Juan Pablo II Magno - Pecado
Serie “Juan Pablo II Magno“
El pecado, la ruptura voluntaria de la relación que mantenemos por Dios, es, como parece, posibilidad intrínseca a nuestra naturaleza humana.
Por eso dice Juan Pablo II Magno, en la Exhortación apostólica Reconciliatio et paenitentia, de 1984, “exclusión de Dios, ruptura con Dios, desobediencia a Dios; a lo largo de la historia humana eso ha sido, y es, bajo formas diversas, el pecado, que puede llegar hasta la negación de Dios y de su existencia; es el fenómeno llamado ateísmo” (RP 4)
Para continuar diciendo que “En cuanto a ruptura con Dios, el pecado es el acto de desobediencia de una criatura que, al menos implícitamente, rechaza a Aquel de quien salió y que la mantiene en vida; es, por consiguiente, un acto suicida” (RP 15)
Además, “La pérdida del sentido del pecado es una forma o fruto de la negación de Dios. (…) Pecar no es solamente negar a Dios; pecar es también vivir como si Él no existiera, es borrado de la propia existencia diaria”( RP 18)
Pero, no sólo supone, el pecado, una, digamos, actuación externa del ser humano. También se ve afectado su estado interior, espiritual: “Puesto que con el pecado el hombre se niega a someterse a Dios, también su equilibrio interior se rompe, y se desatan dentro de sí contradicciones y conflictos. Desgarrado de esa forma, el hombre provoca casi inevitablemente una ruptura en sus relaciones con los otros hombre y con el mundo creado” (RP 15)
Por eso, “Por ser el pecado una acción de la persona, tiene sus primeras y más importantes consecuencias en el pecador mismo, o sea, en la relación de ése con Dios – que es el fundamento mismo de la vida humana- y en su espíritu, debilitando su voluntad y oscureciendo su inteligencia” (RP 16)
Por tanto, pecar, el pecado, nos predispone a situarnos ante Dios como alguien que no ama y, ante los demás, como alguien que los engaña porque el comportamiento no es el adecuado.
En cuanto a la libertad con la que caemos en el pecado dejó escrito que “El pecado, en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona, porque es un acto libre de la persona individual, y no precisamente de un grupo o una comunidad (…) Pero es una verdad de fe, confirmada también por nuestra experiencia y razón, que la persona humana es libre. No se puede ignorar esta verdad, con el fin de descargar en realidades externas –las estructuras, los sistemas, los demás- el pecado de los individuos” (RP 16)
Por otra parte, existen, dentro de los pecados, lo que Juan Pablo II Magno denominó “pecado social”.
“Hablar de pecado social quiere decir, ante todo, reconocer que, en virtud de una solidaridad humana tan misteriosa e imperceptible como real y concreta, el pecado de cada uno repercute en cierta manera de los demás” (RP 16)
Ejemplos de pecados sociales son:
“’El comercio de drogas, el lavado de las ganancias ilícitas, la corrupción en cualquier ambiente, el terror de la violencia, el armamentismo, la discriminación racial, las desigualdades entre los grupos sociales, la irrazonable destrucción de la naturaleza’. Estos pecados manifiestan una profunda crisis debido a la pérdida del sentido de Dios y a la ausencia de los principios morales que deben regir la vida de todo hombre“ (Exhortación apostólica Ecclesia in America, 1995, 56)
Sin embargo, “No es legítimo ni aceptable un significado de pecado social –por muy usual que sea hoy en algunos ambientes- que, al oponer, no sin ambigüedad, pecado social y pecado personal, lleva más o menos inconscientemente a difuminar y casi a borrar lo personal, para admitir únicamente culpas y responsabilidades sociales” (RP 16)
Y, sin embargo, también hay solución a tal estado espiritual.
“Restablecer el sentido justo del pecado es la primera manera de afrontar la grave crisis espiritual, que afecta al hombre de nuestro tiempo. Pero el sentido del pecado se restablece únicamente con una clara llamada a los principios inderogables de razón y de fe que la doctrina moral de la Iglesia ha sostenido siempre” (RP 18)
Y es que no hay que olvidar aquello que a los cristianos nos constituye como tales y como hijos de Dios porque es, seguramente, el mejor preventivo contra el pecado.
8 comentarios
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Por eso, cuando el cadernal Marcinkus, presidente del Banco Vaticano desde 1971. en comandita con al logía P-2 y la mafia, lavó unas ingentes cantidades de dinero, realizó numerosas especulaciones ilícitas y llevó a cabo varios crímenes financieros y el mayor fraude de las instituciones financieras en Italia, cuando la justicia italiana solicitó su estradición al Vaticano de J. Pablo II el papa dijo que nones.
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Ante tal negativa, las autoridades italianas trataron de arrestar al cardenal Marcinkus; pero J. Pablo II y sus secuaces reclamó inmunidad diplomática de dicho arzobispo y para evitar problemas lo envió a la diócesis de Phoenix, en Arizona.
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Pero además en el afaire hubo dos muertos sospechosos. Uno, Roberto Calviel, amigo intimo de Marcincus, (que o bien se suidió o bien le suididaron). Otro, Juan Pablo I, que con miras a colaborar con la justicia, depuso a Marcincus y propuso una investigación seria de las andanzas de esta persona. Como se sabe, apareció repentinamente muerto en su cama. Pero nunca se le hizo la correspondiente autosia
Resulta increíble como se pronuncia Ud.
De forma descarada miente sobre muchas de las cosas que dice. Por ejemplo, llamar secuaces a las personas que trabajaban con Juan Pablo II Magno demuestra tener poca vergüenza; poner a Juan Pablo I como víctima de no sé que conjura es algo muy propio de personas que ignoran las cosas que pasan y, además, les importa un bledo lo que, en verdad pasa, siempre que puedan colocar su discurso progre y contra la Iglesia católica.
Pero, por otro lado, cualquiera sabe que la Iglesia católica la constituímos personas que, como tales, podemos equivocarnos y, seguro, eso pasa muchas veces.
Pero... en fin, cada cual se manifiesta como es.
Y sí, yo sigo pensando que hace falta hacer una seria autosia al papa Juan Pablo I.. Había demasiado intereses en juego y, desde luego, no sería, el primer papa que se fue al cielo antes de que dios lo llamara
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La verdad es que traer, ahora, a colación, el tema de la muerte de Juan Pablo I, es algo que está fuera de lugar.
De todas formas, escribir la palabra Dios con minúscula" dios) dice mucho de quien hace tal cosa.
Dice mucho de la falta de respeto hacia Dios.
Para encontrar la felicidad, ya lo dijo la Virgen María en las bodas de Canaán: "haced lo que El os diga".
Dalia,
No me voy a meter con tus ideas, pero desde luego no te vendría mal aprender un poquito de educación. Te vendrá bien para cuando busques un trabajo, cuanto trates con algún cliente o en tu vida diaria cuando te relaciones con los demás.
Y desde luego no puedes limitarte a acusar sin ningún tipo de fundamento, las acusaciones que haces son lo suficientemente graves como para que des pruebas de que lo que dices es cierto.
Exactamente, es en Cristo en Quien tenemos un modelo a seguir.
Eleuterio:he pedido por usted en la Misa por si era su Santo el dieciocho. Que Dios le siga bendiciendo con el don de la paciencia
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