Parece que la cosa va de evangelizar
La Iglesia nos pide que evangelicemos. El Papa nos pide que evangelicemos. Varios cardenales y obispos nos piden que evangelicemos. Y, de hecho, Jesucristo nos pidió que evangelizáramos, que hicieramos discípulos en todas las naciones. Por no hablar de que San Pablo fue quien afirmó aquello de “Ay de mí si no evangelizara” (1ª Cor 9,16).
Benedicto XVI ha creado incluso un nuevo órgano curial llamado “Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización". Lo hizo a través del Motu Proprio Ubicumque et semper, que empieza afirmando: “La Iglesia tiene el deber de anunciar siempre y en todas partes el Evangelio de Jesucristo“.
He de reconocer que no tengo muy claro por qué se le llama nueva evangelización a algo que la Iglesia viene haciendo, con mayor o menor intensidad, desde hace 20 siglos. La evangelización siempre es novedad porque al fin y al cabo lo que anunciamos es la Buena Nueva de la salvación que Dios ofrece a los hombres en Cristo. Y es evidente que cada generación requiere ser evangelizada, porque Dios no tiene nietos sino hijos. Es decir, en el término evangelización va incluido lo de “nueva". Aun así, si la Iglesia lo quiere llamar así, sólo me queda decir amén.