(342) El influjo de Heidegger en la teología católica
Cierta teología contemporánea está marcada por la separación heideggeriana de Dios respecto del ser. De ésta se deducen, fácilmente, otras separaciones, fruto de la des-ontologización (en definitiva, subjetivización) de la fe católica.
Y así, la fe se separa respecto de la razón, el Evangelio respecto de la ley moral y el derecho; el Antiguo Testamento respecto de la Antigua Sabiduría (Veterum Sapientia) de griegos y romanos; el orden de la gracia del orden de los seres. La concepción cristiana de la vida social y política se seculariza y al mismo tiempo se vuelve misteriosista a título privado.
Para el católico de hoy, en general, Dios es inaccesible a los conceptos humanos, que considera absolutamente inadecuados para hablar de Él, y a esto llamo misteriosismo; es más, según éste, el mismo empleo de los conceptos es ya un desprecio al Misterio, y la inteligencia de Dios en cuanto es, (aunque no tanto en cuanto ama) resulta un indeseable racionalismo.
De esta forma, se ha hecho común en el pensamiento posconciliar concebir a Dios no como ser sino como solamente amor, o más concretamente, como amor al hombre. Y en cuanto amor que no es, se le ha relegado al mundo de la subjetividad, para no hacer a Dios objetivista. sino emotivista.
El glosario de esa separación de Dios y el ser, (y sus correlatos: la separación del orden divino y del orden de los seres, de la Iglesia y del estado, de la ley moral y de la ley civil, etc.), pasó al lenguaje de los católicos. El desprecio por la metafísica aristotélico-tomista, la devaluación de los saberes heredados, la primacía de la voluntad contra el entendimiento, se hicieron virales; y los neoconceptos sustituyeron, progresivamente, los conceptos tradicionales, puestos en fuera se juego por la suspensión fenomenológica. La muerte de la metafísica llegó al pensamiento católico.
2.- Muchos intelectuales católicos se hicieron eco de esta separación de Dios y el ser. Los caminos del conocimiento ya no le servían a los católicos. La fe teologal comenzó a ser una experiencia, una actitud de apertura a Dios, un vivir preguntándose cosas sin querer respuestas, un encuentro subjetivo. ¿No eran, pensaban, las respuestas en sí mismas, tal y como se nos habían transmitido, respuestas heredadas, no pensadas, no interiorizadas, no personales, y por eso no auténticas?
3.- De este empacho de pensamiento europeo surgieron un sin fin de consignas: había que simplificar nuestra relación con Dios, se decía, liberarnos de nuestras seguridades y certezas tradicionales, tan poco auténticas y tan racionalistas; “Dios” parecía un término que, pronto, iba a dejar de ser utilizable. Imitando a Heidegger, que tachaba la palabra Ser con una X encima, esta teología neotérica (amante de novedades) presumía de arrodillarse mucho (aunque no en el confesionario), y de ser una tachadura humanista del Dios tradicional, castigador y metafísico.
4.- Pero, ¿quién es ese dios que no coincide con el «Ser», ese concepto escolástico tan anticuado, según el heideggerianismo católico, que debe ser tachado, como debe ser tachada la palabra «sustancia», incluso la palabra Transubstanciación, siempre tan problemática según algunas mentes eminentes?
Pues un dios que observa al hombre, que admira al hombre, que ama al hombre por sí mismo, como si hubiera dejado de ser Causa Primera y fin último del hombre. Un dios en función del hombre, al servicio de su dignidad axiológica. Un dios en definitiva, como el ser heideggeriano, tachado como Dios, porque ni es juez, ni castiga, ni mueve, ni pena, ni condena; un dios tachado que no es ser, porque el único ser es el del hombre y al hombre que está ahí o sea en el mundo, se le ha de remitir la pregunta por el ser. Un dios, a fin de cuentas, que no es católico.
5.- Claro está que de esta confusión no podía salir algo claramente bueno, digo en el terreno del pensamiento; porque gente buena confundida, a la que Dios, aún, asiste con su gracia, y ayuda a mantenerse en la virtud, sí que hay, y mucha; las buenas intenciones no faltan. Pero en el terreno del pensamiento, teológico y filosófico, y correlativamente, en la función docente, en general, de la Iglesia, la crisis estaba servida y era inevitable.
¿Cómo va a salir algo claramente bueno y verdadero del pensamiento eclesial, si este adopta la jerga que iguala sujeto y objeto, que diferencia Dios y ser, que escinde la unidad del ser humano negando el alma y afirmando el cuerpo? ¿Cómo va a salir algo evidentemente bueno, claramente católico, distintamente verdadero, de un híbrido de catolicismo y modernidad post-luterana? ¿Acaso la Iglesia puede hibridarse con el mundo?
6.- La goecia lingüística heideggeriana ha confundido la razón católica. Y así ha pasado a ser un tópico que Dios no ha de verse como objeto de nuestro entendimiento, porque vive en nosotros en cuanto sujeto, y por eso cabe tan sólo experimentarlo. Es una confusión tan descristianizadora, tan deconstructiva, tan “zen", la de igualar en una sola cosa sujeto y objeto, separando al mismo tiempo Dios y ser, que las consecuencias secularizadoras las estaremos pagando mucho tiempo. A no ser que cambiemos el rumbo intelectual y volvamos a lo nuestro.
Sí, son una igualación y una separación que descristianizan. Porque ponen en suspensión, tachándolos, los principios más básicos del conocimiento, impide los preámbulos de la fe, suprime la naturaleza y la razón dejando, en el aire, la gracia y la fe. Conduce a la naturalización de lo sobrenatural, que es el empeño de la Nueva Teología.
Conduce a un espiritualismo naturalista que hace innecesaria la unidad católica; y la hace superflua porque, en definitiva, todo hombre, bajo esta perspectiva supuesta, todo hombre, por el solo hecho de la Encarnación, supuesta la indistinción sujeto/objeto, está, ya, unido a Cristo. ¿Para qué entonces, salir de Misión?
¿Acaso —según esta dinámica— la Encarnación no ha suprimido ya la diferencia absoluta entre sujeto (el hombre) y objeto (Dios)? Dios, tachado como objeto, coincide con el hombre afirmado como sujeto. El sujeto Dios reside entonces, bajo este punto de vista, en el sujeto hombre. Por lo que en toda subjetividad humana reside Dios. Sólo hay que recordar su presencia. Dios es el sujeto que mora en el inconsciente de todas las religiones. No tiene un ser propio, sino inmanente al ser del hombre, que lo reconoce mediante la experiencia y el diálogo que pregunta mutuamente por el ser.
En la difusión de estas ideas hay distintos grados y matices. Pero es una constante, en mayor o menor grado, en el pensamiento posconciliar. Una constante que ha hecho inútil la Misión. ¿Para qué salir a predicar, si todo ser humano tiene a Dios presente en su subjetividad? ¿Para qué la Misión? La única opción razonable, bajo esta perspectiva modernizada, es evangelizar, no en sentido en que se hacía antes, sino para ayudar a los demás a descubrir que tienen dentro a Dios, que Dios es su anhelo inconsciente y su sentido de vida existencial, que pueden descubrir a Dios en la propia subjetividad humana, porque Dios no es un objeto diferente, tan demasiado diferente como se creía, del sujeto mismo que pregunta por Dios.
y 7.- Vemos cómo la influencia de Heidegger y sus teólogos epígonos ha intoxicado profundamente el catolicismo en crisis. Digo en crisis, porque lo está desde la crisis modernista, todavía sin resolver, pese a la Pascendi de 1907. Lo está desde la crisis neomodernista, todavía sin resolver, pese a la Humani generis de 1950.
La razón católica puede encontrar en estos documentos magisteriales la orientación que necesita para retomar el rumbo en puntos fundamentales. Deberá nutrirse, además, de mucha Escritura y mucha Tradición y tradiciones, de sana filosofía y sana teología. Hay buenos maestros a los que acudir. Los hemos citado en este blog muchas veces. Deberá liberarse del lastre de los neoconceptos, del insano cargamento de la Modernidad, conceptualmente entendida, en sus principios deconstructivos, sean racionalistas o sean irracionalistas (posmodernos). Deberá asentarse sobre roca, desocupar la Torre de Babel y emprender el camino de vuelta a casa, el espacio y el hogar del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15).
David Glez Alonso Gracián
24 comentarios
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A.G.:
Horacio Castro dice Ud.:
"Como método, separar a Dios (verdadero destinatario de la metafísica) de la pregunta qué es el ser y y consecuentemente su finalidad, no me parece desacertado o ‘malo’ concretamente."
El problema es que la fe cristiana no consiste en lo que le parece a Ud., o a mí, o a cualquiera. A Ud. puede parecerle que es un método válido, pero el hecho incontestable es que no lo es. Primero, porque Dios mismo se presenta como Ser:
"Yo soy el que soy" (Ex 3, 14).
"Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy" (Jn 8, 58)
En segundo lugar, no se puede hablar de Dios como si Dios no fuera, en definitiva como si Dios no contara para nada ni existiera, porque va no sólo contra su Palabra, sino contra el sentido común.
Incluso con un fin evangelizador es un camino equivocado, porque el fin no justifica los medios, y no es de recibo que para definir a Dios haya que suprimir la definición que Dios da de Sí mismo.
Como método es desacertado porque no parte de la verdad, y la verdad es que Dios ES. Si uno pretende acercarse a los ateos o a los infieles afirmando, incluso como táctica, que Dios no es, está engañando y difundiendo un grave error. Porque, ¿acaso no es blasfemo hacer creer que Dios no es, aunque sólo sea como táctica?
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A.G.:
Juan Andrés dice Ud.oportunamente:
Tiene también todo esto como consecuencia aquello respecto a que la fe es una "experiencia" del encuentro (...)
Claro, si es que el asunto está en que, según la mentalidad que estamos analizando en este blog, la fe teologal dejar de consistir en creer, para consistir en experimentar un encuentro subjetivo.
Si no fuera porque hay una devaluación de la teologalidad, si no fuera porque se niega que la fe consista en creer, podríamos conceder que en una conversión hay una experiencia personal. El problema es cuando se asegura que la fe no consiste en creer sino en tener un encuentro místico, en confiar, etc.
Muy de acuerdo con la advertencia de Nicolás Gómez Dávila, siempre tan agudo.
Por recalcar tres temas que apunta:
1º "...un vivir preguntándose cosas sin querer respuestas..." (No entraré en detalles, de las veces que se aprecia esto...; con esa veneración hacia el líder -a veces tan ridículo-)
2º "Es una confusión tan descristianizadora, tan deconstructiva, tan “zen"..." (muy bueno)
3º Cómo me "rechina", cada vez que escucho: "dios es amor" y/o frases como: Si dios es amor ¿Cómo puede haber creado el Infierno, consentir calamidades,...? -el dios a su medida...-
Otro que no apunta (no se si lo ha tratado en otros artículos); que también me "rechina": escuchar al final del Padre Nuestro: "libranos del mal" -como negando la presencia del Enemigo malo (Tal petición, parece que le pedimos al Señor, que nos libre de la gripe...).
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A.G.:
Muchas gracias José Ignacio. Laus Deo Virginique Matri.
Señala Ud. tres detalles importantes, que me alegra haya seleccionado. El buscar la verdad sin querer alcanzarla, sólo por buscar, es la esencia del constructivismo moderno, en que priman los procesos pero no los resultados. La raigambre ilustrada de la doctrina es clara. Lessing la expuso en su desafortunado Natán el sabio.
Respecto a la desconstrucción, está omnipresente en la filosofía postluterana de origen nominalista, porque el nominalismo es deconstrucción. Y el zen, no lo olvidemos, es deconstrucción nominalista.
Y en tercer lugar, Dios es Amor, por supuesto, Dios es caridad, pero también SER. Porque el Dios que nos ama es el Dios que es. Y porque es, también, nos contempla con ira, cuando pecamos. Por el pecado, transgresión del orden del ser, somos inmundos a sus ojos(dice Trento); cuando permanecemos enemigos suyos somos hijos de la ira.
Es la intercesión del Hijo la que aplaca la ira del Padre y satisface por nosotros. Por eso el Amor del Padre se lo debemos, ante todo, a la reconciliación efectuada por el Hijo en la Cruz.
Respecto a lo que dice del Padre Nuestro, lo mejor es incluir dentro de mal todos los males, incluso la persona del mal, y sus potestades, es decir, el demonio y los demonios.
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A.G.:
Lo que Heidegger propicia es la separación de Dios respecto del Ser, para 1º) rechazar la metafísica, y 2º) anclar el concepto de Dios en el concepto de subjetividad.
Al desvincular a Dios del Ser justifica la frase de Nietzsche "Dios ha muerto", que propiamente significa, Dios en cuanto Ser ha muerto.
¿Ve usted alguna relación entre ese misteriosismo, que usted perfila como un experiencialismo, conceptualmente escéptico, y la denominada "teología del misterio pascual" con que hoy se pretende explicar la misa y particularmente los sacramentos?
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A.G.:
Lo relaciono sobre todo con la exageración de la Iglesia como Misterio, realizada por la Nueva Teología, en detrimento de la Iglesia como sociedad perfecta, con la consiguiente devaluación del derecho, etc.
Esto tiene relación con la teología de la pena, con la teología del sacrificio, que queda opacada por la teología del misterio pascual, que no se debe sobredimensionar si es en detrimento del Sacrificio redentor de Nuestro Señor.
Es decir es un Dios de personas concretas, un Dios de vivos. Un Dios distinto de los que había en las religiones de aquellos tiempos y con bastantes diferencias respecto a los conceptos de la filosofía griega, es decir no tan abstracto y que se manifiesta a través de acontecimientos.
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A.G.:
No se deje engañar. Confíe en la Escritura, en la Tradición y en el Magisterio. Dios ES Dios.
no pequeños, que asedian hoy a la teología y por ende a la vida entera de la Iglesia.
Con sus consecuencias de: nada de proselitismo, disminución de la misión "ad gentes" (total: todos son "cristianos anónimos"), la admisión de dos vías de salvación (y - contra toda evidencia - atribuidas a Pablo: Rom 9 - 11): una para nos judíos y otra para el resto de las gentes. Por lo cual no habría que molestarse en convertir a los judíos. Olvidando, por supuesto: Rom 1, 16: "El Evangelio es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree,PRIMERO PARA EL JUDÍO Y TAMBIÉN DEL GRIEGO".
Ese híbrido maridaje con todo lo que está de moda, rebaja el Evangelio, y a Cristo, que es "el mismo ayer hoy y para siempre" (Hebr 13, 8), a ridículos y pasajeros maquillajes, de los que gente astuta se pregunta: ¿Para qué interesarse de estas antiguallas disfrazadas, si ya están en Kant, Hegel, Heidegger y el diario de hoy?
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A.G.:
Muchas gracias Don Miguel Antonio. Laus Deo Virginique Matri.
Señala Ud. con precisión algunas consecuencias de esta tremenda confusión teológica. Sin duda, es un maridaje de oscuridad, que rebaja el Evangelio, como bien dice, que maquilla verdades con errores.
A la Iglesia no le interesan los caminos embarrados. ¿Para qué hibridar luz y tinieblas, si las tinieblas no salvan? Esta crisis en que estamos sumergidos sólo podrá superarse con catolicismo. Será una desintoxicación, será una purificación, será una vuelta a casa.
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A.G.:
En efecto, la influencia de Heidegger en Rahner, y otros, es muy grande. Hay una conexión grande entre el existencialismo fenomenológico y la Nueva Teología. Como vengo exponiendo en este blog.
A mi me parece que las dos perspectivas de Dios se complementan, no son contradictorias.
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A.G.:
No se trata de lo que a Ud. le parece, sino de la verdad revelada por Dios mismo. Nadie puede devaluar ni minimizar ni relativizar que Dios ES, y que se presenta a Sí mismo como El que Es, y así quiere ser conocido, en cuanto que ES:
"Yo soy el que soy" (Ex 3, 14).
"Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy" (Jn 8, 58)
No son dos perspectivas complementarias puesto que la que a Ud. le han explicado minimiza, relativiza y devalúa el Ser de Dios. Como hace gran parte de la teología posmoderna por influencia de Heidegger y otros.
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"Es decir es un Dios de personas concretas, un Dios de vivos."
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...quedaría más clara la incompatibilidad entre las dos posiciones que a ti te parecen "complementarias".
Porque de esa expresión se puede deducir que Dios sólo existe en "personas concretas", o sea que es una mera creación mental.
¿Es así como lo entiendes?
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LF:
Y es el empeño de la Catequesis desde el post-concilio. Y de esa traición a la Tradición ha nacido una generación entera de bautizados desnortados, incapaces de vivir su fe conforma a la vivieron nuestros antepasados. Bautizados que son arrasados por el tsunami secularizador de esta época.
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LF:
Je, pues creo recordar que había cierta encíclica por ahí que rondaba peligrosamente por esos parajes...
Por ejemplo: el potente pensamiento de Santo Tomás no dio alcance al dogma de la Inmaculada Concepción.
Cosa que sí consiguió el franciscano Duns Scoto.
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A.G.:
El hombre puede conocer a Dios por la razón natural. Además, las verdades que Él revela las conocemos por la fe sobrenatural.
Respecto al pensamiento de Duns Scoto, es muy negativo y perjudicial, porque es uno de los difusores del voluntarismo, de la separación de la fe y la razón, de la deconstrucción del pensamiento clásico. No todo lo que dijo es erróneo, claro.
A los católicos interesa Santo Tomás no por santo Tomás en sí mismo, sino por la obra de sabiduría que Dios obró en Él. Sintetizó el legado de verdades y principios de la filosofía griega y romana, providencialmente preparado por Dios como preámbulo de la fe. Y los armonizó con verdades y principios teológicos, de forma que su sistema sirve de estructura segura y eficaz al pensamiento católico.
Es por eso que la Iglesia docente, con insistencia a lo largo de los siglos, incluido el Concilio Vaticano II, recomendó el estudio del pensamiento tomasiano para no errar en los fundamentos metafísicos y teológicos fundamentales.
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A.G.:
Heidegger entiende por vida auténtica aquella que reconoce la nada y vive para la muerte. Nada tiene de compatible con la visión católica. Es sólo por la irresponsabilidad de Rahner y compañía que Heidegger es "malinterpretado en católico"
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A.G.:
Mejor no tome nada de Heidegger, porque su teología es atea y su metafísica es nihilista. Me parece que buscar en Heidegger ideas católicas o aprovechables para el católico es perder el tiempo.
Tú sabrás porqué.
Ve con Dios.
Desde que introdujo en sus artículos la fenomenogia y después de este artículo llegó a la conclusión que lo que late en todas estas filosofías es darle importancia a la mente, no a la razón.
Es incomprensible todo el desarrollo de este hombre. Podrá decirse que es profundo e inalcanzable,. Creo que su propio artículo muestra el grado de distorsión de esta filosofía. Empieza vd. Utilizando Dios con mayúsculas, ser con minúsculas. A partir del
punto cuatro se invierte: Ser y dios. El lenguaje habla explícitamente de la posición que ocupan uno y otro para Heidegger.
Como ya he dicho en algún comentario para mi las causa y sus efectos son fundamentales para encontrar explicación a las cosas o acontecimientos. Me permiten razonar y percibir la verdad.
Hablamos de un hombre que parte del catolicismo y termina en el nazismo (Cuadernos negros). Que se pregunta por el ser, quizás ahí está el atractivo y acaba en el Ser (el hombre) "matando" a dios , como su compatriota..Que atractivo puede tener para un católico?.. Como Vd bien dice el lenguaje es extraño, no nuestro y existe una perversión de los conceptos.
Lo que quiero decir es que cuando decimos que Jesucristo ha dado su vida por todos los hombres, la ha dado con un Amor personal a cada uno de nosotros.
Es decir, Dios no Ama a la humanidad en general, sino que nos ama en nuestra concreción personal.
Yo no amo a mis 6 hijos en general, sino de forma personal y establezco con cada uno de ellos (o al menos lo intento) una relación única y originaria. Eso sí, abierta a los demás
centropieper.blogspot.com/2019/02/theologia-moderna-radici-filosofiche.html#more
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A.G.:
Gracias Juan Andrés. Lo investigaré. Conozco algunos artículos de este autor, y son buenos. Le falta, creo, contundencia, precisión en el análisis, pero en efecto percibe dónde está el problema.
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