Alianza de religiones
El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero ha propuesto este martes la creación de una “alianza permanente entre las confesiones religiosas", vinculada a la ONU y a la Alianza de Civilizaciones, para crear una “autoridad religiosa global” con dos principios: el respeto al pluralismo religioso, la paz y la libertad y la condena de toda violencia. No es la primera vez que se habla de esto. Ya Hans Küng no se ha cansado de repetir que “no habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones”.
Hay algo de verdad en esta propuesta. Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI han apostado por el diálogo entre las culturas y las religiones. Y Benedicto XVI, en Ratisbona, ha advertido que el mejor camino para emprender ese diálogo no es considerar que “sólo la razón positivista y las formas de la filosofía derivadas de ella son universales”.
Porque decir, o pensar, de ese modo equivale a marginar, de hecho, cualquier pensamiento que se sienta vinculado con la religión: “Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas”.
Esa es la realidad, de la que, en cierto modo, parece hacerse eco el Sr. Rodríguez Zapatero. En el concierto de las culturas, en el marco de la relación entre los pueblos, marginar la religión no es lo más inteligente. Sorprende que esta clarividencia ante el panorama internacional se disuelva cuando se aborda la cuestión patria. No solo el expresidente, sino muchos otros, también del actual Gobierno, parecen pensar que la religión es un tema de segunda fila y, por ende, susceptible de ser menospreciada en la enseñanza académica de los niños y jóvenes.
Europa no es el mundo. Europa no es, siquiera, el puro laicismo, la intentona de hacer que la religión no sea religión, sino una especie de sentimiento privado que en nada influye en cuando el creyente sale de la intimidad de su casa.
Pero también Benedicto XVI advertía de otro peligro: “La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma”.
Religión y razón han de entenderse. Para el bien de ambas. Aunque justo es decir que, para el Cristianismo, religión y razón no se oponen, ya que el Cristianismo es la religión del Logos.
Ahora bien, el Sr. Rodríguez Zapatero se equivoca gravemente cuando postula que ninguna religión puede presentarse como verdadera. Esta idea es contradictoria. Una religión que no se presentase como verdadera sería una burla, una estafa.
Tampoco es cierto, como él dice, que “la única verdad es la libertad, el respeto a todas las confesiones". No, la libertad es una condición necesaria para que se pueda buscar la verdad, pero la libertad sin más no es la verdad. La libertad es siempre “libertad para”. En primer lugar, para buscar la verdad, sin coacciones, respetando el camino de la propia conciencia.
Y ya otro tema muy grave es que postule, no se sabe en base a qué, una “autoridad religiosa global”, amparada por la ONU. Una especie de religión política del Imperio. No eran los dioses los que habían creado el Estado, sino que el Estado había creado los dioses, pensaba Varrón. Y, por consiguiente, los dioses habían de estar al servicio del Estado – de la autoridad nacional o mundial -.
El Cristianismo primitivo no aceptó jamás la “alianza con Varrón”, o con Zapatero. Apostó por la verdad; por la pretensión de ser la “religio vera”.
Eso sí, sin coaccionar. Dejando que cada cual la descubra.
Guillermo Juan Morado.
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