Se ha cumplido mi alegría
Siguiendo una tradición que ya es casi inmemorial, traigo al blog un sonetillo pascual para felicitar a los lectores en este día que es mejor que cualquier otro día del año.
12.04.20
Siguiendo una tradición que ya es casi inmemorial, traigo al blog un sonetillo pascual para felicitar a los lectores en este día que es mejor que cualquier otro día del año.
8.04.20
Para celebrar la absolución del Cardenal Pell de los cargos que pesaban contra él y su liberación, vuelvo a traer al blog un artículo que escribí hace más de diez años y que, visto lo visto, no dejaba de tener un cierto tono profético:
Me ha encantado leer que el Cardenal Pell, de Sydney, va a participar en el Primer Festival de Ideas Peligrosas en Australia. Me ha parecido extrañamente apropiado, porque no hay nada más peligroso que el cristianismo. La fe católica puede ser odiada, despreciada, rechazada, amada o admirada, pero quien la considere algo aburrido, intrascendente o rutinario no tiene ni la más mínima idea de lo que es el cristianismo o sólo se ha encontrado con cristianos de pega. Será como el que dice que una víbora es muy mona o que un león es hogareño: o habla por hablar o lo que él llama víbora y león son, en realidad, muñecos de peluche.
No hay idea más peligrosa que la Encarnación, porque coloca al mundo cabeza abajo. En lugar de un Dios o, más bien, una Fuerza absoluta e impersonal en lo alto, que lo fundamenta todo pero a la que no le importa nada, y unos insignificantes seres humanos en la tierra, que hoy están vivos y mañana vuelven al polvo, en lugar de un universo que evoluciona sin saber muy bien hacia dónde o de un eterno retorno por el que todo es siempre lo mismo, los cristianos nos encontramos con un universo trastocado. Dios se hace pequeño, lo inmortal se hace mortal, lo Abstracto resulta ser Alguien. Y, de la misma forma, los insignificantes seres humanos están llamados a ser hijos de Dios, los mortales reciben la inmortalidad, los hombres falibles se atreven a decir que conocen la Verdad y el sinsentido de la vida se desvela como parte del Plan de Dios. Hasta el más mínimo aspecto de la vida queda transformado.
25.03.20
Como sabrán algunos lectores, a principios de este mes publiqué un libro titulado Oraciones cotidianas que vuelven el mundo del revés. Se trata de una serie de reflexiones sobre oraciones tradicionales de todos los días, como el padrenuestro, el ángelus, el rosario, el gloria al Padre, las jaculatorias o el sencillo amén, entre otras, que intenta ayudar a hacer oración con ellas y a descubrir su inmensa profundidad.
A fin de cuentas, son las oraciones que más rezamos y, por lo tanto, merece la pena aprender a rezarlas bien. Es un desperdicio pasar por ellas sin pensar y aprovechar lo que se está diciendo. Como sagazmente señalaba una lectora, la idea es aprender a recitar estas oraciones con “la humildad de una niña tomada de la mano de su Padre”. Hasta ahora, a los lectores parece haberles gustado bastante.
Digo todo esto porque me he dado cuenta de que había olvidado repetir algo que es especialmente relevante en estos tiempos de epidemia y cuarentena: si alguno tiene interés en leer el libro, pero por cualquier razón no puede comprarlo, que me lo diga y estaré encantado de pedir a la editorial que se lo envíe en formato electrónico pdf, epub o mobi. A fin de cuentas, el libro se escribió para ser leído, no para algo tan poco importante como ganar dinero con él. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis (o, si a alguien no le gusta recibir cosas gratis, puede pagarlo con una oración y así seré yo el que quede en deuda con él).
23.03.20
Desde el deísmo de los viejos enciclopedistas de la Ilustración, se puso de moda vivir etsi Deus non daretur, como si Dios no existiera o no fuera evidente. Cualquier niño que hubiera estudiado el catecismo podría haber predicho que las consecuencias no serían buenas. Dejando a un lado guillotinas y revoluciones, uno de los efectos más curiosos fue que, una vez que la gente se acostumbró a vivir como si Dios no existiera, sin darse cuenta terminó viviendo también etsi mors non daretur, como si la muerte no existiera.
En las sociedades antiguas, la muerte siempre estaba presente. El arte, el pensamiento, la religión y la vida cotidiana ofrecían un constante memento mori, a veces sombrío, en ocasiones macabro y, en el mejor de los casos, esperanzado, pero siempre presente. Desde hace algo menos de un siglo, sin embargo, la muerte prácticamente ha desaparecido de la vida social y del pensamiento. Al desaparecer Dios de la escena, dejó de haber respuesta para el gran enigma de la muerte y no hay nada que resulte más incómodo y embarazoso que un enigma sin respuesta.
19.03.20
Estos días, la ciudad china de Wuhan está en boca de todos. En ella surgió, no se sabe muy bien cómo, el virus que ha sembrado el pánico por el resto del mundo y que, por primera vez, ha hecho que se suspenda el culto católico público en multitud de diócesis de Europa y América y hasta que se cierren las iglesias. Sin duda, una distinción suficiente para que aparezca en los libros de historia de la Iglesia.
No es, sin embargo, la primera vez que Wuhan aparece en un lugar destacado en la historia de la Iglesia. Como señala Riposte Catholique, en Wuhan se ordenaron los primeros obispos chinos “patrióticos”, es decir, los primeros que habían sustituido la obediencia al Papa y a la Iglesia por el sometimiento al Partido Comunista chino.
El 13 de abril de 1958, dos franciscanos chinos, Bernardin Tong Guang-quing y Marc Yuan Wen-hua, fueron consagrados obispos de la “Iglesia patriótica”. La Asociación Patriótica Católica China había sido creada el año anterior por la Oficina de Asuntos Religiosos del gobierno chino con el objetivo de domesticar el catolicismo y convertirlo en un órgano más del omnipresente Partido Comunista, desgajándolo de sus lazos con la Iglesia universal. La creación de este absurdo (un catolicismo no católico) fue desencadenada por el reconocimiento por la Santa Sede de Taiwán en 1951 y la consiguiente ruptura de relaciones diplomáticas por parte de la China comunista en represalia.
Bruno M. es laico y ha sido bendecido por Dios con tres hijos y una esposa mucho mejor de lo que merece. A pesar de su escasa habilidad literaria, se empeña en ofrecer al mundo sus ocurrencias sobre todo y nada en este blog, siempre desde la fe católica y la razón. También colabora regularmente con Radio H.M. Para purgar sus pecados, forma parte del Consejo de Redacción de InfoCatólica.