15.08.25

La Asunción de la Virgen y la corrupción de la mujer. Sermón P. Javier Olivera Ravasi, SE

San Francisco, 15 de Agosto de 2025

 

                                                                       «¿Quién es esa que sube del desierto, llena de delicias,

apoyada en su amado?» (Cant 8, 5)

1. La Historia del dogma

Era el año 1950 y en el mundo católico habían sucedido varios fenómenos marianos en las últimas décadas: principalmente los muy conocidos de Lourdes y Fátima.

Se encontraba el mundo en pleno período de post-Guerra Mundial y la Virgen había dicho en Portugal a los pastorcitos que, si no se hacía penitencia y no se consagraba Rusia a Su Corazón Inmaculado vendría el comunismo y dispersaría sus errores por todo el mundo con una “guerra peor que la primera”.

Hacía falta una especial protección de la Virgen para estos momentos de muerte.

Y así fue que la Iglesia definió, por medio del Papa Pío XII, el último dogma declarado por la Iglesia Católica, el dogma de la Asunción de María a los Cielos.

Así dice el texto de su declaración:

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14.08.25

San Maximiliano Kolbe y la masonería

Para quien no lo conozca, San Maximiliano fue un sacerdote polaco, incansable misionero y fundador de la «Milicia de la Inmaculada», cuya finalidad era la conversión de los pecadores y herejes, principalmente los masones.

“Por amor a los malvados persigamos con toda la energía posible todas sus perversas iniciativas; guiemos estos corazones a la Inmaculada con la oración y el sacrificio; sometamos sus almas a Ella, pagando nosotros en persona, y nos lo agradecerán infinitamente ya en esta tierra” -escribía.

A partir del índice analítico, pude extractar algunas páginas en las que habla específicamente del judaísmo y la masonería (no olvidemos este santo murió mártir de la caridad al ofrecerse morir en un campo de prisioneros en lugar de un padre de familia).

Si alguno desea, esos extractos (para uso privado) están aquí:

https://mega.nz/file/cJ92FD6D#9q4eEKLLmE1ZrL7TiZJjvPSoqNP7FCtddv81wNwC-qg 

P. Javier Olivera Ravasi, SE

Reconocidos en word: AQUÍ

Vídeo: https://youtube.com/live/Li9l4Z-S5rA

 

13.08.25

Crónicas de las misiones en Malawi, África. P. José Ansaldi, SE (2-2)

Publico aquí la segunda parte de las crónicas que el padre José Ansaldi, moderador general de la Orden San Elías, ha venido escribiendo desde la selva africana, donde fueron a predicar a tribus de paganos, es decir, a gente que no conoce aún a Jesús.

¡Valen muchísimo la pena!

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 


Jueves 7 de agosto: San Cayetano

Hoy cambiamos la base de la misión, dejando Chalambweni para trasladarnos a Kaleghania.

Montamos las carpas, almorzamos y salimos a invitar a la gente al acto misionero y a la Santa Misa.

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12.08.25

Crónicas de las misiones en Malawi, África. P. José Ansaldi, SE (1-2)

Publico aquí las crónicas que el padre José Ansaldi, moderador general de la Orden San Elías, vino escribiendo desde la selva africana, donde fueron a predicar a tribus de paganos, es decir, a gente que no conoce aún a Jesús.

¡Valen muchísimo la pena!

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 


“Lo primero que tiene que hacer un misionero… ¡es llegar al lugar de misión!”

No vivimos en la época de la primera evangelización de América cuando muchos misioneros morian en el camino sin poder ver la tierra de misión…pero aún en nuestros días para llegar a algunos lugares hace falta un cierto tiempo y bastante paciencia…. Les cuento…

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11.08.25

Ite ad Thomam et ad eius scholam. Presentación de la Colección «Estudios Tomistas»

Con alegría reproduzco este texto que me hizo llegar Federico M. Rago, bendiciendo este proyecto y alentándolo a que siga trabajando en pos de la difusión de la verdad que no pasa.

P. Javier Olivera Ravasi, SE


Es bastante conocida la genial frase atribuida por Juan de Salisbury, en su Metalogicus, a Bernardo de Chartres: «Somos como enanos apoyados sobre hombros de gigantes, de modo que podemos ver más cosas que ellos y más remotas, pero no por la agudeza de nuestra propia visión ni por la eminencia de nuestro cuerpo, sino porque somos elevados y exaltados por su gigantesca grandeza…» (Metalogicus, III, IV: PL, 199, 900 C)[1].

 Ahora bien, nos parece que la gigantesca grandeza del genio de santo Tomás de Aquino es lo suficientemente clara y manifiesta como para que sólo puedan cuestionarla, acaso, aquellos que, parafraseando a Chesterton, niegan que las hojas son verdes en verano…

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