La Palabra del Domingo - 21 de febrero de 2010- No nos dejes caer en la tentación

Lucas 4, 1-13: El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado

1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, 2 durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.» 4 Jesús le respondió: «Esta escrito: = No sólo de pan vive el hombre.» = 5 Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; 6 y le dijo el diablo: «Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. 7 Si, pues, me adoras, toda será tuya.» 8 Jesús le respondió: «Esta escrito: = Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto.» =
9 Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; 10 porque está escrito: = A sus ángeles te encomendará para que te guarden. = 11 Y: = En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.» = 12 Jesús le respondió: «Está dicho: = No tentarás al Señor tu Dios.» = 13 Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.

COMENTARIO

No nos dejes caer en la tentación

1.-Jesús tenía que empezar su vida pública de una manera, digamos, ejemplarizante. Es decir, no podía, sin más, dedicarse a predicar sino que, desde un principio, dio trigo.

2.-El episodio conocido como las tentaciones es, más que nada, una forma más que meridianamente clara de decirnos cuál ha de ser nuestro comportamiento ante lo que, con toda probabilidad, suframos a lo largo de nuestra vida.

3.-Tres veces tentó el Maligno a Jesús. En ellas podemos vernos nosotros reflejados porque, seguramente, se nos pueden presentar aunque, claro, cada cual en su vida ordinaria.

4.-En primer lugar, podemos preguntarnos cuántas veces nos hemos comportado, más que nada, como seres humanos y hemos preferido lo material a lo espiritual. El pan físico, el que como seres creados por Dios necesitamos puede ser algo más que tal materia alimenticia. También, por ejemplo, puede ser preferir el tener al ser.

Ante esto Jesús prefirió la Palabra de Dios y con aquel “de la boca de Dios” nos ofreció la tabla de salvación a nuestras cuitas mundanas: acercarnos más a lo dicho por el Creador y, quizá, menos a nuestros propios intereses.

5.-Ante el poder que se nos puede proponer y ante el que se le propuso a Jesús, podemos hacer, en esencia dos cosas: aceptar el poder del mundo o, en segundo lugar, tener a Dios presente en nuestra vida.

El proceder cristiano ha de tender, más que nada, a aceptar la presencia de Dios en nuestra existencia y, por eso, el poder que se nos pueda ofrecer tenerlo como no propuesto ha de ser nuestra opción porque, en verdad, vale más el Amor de Dios que todo el oro del mundo.

6.-En tercer lugar la tentación de querer que Dios dirija nuestra vida pero en el sentido equivocado y no en el sentido que, verdaderamente, tiene que ser.

¿Cuántas veces no hemos oído eso de “Dios no ha querido esto o lo otro” o, también, “no entiendo que Dios permita el mal en el mundo”? Supone, tal forma de pensar, una que lo es muy humana porque se pretende utilizar a Dios a nuestro antojo. Y a eso bien se le puede llamar tentar a Dios.

Y eso es lo hizo el Maligno con Jesús: le tentó con lo que, de más de cerca podía ocupar su corazón y que no era otra cosa que pedir a Dios el auxilio en un momento, como tal momento, de dificultad, sin darse cuenta de que el Padre le dio/nos da los talentos adecuados para que en cada caso hagamos uso de ellos. Por eso pretender que Dios intervenga de tal manera en nuestra vida es, sin dunda, tentarlo.

7.-“No sólo de pan vive el hombre sino de toda Palabra salida de la boca de Dios”; “Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto” y, por último, “No tentarás al Señor tu Dios” son tres formas de decirnos cómo actuar y, sobre todo, de cómo no debemos actuar.

Ahora bien, tampoco podemos negar que nosotros no somos, en lo espiritual, igual de fuertes que Jesucristo.

PRECES

Por aquellos hijos de Dios que no escuchan la voz de Su Padre,

Roguemos al Señor.

Por aquellos hijos de Dios que sucumben a las tentaciones,

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a saber enfrentarnos a las tentaciones con un espíritu lleno de Tu Palabra.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.