Una reconsideración de las fechas del Nuevo Testamento
En una obra reciente, Jonathan Bernier reúne y analiza las pruebas de la composición temprana de los 27 libros del Nuevo Testamento y de cuatro libros cristianos extracanónicos.
Daniel Iglesias Grèzes
El presente artículo es una breve reseña de: Jonathan Bernier, Rethinking the dates of the New Testament: The evidence for early composition, Baker Academic, Grand Rapids, Michigan, 2022.
Jonathan Bernier es un biblista doctorado en la Universidad McMaster de Hamilton, Ontario. Actualmente es un profesor asistente de Nuevo Testamento y el director ejecutivo del Instituto de Investigación Lonergan del Regis College, la escuela de teología de la Compañía de Jesús en Canadá, afiliada a la Universidad de Toronto a través de la Escuela de Teología de Toronto (ecuménica).
La obra en cuestión de Bernier es el primer libro del siglo XXI dedicado monográficamente al tema de la fecha de composición de los escritos del Nuevo Testamento (NT). Más aún, desde la publicación de la célebre Cronología de Harnack en 1897 (al parecer sólo disponible en alemán), la obra objeto de esta reseña es apenas el segundo libro dedicado monográficamente a ese tema, después del libro de 1976 de John A. T. Robinson (Redating the New Testament), que causó sensación por su propuesta de una cronología temprana, pese a que su autor fue un teólogo ultraliberal.
La cuestión de las fechas de composición de los escritos del NT es sumamente compleja porque incluye una gran cantidad de cuestiones disputadas relacionadas entre sí. Las teorías de los biblistas al respecto son numerosísimas, pero pueden ser clasificadas en tres grandes corrientes, que Bernier denomina cronologías tempranas, cronologías medias y cronologías tardías. Las cronologías tempranas sostienen que el grueso del NT fue escrito antes del año 70 DC; las cronologías medias sostienen que el grueso del NT fue escrito entre los años 70 y 100; y las cronologías tardías sostienen que el grueso del NT fue escrito en el siglo II (cf. Jonathan Bernier, op. cit., p. 3).
Hasta ahora la historia de la cuestión de las fechas de composición de los escritos del NT ha tenido tres etapas principales: 1) desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII predominó la cronología temprana, que es la posición cristiana tradicional; 2) en el siglo XIX, debido a los trabajos de muchos exégetas racionalistas o liberales, pasó a predominar la cronología tardía, de tendencia antiapologética; 3) a partir de fines del siglo XIX, gracias a los estudios de Lightfoot, Harnack y otros, se produjo una reacción contra la cronología tardía y se tendió hacia una cronología media, tendencia que se acentuó en el siglo XX. Desde mediados del siglo XX hasta hoy la cronología media es sostenida por la gran mayoría de los estudiosos del NT, incluso entre los católicos (cf. Íbidem, pp. 3-6).
Bernier afirma que en la situación actual se necesitarían tres libros dedicados al tema de las fechas de composición del NT. Cada uno debería exponer y defender detalladamente una de las tres cronologías (temprana, media y tardía). La cronología media, pese a ser la teoría ampliamente mayoritaria, o quizás por esa misma razón, no tiene desde 1897 ningún libro dedicado a analizarla y defenderla. Más aún, después de 1897 Harnack cambió de opinión sobre una cuestión particular de importancia capital (el final de los Hechos de los Apóstoles), por lo que su última posición se inclinó bastante hacia la cronología temprana. La cronología tardía es propuesta en un libro de 2007 (J. V. M. Sturdy, Redrawing the boundaries). Sin embargo, ese libro fue publicado tras la muerte del autor, quien no tuvo tiempo para desarrollar plenamente sus ideas, por lo que se trata sólo de un esbozo de defensa de la cronología tardía. Por lo tanto, dice Bernier, hasta que se escriban nuevos libros en defensa de las cronologías media y tardía, “la cronología temprana ocupará una posición intelectualmente privilegiada, en la medida en que seguirá siendo el único marco general para las fechas de los textos del Nuevo Testamento en haber recibido, desde la era victoriana, la defensa sintética requerida de longitud monográfica. En verdad, habrá recibido dos de tales defensas durante ese tiempo, mientras que las cronologías media y tardía no habrán recibido ninguna.” (Ibídem, p. 8; la traducción de las citas es mía).
Bernier utiliza tres criterios, que él llama sincronización, contextualización y biografía del autor, para tratar de determinar la fecha de composición de cada uno de los textos analizados.
“La sincronización abarca el trabajo clásico de establecer la relación temporal del texto con otros eventos o situaciones, incluyendo la composición de otros textos.” (Ibídem, p. 23). Para aplicar este criterio, Bernier se plantea dos preguntas: A) ¿Hay material en el libro que es más plenamente inteligible sólo si fue escrito después de un evento dado? B) ¿Hay material en el libro que es más plenamente inteligible sólo si fue escrito antes de un evento dado? Según Bernier, las conclusiones posibles son cuatro: 1) Si la respuesta a ambas preguntas es afirmativa, lo más probable es que el libro sea posterior al evento dado, a la vez que preserva material que lo precede. 2) Si la pregunta A tiene una respuesta afirmativa y la B una negativa, lo más probable es que el libro sea posterior al evento dado, aunque podría preservar material que lo precede. 3) Si la pregunta A tiene una respuesta negativa y la B una afirmativa, lo más probable es que el libro preceda al evento dado. 4) Si tanto A como B reciben respuestas negativas, hay igual probabilidad de que el libro sea anterior o posterior al evento dado (cf. Ibídem, cuadro de la p. 23). Opino que esta última conclusión está mal expresada. Lo que habría que concluir es que el evento dado no arroja ninguna luz para determinar la fecha de composición del texto en cuestión.
“El trabajo de contextualización… busca establecer la relación probable del texto con el curso general del desarrollo cristiano primitivo en áreas tales como la eclesiología, la cristología, la inclusión de los gentiles, etc.” (Ibídem, p. 26).
“En contraste con los relativos vaivenes de la contextualización, en principio ningún procedimiento permite una mayor precisión que el de la biografía del autor, que parte de lo que sabemos sobre el autor y nos impulsa a preguntar cuándo en su vida está mejor situado un texto dado.” (Ibídem, p. 27).
Aplicando de un modo muy sistemático los tres criterios referidos, Bernier obtiene como resultado las siguientes fechas probables de composición de los textos analizados (cf. Ibídem, pp. 274-275).
Texto |
Fecha |
Evangelio de Marcos |
42-45 |
Evangelio de Mateo |
45-59 |
Didajé |
45-125 |
Gálatas |
47-52 |
1 y 2 Tesalonicenses |
50-52 |
Hebreos |
50-70 |
1 Corintios |
Principios del 56 |
2 Corintios |
Fines del 56 |
Romanos |
Invierno del 56/57 |
Efesios, Colosenses, Filemón y Filipenses |
57-59 |
Evangelio de Lucas |
59 |
1 Pedro |
60-69 |
2 Pedro |
60-69 si es petrina 60-125 si es pseudopetrina |
Evangelio de Juan |
60-70 |
1 y 2 Juan |
60-100 |
Pastor de Hermas |
60-125 |
Santiago |
Antes del 62 |
Hechos de los Apóstoles |
62 |
1 Timoteo |
63-64 si es paulina 60-150 si es pseudopaulina |
Tito |
63-64 si es paulina 60-175 si es pseudopaulina |
2 Timoteo |
64-68 si es paulina 60-150 si es pseudopaulina |
1 Clemente |
64-70 |
Apocalipsis |
68-70 |
Epístola de Bernabé |
70-132 |
Judas |
Antes del 96 |
3 Juan |
Antes del 100 |
El capítulo llamado Conclusión incluye un cuadro que compara detalladamente cuatro cronologías: la temprana de Bernier, la temprana de Robinson, la media de Harnack y la tardía de Sturdy (cf. Ibídem, pp. 277-278).
El libro de Bernier es una contribución muy importante al estudio del Nuevo Testamento y de algunas obras cristianas extracanónicas. Como dice Chris Keith en la contratapa, se trata de un estudio “audaz y disruptivo en un campo que se ha vuelto complaciente en esas materias” (con respecto a la cronología media; este agregado es mío).
Bernier expone y analiza muy ordenadamente los principales factores a tener en cuenta para fechar los textos analizados y presenta sus argumentos y conclusiones (generalmente compartibles, aunque no siempre) de una manera muy clara y razonada. Además suministra una gran cantidad (tal vez excesiva) de resúmenes y cuadros útiles para captar y recordar lo más esencial de cada sección o capítulo. Todo esto hace que, en mi opinión, el libro en cuestión sea adecuado como libro de texto.
En cuanto a los defectos de la obra de Bernier, creo que están bien señalados en un artículo publicado en línea de Ralph Allan Smith de fecha 27/07/2023. Subrayo la crítica demoledora de Smith a la opinión de Bernier de que Mateo y Leví no son la misma persona. Además, lamento, junto con Smith, que Bernier siga apoyando la teoría de la prioridad de Marcos, en lugar de volver a la teoría tradicional de la prioridad de Mateo.
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14 comentarios
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DIG: Pseudopetrina y pseudopaulina significan que autores desconocidos (quizás discípulos de Pedro y Pablo) usaron los pseudonimos de Pedro y Pablo. Esta teoría no está en consonancia con la antigua tradición cristiana.
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Tampoco entiendo demasiado el por qué de la importancia de volver a Mateo como primero, mientras quede clara una datación más temprana. Muchos males de nuestro tiempo, creo, vienen más por la defensa de dataciones más tardías que por la pelea del primer puesto. O no?
Gracias por este artículo.
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DIG: También es importante la cuestión de la prioridad de Mateo (posición tradicional) o de Marcos (posición moderna). He tratado de explicarlo en mi libro "Tres Evangelios".
Por otro lado la única razón de peso para situar los sinópticos después del año 70, es por no creerse que Jesús verdaderamente profetizó la destrucción del templo. La profecía del Señor es eso, una verdadera profecía, no un "vaticinium ex eventu", como dicen los escritores modernistas.
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DIG: Concuerdo en que las cronologías tardías del Nuevo Testamento (NT) están equivocadas, pero la verdad es que todavía tienen algunos defensores entre los estudiosos del NT. Por ejemplo Sturdy (2007, obra póstuma) fecha en el siglo II (o sea, después del año 100) 17 de los 27 libros del NT, incluso los Evangelios de Mateo, Lucas y Juan.
Por otra parte, no entendí si dices que es claro que las tres epístolas pastorales (1 Timoteo, 2 Timoteo y Tito) son paulinas o pseudopaulinas. Yo sostengo la tesis de su autenticidad paulina.
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DIG: La verdad es que no conozco a Antonio Piñero. Trataré de informarme al respecto.
PD (27/07/2024): Acabo de informarme un poco. Parece muy claro que la exégesis de Piñero no es cristiana sino racionalista, y que se aparta de la tradición cristiana en muchos puntos importantes. Por ejemplo, y no es el punto principal, Piñera considera paulinas sólo 7 de las cartas atribuidas a San Pablo. Además, Piñero subraya su firme adhesión a la teoría de la prioridad de Marcos cambiando el orden tradicional de los Evangelios en su edición del Nuevo Testamento.
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DIG: No estoy seguro de lo que quiso decir Luis López, pero yo sostengo que 1 y 2 Timoteo y Tito son cartas auténticamente paulinas.
Creo que tiene cosas interesantes, pero ciertamente su cosmovisión es racionalista.
Nuevamente, gracias.
Entiendo que usted considera todas las cartas de S.Pablo realmente escritas por él, es así? Pero otras personas no. En qué se basan esos otros para no adjuducárselas? Si usted considera alguna de sus cartas #no suya# también quisiera saber las razones, por favor. Gracias.
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DIG: Por favor ve el comentario de Gustavo con mi agregado.
Y no, no creo que ninguna de las cartas atribuidas a San Pablo sea pseudopaulina, salvo Hebreos, que en realidad es una carta anónima, no paulina, sobre cuya autoría hubo dudas desde la más antigua tradición cristiana.
Lo que pasa es la la naciente Iglesia de hecho se desarrolló muy rápido y no lentamente como ellos piensan.
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DIG: El argumento básico de los exégetas (en su mayoría protestantes liberales) que niegan la autencidad de las epístolas pastorales es que éstas presentan signos de lo que ellos llaman "protocatolicismo", lo que en su visión implica necesariamente que son desarrollos tardíos (y en última instancia desviaciones del cristianismo primitivo).
Como bien dices, esos signos se refieren a la jerarquía eclesiástica, pero también incluyen referencias a los sacramentos (por ejemplo, una ordenación episcopal mediante la imposición de las manos de Pablo),
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DIG: Hay un amplio consenso en que esas siete epístolas son auténticamente paulinas, no que esas siete son las únicas auténticamente paulinas. Sobre la autenticidad paulina de Efesios, Colosenses, Filipenses y 2 Tesalonicenses, más o menos la mitad de los expertos está a favor y la otra mitad en contra.
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Las demás del corpus paulino, incluyendo las Pastorales, muchos las consideran pseudopaulinas, no sólo por el mayor desarrollo eclesiológico sino por cuestiones de estilo (más rígido y menos vivo en las pastorales que en las auténticas).
Ahora bien, que no sean de San Pablo no significa que no sean textos inspirados y normativos como las denominadas "cartas auténticas". Eso no debe plantear problema alguno a los cristianos.
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DIG: Aunque es posible defender la tesis de que las epístolas pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) son pseudopaulinas sin perder la fe, no es cierto que esa tesis no plantee problema alguno a los cristianos. Una carta pseudopaulina no es una carta escrita por un colaborador de Pablo para plasmar por escrito las ideas generales que Pablo le pidió que plasmara por escrito, ni mucho menos una carta dictada por Pablo a un escriba o secretario, sino una carta escrita 20, 50 o 100 años después de la muerte de Pablo por un cristiano anónimo que habría presentado falsamente su escrito como un escrito de San Pablo. Esa forma de pseudonimia es deshonesta, por lo que plantea problemas morales además de históricos.
El problema moral de la "pseudonimia" es una cuestión de nuestro tiempo, muy escrupuloso con asuntos como la propiedad intelectual.
Pero ese problema no existía en el pasado y era perfectamente legítimo que un discípulo (o mejor, una escuela teológica) desarrollara las ideas del maestro fallecido, aplicándolas y adaptándolas a los nuevos tiempos y poniéndolas bajo el prestigio y autoridad del maestro.
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DIG: No parece haber ninguna evidencia de las afirmaciones de tu segundo párrafo. La mentira era y es pecado, independientemente del siglo en el que se haya dicho o se diga.
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Así pudo hacerse con las epístolas pastorales, redactadas entrada la segunda mitad del siglo I en un contexto histórico muy diferente al que vivió San Pablo (la escatología inminente se fue transformando en soteriología, los elementos carismáticos de la iglesia, fueron dejando paso a estructuras jerárquicas...).
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DIG: La soteriología cristiana y la estructura jerárquica de la Iglesia existieron desde el principio, aunque se hayan desarrollado con el tiempo.
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Lo decisivo aquí no es la paternidad de la Carta, sino que la Iglesia -en definitiva, columna y fundamento de la Verdad- determine si es acorde con la tradición apostólica. Lo mismo podemos decir de la llamada Escuela Joánica, que desarrolló la teología de su maestro -Juan hijo de Zebedeo- probablemente trabajando sobre un núcleo del cuarto Evangelio comenzado por el mismo San Juan.
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DIG: Para determinar la canonicidad de ciertos escritos la Iglesia tuvo muy en cuenta su apostolicidad. Suponer que no afecta a nuestra fe el actual ataque a esa apostolicidad, uno de los criterios fundamentales que la Iglesia utilizó para definir el canon del Nuevo Testamento, es un error.
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Yo, sinceramente, no veo el problema, y cometemos un anacronismo si juzgamos el pasado con categorías del presente.
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DIG: La verdad, como Cristo, es la misma ayer, hoy y siempre.
Me fío de los primeros padres y de lo general defendido siempre. De los liberaloides nadita, la verdad. Creo sean realmente paulinas, salvo como han dicho, la de hebreos. Pero la apreciación de Luis López es muy interesante, por si siguieran negándolo.
Totalmente de acuerdo. Pero le pondré un ejemplo que demuestra que las cosas humanas no son fórmulas matemáticas: el actual Papa considera inmoral la aplicación de la pena de muerte, pese a que toda la Iglesia hasta nuestros días, desde el mismo Jesús, San Pablo y los grandes teólogos como Santo Tomás la han considerado justa y lícita para gravísimos delitos (Jesús advierte en Mateo que "a quien hierro mata, a hierro muerte". San Pablo, en Romanos, dice que" el magistrado lleva la espada para castigar", y el Doctor Angélico compara la pena con muerte a sacar una manzana podrida de un cesto (eliminar un sujeto que daña gravemente el bien común). ¿Cuál es la verdad sobre este castigo? ¿Es esencialmente inmoral o es perfectamente lícito?
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DIG: Para decirlo en pocas palabras, la doctrina católica nunca ha tratado a la pena de muerte como un acto intrínsecamente malo. Hubo sí un desarrollo doctrinal al respecto que impulsó a limitar cada vez más la aplicación de la pena de muerte. Juan Pablo II llegó al punto máximo posible de esa tendencia al decir que en las circunstancias actuales son muy raros y quizás inexistentes los casos en que la pena de muerte es lícita. Pero decir, como Francisco, que la pena de muerte es sin más inadmisible y contraria al Evangelio es muy problemático porque parece negar toda la doctrina anterior. Algo análogo ocurre con los que niegan que los Evangelios fueron escritos por Apóstoles (Mateo y Juan) o discípulos directos de Apóstoles (Marcos, discípulo de Pedro, y Lucas, discípulo de Pablo) y sostienen que son el fruto de comunidades cristianas creativas, escritos 40, 50 o 60 años después de la muerte y resurrección de Cristo.
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Y volviendo al asunto de la pseudoepigrafía en los textos bíblicos (algo que por cierto existe desde el primer libro de la Biblia), hay que tener en cuenta como destacó Karl Rahner que todos los textos bíblicos se insertan en una comunidad, constituida por la predicación y la teología de un determinado Apóstol (sea San Pablo, San Pedro, San Juan...); es decir, son textos DE LA IGLESIA (más que de un determinado escritor). Sinceramente no creo que reconocer este hecho evidente sea un ataque a la apostolicidad de los Evangelios, sino más bien una confirmación de ella. Los Evangelios no nacen fuera de la Iglesia y ésta los acoge en un determinado momento; Los evangelios han nacido EN LA MISMA IGLESIA, y siempre bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Hablamos, por tanto, de algo no sólo muy diferente sino casi opuesto a la acción del inmoral que secretamente y con intención de engañar se oculta tras un nombre prestigioso, y se viste con plumas ajenas.
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DIG: La Tradición de la Iglesia siempre ha sostenido que las 13 epístolas paulinas (no incluyo a Hebreos) fueron escritas por San Pablo, como ellas mismas lo atestiguan, que las dos cartas de Pedro fueron escritas por San Pedro, las tres cartas de Juan por San Juan, etc. Negar la autoría paulina, petrina o joánica de esas cartas desmiente a la Tradición en un punto muy importante y rebaja el valor histórico de esas cartas, que ya no sería de testigos directos o casi directos de la vida pública de Jesús y del nacimiento de la Iglesia.
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