InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Muy personal

14.11.13

El reloj de Dios

Dios llama

El mes de noviembre, casi llegado el final de año y muy cercano el tiempo de Adviento, es un tiempo muy especial reservado para meditar acerca de nuestra realidad espiritual y, por eso mismo, material pues cuerpo y alma, alma y cuerpo, forman una realidad no separable aunque lo sea al final de esta vida de peregrinos.

Quien diga que nunca se ha preguntado cuándo será el momento en el que será llamado por Dios y qué supondrá eso, seguramente, se está engañando a sí mismo o, lo que es peor, querrá escapar de tan trascendente y trascendental pregunta cuya respuesta encierra el misterio más grande que un ser humano puede plantearse.

Así, morir, dejar de ser, olvidar el mundo por el que una vez caminamos es una realidad insoslayable o, lo que es lo mismo, todos los hijos de Dios debemos pasar por el momento en el que demos el testigo a nuestra alma para que lo lleve a los pies del Creador y se defienda, Ángel custodio mediando, ante el Tribunal más justo que jamás haya podido soñar un ser humano y que tiene como Juez Supremo al Todopoderoso.

Y es que, en realidad, por mucho que intentemos obviar tal realidad, Dios tiene un poder sobre nuestra existencia que no es que sea menguado, medio o grande sino que es total y absoluto: Él nos creó, él nos llamará. Así de sencillo y así de difícil de soportar por determinados espíritus en exceso liberados de la potestad y autoridad que tiene el Creador sobre toda su Creación. Por eso hay que estar preparados, como muy bien nos dice el Hijo, engendrado y no creado, que, como hombre, se llamó Jesús y que, como Dios, es Perfecto como lo era al encarnarse y vivir como uno de nosotros, en todo igual menos en el pecado.

Estar preparados para el momento exacto en el que Dios haga sonar su gloriosa trompeta y ponga sobre nosotros la señal inequívoca de ser llamados. Preparada el alma, limpia tanto como hayamos sido capaces de limpiar y listo el corazón para dar el paso último hacia su definitivo Reino. Y saber que habremos cumplido con la misión que se nos encargó y que tantas veces se nos hizo difícil de comprender y, sobre todo, de llevar a cabo pues somos seres humanos y privados, muchas veces, de tesón y perseverancia o, mejor, escondidas tales virtudes bajo cualquier celemín de egoísmo y falta de amor hacia Dios.

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23.05.13

Darse cuenta de quiénes somos

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Los hijos de Dios se deben caracterizar por tener siempre en cuenta que lo son.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Andar por el mundo de una forma mecánica o como si no tuviéramos en cuenta la situación por la que estamos pasando nos puede hacer perder muchas oportunidades de ser lo que somos. Así, es posible que nos creamos, algunas veces, superiores en algún sentido a los demás. Hemos perdido, entonces, el sentido primero de la humildad y, con casi toda seguridad, siempre habrá alguien que nos demuestre, con palabras o hechos, que deberíamos darnos cuenta de lo que, en realidad, somos.

Para ser católico, por tanto, se requiere algo que no muchas veces ponemos en práctica y que tiene mucho que ver con el sentido profundo de nuestra fe. Consiste en situarnos, de verdad, donde debemos estar pues, en la cadena de creencia en la que estamos inmersos, cada uno de nosotros es un eslabón y, como tal, no debe querer ir por libre sino formar parte de la cadena que nos une a Dios. Es una unión que, además, nos conviene mantener unida pues en juego está, nada más y nada menos, que la vida eterna.

No cabe, sin embargo, la desesperanza pues es más que probable que, apreciando la situación verdadera en la que estamos, más de uno crea que no vale nada o que su labor, en el seno de la Esposa de Cristo, no vale la pena seguirla haciendo. Entonces, de caer en la trampa, espiritualmente mortal, que nos tiende el Maligno, podemos estar seguros que nuestra situación aún será peor porque, sabiéndonos hijos de Dios quizá nos pueda dar la impresión de que no se tiene en cuenta nada de lo que somos o hacemos.

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9.05.13

Servir, en InfoCatólica, también está bien

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Conforme pasa el tiempo nos deberíamos dar cuenta de que el definitivo Reino de Dios está más cerca. Y eso debería afectar a nuestro hacer y a nuestro orar.

Y, ahora, el artículo de hoy.

InfoCatólica

Hace pocos días se han cumplido cuatro años, cuatro, de la milagrosa salida a escena internáutica (el servicio técnico fue capaz de hacerlo en una semana) de InfoCatólica. Y está más que bien celebrar tal aniversario, el cuarto, diciendo que lo que aquí importa es cumplir con la voluntad de Dios que tiene por bueno y benéfico el servicio al prójimo; servir, pues, servir.

Conviene, pues, decir que eso es muy importante. Por ejemplo, como sigue.

“El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”.

Estas palabras dichas por Cristo y recogidas en el evangelio de san Mateo (20, 28) marcan un camino diáfano que debe seguir quien se considera discípulo del Hijo de Dios. Por eso, quien no opta por servir en vez de ser servido, está haciendo dejación de lo que es uno de los mandatos, sino expresos sí claramente tácitos, que dejó, en su primera venida, Jesucristo.

Cuando Benedicto XVI estuvo en IFEMA para encontrarse con los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid, les dijo que “Amar es servir y el servicio acrecienta el amor”.

Por lo tanto servir es manifestar el amor y, por eso mismo, cuanto más servicio se lleve a cabo, más aumentará el amor. Digamos que son realidades que se alimentan una a otra y que, entonces, también, si hay poco servicio el amor que se manifiesta es pequeño, rácano, venido a menos.

Servir, entonces, en el mundo de hoy, para un católico, ha de tener un sentido doble porque así es nuestro amor por Cristo. Así se sirve a la Esposa de Cristo sirviendo al prójimo y de tal manera se demuestra que el amor a Dios no es una vana proclamación sino que tiene efectos en nuestra vida porque, al fin y al cabo la que lo es del creyente ha de estar fundamentada en el pilar de la Fe y en el pilar de las Obras (Santiago 2, 18).

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21.11.12

¡Felicidades!

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Propón, a los demás, que perseveren en su vida cristiana. Habrás ganado, para Dios, algún alma que iba camino de la fosa que tanto menciona el salmista y a la que tanto debemos temer

Y, ahora, el artículo de hoy.

Felicidades

El artículo de hoy va ser algo especial porque quiero felicitar a las personas que creo deben ser felicitadas.

Felicito, por lo tanto:

A las personas que ponen su fe católica por encima de todas las mundanidades que puedan recaer sobre su corazón o sobre su mente y no se dejan marcar por la Bestia.

A los creyentes católicos que han descubierto que son amados por Dios y eso les sirve, ya, siempre y siempre.

A los creyentes católicos que hacen posible que la fe arraigue en sus corazones con raíces profundas.

A los creyentes católicos que no se dejan arrebatar el corazón por lo políticamente correcto y los respetos humanos.

A los creyentes católicos que son, en verdad, pobres de espíritu, mansos y humildes.

A los creyentes católicos que se saben en un mundo pagano y procuran reaccionar espiritualmente dirigiéndose al Padre en demanda de auxilio para sus almas y la de sus prójimos.

A los creyentes católicos que se ven en la obligación de corregir fraternalmente al hermano que se ha equivocado para que no se salga del camino recto que lleva al definitivo Reino de Dios.

A los creyentes católicos que, ante la situación económica por la que pasa el mundo, no se arredra y pone sus manos al servicio de quien está necesitado.

A los creyentes católicos que no transigen con la falsedad y hacen uso de su fe para contraponer la Verdad a la mentira que niega su propia fe.

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16.11.12

Un camino empedrado de gozo

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Vas de un lado a otro (espiritualmente hablando) No sabes qué hacer. ¿Por qué no te preguntas qué quiere Dios de ti?

Y, ahora, el artículo de hoy.

El camino que nos lleva al definitivo Reino de Dios puede estar rodeado de todo lo bueno y de todo lo malo porque tanto de uno como de otro nos encontramos a lo largo de la vida.

Lo mejor, sin duda, para un discípulo de Cristo, es comprender y entender que lo bueno para su espíritu y, así, para su vida, es tener, en el camino, un empedrado gozoso donde cada paso sea, en verdad, una iluminación para nuestra vida.

Antes que nada hay que decir que es más que probable que muchos católicos puedan sentir angustia por la situación por la que pasa su fe. Diversas pueden ser las causas de tal situación: no se conoce bien la fe que se tiene, la doctrina de la Santa Madre Iglesia se tiene como algo lejano, no se lleva una vida de piedad profunda, se prefiere actuar de forma políticamente correcta o según el respeto humano, etc.

Sin embargo, algo de razón sí pueden tener en la forma de pensar que tienen porque no es poco cierto que los ataques que sufre nuestra fe hacen muy difícil sentir gozo por aferrarnos a unas creencias que, siglo tras siglo, nos han ido uniendo al Creador.

Sin embargo, tampoco es poco cierto que la esperanza que tenemos en nuestra fe debería erradicar, de nuestro corazón, los pensamientos de pesimismo al respecto de la misma porque, al fin y al cabo, Dios es nuestro Pastor y a nadie ni a nada podemos temer.

Por eso el camino que recorremos ha de ser uno que lo sea gozoso.

En primer lugar siempre surgen, o mejor, deberían surgir, aquellas grandes preguntas que sólo las personas con visión escatológica suelen hacerse: ¿Cuál es el sentido de la vida y de la muerte? O ¿Qué es del más allá?; incluso por todo aquello relacionado con nuestra naturaleza humana creada a imagen y semejanza de Dios o, también, la relación horizontal que debemos mantener con nuestro común Padre.

Pues para responder a estas preguntas no resulta de poca importancia la fe que decimos seguir, que decimos tener y que, de hecho, practicamos.

¿Qué papel juega la fe en todo esto?

Resulta, del todo esencial, porque, a partir de la misma se descubren implicaciones para nuestra vida que, llevadas por la voluntad de Dios, nos sitúan ante nuestra vida, ante nuestros semejantes y, también, ante Dios, de una forma, digamos, mejorada para nuestro espíritu y comportamiento. Y esto lo que, en resumidas cuentas, quiere decir es, que encontramos en la fe cumplida respuestas a las preguntas arriba planteadas y que la respuesta llena nuestro corazón de gozo.

También nos ha de producir gozo saber que tenemos una visión particular de la vida que, como cristianos, hace que la veamos de forma diferente al resto de hijos de Dios que, a lo mejor, no conocen tal filiación o si la conocen no la quieren llevar a la práctica de sus vidas.

Así, tal visión de las cosas nos hace alegrarnos de sentirnos hijos de Dios porque tal situación nos permite administrar nuestra vida de una forma distinta a como lo hace otra persona que no tenga tal fe ni tal visión de la realidad de lo que nos rodea.

Por ejemplo, si sabemos, como cristianos, que es mejor dar que recibir o, en este sentido, servir a ser servido (tal cosa ya la dijo el Maestro Jesucristo) nada mejor para nosotros que llevar, a la vida ordinaria, tal idea y transformarla en comportamientos adecuados a una doctrina que es buena porque es santa.

Y, también, los problemas que nos encontramos en la vida no deberían ser fuente de amarguras aunque es entendible que nos pueden resultar preocupantes. Tal es así porque confiamos en la Providencia de Dios con la que nos reconocemos serenos de cara al presente y seguros de tener un futuro adecuado a la voluntad del Creador.

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