6.06.19

La Iglesia debe pedir perdón a los gitanos

“Este hombre no se entera", señala D. Luisillo Sabihondillo, presidente de la Asociación de Lectores Desencantados. “Precisamente hace tres o cuatro días, el Papa ya pidió perdón a los gitanos. Esto no es un blog ni es nada. ¡Que nos devuelvan el dinero!".

Con todo el respeto hacia don Luis, a quien tanto aprecio, especialmente por su inexistencia, conviene señalar que, como decían los escolásticos, pensar es distinguir. Es cierto que el Papa pidió perdón a los gitanos, pero me atrevo a sugerir que, quizá por provenir de un país donde hay muchos menos gitanos que en España, pidió perdón por lo que no debía y no pidió perdón por lo que la Iglesia, en efecto, debería pedir perdón.

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30.05.19

Solo un vaso de agua

Ayer tuve que traducir un texto en el que aparecía el subjuntivo del verbo satisfacer y me vino a la memoria, imparable como las magdalenas de Proust, el recuerdo de cuándo aprendí a conjugar ese verbo. Me acordé del día en que sucedió y del profesor que me enseñó a hacerlo, hace casi treinta años, explicándonos pacientemente que satisfacer provenía del verbo hacer (satis facere, hacer lo suficiente) y, por lo tanto, se conjugaba como él: haga, hiciera > satisfaga, satisficiera.

Es un detalle pequeño y podría decirse que insignificante, pero ha hecho que me quedara pensando en lo incalculables que son el bien y la verdad, en su fecundidad insospechada. Un sencillo bien hecho a una persona o la enseñanza de una pequeña verdad, quizá con la sensación de que no sirven de nada porque nadie los aprecia o nadie está prestando atención, pueden dar fruto un cuarto de siglo después.

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13.05.19

¿Dónde están tus cicatrices?

“Un hombre sabio dijo en cierta ocasión que, cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo, nuestro Señor nos mirará fijamente y preguntará: ‘¿Dónde están tus cicatrices?’. Si respondemos que no tenemos cicatrices, nos lo reprochará, diciendo: ‘¿Es que acaso no había nada por lo que mereciera la pena luchar?’.

Mis queridos amigos, creo que hay algo por lo que merece la pena luchar. La causa de la vida es digna de que luchemos por ella; la causa de Cristo es digna de que luchemos por ella. Cumplamos nuestro deber y sigamos adelante, con decisión, determinación y a pesar de los obstáculos, de modo que algún día podamos enseñar a Cristo nuestras cicatrices”.

Mons. Fabian Bruskewitz, obispo emérito de Lincoln (Nebraska, Estados Unidos), en un acto de Human Life International

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8.05.19

Jesús no fue un hombre bueno

“¿Acaso leemos alguna vez que se encontrara con una viejecilla que subía una cuesta llevando una pesada carga y se ofreciera a llevársela? ¿Se tiró alguna vez al agua para salvar una vida? ¿Hemos oído decir, por lo menos, que repartiera dinero a los hambrientos? ¿Iba de un lado a otro consolando a los enfermos y animándolos? No, no hay ningún indicio de nada de eso. No se tiró al agua, caminó sobre el agua. Cuando la gente tenía hambre, no repartió dinero, repartió pan multiplicado misteriosamente. No consoló a los enfermos, los curó”.

Ronald Knox, El credo a cámara lenta

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Durante al menos un par de siglos fuera de la Iglesia y aún hoy “dentro” de ella entre los que han perdido la fe, ha estado de moda considerar a Jesús como un gran hombre, un hombre bueno, quizá un revolucionario al estilo del Che Guevara, un maestro moral como Confucio, o, para cubrir todas las posibilidades, un revolucionario moral. De forma más ramplona, a veces se le considera un filántropo o, simplemente, un progre avant la lettre. Si algo tienen en común estas ideas es su carácter completamente inverosímil. Hace falta mucha más fe para creer en ellas que para creer en la divinidad de Cristo.

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4.05.19

Acusaciones de herejía contra el Papa

El pasado 30 de abril, un grupo de clérigos e intelectuales católicos publicó una carta abierta en la que se afirmaba que nos encontramos en “una de las peores crisis en la historia de la Iglesia Católica”.

En los días posteriores, el número original de diecinueve firmantes ha crecido hasta superar el medio centenar. Entre estos firmantes se encuentran los sacerdotes Thomas Crean OP y John Hunwicke y los catedráticos Matteo d’Amico, María Guarini, Robert Hickson, Paolo Pasqualucci, Anna Silvas, Claudio Pierantoni, Robert Cassidy y W. J. Witteman. Destaca la presencia del P. Aidan Nichols OP, uno de los más importantes teólogos ingleses en la actualidad.

A diferencia de anteriores textos críticos con ciertos desarrollos doctrinales recientes, que presentaban súplicas, peticiones, declaraciones o correcciones filiales al Papa, esta carta va más allá y plantea una acusación: “Estamos acusando al Papa Francisco del delito canónico de herejía”, una acusación que, según los mismos autores, es un “paso extraordinario”. Se advierte, sin embargo, que esto no iría en contra de las promesas de Cristo y la indefectibilidad de la Iglesia, ya que la acusación de herejía no se refiere a pronunciamientos papales infalibles, que el Papa Francisco no ha realizado en ninguna ocasión. Lo contrario “sería imposible, ya que sería incompatible con la guía dada a la Iglesia por el Espíritu Santo”.

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