La hora de las mujeres vendeanas. Por la Hna. Marie de la Sagesse Sequeiros
Mujer escribiendo una carta. De Johannes Vermeer, 1670.
La campana femenina
Al atardecer de la tempestad del Terror revolucionario, cuando los rugidos pavorosos de los cañones hubieron cesado y los incendios se hubieron extinguido, cuando el sol volvió a iluminar el horizonte sereno y una brisa calma impregnó la huerta… el sosiego de la naturaleza pareció indicar a las vendeanas que una nueva etapa había comenzado en sus vidas.
Reconquistada la paz y restablecido el culto, las mujeres retomaron sus trabajos cotidianos en medio del silencio desgarrador de un hogar devastado por la ausencia masculina: padres, esposos e incluso hijos ya no estaban. No obstante, todo el entorno les hablaba de los gigantes caídos y de los innumerables mártires ejecutados. ¿Qué hacer?
Fue entonces cuando se despertó en ellas el querer transmitir la historia de tantas luchas y sufrimientos pasados a las generaciones postreras. El simple hecho de narrar y escribir las mantuvo, de alguna manera, “en conversación con los difuntos” como dice Quevedo, es decir, con sus muertos, con sus héroes…