26.12.09

Juan G. Bedoya, responsable de la información religiosa de El País, tiene razón

Con el título de “Voto de desobediencia a los obispos”, Juan G. Bedoya nos regalaba uno de sus “interesantísimos” artículos el día 24 de diciembre en el diario El País. El veterano responsable de la información religiosa del diario del grupo Prisa empezaba con fuerza su columna:

¿Quién hace caso hoy a la doctrina de los obispos en materia de familia, sexo, anticonceptivos, investigación con embriones, incluso ante dogmas antes llamados fuertes, como la resurrección y divinidad de Jesús, la inmaculada concepción y la ascensión de María, la infalibilidad del Papa o la real existencia del cielo, el infierno o el purgatorio? ¿Significan estas discrepancias -ese no hacer caso a lo que predica la jerarquía del cristianismo-, que existe un cisma en la Iglesia católica actual?

A la primera pregunta me dan ganas de contestar ¡¡¡YO!!!, pero como sé que buena parte de los lectores de InfoCatólica, y de este blog en concreto, responderían lo mismo, pues vamos a dejarlo en un ¡¡¡NOSOTROS!!! Pero igual que digo eso, reconozco que la mayoría de los bautizados, al menos en España, responderían un ¡¡¡YO NO!!!

A la segunda pregunta, mi respuesta es rotunda: ¡Sí! Y añado: ¡Es uno de los cismas más graves en la Historia de la Iglesia!

De hecho, el propio Bedoya describe la situación de forma muy acertada:

Los cismas de ahora son soterrados, porque Roma, escarmentada o insegura, no quiere romper con nadie, y los protestantes contemporáneos también prefieren una convivencia en discordia a una salida del santuario.

Salvo en lo de que Roma está “escarmentada o insegura” -me guardo para mis adentros mi calificación sobre la actuación de la Sede Apostólica-, no podría estar más de acuerdo con ese análisis de la realidad eclesial cuando ya ha transcurrido la primera década del siglo XXI. Y es una realidad que hemos heredado del post-concilio, aunque ya antes del Vaticano II asomaban las primeras nubes del cisma de facto que la Iglesia ha sufrido, y sufre, en este paso del segundo al tercer milenio de la era cristiana. Hoy mismo hemos sabido que ha fallecido una de las cabezas visibles de ese cisma, el teólogo dominico Edward Schillebeecks. No me gusta hablar mal de nadie justo después de morir, así que baste con constatar que a pesar de que Roma detectó al menos nueve errores teológicos graves -en mi pueblo, herejías- y de que él se negó a retractarse, no parece que se le aplicara el Código de Derecho Canónico, que es un texto muy mono que sin duda debe servir para muchas cosas pero más bien para poco a la hora de atajar el cisma que nos acecha.

La gran diferencia entre el cisma actual y otros pasados, es precisamente que, probablemente con la intención de evitar un cisma a gran escala, se ha optado por admitir que los herejes se queden dentro de la comunión eclesial. Es decir, a pesar de que la pena canónica por la herejía contumaz es la excomunión, personajes como Hans Küng -que entre otros dogmas niega el de la infalibilidad papal- no sólo no han sido excomulgados sino que ni siquiera se les ha suspendido a divinis. Como mucho se les he prohibido ejercer la docencia en universidades y seminarios católicos. Lo cual, por supuesto, no ha servido para nada. ¡Miento!: sí ha servido. Esa actitud condescendiente con la herejía ha servido para que la secularización interna de la Iglesia haya alcanzado niveles impensables, dramáticos, cuasi apocalípticos.

Bedoya hace una cita de una carta de monseñor García Aracil, arzobispo de Mérida-Badajoz. En relación con la actitud de los políticos católicos que se pasan la doctrina de la Iglesia por salva sea la parte, el arzobispo observa…

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25.12.09

Acertado editorial de El Mundo

Lo publicaron ayer. Lo he leído hoy. Y estoy plenamente de acuerdo:

Lo absurdo de una Navidad cada vez menos navideña

Casa año es más evidente el paulatino destierro de los símbolos tradicionales de la Navidad de los espacios públicos. Esa autocensura, que practican tanto las Administraciones responsables de la decoración de las calles y edificios como los propios comerciantes en sus establecimientos, responde a una corriente de opinión que postula que la exhibición de una iconografía religiosa determinada discrimina a las otras, así como que las creencias personales deben quedar exclusivamente en el ámbito de lo privado. Con esos argumentos acaba de defenderse en el Parlamento la retirada del símbolo de la cruz en los colegios y bajo esa premisa, también, han llegado a desmontarse belenes de centros públicos tras la denuncia de algún ciudadano. Estamos ante una tesis falaz que, llevada al extremo, demuestra su absurdo. En efecto, quien defiende que no ha lugar a imponer una determinada concepción del mundo a los otros, hace justo lo contrario de lo que predica, pues está tratando de implantar la suya propia. Pero, sobre todo, es una teoría que yerra en este caso al querer reducir a simple iconografía cristiana símbolos como el belén, los Reyes Magos o el Niño Jesús, que son patrimonio de nuestra cultura y que tienen un valor por encima de las creencias de cada cual.

El concepto de civilización está unido de forma indisoluble al ámbito de las creencias y las costumbres. Tratar de cercenar éstas por impuras con el supuesto bisturí de la razón es justamente lo irracional, no tiene pies ni cabeza. Luchamos por preservar viejas tradiciones de nuestros pueblos, destinamos grandes sumas de dinero a la recuperación de lenguas que están en peligro, incluso defendemos manifestaciones de culturas remotas, ¿y no vamos a poder mantener costumbres seculares que nos enriquecen, nos identifican y nos unen?

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24.12.09

Dios en tus brazos

Gran misterio es este. El Creador nace de una de sus criaturas, la más bella y perfecta de todas, y se hace igual a nosotros en todo menos en el pecado. Aquél que desde antes del tiempo estaba con el Padre y el Espíritu Santo en perfecta comunión, nació en un pesebre de Belén y nace hoy en el pesebre del corazón de todos los hombres de buena voluntad, especialmente en el de los niños. Fue concebido y nació para salvarnos. Esa es la gran noticia que hoy podemos dar. Dios se hace hombre para que el hombre pueda alcanzar a Dios.

Hoy el Señor está en tus brazos. No dejes que nada empañe semejante felicidad. Y cuando estos días vayas a Misa, pide a Dios que al comulgar ponga en tu corazón el amor que la Madre del Señor tuvo por su Hijo al tenerle por primera vez en su regazo. Ese amor de Madre fue lo primero que pudieron contemplar los ojos del Niño Jesús. Amar como María amó y ser fiel como San José fue fiel, es la mejor forma de ser cristiano.

Feliz Navidad a todos los lectores de este blog,

Luis Fernando Pérez

La mirada embelesada de María al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?” (Siervo de Dios Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia)

23.12.09

Campaña de esquelas por los inocentes abortados

La campaña de InfoCatólica a favor de la contratación y publicación de esquelas por las víctimas de los abortos voluntarios llega a su fin. Durante estos días hemos recibido emails de personas que aseguraban que iba a contratar ellas mismas una esquela y otras enviando un donativo para que nos encargáramos nosotros del tema. Alguno de esos donativos ha sido ciertamente “sustancial", aunque todos sabemos que el Señor valora más la calderilla de la viuda que no tiene ni para comer.

Una esquela pidiendo oraciones por los que no han podido ver la luz del sol al ser objeto de la violencia de sus madres y de galenos asesinos, cumple una doble función. La más importante, la de encomendar las almas de esos seres humanos a la misericordia de Dios. La Iglesia no se ha definido de forma definitiva sobre cuál puede ser el destino de esas almas. Por eso mismo, rogar a Dios por ellas y confiar en su misericordia es lo mejor que podemos hacer.

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21.12.09

José Manuel Vidal, director de Religión Digital, tiene razón

José Manuel Vidal, cuya actuación antes y después del nombramiento de monseñor Munilla ya he calificado en algún otro post, escribió este fin de semana un artículo muy clarificador en su Rumores de Ángeles. El director de Religión Digital empezaba así:

Por mucho que la dinámica mediática y algunos interesados quieran conducir el “caso Munilla” a coordenadas políticas (que también las hay, lógicamente), la batalla esencial que se está librando en San Sebastián no es entre nacionalismo y españolismo, sino entre dos modelos de Iglesia: el conciliar y el preconciliar con un barniz conciliar.

Pues sin que sirva de precedente, le voy a dar la razón en todo lo que va delante de los dos puntos. La llegada de Monseñor Munilla tiene derivadas ajenas a las propiamente eclesiales. Por ejemplo, la política, que empieza a ser ya repelente. Qué bien harían los políticos nacionalistas y los no nacionalistas en dejar de usar a monseñor Munilla como muñeco del pim, pam, pum entre ellos mismos. Pero los católicos y los que nos dedicamos al negociado de la información socio-religiosa debemos de fijarnos muy especialmente en la dimensión eclesial de este nombramiento.

Dice Vidal:

En Donostia, con Munilla impuesto como obispo, se cierra el bucle y se puede dar por finiquitada, en la Iglesia jerárquica española, el modelo del “pueblo de Dios” (diálogo, apertura, aconfesionalidad, corresponsabilidad de los laicos, Iglesia samaritana, opción por los pobres y tantas otras cosas). Volvemos al modelo piramidal disfrazado de la trinchera, de la condena, del no, de la autoridad y de la uniformidad.

Eso, traducido al lenguaje de los fieles a la Iglesia y a su magisterio, significaría que con Monseñor Munilla en San Sebastián, la Iglesia Católica en España abandona definitivamente cualquier tendencia a seguir caminando por un camino peligroso, cuyos resultados pastorales han sido nefastos. En realidad yo no creo que este nombramiento en concreto cierre nada. La práctica totalidad de los nombramientos episcopales en España de los últimos diez años hacia acá han ido en una misma línea. El hecho de que don José Ignacio vuelva a su tierra como pastor no cierra nada en España. Más bien abre definitivamente las puertas a que las regiones donde el nacionalismo ha causado estragos no sigan sufriendo episcopados escorados hacia esa tendencia política.

El que Cataluña sea la región española con menos práctica religiosa entre los católicos y el que las Vascongadas hayan pasado de ser una fuente inagotable de vocaciones a un auténtico erial, son las piedras que gritan ante el silencio eclesial de muchos. No era normal que el cambio de tendencia episcopal en España no encontrara reflejo en las iglesias locales catalanas y vascas. Monseñor Munilla es una pieza más en ese engranaje del que ya forman parte monseñor Iceta, monseñor Saiz Meneses, Monseñor Casanova…

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