19.06.17

(189) Cuando se nubla la mente católica

1.- Una vez dentro del Maelstrom, el afán de novedades no tiene límite. Tanto lo unánime como lo antiguo desaparecen a ojos del creyente, y la Tradición pierde su rostro visible, que es la Santa Madre Iglesia. La diosa Historia la reemplaza, y es matricida.

 

2.- No se puede permanecer en la Tradición, sin un espíritu castrense adecuado, sostenido por todo el organismo sobrenatural del cristiano y su fundamento doctrinal. 

 

3.- Cuando se nubla la mente católica, que es razón tradicional, a falta de sentido filial, de dependencia respecto de aquellos que nos precedieron, se mira hacia atrás con sospecha, y hacia adelante con ansiedad y lujuria.

 

4.- El católico se faja de Tradición,  (y si hace falta, también de tradiciones) para combatir las tinieblas, porque son tinieblas de acomodacion al siglo.

 

5.- La batalla es por el buen juicio acerca del bien y del mal, según el Depósito que se nos ha transmitido. En esta batalla está inmersa la Iglesia, siendo acosada desde su interior, conminada a desvirtuarse, y por ello a desarmarse y perder. La auténtica hecatombe ecológica es el oscurecimiento del juicio. 

 

6.- En el momento en que la Iglesia comience, como el siglo, a llamar bien al mal y mal al bien, se habrá perdido la batalla, aunque no la guerra. Pero la luz, entonces, desaparecería de la tierra. A este oscurecimiento del juicio de la Iglesia, de catastróficas consecuencias, apunta todo entorpecimiento del juicio por omisiones de doctrina, ambigüedades o heteropraxis. Dios no permitirá el triunfo total del Maelstrom, pero habrá daños.

Por todo ello,  sólo hay una salida : combatir el error. 

 

17.06.17

(188) Trento y más Trento: que el ser humano no es Dios

—Sr. Gracián, su post anterior ha sido un tanto tridentino.

Sí, es que no se puede hablar de justificaciòn sin ser tridentino, jeje.

—Pero, ¿no está un poco desfasado Ud.? 

Su sesión VI sólo no está desafasada, sino que es actualísima. 

 

Bueno, pero, a ver, ¿no sabemos, ya, que Dios nos quiere salvar con su gracia, pero que primero ha de esperar nuestro sí? Dios respeta nuestra libertad, pone en nuestra mano el aceptar o no aceptar la gracia. ¿Acaso no depende enteramente sólo de nosotros?

Pues no, sus afirmaciones no se ajustan a la doctrina católica, sino a la herejía semipelagiana. Y no se sabe si se refiere a la gracia santificante, o a la gracia actual.

Ah, ¿sí? ¿Ve Ud. semipelagianos por todas partes?

—No, jeje, lo veo en sus palabras. Se lo voy a explicar en católico, por si le interesa. Y se lo voy a explicar, teniendo en la mente, ante todo, la situación crítica de muchos bautizados en estado de pecado, que perdieron la gracia de la justificación recibida en el bautismo, y que sólo pueden recuperar por el sacramento de la penitencia.

Estas personas necesitan de la gracia actual para ir corriendo a confesarse, y recibir de nuevo la gracia de la justificación, es decir, el estado de gracia. La disposición que requiere su voluntad para decir sí al plan divino, es una obra maestra de la gracia actual.

Pero por sí SOLOS, los bautizados en estado de pecado no podrán aceptar la gracia actual que les mueve a confesarse, ni la gracia santificante que recibirán en la confesión. No son Dios. No son sino causas segundas. Por eso, toda pastoral basada en el está en nuestra mano, tenemos que ser capaces, depende completamente de ti, etc. es nefasta. Porque es herética.

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14.06.17

(187) Hablemos de la justificación, sr. Alonso

Hablemos de la justificación, sr. Alonso.

Hablemos.

¿Es el perdón de los pecados?

—Sí, es el perdón de los pecados, pero no es solamente eso.

Ah, ¿no es solamente eso, estimado D. David? 

—No. Es mucho más.

¿Y qué más es, entonces, sr. Gracián?

—Pues mire, se lo dice Trento, en el capítulo VII de la sesión VI: «no sólo es el perdón de los pecados, sino también la santificación y renovación del hombre interior»

 

Y, ¿cómo ocurre eso?

La gracia que justifica se recibe en el Santo Bautismo, y en la Confesión. 

—¿Y así queda el hombre absuelto, declarado justo, liberado de la deuda?

—No solamente eso. No es sólo que se deja formalmente de ser deudor. Es que la recepción de la gracia de la justificación da lugar a la transformación libre y real del hombre interior.

 

Vale, y ¿en qué consiste esa transformación?

Pues en lo que enseña Trento con diamantina precisión«el hombre de injusto pasa a ser justo, y de enemigo a amigo, para ser heredero en esperanza de la vida eterna.» No sólo es ser tomado por, sino serlo en realidad. Nadie que está en pecado es justo. Sólo el que está EN ESTADO DE GRACIA lo es. No consiste, pues, la justificación, en un mero recibir un capital que rescata, como una “manta arrojada sobre un muerto”, como enseñaba el Falso Reformador. Sino en que de ser enemigo, se pasa a ser amigo.

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12.06.17

(186) Quede clara esta doctrina

1.- Cuán necesario, para entender la verdadera doctrina de la justificación, es advertir que —habiendo perdido todos los Hijos de Adán la inocencia, por haber caído de ella con la Caída original —fueron hechos inmundos e hijos de la ira.

 

2.- Cuán necesario, para entender la verdadera doctrina de la justificación, es advertir que —aun sin haberse extinguido su albedrío— no podían levantarse por sí solos de esa Caída, pesando sobre ellos la densa oscuridad del pecado, la servidumbre al diablo, la losa de su debilidad, la inclinación al mal.

 

3.- Advierte, católico, cuán necesario y santo es retener esta doctrina: que de este imperio de tinieblas nos extrajo el Padre Eterno, transfiriéndonos por gracia al Reino de su Hijo, en que logramos libremente la redención por gracia, siendo nuestra colaboración fruto y obra principal de la gracia misma, y siendo la fe su principio y umbral.

  

4.- Pero advierte, católico, que sólo a aquellos a quienes se comunican los méritos de la pasión del Hijo, participan del beneficio de su muerte, que es esta regeneración: por ella se muere al viejo orden caído, y se nace al nuevo. Pero si no se renace en Jesucristo, no hay regeneración. Sin participación real no hay justificación real, sino mera imputación extrínseca. No hay rescate sin transformación real, obra tras obra en la gracia.

 

5.- Confiesa y predica siempre, a tiempo y a destiempo, que esta justificación es fruto del bautismo, y que si se pierde por el pecado, por la confesión se recupera, que es bautismo trabajoso. Y que esta justificación es tránsito: del estado caído al estado de gracia; del viejo estado de los Hijos de Adán, al nuevo de los hijos de Dios, por el Segundo Adán Nuestro Señor Jesucristo.

 
NOTA:
Aporta mucho fruto y provecho estudiar y saborear esta doctrina en esa grande maravilla que es Trento, ses. VI, caps. I a V)
 
 
David Glez.Alonso Gracián
 

10.06.17

(185) Siete consejos para diagnosticar modernismos, y un llamamiento al combate partisano

1.- En tiempos aciagos, en plena tormenta de fe, saber qué es malo y qué es bueno es vital. Se hace precisa una Escuela de Diagnosticadores: cristianos de mente cabal, bien amueblados por la gracia, que aprendan a calar pseudopastorales. Católicos de mente católica, bien cimentados de Tradición, que capten el tufo tras el falso perfume, la descomposición tras la apariencia de novedad. Personas razonables, que piensen bien y vean lo evidente. Que por la gracia localicen disonancias, los sillares que no encajan en el muro.

 

2.- Propongo un nuevo y urgente oficio para la mente católica, saber diagnosticar: esto es erróneo, esto es verdad; esto conduce al error, esto fomenta la claridad; esto es tendente a la herejía, esto es un antitóxico; esto genera oscuridad, esto suscita claridades; esto produce mutaciones en la doctrina, esto la ayuda a prosperar; esto es injusto, esto es justísimo.

 

3.- Lo dicho: una Escuela de Diagnosticadores: para localizar el mal, y descubrir triacas, rechazar venenos, reparar lesiones, distinguir sofismas, desterrar clichés.