Eppur si muove - Sobre símbolos y creencias cristianas
El camino de Jesucristo fue un camino de enseñanza.
Así, su incansable labor de dar a conocer la Palabra de Dios, el verdadero sentido de la Ley que su Padre dejó dicha para la vida del hombre para que, al fin y al cabo, aquellos duros, pedregosos, corazones, se transformaran en órganos del espíritu suaves, tiernos, blandos y refractarios a todo lo malo e insidioso del mundo, liberados voluntariamente de las asechanzas de las que, tantas veces, no nos vemos libres.
¿Qué hay de malo en transformar los corazones?
Nosotros, desde aquellos primeros nosotros hasta los hoy actuantes en la fe en Cristo, es posible que solamos andar por caminos no muy proclives al apostolado, a ser, por así decirlo, apóstoles modernos y a difundir, cada uno de la forma que pueda o Dios le de a entender, el mensaje claro que Jesucristo vino a traer: el amor, Ley suprema del Reino de Dios, que ha de reinar en nuestras relaciones de criaturas suyas y, por eso, hemos de cambiar a aquella norma divina; es posible que nos ausentemos de la defensa de los valores cristianos y huyamos, así, de esa obligación que tenemos como discípulos del Maestro de Nazaret y Mesías esperado. Y esa es nuestra cruz y, claro, su Pasión.
¿Qué hay de malo en no cejar en la transmisión de tal testimonio y tal doctrina?
El camino de Jesús fue un camino de incomprensiones, trufado con las maledicencias que sobre él se proferían, rescatando del fondo más oscuro del corazón del hombre acusaciones sin fundamento pero fundadas en la perversión de la Ley de Dios; de interpretaciones insanas de la doctrina que proclamaba porque tenían miedo de lo que podía significar en sus vidas y de la responsabilidad que se derivaba de todo aquello. Fue, por eso mismo, un andar donde muchas de las piedras de su camino se intentaron tirar contra su persona haciendo, queriendo aniquilar, ¡de la forma que fuera!, el verbo limpio y el claro mensaje. Y ante esto no se arrepintió de lo dicho, ni se vino abajo, ni dejó de hacer lo que debía.
Pero nosotros, conocedores del mundo, del momento que nos ha tocado vivir, sabedores de los lobos y las serpientes que tenemos alrededor preparadas para asestarnos el golpe definitivo, también nos enfrentamos a incomprensiones y toda clase de ausencias de percepción de nuestra existencia y la existencia de nuestra fe, también podemos, somos, acusados de perturbaciones sin cuento y de todo lo malo que, en espíritu y en conciencia, pueda suceder en el mundo: oscurantismo, tenebrismo, ir contra el “progreso”, de ser reaccionarios, etc. Y ante esto también podemos optar, como le sucedió a Jesús, por dos formas de actuar:
-Permanecemos impertérritos ante lo que nos sucede y seguimos adelante contra viento y marea: somos fieles a Dios y a la Iglesia de Cristo.
-Cedemos a las influencias malsanas del ambiente subjetivista y relativista, además de nihilista y conformista, que nos rodea y nos dejamos vencer por todas esas malformaciones del corazón. Aquello es nuestra cruz y nuestra reacción, a veces, la Pasión de Cristo: somos light, muelles, acomodados al qué dirán y políticamente correctos.
Y todo lo aquí apenas apuntado se sustenta en aquellos dos maderos sobre los que aquel hombre, hijo de María y de José, vivió sus últimos instantes; maderos que son la cruz que se pretende esconder porque molesta su significado y porque duele a los ojos de aquellos que no saben evadirse de su relativismo o de su hedonismo y, en general, de su mundanidad.
¿Qué daño puede hacer esto?
Y junto a esto lo que se cree que es aquello que, siendo Palabra de Dios, supone la base sobre la que una sociedad se construyó y una doctrina que ha sido, a lo largo de los siglos, sostén espiritual de imperios y de naciones.
Los creyentes sabemos, sin embargo, que seguir las huellas de Cristo, amar su cruz y querer que la misma, como símbolo de lo bueno y mejor, no sea preterida, es como hacer que las leyes que imperan ahora y que llevan el mundo por un camino, digamos, menos que regular, truequen su naturaleza casi siempre perversa y sean, desde ahora, para cada uno de nosotros, una cruz menos que soportar y un aporte menos a la Pasión de Nuestro Señor.
¿Y para todo esto tenemos que pedir permiso o perdón? ¿Es acaso un mal lo aquí referido? ¿Hace daño a la sociedad en la que vivimos los cristianos, aquí católicos?
Es más, ¿Es el acoso razonable?
Eleuterio Fernández Guzmán
—
Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:
Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).
8 comentarios
Hoy muchos temen, que si DIOS es demaseado GRANDE, quitará algo a su vida, quieren apartar a DIOS , para tener espacio para ellos mismos.Esta es la gran tentación de la época moderna, cada vez se dice más "Este DIOS no nos deja libertad, nos limita el espacio de nuestra vida con todos sus Mandamientos",,,,por tanto DIOS debe desaparecer, queremos se autonómos e independientes. Sin este DIOS nosotros seremos dioses, y haremos lo que mos plazca.
Pero lo que ocurre, es que cuando DIOS desaparece, el hombre NO llega a ser más grande; al contrario pierde la dignidad divina, PIERDE EL ESPLENDOR DE DIOS EN SU ROSTRO", Y AL FINAL SE CONVIERTE SÓLO EN UN PRODUCTO DE UNA EVOLUCION CIEGA, del que se puede usar y abusar.Esto es lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época
El Hombre es grande, sólo si DIOS es GRANDE, tenemos que hacer ,que DIOS sea grande en nuestras vidas, así tambien nosotros seremos divinos y tendremos todo el esplendor de la dignidad divina..
Benedicto XVI
Incansable también eres tú, hermano.
Un abrazo
¿Donde y en que lugar, buscamos nosotros a DIOS ?
¿ y en dónde, en qué lugar se encuentra DIOS?
¿Donde quiere ser´ÉL encontrado?
En nuestro mundo Occidental, sa ha hablado mucho del "SIlENCIO DE DIOS" ,sin caer en la cuenta ( como dice la Biblia) QUE LA VOZ DE DIOS ,RESUENA ALLÍ DONDE SE ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO (Ex 3,7-9 )
Muchos hoy en dia se preguntan...¿Pra qué sirve DIOS ?
... y es que nos hemos olvidado de que DIOS no se preguntó, para qué servía el hombre, cuando le dió la vida, sino que le dejó actuar libre y gratuitamente a su Amor.
Más concretamente , algunas personas no saben qué hacer con DIOS...Y SABEIS PORQUÉ ?...PUES PORQUE VIVIMOS DE ESPALDAS AL HOMBRE, HEMOS NEGADO AL HOMBRE-
DIOS es un DIOS VIVO, porque defiende la vida de su pueblo, es un DIOS VIVO porque da vida y protege la vida.
Se trata de buscar a DIOS en la esperanza y el esfuerzo por una vida mejor.
cuando a millones de seres humanos les son negadas las condiciones de vida dignas, cuando la vida humana es maltratada o arrebatada por el hombre, cuando nuestra vida misma no nos satisface, entonces Si luchamos por la vida, NOS ENCONTRAMOS CON DIOS EN SU MISMA LUCHA Y estamos en mejores condiciones para conocerlo y saber quien es.
Porque sólo desde el compromiso por la vida conocemos y exprimentamos al DIOS DE LA VIDA.
" El hombre ha buscado a DIOS arriba, en las nubes, o abajo, en lo hondo de su ser.
Tambien JESÚS nos habla de cómo y donde encontrar a DIOS : Lo encontramos sobre todo " ENFRENTE " , EN EL OTRO, EL PRÓJIMO, EL HERMANO
" la gloria de DIOS es el hombre viviente " dijo San Ireneo, esta frase significa que damos gloria a DIOS, EN LA MEDIDA EN QUE NOS COMPROMETEMOS CON LA VIDA DEL HOMBRE.
Lamentable. Es una más de las miserias de nuestro tiempo
DIOS está en todas partes , en el Cielo y en la tierra.
Está siempre entre nosotros,.
DIOS es divino y a la vez humano ,tiene estas dos dimensiones
Son muchas las personas que sienten hoy malestar al plantearse la cuestión de la Divinidad de JESÚS, LLEVAN DENTRO DE SU CORAZÓN EL DOLOR DE LA DUDA Y LA INCERTIDUMBRE.
¿Cómo llegar a creer en el misterio último encerrado en JESÚS y como sintonizar con CRISTO resucitado, vivo para siempre junto al PADRE y liberador definitivo de nuestra historia?
.El mejor camino para llegar a conocer a CRISTO como hijo de DIOS, es el seguirlo por los primeros discípulos, que se encontraron con JESÚS, ESCUCHARON SU MENSAJE, SE IDENTIFICARON CON EL, SUFRIERON SU MUERTE Y VIVIERON LA EXPERIENCIA DE ENCONTRARLO VIVO DESPUES DE MUERTO.
A su vez la Divinidad de CRISTO, es el horizonte, el punto de llegada, hacia el que camina el creyente, que va comprendiendo cada vez mejor el mensaje de JESUS Y el significado último de su persona
saludos
Dejar un comentario