2.01.18

(234) La suspensión teleológica, clave para entender la crisis

La crisis de fe en que se halla sumido el catolicismo actual es real. No es una crisis imaginaria, no es una crisis de algunos, no es una crisis fortuita ni gratuita; es una crisis real, general. 

Encontrar la causas de la crisis es tarea urgentísima. A ello nos estamos dedicando, conscientes de la gravedad del momento presente, de la necesidad de nuestra tarea, y de su complejidad. No es labor grata, en este caso, hacer de Scherlock Holmes. Pero seguir la pista, compleja y sutil, de las causas de la crisis, es empresa detectivesca. No otra cosa es la filosofía. 

Y digo que no es tarea grata porque derribar mitos, desencajar paradigmas y destronar prejuicios poderosos, siempre es labor de francotiradores y partisanos, por así decir, que han de vivir en guerra contra un enemigo incuestionado.

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I.- LAS DOS CAUSAS DE LA CRISIS

1.-Voy a enunciar de nuevo la tesis, para ceñirnos a ella. Distingo como agentes de la crisis de fe actual dos causas, una principal y otra subordinada, una intencional y otra no intencionada, una heterodoxa y otra que no quiere serlo.

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28.12.17

(233) Crisis eclesial, crisis de la mente católica

1.- Me esperaba muchas críticas por mi post contra la utilización en plan católico de los esquemas conceptuales de la logoterapia de Viktor Frankl. Muchos me han hecho saber su disconformidad, tanto en comentarios al artículo como personalmente, por privado o en conversaciones. 

No me ha extrañado, la verdad, dado el apego morrocotudo que muchos católicos, sobre todo formadores y evangelizadores, y en especial parte del clero, tienen por el psiquiatra vienés.

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26.12.17

(232) Por qué la psicología personalista de Viktor Frankl no conviene

1.- Estamos en crisis.- Es un hecho que no nos cansamos de repetir en este blog. Y porque estamos en crisis, es urgente una reforma católica. Y digo católica para que quede claro qué tipo de reforma se precisa. El P. Jose María Iraburu lo viene diciendo, con meridiana claridad, desde el artículo número 01 de su blog:

«La Iglesia es santa, pero está siempre necesitada de reformaPor eso la palabra reforma es tradicional en la Iglesia de Cristo. Nunca, por supuesto, en la tradición católica se habla de «re-forma» para expresar un «cambio de forma», pues la forma de la Iglesia, su alma, es el Espíritu Santo, que no cambia. Por el contrario, siempre se habla de reforma o bien como un «desarrollo» perfectivo de algunas formas precedentes, una «renovación», o bien como la «purificación» de ciertas doctrinas y prácticas que se habían desviado de la verdadera forma católica.»

Este desarrollo perfectivo del que habla el P. Iraburu incluye necesariamente una acepción fundamental del verbo reformar, que cito de la RAE:

«4. tr. Enmendar, corregir la conducta de alguien, haciendo que abandone comportamientos o hábitos que se consideran censurables.»

En este caso, el hábito eclesial que es necesario corregir es la utilización de esquemas conceptuales extraños  —por no tradicionalmente católicos— en la formación, evagelización y catequesis en general. Se precisa una purificación de la mente católica. No conviene utilizar principios intelectuales tóxicos.

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2.- Pero, ¿de qué toxinas es urgente purificarse?- Volvemos a la RAE para precisar qué entendemos por purificar:

«Quitar de algo lo que le es extrañodejándolo en el ser y perfección que debe tener según su calidad.»

¿Cuál es el elemento extraño que ha de quitarse de la mente católica? Respuesta: la via moderna. Ahora bien, esta toxina es transmitida por un agente portador, que la inocula. ¿Cuál es? Esto es más difícil de responder. Pues la respuesta es doble.

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14.12.17

(231) Necesidad urgente de buenas lecturas católicas, tradicionales y consistentes

Para comprender bien la crisis actual es necesario captar la relación que existe entre la mala formación, por un lado, y la facilidad con que el error se propaga, por otro.

La mala formación se relaciona, muy especialmente, con el tipo de lecturas que se recomiendan para formarse en doctrina católica. Porque esas malas lecturas contribuyen al aumento de la deformación doctrinal, el oscurecimiento del sentido de la fe, y el estancamiento de la vida cristiana. Lo ha explicado con detalle el P. José María Iraburu en este post.

Y es que no es suficiente recomendar buena doctrina, incluso la mejor doctrina, como es la del Aquinate, si al mismo tiempo se pone a su nivel doctrina confusa. 

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13.12.17

(230) Diccionario de la crisis -I: ¿norma general en lugar de ley?

La crisis actual de fe que agobia a la Iglesia es la crisis del modelo fenomenológico. Un modelo que no da más de sí y que colapsó.

Con la expresión modelo personalista englobamos los dos personalismos, el explícitamente heterodoxo, como por ejemplo el de Bernhard Häring o Teilhard de Chardin; y el pretendidamente ortodoxo, como el de Bernhard Häring en su primera época, las justificaciones de Teilhard de Chardin por de Lubac, o todo el conjunto de obras divulgativas que reinterpretan la doctrina católica en clave personalista.

En este último grupo incluyo manuales y libros de divulgación usados para la formación del clero y del laicado.

No dudo en calificar la crisis actual de fe como crisis personalista.  Para obtener un conocimiento exacto del problema, es preciso conocer en profundidad los sutiles desenfoques doctrinales con que se puede recontextualizar la doctrina católica, aun con voluntad de ortodoxia.

Realizamos esta labor analizando los términos, conscientes de la importancia de clarificar nociones y conceptos para enfocar con claridad los males que nos aquejan. Tras la glosa del concepto incluyo algunas citas de obras de divulgación personalista, para que las distintas acepciones sean localizadas en sus contextos.

 

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NORMA (en lugar de ley)

Es el término con que el personalismo teológico se suele referir en general a la ley moral, sea la ley natural, la ley eterna, la eclesiástica o la civil, indistintamente. Con este vocablo se proporciona a la noción de ley un sabor inmanente, axiológico, ideal, arbitrario y convencional, más adecuado para resaltar la primacía de la persona particular sobre lo abstracto y general. De alguna manera, utilizando norma en lugar de ley moral se produce una nivelación de lo divino y lo humano, de lo inmutable y lo mutable. A menudo va asociada en plural al calificativo generales, “normas generales", para hacer alusión a los preceptos universales, y crear así una falsa dicotomía entre lo particular (lo concreto y personal) y lo general (lo abstracto y universal)

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