Pues cuando esto vieren los cristianos, podrán decir con certeza: “Ved el estado de la dignidad eclesiástica puesto en ruina y destrucción”. Sin embargo, Dios no querrá aún desamparar a la Iglesia, porque la nave de san Pedro puede peligrar, pero no puede ser hundida. Pues el vano Papa será entronizado, o puesto en silla con el dicho príncipe mayor, de tal manera que no quedará eclesiástico sin despojar de su beneficio. Esto querrá Dios permitir para que sean purgados los hijos de Leví de su maldad, los cuales de su grado y voluntad nunca quisieron hacer enmienda de sus delitos.
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Y será todo este mal extendido de la parte de Aquilón, quiere decir Alemania, como se muestra en Jeremías, capítulo primero, por estas palabras: “Ab Aquilone pendentur omne malum”[1], etc. Por lo cual, la razón y la ira de Dios allí descenderá sobre la Iglesia, que las oraciones de los santos más le provocarán a saña que a misericordia, según se muestra en el siguiente capítulo por estas palabras: “Cum clamaverint ad me voce magna non exaudiam eos”[2] etc., que quiere decir: “cuando llamaren a mí con voz muy grande, no los oiré”. En tal manera que cuantos santos en el mundo fueron no podrán deshacer una sola gota de la ira de Dios, hasta que el santuario sea purificado, como se demuestra en el siguiente capítulo de Ezequiel por estas palabras: “Et clamavit in auribus meis voce magna, dicens: Apropinquaverunt visitationes urbis, et unusquisque vas interfectionis habet in manu. Et ecce sex viri veniebant de via porte que respicit ad Aquilonem”[3]. Es la sentencia de dicha autoridad: “Y llamo en mis oídos con gran voz, diciendo: llegaron las visitas de la ciudad, y cada cual tenía un vaso de muerte en su mano. Y cada seis varones venían del camino de la puerta de arroba que mira hacia Aquilón”. Quiere decir, de la parte de Alemania, porque todos traerán en sus manos el vaso de la muerte.
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Nos queda por ver quién es aquél varón vestido de paños blancos que tenía un saco de escriba colgado de las cinturas o del cinto, el cual señaló con el signo Tau a cuantos lloraban, y estaban tristes. Este varón será el verdadero Papa a quien perseguirá el Anticristo; y estará vestido de blanco por dos motivos pues, por un lado, la blancura significa su vejez, pues será muy anciano, siendo sus cabellos y su carne de ese color. Por otro lo segundo tendrá gran castidad, pues será virgen, ya que el color blanco se compara a esta virtud. Pues así, por ser anciano y casto, estará vestido con telas blancas, y traerá su saco de escriba que significa la potestad eclesiástica, potestad que tendrá dicho Papa y no otro, mientras viviere. El saco de escriba estará colgado de sus cinturas o de su cinto pues esto significa su buena conciencia, al ser elegido como Papa verdadero. Y para que se entienda mejor cómo su saco de escriba significa la potestad eclesiástica, allí, en su zurrón, encierra también cuatro cosas, a saber: las tijeras, el cuchillo el punzón, y las plumas; y en el tintero se ponen dos cosas: algodón y tintas.
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Pues la segunda profecía ya está aquí declarada, la que trata toda de la caída de la dignidad eclesiástica. Y cuando viereis cumplir su sentencia, se podrá bien decir que está ya muy cerca del fin del mundo. Aquí pues ahora quien tiene ciencia entienda que no pongo ni determino tiempo alguno, ni aún nombro príncipes, ni el ídolo, ni al verdadero Papa: empero quien tiene oídos para oír oiga y considere sólo las autoridades; porque a éstas hay que creer y mandan escribir sobre aquel Anticristo oculto que nacerá de la manera que yo arriba he declarado (extractos).
Presentación
Hace varios años, con la idea de leer lo que los santos habían dicho acerca del fin de los tiempos, comenzamos a buscar, por referencias, la obra de San Vicente Ferrer, “el ángel del Apocalipsis”. Por entonces, nuestras indagaciones fueron inútiles.
Sólo con el tiempo llegó hasta nuestras manos este manuscrito (aún nunca publicado en castellano actual), en el cual, con prolija letra gótica y en un castellano abreviado del siglo XVI, pudimos leer con gran fruición las predicaciones ad populum que el santo valenciano prodigaba a principios del siglo XV.
La grafía gótica y la escritura abreviada y manuscrita, sumado a los quinientos años que nos separan del texto, hacían que estos sermones se encontraran casi inaccesibles para el público en general[4]. Fue esto lo que nos decidió a ponernos manos a la obra hasta presentar ahora el trabajo que tiene el lector entre manos.
¿De qué se trata pues este texto? Pues de los sermones que el santo valenciano predicó acerca del fin de los tiempos y la venida del Anticristo.
Vale tener en cuenta que, acerca de su autenticidad, la crítica moderna los tiene por válidos aunque no por autógrafos[5], como claramente surge del texto que aquí presentamos; la doctrina, sin embargo, es claramente del santo[6].
En cuanto al trabajo, además de la breve reseña biográfica, hemos procurado la adaptación al castellano actual, colocando algunas breves notas a pie de página y uniformando las citas bíblicas que el santo menciona.
P. Dr. Javier Olivera Ravasi
28 de Enero de 2017, memoria de Santo Tomás de Aquino
El libro, en versión digital , puede adquirirse aquí.
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[1] “Et dixit Dominus ad me: Ab aquilone pandetur malum super omnes habitatores terræ” (Jer 1,14).
[2] “Ergo et ego faciam in furore: non parcet oculus meus, nec miserebor: et cum clamaverint ad aures meas voce magna non exaudiam eos” (Ez 8,18).
[3] “Et clamavit in auribus meis voce magna, dicens: Appropinquaverunt visitationes urbis, et unusquisque vas interfectionis habet in manu sua. Et ecce sex viri veniebant de via portae superioris quae respicit ad Aquilonem” (Ez 1,1-2).
[4] Algo publicó la editorial EUNSA, pero el texto que ahora presentamos corresponde a otro manuscrito y es completo, a diferencia del señalado (cfr. Francoise Gilbert, Libro del Anticristo. Declaración del sermón de San Vicente, EUNSA, Navarra 1999, 220 pp.).
[5] Sigismund Brettle, O. M. C, San Vicente Ferrer und sein literarischer Nachlass, Münster in Westf., Aschendorffschen Verlagsbuchhandlung, 1924, 78. Los estudios más recientes y completos sobre este tema son los de P. M. Cátedra, «La predicación castellana de San Vicente Ferrer», Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 39, 1983-1984, pp. 235-309 y, con nuevas e interesantes aportaciones, Sermón, sociedad y literatura en la Edad Media. San Vicente de Ferrer en Castilla (1411-1412), Salamanca, Junta de Castilla y León, 1994.
[6] Como puede verse en la carta acerca de Anticristo que el santo escribió en 1412 a Pedro de Luna (el anti-papa Benedicto XIII).