Las pseudoterapias se cuelan en espacios públicos y universidades
Una periodista del Diario de Burgos, Angélica González, ha elaborado un amplio reportaje titulado “Las pseudociencias crecen y se cuelan en centros municipales y en la universidad”. Reproducimos a continuación su trabajo, habida cuenta de que la situación referida a la ciudad de Burgos podría aplicarse a muchos otros lugares de España.
Uso inapropiado de espacios públicos
En la Concejalía de Servicios Sociales de Burgos hace ya un tiempo que vienen advirtiendo de la cantidad de actos vinculados a las pseudociencias que se están celebrando en instalaciones de propiedad municipal y han dado la voz de alarma. De hecho, en varias ocasiones, técnicos de este departamento han transmitido a los del Instituto Municipal de Cultura (IMC), responsables de ceder locales como bibliotecas o centros de barrio, lo «inapropiado» que consideran que estos espacios públicos se presten para dar conferencias o talleres de ‘terapias alternativas’ como reiki, flores de Bach, ‘medicina del alma’, mindfulness o constelaciones familiares, porque en muchas ocasiones «pueden confundir a los usuarios que adopten prácticas que creen beneficiosas para su salud pero que no tienen ningún aval científico ni están impartidas por profesionales».
Un ejemplo bien cercano en el tiempo: está prevista en el centro municipal de Villímar la conferencia titulada “La verdad sobre el sida. ¿Realidad o fraude científico?”, que apunta a las mismas tesis de la no existencia de esta patología que sostiene el agricultor Josep Pamiés –famoso también por asegurar que hay plantas que curan el cáncer– que la semana pasada llenó a rebosar un salón de un hotel de la ciudad al negarse Cajacírculo a albergar su charla. En el Comité Ciudadano Anti-Sida de Burgos no dan crédito a que un local del Ayuntamiento albergue una ponencia que llama fraude a una enfermedad crónica tan dura y que afecta cada vez más a personas jóvenes.
Desde el IMC se explica que otra cosa sería «censura» y que lo único que se exige a las entidades que organizan actos es que estén registradas legalmente como asociaciones. A renglón seguido se reconoce que «entenderían una directriz más restrictiva en este sentido, pero es una decisión que tiene que venir desde el ámbito político y que, de momento, no existe».El colectivo que organiza la charla que va a poner en duda la existencia del sida se llama Recorderluz, hace dos veces a la semana sesiones de yoga en ese mismo centro municipal y, «de vez en cuando organiza charlas y terapias», comentan fuentes del Instituto Municipal de Cultura.
Recorderluz está en el registro municipal de asociaciones, ha tenido presencia en la Feria de Participación Ciudadana del Ayuntamiento y mantiene un blog con poca actividad. La última entrada es del 5 de marzo y está dedicada al karma; también tienen otra sobre energía cuántica universal.
El protagonismo del reiki
Pero si hay una “terapia alternativa” que triunfa es el reiki. También está muy de moda últimamente el denominado mindfulness, técnica que consiste en «prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación» y de la que se hacen cursos, algunos dirigidos por médicos de Sacyl. El año pasado se anunciaba un seminario de reducción del estrés basado en mindfulness en un centro de la ciudad cuya matrícula era de 250 euros.
Pero el reiki reina sobre todas las demás. Tal es así que hay en la ciudad hasta siete establecimientos de “terapias alternativas” que lo imparten –por una media de 30 euros por sesión aunque hay quien lo hace de forma gratuita– y se ha constituido una asociación en la ciudad que reúne a una treintena de personas que han aprendido esta terapia y que quieren profundizar en ella. Consiste en «la canalización y transmisión de energía vital a través de la imposición de manos» y se utiliza «para obtener paz y equilibrio en todos los niveles».
Algunos de sus aficionados, como Olalla Garrido, vinculada a esta asociación, aseguran que «sana a nivel emocional, relaja y equilibra» y que «nunca hace daño». Por su parte, en la Wikipedia se puede leer que a través del reiki «los practicantes creen que transfieren energía universal por las palmas de las manos, lo que supuestamente permite la autosanación y un estado de equilibrio. Estas creencias no han sido comprobadas por la ciencia médica moderna y el reiki no ha demostrado ser un tratamiento eficaz para ninguna afección».
También en la Universidad
No obstante esta falta de evidencia científica, el reiki se ha hecho un hueco en la Universidad de Burgos (UBU). Este verano se celebró un curso de esta disciplina cuya recaudación iba íntegra a una causa benéfica. La UBU ya recibió críticas por albergar en 2012 un curso de verano titulado “Terapias naturales: un equilibrio para la salud”, que incluía charlas sobre yoga, meditación, chikung, homeopatía y… smilingself, «el cuidado sonriente de sí mismo», y smilingsex, «el poder transformador de la energía sexual».
Fernando Frías, abogado y fundador del Círculo Escéptico, lo calificó como «una interesante antología del disparate pseudoterapéutico, condensada en tan solo tres días y presumiendo de un montón de patrocinios privados y oficiales».
El decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, Fernando Lara, lamentó que estas prácticas hayan pasado los filtros de la universidad que, a su juicio, «no puede avalar nada más que lo científicamente constatable»; afirmó que no es suficiente con que haya una demanda social y avanzó que se va a extremar la vigilancia para que «no se cuelen disciplinas tan alejadas de la ciencia».
No hay evidencias científicas de curación
El Colegio de Médicos, por su parte, no le ve mayor problema a la proliferación de estas pseudociencias pero su presidente, Joaquín Fernández de Valderrama, que afirma que «los ciudadanos son muy libres de acudir allí donde tengan una creencia», advierte de que no existe ninguna evidencia científica de que sirvan para sanar ninguna enfermedad. Tampoco pone pegas sobre la homeopatía, que realizan en Burgos varios médicos colegiados.
Esta postura contrasta con la beligerancia en las redes sociales de la enfermera burgalesa Azucena Santillán contra las pseudociencias, a las que califica como «prácticas que pertenecen más al ámbito de las creencias y no se las puede considerar fiables»: «Yo soy enfermera y, como profesional de la salud, entiendo que si, además, a estas pseudociencias se las presenta como métodos alternativos de curación, el peligro potencial es significativo».
Es consciente de que «la medicina tradicional llega hasta donde llega» y reconoce que aunque la sanidad está haciendo esfuerzos por humanizar la asistencia, con frecuencia los profesionales no disponen del tiempo que les gustaría para poder dedicar a escuchar a los pacientes «y es precisamente la escucha activa lo que brinda satisfacción y bienestar en los pacientes y fortalece la relación terapéutica».
Por otro lado, le quita importancia al reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del reiki como ‘terapia complementaria’ y al hecho de que se imparta en algunos hospitales: «Que yo sepa reconoce el interés de las terapias manuales y recomienda investigarlas, nada más».
En este sentido, recordó que el consejero de Sanidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos, acaba de decir que tiene que revisar cómo se están llevando a cabo estas intervenciones sin evidencia científica en los hospitales: «El reiki tiene demostrada una eficacia que no va más allá del efecto placebo. Los estudios que yo he evaluado presentan importantes sesgos y, como mucho, solo hablan de correlación, no de causalidad; además hay que tener en cuenta que no se ha podido explicar científicamente su mecanismo de actuación. Que se utilice en otros hospitales bajo mi punto de vista es igual de positivo que el hecho de que haya bibliotecas móviles o servicio religioso: favorece el bienestar de los pacientes (de algunos) pero no se puede considerar una intervención científica».
La vuelta de las “terapias mágicas”
Vicente Baos es especialista en Medicina de Familia y Comunitaria, miembro de la red de expertos de la European Medicines Agency, de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y del Círculo Escéptico. Además, ha creado, junto a otros dos médicos, la Plataforma #NoSinEvidencia. La semana pasada ponía la voz de la ciencia en un programa de televisión esotérico a propósito de las denominadas ‘terapias alternativas’ o pseudociencias que, a su juicio, tienen una larga trayectoria en este país, como lo indica el hecho de que en todos los pueblos siempre ha habido curanderos o personas «dotadas de cierto aire mágico a la vista de sus conciudadanos que se encargaban de aplicar diversas maniobras (imposición de manos, enterramiento de objetos…) para la curación de problemas que no tenían solución por otro lado, maniobras mágicas que vienen de la antigüedad y de las épocas donde el desconocimiento científico era la norma».
La actual vuelta de estas «terapias mágicas», arrinconadas desde que los progresos de la ciencia fueron cada vez más convincentes tiene que ver, según su opinión, con una conjunción de factores: satisfacer el pensamiento mágico no religioso y querer solucionar de forma irracional lo que la medicina no puede resolver, entre otros: «Dado que el efecto placebo funciona y la fuerza de la creencia es poderosa, el boca a boca extiende estas terapias entre las personas predispuestas».
¿Es posible que esta nueva ‘moda’ ponga en evidencia los fallos del sistema sanitario? «No son los fallos –responde Baos–, son las limitaciones que tenemos en la actualidad. Hay y habrá enfermedades incurables e irreversibles; no existe alivio farmacológico a muchas de los malestares de carácter psicosocial que presentan determinadas personas. Avanzar en ciencia requiere lentitud y constancia, y cabe recordar, que nunca en la historia de la Humanidad ha habido las posibilidades de supervivencia y calidad de vida como en el momento actual. Y todo ello es posible gracias la ciencia. Que cualquiera mire a su alrededor y observe todo lo que nos rodea y ayuda: todo existe por la ciencia».
No obstante estos argumentos, habrá quien decida utilizar, por ejemplo, flores de Bach para terminar con unas jaquecas o dolores articulares. En este caso, Baos cree que si esta persona es consciente de lo que hacen las pseudociencias «y observa su falta de lógica y de pruebas que lo avalen, simplemente entenderá que ese no es el camino». Para él, los sesgos cognitivos, es decir, el hecho de que solo somos capaces de ver y entender aquello que nos favorece y anulamos nuestra capacidad crítica son la base psicológica de los creyentes de las pseudociencia: «Y si entendiendo que no son racionales ni han demostrado su eficacia sigue adelante, le aconsejo que no abandone nunca un tratamiento médico basado en la ciencia».
Este facultativo se asomó el pasado domingo a las pantallas de la televisión en el programa Cuarto Milenio a debatir con otro médico que era partidario del reiki. Así explica que haya colegas que se hayan pasado ‘al otro lado’ y crean a pies juntillas en las energías del Universo como remedio de los males: «La ‘iluminación’ y los sesgos cognitivos también afectan a personas formadas en ámbitos científicos. Casi siempre refieren una experiencia personal o vivida en alguien cercano de carácter ‘milagroso’ para convencerse. Es bien conocido el fenómeno de la ‘revelación’ entre científicos que pasan a defender las pseudociencias. Ese proceso cognitivo les convierte en creyentes y pierden su capacidad crítica. También, además de personas que creen hacer un bien con ello, existe gente que ve un buen negocio en esos temas».
Los seguidores son “víctimas de un engaño”
Pero no sólo hay médicos que apuestan por el reiki. La homeopatía –una práctica que, en palabras de Baos, basa su premisa terapéutica en ideas absurdas en el campo de la química y la biología– es ejercida por muchos ellos: «Las justificaciones de los médicos homeópatas que dicen realizar una medicina mucho más personalizada y humanizada son una manera de adornar con empatía su absurdo terapéutico».
Por otro lado, lamenta que hospitales, ayuntamientos e incluso universidades den pábulo a todos estos ‘asuntos mágicos’: «La ignorancia de muchas instituciones permite la divulgación de pseudociencias y teorías disparatadas y peligrosas como las de Josep Pamiés. Es lamentable que se dé voz a estos disparates. Las universidades y colegios profesionales que fomentan actividades en pseudociencias se retratan como instituciones que pierden su prestigio».
En este sentido, es muy tajante cuando dice que en los centros sanitarios se debe aplicar la ciencia. Y pone un ejemplo: «A los hospitales van payasos que entretienen a los niños enfermos y ‘maestros del reiki’ a ‘sanar’ enfermos. Unos van a aportar alegría y entretenimiento, mientras que los otros van a aplicar delirantes teorías sobre la ‘energía universal’ en personas vulnerables por su enfermedad. Unos deben ir a los hospitales, los otros deben mantenerse alejados de los lugares donde se aplica la ciencia, no la magia o el ilusionismo».
Finalmente, advierte de los riesgos que corren las personas que se someten a prácticas basadas en estas pseudociencias: «Son víctimas de un engaño, de una ilusión, de una falsa esperanza de curación. El principal daño, y existe, es que alguien se vea deslumbrado por estas absurdas teorías y terapias y abandone lo que la medicina pueda aportar a su enfermedad. Ofrecer lo mejor del conocimiento científico a los enfermos con la empatía adecuada es la labor asignada por la sociedad a los profesionales sanitarios. El resto, pertenece al ámbito de las creencias personales y debe mantenerse alejado de las instituciones sanitarias».
El Reiki y yo (testimonio de la periodista)
Debo de tener pinta de estar muy necesitada de bienestar emocional y/o físico porque, prácticamente desde que nos conocimos, mi amiga Laura me ha propuesto regularmente practicar una sesión de reiki, invitación que yo, por supuesto, he rechazado en todas las ocasiones con los aspavientos propios de una escéptica o una aprensiva. Pero la curiosidad profesional fue más fuerte y, como en peores plazas hemos toreado, di en pensar que recibir energía del Universo no podía ser necesariamente más malo que asistir a un Pleno (completo) de la Diputación o a una rueda de prensa del director del Instituto de la Lengua, Gonzalo Santonja. Así que cuando le pregunté, vía whatsApp, si podía reservarme un hueco contestó, literalmente: «Síííííííííííí». Vamos, que me tenía ganas.
Con la mejor de las disposiciones, me personé en el sitio elegido, me descalcé, me estiré en la camilla y me dispuse a abrir –o a que me abriera– los chakras que, por lo visto, son centros de energía que una tiene en su cuerpo serrano. Laura no me dice que voy a superar problemas de salud pero cuenta experiencias en las que sí ha ocurrido. Así que nada de promesas sobre mejores digestiones, sueños más plácidos o articulaciones menos agarrotadas.
Una horrenda música de fondo que mezclaba agudos cantos tribales con una especie de tecnopop coreano y un incienso con olor a chocolate completaban el cuadro. La transmisora del reiki –hay que decirlo– tuvo que llamar la atención en varias ocasiones a la receptora porque no paraba de hablar.
Tirarse a la bartola con la intención de buscar el máximo relax es el tipo de inicio de una jornada laboral que una imagina a gente como Amancio Ortega o Madonna, así que me propuse disfrutar o, en su defecto, pensar en la lista de la compra. La presencia de Laura apenas era perceptible, parecía una apache merodeando el fuerte, y solo una intensa sensación de calor que emanaba de las palmas de sus manos –que en ningún momento me tocaron– indicaba que tenía cerca a un ser humano. «Ese calor es porque te las has frotado antes de empezar, ¿no?», pregunté. «No, siempre me pasa», contestó muy seria. Sería el efecto de la energía universal.
Total. Que estuvo bien. Pero terminé la sesión igual de relajada de lo que la empecé (o sea, nada) aunque con más información: por lo visto, tengo el aura limpia como los chorros del oro. Resultó muy agradable; igual de agradable que otras veces en las que Laura y yo hemos ido a tomar un café y charlar de las cosas de la vida.
2 comentarios
Cada vez es más frecuente ver a profesionales de la salud aplicando estas cosas a sus pacientes, por lo que no podemos decirle a la gente que se queden tranquilos si es un médico o un psicólogo quien se lo aplica o quien se lo recomienda. Por otro lado, ya son muchas las investigaciones "científicas" publicadas sobre el mindfulness y otras pseudoterapias. Eso no las avala. No porque las utilicen los científicos pasan a ser buenas.
Esta periodista debe ignorar que una sesión de reiki es puro ocultismo donde se convocan espíritus que se hacen presentes y que esa abertura de chakras es algo peligroso. No es inofensivo someterse a esas cosas como ella dice en su artículo. Lo que no comprendo es que usted no lo sepa.
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