«Sacerdotes-sacerdotes, sacerdotes cien por cien» (San Josemaría Escrivá)
Hemos llegado a un punto en el que, hasta las cosas más elementales -por esenciales-, de lo que es “lo católico” están, no ya desdibujadas -eso sería casi pecata minuta para la que está cayendo-, sino DEMOLIDAS. Y, por tanto, arrancadas del pensamiento y de la cultura religiosa actuales en el seno de la misma Iglesia Católica, caso de que se puedan seguir manteniendo dichas palabras. Que tengo mis dudas.
Por este motivo, sobreañadido al cierto revuelo que ha levantado mi anterior artículo sobre “las sacerdotas” en la Iglesia Católica, me siento en la obligación de intentar “clarificar” y poner negro sobre blanco la doctrina católica sobre el Sacerdocio. Católico, por supuesto, pues es el único que hay. Y ahí va.
La primero que hay que recordar, pues ya hay gente que no lo sabe, incluso dentro de la Jerarquía de la propia Iglesia Católica -¡así está el patio, Juana!-, es que el Sacerdocio Católico ha sido “inventado” -INSTITUIDO- por el mismo Jesucristo. Lo segundo, en línea con esto, es que el sacerdote, también: No sois vosotros los que me habéis elegido, sino que soy Yo el que os he elegido… Y, en otro lugar: Eligió a los que quiso. De entrada, a los Doce, uno por uno: Pedro, Juan, Santiago, Andrés… Y ellos, desde ese instante, se fueron con Él.
¿Para qué los -nos- eligió? Todo precipita y se acrisola en el primer Jueves Santo de la Historia de la Salvación, de “nuestra” Salvación: la última Pascua de Jesús en la tierra, antes de padecer. Una Pascua que había deseado comer ardientemente con los suyos.
¿Qué pasó? Seguramente nos lo sabemos de memoria. O no. En ella, Jesús instituye la Eucaristía, la da como Comunión a los suyos, y les manda -otorgándoles sus mismos “poderes” necesariamente-, que hagan eso -lo que acaban de ver, de oir y de participar en ello- en memoria mía.
Esta Primera Misa de la Historia de la Providencia Divina sobre todos y cada uno de nosotros -con todos sus antecedentes y con lo que seguiría-, celebrada por Jesucristo en Persona, aúna en sí LO NUCLEAR de la vida cristiana y de nuestra relación con el Señor. Y desde Él, a Dios Padre y a Dios Espíritu Santo. Y, por supuesto, explica, clarifica y despeja cualquier duda que, respecto als acerdote y al sacerdocio, pudiera haber.
Lo primero -pues las cosas tienen su orden propio-, la Consagración del pan y del vino: Esto es mi Cuerpo… Esta es mi Sangre. Sin posibilidad de error, de magia, de autosugestión ni de engaño.
Por si quedaba alguna duda: Que es entregado por vosotros… Que es derramada por vosotros. Y ahí está el Viernes Santo como demostración inminente, directa, eminente e inequívoca.
Y para rematar la faena: Haced esto en conmemoracion mía: la Institución del Sacerdocio Católico, para perpetuar, generación tras generación, hasta el final de los tiempos, no solo el Misterio, ni solo el Sacrificio, sino LA PRESENCIA REAL de Jesucristo todos los días hasta el fin del mundo, en medio de nosotros. “Lo prometido es deuda": y Cristo cumple.
Así nace la Iglesia: con Cristo realmente presente para siempre: con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad. Con la Eucaristía: la Iglesia vive de la Eucaristía. Con los Obispos -los Apóstoles-: los primeros Sacerdotes, que deberán transmitir su Sacerdocio hasta el fin del mundo.
Es todo a la vez, porque no hay ni puede haber separación: La Iglesia, la Jerarquía, el Sacerdocio, la Santa Misa y la Eucaristía: es decir, Cristo. Es una UNIDAD inseparable. Hasta el punto de que cuando falla algo de esto, en cierto modo, falla todo o desaparece todo.
Este es el ser del Sacerdote. Su identidad. Su vida. Su misión. Su servicio. Su finalidad. Su personal Santidad. Su gozo… Y su “paga": el Señor es el lote de mi heredad. Ahora mismo, y por siempre.
El sacerdote que pretenda alimentarse de otra fuente, mirarse en otro espejo, encajar en otro marco, dedicarse a otras cosas… se ha equivocado; y, si persiste en ese camino, se le podrían aplicar las palabras de san Pablo: bene curris, sed extra viam! ¡Estás fuera! O a punto de equivocarte profundamente… y/o de irte.
Por eso se nos ha enseñado -no sé ahora: yo llevo 41 años de sacerdote en la Iglesia- que “nos Ordenamos para la Eucaristía". Que “el sacerdote, otro Cristo". Que tenemos un plus de compromiso con nuestra identificación con Cristo, y con nuestro personal empeño en ser santos: solo así podremos enseñar -y ayudaremos- a ser santos a los demás. Que este es nuestro Oficio y nuestro Beneficio. Y no tenemos otro.
Así nos lo enseñaba san Josemaría Escrivá de Balaguer, con ocasión de las Ordenaciones que se fueron sucediendo en vida de su Fundador, posteriormente: “El verano próximo recibirá las Sagradas Órdenes medio centenar de miembros del Opus Dei. […]
El santo Sacramento del Orden Sacerdotal será administrado a este grupo de miembros de la Obra, que cuentan con una valiosa xperiencia -de mucho tiempo tal vez- como médicos, abogados ingenieros, arquitectos, o de otras diversísimas actividades profesionales. […]
Se ordenarán para servir. No para mandar, no para brillar, sino para entregarse, en un silencio incesante y divino, al servicio de todas las almas. Cuando sean sacerdotes, no se dejarán arrastrar por la tentación de imitar las ocupaciones y el trabajo de los seglares, aunque se trata de tareas que conocen bien, porque las han realizado hasta ahora y eso les ha confirmado en una mentalidad laical que no perderán nunca.
Su competencia en diveras ramas del saber humano -de la historia, de las ciencia natiurales, de la psicología, del derecho, de la sociología-, aunque necesariamente forma parte de esa mentalidad laical, no les llevará a querer presentarse como sacerdotes-psicólogos, sacerdotes-biólogos o sacerdotes-sociólogos: han recibido el Sacrametno del Orden para ser, nada más y nada menos, sacerdotes-sacerdotes sacerdotes cien por cien.
Posiblemente, de tantas cuestiones temporales y humanas entienden más que bastantes seglares. Pero, desde que son clérigos, silencian con alegría esa competencia, para seguir fortaleciéndose con continua oración, para hablar solo de Dios, para predicar el Evangelio y adminsitrar los Sacramentos. Esa es, si cabe expresarse así, su nueva labor profesional, a la que dedican todas las horas del dia, que siempre resultarán pocas: porque es preciso estudiar constantemente la ciencia de Dios, orientar espirituamente a tantas almas, oír muchas confesiones, predicar incansablemente y rezar mucho, mucho, con el corazón siempre puesto en el Sagrario, donde está realmente presente Él que nos ha escogido para ser suyos, en una maravillosa entrega llena de gozo, aunque vengan contradicciones, que a ninguna criatura faltan. […] la vocación de sacerdote aparece revestida de una dignidad y de una grandeza que nada en la tierra supera”.
Como escribe Donoso Cortés, “La mayor dignidad de los Obispos no está en ser príncipes, ni la del Pontífice en ser rey: está en que pontífices y obispos son como sus súbditos, sacerdotes. Su prerrogativa altísima e incomunicable no está en la gobernación; está en la potestad de hacer a Hijo de Dios esclavo de su voz, en ofrecer al Hijo al Padre en sacrificio incruento por los delitos del mundo, en ser los canales por donde se comunica la gracia, y en el supremo e incomunicable derecho de remitir y de retener los pecados. […] el sacerdocio y el apostolado y el pontificado están a su servicio [al servicio de todos los fieles, los hijos de Dios en su Iglesia], que nada se ordena en esta sociedad prodigiosa para los crecimientos de los qel ue mandan, sino para la salvación de los que obedecen; […] el término de la acción de todos los diferentes ministerios está en la congregación de los fieles". Y antes había escrito, hablando de la Iglesia: “Aquí, la dignidad del Súbdito es tan grande, que la del prelado está en lo que tiene de común con el súbdito”.
Podría seguir, pero creo que, con lo escrito, es más que suficiente. Además, quien no admite esto le sobran todas las demás razones. Y el sacerdote que no se queda “satisfecho” con esto, no va bien, no está bien.
Si es el caso, seguiremos con el tema. De momento, se queda aquí. Si queréis que conteste a preguntas vuestras, me las mandáis. Y rezad mucho por todos los sacerdotes, que lo necesitamos: hoy, mucho más que ayer.
15 comentarios
Un párroco de la diócesis de Albacete afirmaba en el programa de información religiosa de la COPE el pasado viernes: “Somos muchos los que pensamos de manera diferente, también en la Iglesia. Convivir y compartir, aprender los unos de los otros es una manera de acercar el Reino de Dios”.
Pero yo me pregunto, y le pregunto a usted, qué puedo yo compartir con un señor que en abril de 2019 escribía: “Estos textos de apariciones, especialmente cuando además de ver al Resucitado lo tocan, o comen con Él, algunos lo utilizan como prueba de que la resurrección es algo físico, corpóreo, sensible (visible, audible y tangible)…”
En sus escritos muestra que no cree en el pecado original, ni en la divinidad de Jesús a quien tiene por discípulo de San Juan Bautista con mucha fe en Dios, Afirma en un artículo, supuestamente de teología, que lo más dañino para el hombre es la frustración y defiende la práctica de los actos homosexuales, dice que Jesús se hizo Espíritu al serle fiel a Dios. El 13 de noviembre de 2019 presenta en la universidad una conferencia de José María Castillo y dice que habló “con pensamiento siempre estimulante y verdaderamente profético”. Y está hablando de alguien que lleva décadas con el rollo de que “Jesús no quiso templo, no quiso sacerdotes, no quiso rituales. “
No voy a seguir con sus moderneces. Es tan desagradable como leer la página de Jesús Bastante, como un revoltijo de lo que sale de la pluma de su admirado Queiruga, o de los Pagola, Pikaza, Boff, Vidal, Tamayo, Masiá, etc.
¿Qué tengo que compartir con este sacerdote albaceteño? Yo creo en lo que enseña la Iglesia ¿Qué voy a aprender de quien dice en una reunión que no habría sido nada extraño que Jesús hubiese tenido relaciones sexuales con María Magdalena, que critica en una conferencia el Concilio de Trento, o la encíclica Mit Brenneder , que no sé si habrá leído o habla de oídas, y a Pío XI? ¿Qué Reino buscan esos “muchos que piensan diferente”?
Que el Señor lo bendiga y lo ayude mucho.
Creo que aprovechando la oración 'Colecta' del pasado domingo (13ºTO), deberíamos rezarla todos los días, precisamente en estos tiempos tan extraños:
"Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz; concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la Verdad. Por NSJ."
Dios y su Madre bendita le protejan y bendigan siempre.
Aunque no veo que tenga ninguna relación con el anterior.
Yo no sé si habré sido muy afortunada pero no tengo las malas experiencias que cuentan otros comentaristas.
En misa solemos pedir por los sacerdotes y por las vocaciones religiosas, entre otras cosas.
Especialmente los jueves.
Paz y bien
“El domingo es el día del Corpus. Decía Benedicto XVI cuando el que escribía era Josep Ratzinger que “la transformación que acaece en el pan eucarístico se refiere no a lo que aparece, sino a lo que no puede aparecer. Física y químicamente las ofrendas son exactamente las mismas que antes”. Fin de la cita.
Custodias, palio , palio, paño de hombros, umbrelas, inciensos son adornos prescindibles, sólo de lo que aparece. Quizás nuestra callada veracidad, nuestra silente justicia, nuestra íntima honradez sean la mejor custodia de lo más sublime y que no puede aparecer en el pan y en el vino eucarísticos”.
Comienza mal porque el Corpus Christi es uno de los tres jueves del año que relucen más que el Sol. Es Doctor en Teología con una tesis sobre Andrés Torres Queiruga.
En su último artículo nos recuerda usted que:
“Lo primero -pues las cosas tienen su orden propio-, la Consagración del pan y del vino: Esto es mi Cuerpo… Esta es mi Sangre. Sin posibilidad de error, de magia, de autosugestión ni de engaño.
Por si quedaba alguna duda: Que es entregado por vosotros… Que es derramada por vosotros. Y ahí está el Viernes Santo como demostración inminente, directa, eminente e inequívoca.
Y para rematar la faena: Haced esto en conmemoracion mía: la Institución del Sacerdocio Católico, para perpetuar, generación tras generación, hasta el final de los tiempos, no solo el Misterio, ni solo el Sacrificio, sino LA PRESENCIA REAL de Jesucristo todos los días hasta el fin del mundo, en medio de nosotros. “Lo prometido es deuda": y Cristo cumple”.
Entre lo que escuché al sacerdote de mi diócesis y sus palabras me quedo con las de usted sin ninguna duda. Y le hago varias preguntas:
1. ¿Es cierto que Dios, lo más sublime en palabras de este sacerdote, “no puede aparecer en el pan y el vino eucarísticos”?
2. ¿Considera usted el texto como propio de la doctrina católica?
De cualquier modo, me parece una forma espuria de hacer mención del Opus Dei, pero no sé si estoy en lo cierto.
Respecto a lo que preguntas, te contesto:
Las palabras del card. Ratzinger que recoges las entiendo de este modo: ese "se refiere no a lo que aparece sino a lo que no puede aparecer" expresa exactamente lo que sucede en cada Consagración de las especies eucarísticas: que permaneciendo las especies -los accidentes- aquello deja de ser pan y deja de ser vino para SER CRISTO, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que es lo que hemos aprendido desde siempre en la Iglesia. O sea, Cristo "no se ve" -"no aparece"- pero Es, ESTÁ.
Tal como yo entiendo esas palabras, es perfectamente acorde, por tanto, con la Doctrina de siempre.
Y no aciertas tampoco en lo de la forma "espuria".
Otra vez será.
El Viernes Santo Jesucristo consuma su Sacrificio colgado del madero y entregando su Voluntad al Padre y su Espíritu.
La Eucaristía es acción de gracias al Padre por su Hijo sacrificado y entregado. El Misterio es tan grande que Jesucristo es Sacrificio; es Víctima es Altar y por la Consagracion y el Espíritu Santo el Señor se hace presente más allá del tiempo y espacio para Glorificar a Dios en la Tierra.
Es por medio del Sacerdote Consagrado que Jesucristo después de la promesa en Pentecostés funda la Iglesia para conmemorar su Misterio ;su Vida entera.
El Ministerio es Santo pues es Jesucristo quien dejó este Santo Oficio Ministerial para tenerlo siempre presente a El y poner a las personas fieles en contacto íntimo con el Señor.
Se celebra con signos visibles en los altares de la Tierra lo que ya Jesucristo vive en el cielo y los sacerdotes como representantes de El transparentan.
Para todos Sacerdotes y Fieles hay otro altar único personalisimo y es el corazón de los fieles -el altar interior- que al recibir del ara del Sacrificio;todo el Don sacrificial y su Santo Espíritu la persona es renovada día a día para ser otro Cristo.
La misión del Sacerdote es tan grande que no necesita mirar a otro lado ya que todo está dado en Cristo Jesús formando en esa Unidad el Cuerpo Místico- la Iglesia-.
Si ;esta Iglesia Católica necesita jurisdicción y Obispos y la Obediencia a la Unidad no es arbitraria es Obedecer al Misterio ya Revelado depositado por Jesucristo ;Su Persona y Sagradas Escrituras ;llevado adelante por la Tradición y por Magisterio.
Sin cambiar nada; pues el Señor no cambia.
Gracias y oraciones Padre a Ud y tb por Sanjosemaria y todos Sacerdotes eternos y pedimos y suplicamos a la Santísima Trinidad que nos envíen vocaciones al Sacerdocio.
Oramos incesantemente por la instauración del Reino de Dios en la Tierra incoado en los corazones por la Santa Eucaristía y por Mediación De la Madre de la Iglesia María y Corredentora en el Espíritu Santo.
No discuto las palabras de Benedicto XVI, sino que se usen para recordar a los fieles que el domingo próximo se celebrará el Corpus Christi. Con tanto cuanto ha escrito el Magisterio de la Iglesia sobre este misterio de la eucaristía poner el acento en la no aparición física me parece un comentario y una cita muy reductores y tacaños.
Y en cuanto a calificar a Dios de lo sublime, creo que merece mejores epítetos. Hasta otra.
"Es todo a la vez, porque no hay ni puede haber separación: La Iglesia, la Jerarquía, el Sacerdocio, la Santa Misa y la Eucaristía: es decir, Cristo. Es una UNIDAD inseparable. Hasta el punto de que cuando falla algo de esto, en cierto modo, falla todo o desaparece todo".
Cuando falle la Consagración habrá un Cisma, porque ya no habrá Unidad, ni Amor.
Y ya que menciona a S. Escrivá, recuerdo que dijo:
«Si se le quita la Transubstanciación a la Misa… Esta palabra es de una importancia capital, porque al suprimirla se omite la Presencia Real y deja, por tanto, de haber Víctima. ¡No dejes de emplear esa palabra! ¡Transubstanciación! Los niños no la entenderán y tú tampoco, pero no importa: ¡Empléala! ¡Empléala! No sólo molesta a los nuevos herejes… Al que molesta mucho más es al demonio». (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Tertulia 16-VI-1971).
Digo esto porque cuando sea eliminada la Consagración, muchos consagrados se adaptarán a la falsa misa sin pensar ni entender que en ella, ya NO está presente Jesucristo.
Lo que hemos vivido durante la pandemia es un proceso que culminará con la Abolición Eucarística. (Daniel 8-9-11 y 12).
Non Nobis.
a) Celebra liturgias a un ídolo demoníaco al que dan el nombre de Pachamama... Y eso en el mismo Vaticano...
b) Firma una declaración en Abu Dabi junto a las falsas religiones afirmando que Dios ama a todas las religiones...
Pues bien, un sacerdote que ante este espectáculo no denuncia a sus autores como falsos católicos y agentes del Malo, simplemente no es un sacerdote, no es un pastor del rabaño del Señor, sino que es un lobo con piel de cordero.
Gracias por ser: Otro Cristo!!!
Y pensar que yo, -sin mérito alguno-, puedo dirigirme a usted que es precisamente ¡¡¡Otro Cristo!!!!, que es un Sacerdote según el espíritu de Cristo, me hace sentirme privilegiada y me siento impelida [no se si esté bien conjugada la palabra] a decirle: Gracias, a pedir su Bendición y a pedirle que rece por mí.
Y pensar que se lo estoy diciendo a ¡¡¡Otro Cristo!!!....
Cuenta con mis oraciones, en especial la Santa Misa.
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