(374) Amoris lætitia–2. El capítulo 8º no es propiamente Magisterio pontificio
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–¿O sea que una parte de la Exhortación apostólica postsinodal no es propiamente Magisterio de la Iglesia?… Pero está firmada por el Papa.
–No, no lo es. Y el mismo Papa Francisco así lo entiende.
Muchas afirmaciones de la Amoris lætitia necesitan ser aclaradas. Tante affermazioni che vanno chiarite. Éste es el título de un artículo publicado por el profesor Antonio Livi (= Livi), en la Nuova Bussola Quotidiana (13-04-2016). Lo tradujimos y publicamos en InfoCatólica (16-04-2016). En este artículo mío presente y en los que le seguirán, Dios mediante, citaré a este autor en varias ocasiones.
El profesor Antonio Livi (Prato, 1938-), sacerdote, discípulo de Étienne Gilson y colaborador de Cornelio Fabro, es autor de muchas publicaciones, director de la edición de las obras completas del Cardenal Giuseppe Siri, y profesor emérito de la Pontificia Universidad Lateranense, de la que fue Decano de Filosofía (2002-2008). Esta Universidad está especialmente vinculada a la Santa Sede. Juan Pablo II la llamó en una ocasión la «Universidad del Papa», y la eligió para fundar en ella el Pontificio Instituto Juan Pablo II, para estudios sobre el matrimonio y la familia.
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¿Es Magisterio de la Iglesia la exhortación Amoris lætitia? Ésta es una pregunta mal planteada. Y ha sido frecuente en las recientes publicaciones. La teología escolástica, extremadamente cuidadosa en su metodología, formulaba con muy especial cuidado la quæstio que se iba a considerar. A la pregunta aludida puede decirse con verdad que sí o que no. Y eso hace pensar que es ambigua y que por tanto está mal planteada.
Los grados de certeza teológica –o lo que viene a ser lo mismo, las calificaciones teológicas, la censura propositionum, el valor dogmaticus–, se empleaban antes siempre en los tratados de teología, fueran de teología dogmática o moral. Formulada una verdad, en seguida el autor le añadía la calificación por él defendida: de fe definida, común entre los teólogos, etc. Y pasaba al estudio de la cuestión examinando lo que la Escritura y la Tradición, el Magisterio y también los teólogos, habían enseñado sobre ella. El sentido de cada calificación solía explicarse en los manuales de Eclesiología, al tratar del Magisterio de la Iglesia, como también en los de Teología fundamental.
La eliminación de este método teológico en la mayoría de los manuales modernos es una gran pérdida. El autor habla, habla y habla de un tema, considerando sus diversos aspectos y derivaciones, pero nunca dice si lo que está enseñando es de fe, es común entre teólogos o se trata de una mera hipótesis suya personal… Esto trae consigo el grave peligro de que verdades de fe puedan ser estimadas como discutibles, y de que afirmaciones con escaso fundamento en Escritura y Magisterio, sean propuestas por su autor, con especial énfasis, como verdades de fe indiscutibles.
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La escala de los valores dogmáticos difería un tanto en la formulación de los tratadistas; pero venían ellos a establecer reglas de discernimiento bastante semejantes. Ludwig Ott (1906-1985), en su clásico Manual de Teología dogmática, es uno de los últimos tratadistas, según creo, que añadía a cada cuestión estudiada la calificación teológica que en su opinión merecía. También los excelentes manuales de la Sacræ Theologiæ Summa, elaborada a mediados del siglo pasado por profesores de la Compañía de Jesús, habían seguido la misma norma (De valores et censura propositionum in theologia, P. Miguel Nicolau, SJ - P. Joaquín Salaverri, SJ, De Ecclesia Christi, n.884-913: BAC, Madrid 1955).
Ludwig Ott, en su citado Manual, distinguía en su escala las verdades de fe divina, de fe católica, de fe divina definida, de fe eclesiástica, próxima a la fe, teológicamente cierta, sentencia común, opinión teológica, explicando el valor dogmático de cada una. Sus mismos nombres ya expresan que unas tesis-verdades exigían una adhesión de fe absoluta, y en gradación descendente, otras eran verdades que la Iglesia dejaba a la libre discusión de los teólogos.
El Vaticano II nos recuerda el grado y modo de obediencia que los fieles deben prestar al magisterio de sus Obispos, «adhiriéndose a él con religioso respeto. Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular debe ser prestado al magisterio auténtico del Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la forma de decirlo» (LG 25a).
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Las posibles enseñanzas pontificias deliberadamente ambiguas, es decir, aquellas formuladas de tal manera que admitan distintas y aún contrarias interpretaciones, por su propia naturaleza, tienen un valor magisterial muy reducido o incluso nulo. En efecto, cuando intencionadamente se publica un documento pontificio que admite interpretaciones muy diferentes, es evidente que el Papa no está ejercitando la autoridad docente petrina. Ésta se ejercita cuando el texto, siendo claro y preciso, define una verdad o una norma –se entiende: aunque no sea definición ex cathedra–. De-finir es delimitar, poner límites precisos en la expresión pronunciada o escrita. Por eso digo que el Vicario de Cristo en la tierra sólo enseña una verdad católica con autoridad petrina cuando lo hace con claridad y precisión. «Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno» (Mt 5,37). La autoridad magisterial de una parte de un documento se reduce al mínimo o incluso deja de existir cuando lo escrito, sin forzar el texto, puede ser entendido de muchas formas distintas e inconciliables entre sí.
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¿Qué grado de autoridad apostólica docente debe atribuirse a la Amoris lætitia? Según lo que acabo de exponer, ya se comprende que no puede darse «una» calificación teológica del mismo grado a toda la Exhortación. En el texto de la muy larga Exhortación apostólica se hallan enseñanzas múltiples de muy diversa calificación teológica. Podría decirse que dentro de la Exhortación hay una escala con muchos escalones: desde el más alto, en el que se proclaman verdades de fe, dogmáticamente definidas, que son sin duda Magisterio de la Iglesia (hay muchas de éstas y excelentes en los capítulos primeros, aunque, por supuesto, no todo lo que en cada uno se dice sea necesariamente de fe), hasta los escalones más bajos, en los que muchas proposiciones no pasan de ser opiniones teológicas. En el capítulo 8º, concretamente, son innumerables las proposiciones ambiguas, pero también se hallan dispersas aquí y allá en los otros capítulos.
Es completamente normal, e incluso obligado, señalar los diversos grados de calificación teológica que se dan tanto en un texto del Magisterio pontificio como en un tratado teológico. Concretamente, no puede considerarse igualmente como Magisterio apostólico una encíclica del Papa o una homilía en Santa Marta o una entrevista en un avión. Es preciso distinguir bien en cada caso el grado que hay de autoridad docente. No distinguen bien aquellos que menosprecias las enseñanzas o las orientaciones del Papa, como si fueran meras opiniones de cualquier Obispo o teólogo. Y tampoco distinguen bien los que consideran como doctrina infalible todo lo que el Papa diga en cualquier modo y circunstancia.
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En opinión de algunos la Amoris lætitia no es propiamente Magisterio de la Iglesia. Así lo piensan y lo declaran. El cardenal Raymond L. Burke, por ejemplo, dice que «el Papa Francisco ha clarificado desde el inicio que la Exhortación Apostólica Post-sinodal no es un acto de Magisterio», y alude al (n.3) del documento. «Puede ser correctamente interpretada, en cuanto documento no magisterial, solamente usando la clave del Magisterio tal como está explicada en el Catecismo de la Iglesia Católica». Esa es también la calificación teológica que el profesor Antonio Livi da a la Amoris lætitia (= AL). En la Exhortación se reiteran, por supuesto, enseñanzas del Magisterio, sobre todo en los primeros capítulos. Pero Livi, atendiendo a lo que es más caracterizador del texto, lo sitúa entre los documentos pontificios que son «meras directrices para la pastoral».
«En efecto, como toda una clase de documentos pontificios, esta exhortación no es y no quiere ser un acto de magisterio con el que se enseñen doctrinas nuevas, proporcionando a los fieles nuevas interpretaciones autorizadas del dogma. Se trata más bien de un conjunto de orientaciones pastorales, dirigido principalmente a los obispos y sus colaboradores del clero y del laicado, en orden a que la doctrina sobre el amor humano y el matrimonio –que es confirmada explícitamente en cada uno de sus puntos– sea mejor aplicada a los casos individuales concretos con prudencia, con caridad y con deseo de evitar divisiones dentro de la comunidad eclesial. Estas son las intenciones del Papa, tal como resultan del tipo de documento que estoy comentando».
El Papa en la AL, sin embargo, a la vez que expresa en varias ocasiones explícitamente que no se pretende en ella introducir cambio alguno en la «irrenunciable doctrina» de la Iglesia (79, 199, 308), reitera de hecho en gran parte de la Exhortación, y con elocuente belleza, el Magisterio apostólico precedente sobre el matrimonio y la familia. No es, pues, correcto afirmar en bloque que la AL no es Magisterio apostólico.
Pero parece evidente que el capítulo 8º de la Exhortación, y algunos otros párrafos dispersos en ella, no son propiamente Magisterio pontificio. Y esto por dos razones fundamentales:
1ª.–porque así lo indica el propio lenguaje empleado: «conviene» (293), «podrán ser valorados» (294), «ejercicio prudencial» (295), «plantear» (296), «acojo las consideraciones» (299), «es necesario, por ello, discernir» (299), «no necesariamente» (300), «actitudes» (300), «considero muy adecuado lo que quisieron sostener muchos padres sinodales» (302), «ruego encarecidamente» (304), «comprendo a quienes prefieren» (308), «pero creo sinceramente que» (308), «estas reflexiones» (309), «estas consideraciones» (311), «un marco y un clima» (312), «nos sitúa más bien en el contexto» (312), etc. Este lenguaje, obviamente, no es el propio de un documento doctrinal, sino de una reflexión personal, de la que se siguen unas orientaciones pastorales.
2ª.–porque es un texto esencialmente ambiguo: Examinándolo atentamente, se puede apreciar a priori que de él podrán deducirse enseñanzas y normas prácticas totalmente contradictorias. Y a posteriori se confirma esa previsión. Cito dos ejemplos.
–El presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, arzobispo Lingayen Dagupan, al día siguiente de la promulgación de la Amoris lætitia, publica en la web de la Conferencia una carta (9-IV-2016) dirigida a todos los católicos filipinos: «Brothers and sisters in Christ». En ella expresa que, «como el Papa nos pide que hagamos», se debe ir al encuentro de los hermanos que viven en «relaciones rotas» para asegurarles que «siempre hay un lugar en la mesa de los pecadores» para ellos (se entiende, en la comunión eucarística). «Se trata de una medida de misericordia, una apertura de corazón y de espíritu que no necesita ninguna ley, no espera a ninguna directriz, ni aguarda indicaciones. Puede y debe ponerse en práctica inmediatamente». La comunión eucarística de los divorciados vueltos a casar, ya practicada en no pocas Iglesias locales, quedaría, pues, así legitimada por la Exhortación apostólica postsinodal. Y debería ser practicada donde hasta ahora no se hacía. Por el contrario:
–El presidente del Pontificio Instituto «Juan Pablo II», Mons. Livio Melina, poco después de la promulgación de la AL, publicó una amplia nota, que concluía afirmando: «Hay que decir claramente que, también después de la Amoris Lætitia, admitir a la comunión a los divorciados “vueltos a casar”, excepto en las situaciones previstas en la Familiaris Consortio 84 y en la Sacramentum Caritatis 29 [convivir “como hermanos”, cuando hay graves razones para ello], va contra la disciplina de la Iglesia. Y enseñar que es posible admitir a la comunión a los divorciados “vueltos a casar”, más allá de estos criterios, va contra el Magisterio de la Iglesia».
El Papa Francisco, hasta la fecha, no ha aprobado ni reprobado explícitamente ninguna de estas dos interpretaciones contradictorias de la AL. Con ello parece confirmarse que no opta por una un otra de las actitudes doctrinales-pastorales, sino que se limita a impulsar el estudio y la pastoral del matrimonio y de la familia.
Esta diversidad doctrinal-disciplinar, que después de la AL se ha hecho más patente, y que probablemente aún tendrá manifestaciones más fuertes, ya se dió, aunque menos clamorosamente, en los dos Sínodos precedentes (2014-2015), en los que se permitió, e incluso se fomentó notablemente, la presentación de propuestas como las del cardenal Kasper, que afirmaba mantener la indisolubilidad del matrimonio, pero que reconociendo el nuevo vínculo contraído después del divorcio, exigía para él una fidelidad perseverante y el acceso a la comunión eucarística. Pasados ya en esta situación contradictoria más de dos años, la Exhortación AL no la resuelve, sino que en cierto modo acentúa esa diversidad contrapuesta.
El capítulo 8º de la AL no es, pues, propiamente Magisterio pontificio, y por tanto no debe recibirse como si fuera una expresión auténtica de la enseñanza petrina, sino más bien como reflexiones y contribuciones personales del Papa sobre la pastoral familiar. Puede, por tanto, ese capítulo ser recibido y aprobado, o puede ser impugnado, con el respeto debido a su autor, en su conjunto o en ciertas partes. Tal impugnación de ciertos puntos especialmente ambiguos o de sus consecuencias concretas prácticas, aquellas que son más difícilmente conciliables con la doctrina y la disciplina de la Iglesia, lejos de constituir una desobediencia al Papa, ha de ser entendida, sobre todo por los Obispos, como una forma necesaria de co-laborar con él, y como un cumplimiento ineludible de su obligada «solicitud por todas las Iglesias» (2Cor 11,28). Deber en el que insistió el Concilio Vaticano II:
«Los Obispos, como legítimos sucesores de los Apóstoles y miembros del Colegio episcopal, siéntanse siempre unidos entre sí y muéstrense solícitos por todas las Iglesias, ya que, por institución divina y por imperativo del mandato apostólico, cada uno, junto con los otros Obispos, es responsable de la Iglesia» (CD 6).
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La Iglesia es una, y lo es fundamentalmente por la Eucaristía. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica. Cristo tiene un solo Cuerpo, una sola Esposa. A largo plazo, y quizá a corto, es de prever que se hará patente la imposibilidad de que se mantengan en la unidad de la única Iglesia aquellos Obispos que ven un sacrilegio en la comunión eucarística de los que viven en adulterio, y aquellos otros que lo aprecian como una manifestación conmovedora de la Misericordia divina.
«Si la Eucaristía edifica la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía, se deduce que hay una relación sumamente estrecha entre una y otra» (S. Juan Pablo II, 2003: enc. Ecclesia de Eucharistia 26). Ese fue un convencimiento de fe muy profundo desde el principio de la Iglesia. Por eso celebrar juntos la Eucaristía significaba –y sigue significando– estar en comunión plena de fe, de caridad eclesial y de sacramentos. Y que no fuera posible celebrarla juntos significaba lo contrario. Por eso no puede haber doctrinas y prácticas totalmente inconciliables entre sí cuando se trata de la Eucaristía, porque ella es «el signo y la causa» de la unidad de la Iglesia. Podrá haber entre las diversas Iglesias locales diferentes concepciones y costumbres en otras cuestiones. Ya conocemos la norma clásica: «in necessariis, unitas; in dubiis, libertas; in omnibus, caritas». Pues bien, la unitas en la doctrina de fe y en la pastoral de la Eucaristía ha de entenderse como in necessariis, unitas. Si esa unidad se rompiera –Dios no lo permita–, sería inevitable el cisma.
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La indeterminación del capítulo 8º puede ocasionar un peligro de cisma para la Iglesia. Tenemos el grave deber de reconocerlo y declararlo, aunque sea doloroso. Sin que, por supuesto, sea ésa la intención del Papa –nada más lejos de su voluntad–, podría dar lugar a que la Iglesia se partiera en dos trozos. De un lado, los que reafirman la doctrina siempre mantenida durante dos milenios con certeza por la Iglesia, según la cual no puede darse la comunión eucarística a quienes persisten en una convivencia adúltera more uxorio. De otra parte, los que mantienen y exigen que se les reciba en la sagrada comunión. Son dos tesis contrarias inconciliables, que no admiten un tertium quid. Por esa razón se van oyendo voces de muy grave alarma.
El cardenal Brandmüller, por ejemplo, consciente de la gravedad del momento, reafirma la fe católica sobre el matrimonio y Eucaristía: «Quienes quieren cambiar la enseñanza de la Iglesia son herejes, incluso si llevan la púrpura romana», pues amenazan con subvertir la doctrina católica sobre los sacramentos y la moral. Él fue una de las principales voces contrarias a ciertas propuestas surgidas en el Sínodo extraordinario sobre la Familia del año 2015.
Y fue también uno de los cinco autores del libro Permaneciendo en la verdad de Cristo: Matrimonio y comunión en la Iglesia Católica (Ed. Cristiandad, Madrid 2014, 328 pgs.), escrito por los cardenales Müller (prefecto Doctrina de la fe), Burke (prefecto Signatura Apostólica), Brandmüller (emérito Comité Pontificio Ciencias Históricas), Caffarra (Arzob. Bolonia, expresidente Pont. Instit. Juan Pablo II), De Paolis (expresidente emérito Asuntos Económicos S.Sede). El libro, publicado en los Estados Unidos por Ignatius Press (Remaining in the truth of Christ. Marriage and communion in the Catholic Church), impugna con datos bíblicos, patrísticos y del Magisterio la propuesta sinodal de un numeroso grupo de Obispos, encabezados por los cardenales Walter Kasper y Christoph Schönborn, de dar la comunión eucarística en ciertos casos a quienes conviven en adulterio.
Oremos, oremos, oremos.
José María Iraburu, sacerdote
Post-post.– En mi artículo (372) les conté que el periodista Juan G. Bedoya me había atribuido en EL PAÍS un texto escrito por otro, y que yo le solicité una rectificación. Ya la ha dado, como pueden comprobarlo en (372). Bendigamos al Señor.
41 comentarios
Su artículo ha llevado paz a mi corazón, que se encontraba muy turbado.
Dios le siga bendiciendo.
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JMI.-Deo gratias.
Bendición +
Basándose en los escritos del Santo Padre ¿Sabría usted decir en qué "bando" estaría el Papa si se diese dicho cisma?
Un saludo.
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JMI.-La pregunta no es pertinente.
En otras palabras, es impertinente.
Supongo que llegado el momento Dios nos mostrará qué hacer. Pero esto es espantoso.
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JMI.-De espantoso, nada.
Todas las cosas colaboran al bien de los que aman a Dios (Rm 8)
Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente (Sal 65)
El Padre celestial cuida de pajaritos, flores y más aún de sus hijos (Mt 6 final)
atribuyéndole presuntas intenciones malignas, conductas indignas, etc.
No les daré paso.
Ya he tenido que eliminar uno.
Con Dios.
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
Creo que no entendeis (entendemos) la neomisericordia.
De todos modos lo más grave no me parece esto, si se fija ud. parece que en la actualidad el uso de anticonceptivos está consentido "de facto" dentro de la iglesia. Declaraciones vagas, condenas suaves... Será cosa de la neomisericordia.
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Bendición +
No lo pude hacer notar en la otra entrada.
Gracias Padre de nuevo por este artículo.
Muchas veces he clamado porque el cisma de facto se haga formal. Me gustaría retractarme de ello. He llegado a considerar que esta falsa/tensa unión de la Iglesia es un bien mayor que la claridad de la doctrina.
Ruego porque no haya cisma ninguno y la Iglesia sea una, con Pedro y bajo Pedro.
Santa María nos asista a todos.
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JMI.-El Buen Pastor:
Lo que el Padre me ha dado es mejor que todo.
Y nadie podrá arrebatar nada de la mano de mi Padre (Jn 10,29)
Y del final, sólo puedo decir que es muy doloroso, pero ciertísimo. Hay que estar ciego para no verlo, pero también hay que ser muy valiente para decirlo con esta claridad, manteniendo el necesario respeto.
Me enorgullece mucho que este artículo se haya escrito para InfoCatólica. Laus Deo Virginique Matri.
Vicente
Un abrazo y muchísimas gracias por el artículo. Somos muchos los fieles desconsolados porque nuestros pastores no dicen la verdad sobre AL, y se limitan a decir que no pasa nada, que todo sigue igual, dejándonos a los pies de los caballos a los que, por la gracia de Dios, vemos que YA NADA SERÁ IGUAL. María Santísima le proteja.
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JMI.-La Iglesia en la historia ha pasado por muchas tormentas, pero es indefectible, es un barco que nadie puede hundir. Es un Cuerpo que tiene a Cristo por cabeza, y Cristo "vive y REINA por los siglos de los siglos. Amén".
Cuando estas cosas ocurren, uno pone en duda las enseñanzas que ha recibido toda la vida....
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JMI.-No, no ponga en duda las enseñanzas que ha recibido toda la vida. Véalo simplemente como "abusos litúrgicos" graves. Y si ve, por ejemplo, que en los matrimonios está bastante generalizada la anticoncepción, intrínseca y gravemente ilícita, no ponga en duda la doctrina, sino lamente tan "grave abuso" en la moral conyugal. Y así en todo.
Y rece mucho al Señor, pidiéndole la fidelidad de todos los cristianos.
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JMI.-Gracias, Daniel.
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JMI.-Bendición +
y a seguir rezando.
Dios se lo pague.
Yo no puedo prescindir de las enseñanzas de la Iglesia Católica, pues su Magisterio me ha ayudado como ayuda a tantas almas a ser más humildes de corazón, Sin estas enseñanzas de la doctrina católica nuestra vida sería un caos, siempre cayendo en el engaño del enemigo infernal.
Es el Espíritu Santo quien ofrece su Sabiduría a la Iglesia, pues quiere el Señor que todos lleguemos al conocimiento de la verdad y nos salvemos.
Que vuestra Palabra sea si, si no,no, lo contrario viene del Maligno, bueno este,se está haciendo una gran fiesta, con las ambiguedades, existen omisiones grandes al magisterio precedente.
Quién leyo en su momento la Familiaris Consortio, la Veritatis Splendor, la Sacramentum Caritatis,todo el Magisterio de San Juan Pablo II, y el de Benedicto XVI.usted es un Teologo, que interpreta a Santo Tomas sabiamente, pero el común denominador,no sabe nada, y acepta lo que le conviene.La Gracia!!!!
Doy Gracias a Dios, por tener un Director de excelencia, que me oriento por el lado del Magisterio,y aún por el de la Oración.
Por supuesto oro por el Papa, que es la Cabeza Visible del Cuerpo Mistico, siempre, y espero que esto sea mucho más claro, por estos lados, salvo exepciones, lo desconoce, esa es la realidad, documentos conciliares en su contexto correcto,tengo todo el Vaticano II, en la BAC.
Los Problemas que se podian haber evitado.
Seguiremos orando en la Eucaristia, está DIOS,.
Que Dios lo bendiga, bendiga al Papa, y a la Iglesia.
Y agreguemos también que ese éxodo cismático de algunos ya se ha dado, lamentablemente, de hecho y sobre todo en el nivel espiritual, aunque todavía no se manifiesta del todo visiblemente porque siguen conservando las formas externas de la fe y de la comunión eclesial, vaciadas de todo contenido auténtico desde el momento en que hacen la guerra públicamente a la doctrina católica.
En cuanto a la Suma Teológica, con ese nombre al menos, no es de los jesuitas sino de Santo Tomás de Aquino, dominico, y ciertamente que es en la escuela dominicana en donde se ha conservado la interpretación fiel del pensamiento del Aquinate.
Saludos cordiales.
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JMI.-Gracias por tus reflexiones.
En el art. yo me refiero a la Sacrae Theologiae Summa, publicada en varios tomos por profesores de la Compañía de Jesús, a mediados del siglo XX, en la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC, Madrid). Años más tarde tuvo yo de profesor en Salamanca a algunos de sus autores, que los ponían de texto.
Cordial saludo.
Les recomiendo que no envíen comentarios agresivos contra el Papa, atribuyéndole presuntas intenciones malignas, conductas indignas, etc. No les daré paso.
Ya he tenido que eliminar uno.
Con Dios.
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Añado ahora.
No se cansen escribiendo comentarios (que por cierto no son comentarios al artículo normalmente) contra lo que ya he avisado, que yo no voy a cansarme de cumplirlo.
Son varios los que han ignorado el aviso, y he tenido que eliminar sus comentarios. Para ellos ha sido como si yo escribiera la advertencia con un dedo en el agua.
Gracias por todo, pero especialmente por esto:
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"La indeterminación del capítulo 8º puede ocasionar un peligro de cisma para la Iglesia. Tenemos el grave deber de reconocerlo y declararlo, aunque sea doloroso. Sin que, por supuesto, sea ésa la intención del Papa –nada más lejos de su voluntad–, podría dar lugar a que la Iglesia se partiera en dos trozos. De un lado, los que reafirman la doctrina siempre mantenida durante dos milenios con certeza por la Iglesia, según la cual no puede darse la comunión eucarística a quienes persisten en una convivencia adúltera more uxorio. De otra parte, los que mantienen y exigen que se les reciba en la sagrada comunión. Son dos tesis contrarias inconciliables, que no admiten un tertium quid."
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Debido respeto al Romano Pontífice, amor a la Iglesia, firmeza en la defensa del Magisterio y de la Tradición, claridad en las ideas y caridad en todo. Ese es el camino.
Veo que su advertencia es oportuna y necesaria, porque la posibilidad de cisma está a las puertas. Si por ejemplo, la Iglesia en Filipinas hiciera suya la posición del presidente de su conferencia episcopal, y OFICIALMENTE determinara que los sacerdotes deben suministrar la comunión a los así llamados "irregulares", entiendo que incurriría en el gravísimo pecado de cisma.
Dios nos libre.
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JMI.-Oremos, oremos, oremos.
Ahora yo pregunto..¿.a quien le sirven 300y tantos puntos de "no magisterio " que hacen falta interpretación tras interpretación y que del mismo texto salen dos Conferencias Episcopales en perfecta discordia?
Si hay algo claro del documento, es que no hay nada en claro.
O me equivoco?
Como argentino le digo que nuestra Conferencia Episcopal se caracteriza por hablar mucho sin decir nada y tratar de apagar incendios con nafta.
Espero que no llevemos a Roma esta práctica.
Dios los guarde
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JMI.-En la historia de la Iglesia se han producido cismas. Es un dato cierto.
No tenemos ni idea de si permitirá Dios o no que se dé en nuestro tiempo.
Y tampoco tenemos ni idea de cómo se producirá, qué signos habrá para discernir la Iglesia verdadera, etc. Son preguntas las suyas que no tienen respuesta posible. No tengo bola de cristal donde mirar.
Pero lo que está claro es que si se da un cisma, una será la Iglesia católica que continúa su historia, y la otra será una comunidad, que puede ser enorme o mínim, pero que será cismática ciertamente.
La Iglesi ES UNA.
¿Hay alguna duda en esto?
... A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia. En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, «a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor». Igualmente destaco que la Eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles»
Ninguna. Es evidente que, a partir de aquí, se podrán administrar los sacramentos, en ciertos casos, a quienes vivan en adulterio.
¿Quién determinará qué casos serán esos?
Los presbíteros tienen la tarea de «acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo
¿Cuáles serán los criterios unificadores de la Iglesia para ese discernimiento que determinará si un caso entra dentro de ciertos casos?
“Si se tiene en cuenta la innumerable diversidad de situaciones concretas, como las que mencionamos antes, puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares... Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna.”
Es decir, no se dan criterios objetivos de aplicación general. Los criterios serán los subjetivos de cada obispo en su interpretación personal.
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JMI.-Los documentos ambiguos dan origen inevitablemente a confusión en la vida práctica. Y la confusión exigirá poner claridad y precisión tanto en el sacramento de la penitencia como en la comunión eucarística. Una sociedad no puede vivir en paz sin reglas claras de juego.
Es más, la evolución de las normas que tratan de regular situaciones apoyándose en los casos límite suele hacer que con el tiempo esos límites se vayan difuminando hasta desaparecer y ciertos casos terminen siendo todos los casos... porque, en último extremo, y siguiendo la misma línea argumental, ¿quién es un obispo para hacer un discernimiento negativo de una persona concreta? Luego, la única solución de ese argumento extendido será que ciertos casos irán siendo, poco a poco, todos los casos.
También hay que esforzarse en comprender que si a mí me escandaliza algún aspecto del pensamiento de Bergoglio, no puedo cerrar el conflicto moral que se me plantea argumentando que el Papa está siendo torticeramente interpretado por sus contrarios.
Él era consciente del escándalo que provocaría su capítulo octavo:
Es probable, por ejemplo, que los matrimonios se identifiquen más con los capítulos cuarto y quinto, que los agentes de pastoral tengan especial interés en el capítulo sexto, y que todos se vean muy interpelados por el capítulo octavo.
Otra cosa es que no queramos aceptar que se trate de directrices morales de un Papa. Pero que nosotros quedemos perplejos no significa que él no sepa lo que dice, porque lo sabe.
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JMI.-En todo caso una sociedad no puede vivir sin normas que regulen su convivencia. SIEMPRE la Iglesia se ha dado normas prácticas a sí misma, ya desde el Concilio de Jerusalén, en tiempo de los Apóstoles. Trato de esto largamente en una serie de artículos de mi blog "La ley de Cristo" (80-94). Si entra en elÍndice de Reforma o apostasís (va el enlace al final de todos mis artículos) hallará un resumen de pocas líneas sobre el contenido del artículo. Los cánones del Derecho de la Iglesia siguen vigentes. O se siguen cumpliendo tal cual, o se modifican en lo que convenga. Pero lo que está claro es que una sociedad no puede pervivir sin normas obligatorias.
En realidad, en la Iglesia se acaba de establecer formalmente una doble moral en relación con el matrimonio indisoluble. Una doble moral, además, arbitraria, que permitirá, en algunos sitios, predicar una cosa y hacer la contraria. El celofán con que se envuelva sólo es un maquillaje que no cambiará la realidad.
Desde hace unos días, en la Iglesia oficial, Juan el Bautista y Tomás Moro han pasado a ser unos inmisericordes que no entendieron el itinerario personal de los reyes Herodes y Enrique VIII. Quizá sea el momento de pedir perdón a la Iglesia Anglicana.
Saludos.
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JMI.-"En la Iglesia se acaba de establecer"... No saque consecuencias claras y precisas partiendo de formulaciones muy ambiguas, que, como digo en el artículo, no son Magisterio pontificio.
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JMI.-Lo que gratis se afirma, gratis puede negarse.
+Yo he argumentado lo que digo.
+Usted simplemente afirma lo contrario sin molestarse en argumentarlo.
Eso no vale nada.
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JMI.-No es ningún argumento. No sé si ha leído Ud. el art. entero, pero en él explico que en un mismo documento pontificio puede haber capítulos con muy diversa calificación de autoridad.
Me parece que el Magisterio no debería de "invadir" el campo de los pastoralistas o moralistas que ni multiplicar sus intervenciones tipo consejo o recomendación, como mucho de la Amoris Laetitiae. Si el Papa quisiera dar unas instrucciones o consejos a los pastores o pastoralistas, podría haber envidado una carta a ellos, o mandado que uno de los dicasterios de la Cura lo hiciera, que a mi parecer sería mejor y se evitaría mucha de la confusión que ha surgido con la Amoris. Si existen cuestiones discutidas entre los teólogos y pastores fieles al Magisterio, no parece oportuno que intervenga mientras no se trate de dirimir la cuestión. Así se hacía antes, por ejemplo, en tiempos del jansenismo.
Donde digo digo, digo Diego...
Esto no hay quien lo entienda.
Confusión...
Todo el mundo es capaz de interpretarla orientándola hacia sus tesis. Lo he podido comprobar con con mis propios ojitos al leer cosas tan dispares como EL PAIS o la web del Opus dei.
41. Adentrándonos en los mares tropicales y subtropicales, encontramos las barreras de coral, que equivalen a las grandes selvas de la tierra, porque hospedan aproximadamente un millón de especies, incluyendo peces, cangrejos, moluscos, esponjas, algas, etc. Muchas de las barreras de coral del mundo hoy ya son estériles o están en un continuo estado de declinación: «¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color?». Este fenómeno se debe en gran parte a la contaminación que llega al mar como resultado de la deforestación, de los monocultivos agrícolas, de los vertidos industriales y de métodos destructivos de pesca, especialmente los que utilizan cianuro y dinamita. Se agrava por el aumento de la temperatura de los océanos. Todo esto nos ayuda a darnos cuenta de que cualquier acción sobre la naturaleza puede tener consecuencias que no advertimos a simple vista, y que ciertas formas de explotación de recursos se hacen a costa de una degradación que finalmente llega hasta el fondo de los océanos.
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JMI.-Ninguno.
Y eso que es una Encíclica.
El cisma ya está de hecho, lo estamos viendo estos días. No se puede llamar de otra forma, ya que atañe a la esencia misma de la Eucaristía y del Matrimonio. Si es mejor o no un cisma formal, dadas las circunstancias, sólo el Señor lo sabe. Pero estoy seguro que, dados los frutos, hubiera sido mucho mejor que no hubiera habido Sínodo de la Familia. Lo negativo, con la consiguiente confusión y pérdida de fe por parte de los fieles, supera en mucho lo que de positivo pudiera haber.
En fin, creo que las consecuencias del Sínodo de la Familia, por mucho bueno que tenga la exhortación, son nefastas. Pues contribuyen a la confusión de muchos en la doctrina y/o pastoral y a la división de la Iglesia. Francisco puede quizá no haber sido claro por temor a un cisma formal, pero los hechos demuestran que el remedio que la enfermedad.
Como ya han dicho, si nadie con autoridad interviene (lo cual sería ya una sorpresa grande) lo del caso por caso se transformará en lo que piense un Obispo u otro y, con el tiempo, si no lo impide algo de gran magnitud, una vez abierta la puerta lo estará para cada vez más casos y cada vez más situaciones distintas.
Recemos más que nunca para que muchos encontremos el camino...
Este fin de semana lo tengo muy complicado.
Gracias a todos.
Dios los bendiga +
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