Desde San Pío X y el término de los primeros trabajos de erudición concernientes a la historia de este canto, pasando por el Concilio Vaticano II, y hasta Juan Pablo II, luego ahora Benedicto XVI, el Magisterio de la Iglesia no deja de reivindicar para sí una primacía que está muy lejos de detentar en la diversidad de las celebraciones litúrgicas contemporáneas.

Esta primacía, la Iglesia la concede al canto gregoriano, en tanto que oración y en tanto que arte musical sagrado. Él es incluso una norma, un criterio de evaluación de las otras composiciones litúrgicas en este dominio. En su carta para el centenario del Motu Proprio de San Pío X, Tra Le Sollecitudini(22 de noviembre de 1903), el Papa Juan Pablo II redefinía las tres cualidades fundamentales de la música litúrgica: la sacralidad, la belleza, la universalidad. Y concluía así, antes de retomar la fórmula del Concilio: «Entre las expresiones musicales que mejor responden a las cualidades requeridas para la noción de música sagrada, especialmente litúrgica, el canto gregoriano ocupa un lugar particular» ( Juan Pablo II, Carta bajo forma de Quirógrafo, del 22 de noviembre de 2003). Él es verdaderamente, por excelencia, «el canto propio de la liturgia romana», es decir su tesoro, la expresión cantada más auténtica y la más acabada del misterio de salvación celebrado en la liturgia.

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3.08.14

El Opus Dei, la Obra de Dios

El culto de Dios en su forma perfecta, la alabanza divina en su expresión litúrgica la más acabada, tal es la ocupación central y primera de la vida monástica: aquello que San Benito llama la Obra de Dios, «Opus Dei», la Obra que tiene a Dios y solamente a Dios por objeto directo, la Obra que magnifica a Dios, la Obra que realiza unas cosas divinas, la Obra en la cual Dios se interesa por sobre todo, de la cual Él es el agente principal, pero que Él ha querido realizar por unas manos y unos labios humanos. El Sacrificio eucarístico es la Obra central del culto católico, pero en torno de este sacrificio, al cual los monjes donan un esplendor y una solemnidad particular, se agrupan las diversas horas de la alabanza divina, celebradas ellas también con todo el esplendor de los cantos y de las ceremonias de la Iglesia. Al mismo tiempo que la vida cristiana tal como ella es vivida comúnmente en el mundo, no deja a Dios sino una parte poco considerable y unos instantes fugaces, más ahora que la celebración solemne de los divinos oficios ha cesado casi en todas partes en la Iglesia y ha sido desterrada por las almas cristianas, los monjes pertenecen por toda su vida, por todas las horas del día y de la noche al culto divino, a la alabanza divina. Ellos velan constantemente para que sobre la tierra se eleve hacia el cielo un concierto de voces que bendicen el nombre de Dios.

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