Un amigo de Lolo – Todo lo que viene de Dios
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.
Todo lo que viene de Dios
“Ninguna criatura llega a lucir en la noche como una estrella, pero el foco de su deseo, su inspiración, tienen fulgores de que carecen los astros. Las ideas, la voluntad o el espíritu de persecución de lo auténtico, conceden a nuestro fuego una dulce y característica anchura que nos corona sobre la misma grandiosidad del Cosmos.
Pero si, en realidad, nos realzamos sobre el mundo ambiente, ¿qué es lo que nos infunde esa categoría y de dónde viene una fuerza creadora que existe ya cuando se abren los ojos a la vida?” (Bien venido, amor, pp. 13-14)
Ya dijo Cristo que el espíritu valía más que la carne. Quería decir que, cuando la carne vuelva al polvo sólo el espíritu permanecerá eternamente (aunque sea una eternidad distinta: para bien o para mal, cielo o infierno).
Algo así nos quiere decir el Beato Manuel Lozano Garrido en este texto de su libro de aforismos espirituales.
Por mucho que alguien se pueda considerar especial o, lo que es lo mismo, que crea que lo es y que debe manifestarse como superior a su prójimo, eso, dicho así, no vale la pena. Vale la pena otra cosa que, a lo mejor, no tiene tan en cuenta como la mundana vanidad con la que, muchas veces, revestimos nuestros actos.
El fulgor de la eternidad, aquello que hace que el hombre sea hombre para siempre y por encima de las vicisitudes de una vida que perece en su cuerpo, es lo que nos hace perennes. Y es que aquello que se anhela, que puede quererse, pero también no quererse, y que tiene que ver con una vida en la que no se sufre y en la que las lágrimas son enjugadas por las manos y el corazón de Dios, es lo que, ciertamente, configura una existencia verdaderamente espiritual.
En realidad, aquí tratamos de hacer ver que existe una realidad que tiene que ver con lo que un ser humano puede aparentar en el mundo, aquello por lo que puede ser tenido por bueno y mejor y aquella otra en la que la verdadera misión a llevar a cabo tiene que ver con otras, digamos, realidades que van más allá de la tierra que pisa o de los gustos y quereres mundano. Vale, por tanto, aquello que es de verdad porque entronca y arraiga en la Verdad que es Cristo y que, en suma, es Dios mismo. Y sólo eso ha de ser tenido en cuenta.
Todo eso último dicho arriba, todo lo que tiene que ver con la eternidad de la queremos gozar, está muy por encima de toda la grandiosidad que el mundo pueda ofrecerlo. A su lado, lo importante del siglo es como humo y polvo y no podemos, no deberíamos, tenerlo en cuenta más allá de la necesidad que pueda cubrir. Otra cosa ha de ser importante para nosotros.
Se pregunta, a este respecto, el Beato Lolo, sobre qué es lo que nos proporciona una realidad tan superior al mundo o al siglo. También que de dónde procede la fuerza que nos ayuda a ser como debemos ser.
La respuesta a esto sin duda alguna la conoce Manuel Lozano Garrido. Y es que la causa de que nosotros queramos lo mejor, espiritualmente hablando, y de que seamos capaces de conseguirlo, sólo puede provenir del autor de todo lo que somos y vemos.
Es más, abunda nuestro Beato acerca de que el dónde y el qué son anteriores a que nosotros veamos la luz del día.
Sin duda alguna sólo puede referirse al Creador de todo, al Todopoderoso, a Dios mismo. Y es que todo viene de Dios, todo emana de su santa Providencia.
Y algunos, en el mundo, creyendo que son lo que son porque quieren serlo.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Todo lo mejor que tenemos viene de Dios; lo otro, es nuestro.
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Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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