Caminar al encuentro del Señor
La fiesta de la Presentación del Señor se llama en la liturgia oriental la fiesta del Encuentro. Jesús, con ocasión de su presentación en el templo y de la purificación de su Madre, se encuentra oficialmente con su pueblo en la persona de Simeón.
También nosotros, como Simeón, como Israel, salimos al encuentro del Señor. Lo hacemos, no aisladamente, sino congregados en una sola familia por el Espíritu Santo, como miembros de la Iglesia de Dios. ¿Dónde viene hoy a nuestro encuentro Jesucristo? ¿Cómo podemos nosotros encontrarnos con Él?
El Señor viene a nuestro encuentro en la Eucaristía, en la Fracción del Pan. Bajo las especies eucarísticas su presencia es del todo singular. En el sacramento de la Eucaristía, Jesucristo nos ha dejado el memorial del amor con que nos ha amado “hasta el fin” (Juan 13, 1). La entrega de sí mismo al Padre en favor de los hombres para salvarlos se perpetúa en la Eucaristía. Él nos dice: “Venid a mi; a todos os convida mi corazón al celestial festín; soy el camino, la verdad, la vida, venid a mi; venid a mi”.
El encuentro con el Señor en la Eucaristía anticipa el definitivo encuentro que tendrá lugar, por su misericordia, en el cielo, si somos fieles a su gracia. Los días de nuestra vida, a la luz de ese encuentro definitivo, han de convertirse en momentos propicios para caminar por la senda del bien, orientados hacia la meta, que es la contemplación del esplendor de su gloria.
Sólo si llegamos a Dios no habremos corrido en vano nuestra carrera. Las palabras de Simeón ejemplifican el testimonio de una vida lograda: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos” (cf Lucas 2, 22-40). Ver al Salvador resume la aspiración máxima del pueblo de Israel y de toda la humanidad. Ver al Emmanuel, al Redentor, al Dios con nosotros: “Véante mis ojos,/ dulce Jesús bueno;/ véante mis ojos,
muérame yo luego”, escribía en uno de sus poemas Santa Teresa de Jesús.
La fiesta de la Presentación del Señor es una fiesta de esperanza. Como María y José, como Simeón y Ana, también nosotros podemos encontrar a Jesucristo, luz de las naciones y gloria de Israel. Él viene a nuestra vida en sus sacramentos, sobre todo en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, para iniciar de este modo en nuestro corazón la vida eterna, esa vida que no tiene fin y que consiste, para siempre, en el encuentro con Cristo en el cielo.
Guillermo Juan Morado.
15 comentarios
¡Gracias!
Los lectores ayudan a que el escribidor escriba.
Ni lo duden.
http://www.youtube.com/watch?v=2ggGJzDOjj0
En clase, los alumnos entendían que primero veía el rostro de Jesús y " luego " ya podía morir. Les dije que no, que el verdadero sentido es: " Que yo te vea, Jesús, que muera ahora mismo. " Porque la palabra " luego " significaba entonces lo contrario que ahora. Está pidiendo la dulzura de la muerte cuanto antes, para ver a Jesús. ¿ Nos extraña ? A mí, nada...
DÍA DE LA VIDA CONSAGRADA, del Amor gozoso, entregado y siempre infinitamente correspondido. Un Amor que, como el buen vino, mejora con los años porque se purifica...Un Amor que sueña con ver al Amado.
Hace ya muchos años, esta fiesta de la Purificación se celebraba a lo grande en los colegios religiosos. Nosotras, Misa con velo de tul, y procesión por los amplios pasillos con velas encendidas y cánticos preciosos.
En fin, otros tiempos...
Flavia, no solo, fue por ti.
Por otra parte me parece que esta Solemnidad de la Presentación debe colocarse entre Epifanía y el Bautismo del Señor, es una diacronía dentro del Año Litúrgico, que por eso es Año y no solo Litúrgico.
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Y por eso la Iglesia las ha escogido para el rezo diario, al completar el día.
Ora Giotto ora Duccio, este blog siempre ilustra los grandes momentos com magníficas imágenes.
Felicidades a los consagrados y consagradas.
La película " De dioses y hombres ", me ayudó a recordar una frase impresionante que nos dijo a nosotras el Cardenal Rodé, en su conferencia del Congreso Internacional, y que puede aplicarse a todos los consagrados:
Como consagradas, tenéis que estar siempre como sentadas en el borde extremo de la silla. El borde extremo: para estar siempre dispuestas a levantaros y a pagar en persona.
Es lo que hicieron aquellos monjes, ejemplo vivo de personas consagradas ante una situación difícil. Como tantos mártires. Como el Maestro, el único Maestro.
Os recordaré a todos en la Misa diocesana de las 19,30, presidida por nuestro Arzobispo. No olvidemos que, aunque algunos vivamos una " especial " consagración, todos estamos consagrados por nuestro bautismo.
"Os recordamos lo que dijo un grande y sabio obispo, Bossuet, sobre la "eminente dignidad de los pobres" (Cf. Bossuet, De l'éminente dignité des Pauvres). Y toda la tradición de la Iglesia reconoce en los Pobres el Sacramento de Cristo, no ciertamente idéntico a la realidad de la Eucaristía, pero si en perfecta correspondencia analógica y mística con ella. Por lo demás, Jesús mismo nos lo ha dicho en una página solemne del evangelio, donde proclama que cada hombre doliente, hambriento, enfermo, desafortunado, necesitado de compasión y de ayuda, es Él, como si Él mismo fuese ese infeliz, según la misteriosa y potente sociología (Cf. Mt 25, 35 ss), según el humanismo de Cristo".
Pablo VI: homilía de la misa para los campesinos colombianos. Bogota, 23 de agosto de 1968.
Hoy he rezado especialmente por los consagrados y consagradas. Felicidades.
No os perdáis las palabras del Papa sobre santa Teresa de Jesús en la audiencia de ayer. Entre otras cosas edificantes:
“El ejemplo de esta santa, profundamente contemplativa y eficazmente laboriosa, nos empuje a todos a dedicar cada día el tiempo adecuado a la oración, a la apertura a Dios, para hallar su amistad y así la verdadera vida. Por eso, el tiempo dedicado a la oración no es un tiempo perdido; es un tiempo en el que se abre el camino de la vida, para aprender de Dios un amor ardiente a Él y a su Iglesia, y una caridad concreta con nuestros hermanos”
Por cierto, no he podido evitar soinreírme al leer que el Papa recuerda que santa Teresa, precisamente a los 39 años, llega a la madurez de su vida interior. Algunos de los habituales de LPD se ve que no acabamos de alcanzar la madurez espiritual, pese a tener sobrados años, y nos aferramos a los 39, a ver si nos llega la madurez de una vez...
;)
SPH
También con cierta envidia, pero en absoluto queja por mi estado de vida. Quizá son ganas de parar la rutina diaria de hacer y hacer cosas para dedicarlas a la oración y la contemplación.......
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Por supuesto, Nieves,
porque, aunque las vocaciones no son intercambiables, en cada una de ellas se puede alcanzar la más elevada santidad. Y los matrimonios cristianos están llamados a una íntima unión con Jesucristo si desean ser, verdaderamente, " iglesia doméstica ".
Sí es verdad que, como dice San Pablo, la entrega exclusiva al Señor favorece dedicarse sin dispersión a sus cosas, pero eso depende de cómo respondamos a su Gracia los consagrados. Porque, desde luego, si no somos fieles, podemos vivir interiormente dispersados y atentos a mil cosas que no son del Señor.
En ese caso, nuestra vida sería una perfecta inutilidad por no haber sabido responder a la Gracia y no mostrar a los demás el Amor de Cristo como único absoluto capaz de colmar plenamente el corazón humano.
-"Este Ozanam, yo pensaba que sería un buen sacerdote, pero ha caído en la trampa".
Como si Dios hubiera instituído seis sacramentos y una trampa.
El papa Pío IX respondió al cardenal arzobispo de París que el matrimonio es un gran sacramento, que santifica la unión de los contrayentes.
Federico Ozanam fue beatificado por Juan Pablo II en París, durante la JMJ, en 1997. Pío IX en Roma, en 2000.
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jajajajajajajaja, ay, qué bueno...
¡Bendita trampa!
Nieves: salvo cuando mis hijos eran muy pequeñitos, todos los años me he ido entre tres y seis días a un monasterio, de retiro. Es imprescindible.
http://www.youtube.com/watch?v=ebSkckt7iXI
Sé que hay una hospedería al lado y así, ya que yo también caí en su día en la trampa que decís, ¡gracias a Dios!, podré ir con mi querido esposo. Pasear por esos parajes, participar en los rezos de los monjes y oirles cantar así tiene que ser forzosamente una buena forma de "caminar al encuentro del Señor" como nos invita D. Guillermo con el título de este post
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