Antropolatría: la fe del Anticristo
El hombre es el centro. La persona es el centro.
«¡Qué distinto sería el mundo si el hombre fuera el centro!». Esto lo he escuchado yo en un programa religioso de la COPE esta misma semana.
«Hay que crear una nueva economía en la que la persona esté en el centro». No hay que inventar una economía de Francisco, sino la economía de Dios: «hay que buscar el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura». Hay que crear un mundo, una economía, una educación, una cultura en la que Dios sea el Centro. En la que Cristo sea todo en todos: porque ya «no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro o escita, siervo o libre, porque Cristo lo es todo en todos».
El hombre lleva siendo el centro desde finales del siglo XV: desde que el Renacimiento sustituyó el teocentrismo «medieval» por el antropocentrismo moderno. El hombre, centro de todas las cosas…
Antes, el centro era Dios y la vida seguía el ciclo del año litúrgico y el de las estaciones y el de los sacramentos: la siembra, el cuidado de las tierras y la recolección de la cosecha; el nacimiento, el crecimiento y la muerte… Nacíamos y nos bautizaban, crecíamos y aprendíamos el catecismo y hacíamos la primera comunión y luego nos confirmábamos; llegada la edad adulta, nos casábamos o nos ordenábamos sacerdotes; y teníamos hijos a los que bautizábamos para que fueran al cielo en gracia de Dios. Y alcanzada la ancianidad, nos preparábamos para ir al cielo con la unción de los enfermos. Y durante toda la vida, que es camino hacia el cielo, caíamos en el pecado y nos confesábamos para ir creciendo en gracia y santidad. Y la vida en el pueblo y en la parroquia celebraba el adviento, la navidad, la cuaresma con su ayuno, la Semana Santa, el tiempo de pascua y el tiempo ordinario. Y la muerte, aunque dolorosa, estaba llena de esperanza porque la muerte era encuentro con Dios. Y la familia «encargaba» misas por sus difuntos, porque creían en la vida eterna y que había un cielo, un infierno y un purgatorio. Y rezar y ofrecer misas por los difuntos eran obras de misericordia y una manera de expresar amor y gratitud hacia nuestros antepasados; y confiábamos en que nuestras oraciones contribuirian a que Dios se apiadara de esos seres queridos y los llevara a su gloria.
Pero el hombre se endiosó y decidió adorarse a sí mismo. Y quiso construir el cielo en la tierra y olvidarse de Dios, de los sacramentos, del cielo y del infierno. Y dijo «no hay más allá y si lo hay no me interesa». Y se puso a idear utopías de hombres sin pecado original que podían vivir como hermanos, sin necesidad de Dios ni de sacramentos ni de la gracia. «Nos salvaremos solos. Construiremos un mundo donde todos viviremos como hermanos; todos libres e iguales; sin religiones, sin dioses. Lo único importante es el amor», dicen los muy necios. «Se acabó el pecado. Ya nada es pecado. Tenemos derecho a pecar. Y si hubiera un dios, seguro que nos lleva a todos al cielo y que no habrá infierno».
«Creemos un mundo nuevo. La ciencia nos salvará de la muerte y de la enfermedad y del dolor. La técnica nos hará felices: teléfonos, internet, coches… Viviremos más años. Tal vez lleguemos a preservar nuestra consciencia en máquinas y así viviremos para siempre y seremos como Dios.»
Y el hombre se creyó Dios. Y ese hombre infame, sacrílego y blasfemo; ese hombre de perdición que se cree causa de sí mismo, causa primera de todo; ese hombre soberbio entró en el Templo Santo y, como se cree más que Dios, se puso a cambiar la doctrina, la moral, los sacramentos, la liturgia… Porque el hombre de perdición se cree que todo es obra suya, que todo es obra del hombre y que como él mismo es Dios puede hacer una religión nueva en la que solo haya cielo; en la que todos se salvan (aun los no bautizados, aun los impíos y ateos); en la que Cristo no es el centro, porque Cristo es motivo de división. Tenemos que hacer una nueva religión que abarque a todos, inclusiva, pacifista y sostenible, y que agrade a toda la humanidad. Y para eso, Cristo estorba. Porque si decimos que no hay otro Dios que Jesucristo, los hombres de otras religiones quedan excluidos u obligados a reconocer la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y convertirse y bautizarse.
Pero la nueva religión no quiere hacer proselitismo, sino que proclama que todas las religiones son distintos caminos hacia la misma meta del cielo. «Nuestro mundo necesita con urgencia volver a encontrar la armonía», dicen (como si eso fuera posible antes de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo). «La condición de criaturas que compartimos instaura una comunión, una auténtica fraternidad. Todos somos hermanos porque todos somos hijos e hijas del mismo cielo». Por eso todos pueden comulgar, porque todos somos hermanos como criaturas hijas del mismo cielo. Pero la comunión ya no es en Cristo, sino en nuestra pura condición de hombres, de puras realidades biológicas miembros de la misma especie homo sapiens, sapiens.
Y para esa fraternidad, Cristo estorba porque es piedra de tropiezo y roca de escándalo:
«No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa». Mateo 10, 34-36.
Y la nueva religión quiere cambiar a Cristo por el hombre; pero el hombre como criatura tiene la naturaleza caída por el pecado original y necesita la redención que solo Cristo nos puede dar. Porque no hay otro Salvador fuera de Jesucristo. Y Jesucristo es la Hostia Consagrada en la Santa Misa. Y toda rodilla se ha de doblar ante Cristo, ante la Santa Hostia, que es Cristo muerto y resucitado. Y solo cuando toda rodilla se doble ante Cristo; solo cuando todos se bauticen y crean en Cristo habrá una verdadera fraternidad y verdadera paz. Hasta entonces, no habrá paz en el mundo y todo intento de paz fuera de Cristo es necedad y locura.
La antropolatría entró en la Iglesia Santa y determinó que el Papa es Dios en la tierra. Y que el Papa puede cambiar la fe y hacerla agradable al mundo moderno. La antropolatría cree que el Papa puede cambiar todo lo que al mundo le resulta desagradable e inapropiado: que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar y considerarse en gracia de Dios, aunque vivan en público adulterio; que se puedan casar los homosexuales; que las mujeres puedan ser ordenadas diaconisas o sacerdotisa; que todo el mundo pueda comulgar en la misa y no sea preciso confesarse ni estar en gracia de Dios ni siquiera estar bautizados. Porque pretenden que la comunión sea signo o símbolo de fraternidad entre todos los hombres por ser hijos del mismo cielo: simplemente por pertenecer a la misma especie biológica. Pretenden que el pan que comulgamos no sea verdaderamente Cristo. Porque no tienen fe en la presencia real de Cristo en la Hostia Santa. No tienen fe en Jesucristo. Tienen fe en el hombre, en la persona, que por sí misma y con sus solas fuerzas construirá un paraíso en la tierra donde todos seremos hermanos, sea cual sea la religión que profesan, la lengua que hablan o la cultura en la que han nacido.
La papolatría es una forma de antropolatría: el hombre puede cambiar la religión a su gusto y todo lo que diga el Papa lo dice Dios. Y el Papa puede cambiar la doctrina y la fe y la moral y la liturgia… Y el Papa es impecable y santo siempre… Pero esa no es la fe católica. Según nuestra fe, el Papa y los obispos están al servicio de la fe: son siervos de los siervos de Cristo y no monarcas absolutos capaces de edulcorar la fe o de cambiarla al servicio de un nuevo orden mundial y de una religión universal sin Cristo. Los impíos no quieren destruir la Iglesia, sino adulterarla: cambiar el culto a Cristo por el culto a la persona. Darnos el cambiazo: quitarnos a Dios y poner en su lugar al hombre autónomo y soberbio sin Dios. Los impíos están profanando el altar de Cristo con sus sacrilegios y sus blasfemias. Y yo, mientras tenga vida, voy a combatirlos por la gracia de Dios. ¡Ojalá pudiera dar mi vida por Jesús Sacramentado!
Creo en un solo Señor, Jesucristo, verdaderamente presente en el Pan y en el Vino Consagrados en la Santa Misa. Y creo que no hay salvación fuera de Jesucristo y de su Iglesia Santa. Cristo es Dios: un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
Y termino con las palabras con las que Pío XI comienza su encíclica Quas Primas:
En la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, analizábamos las causas supremas de las calamidades que veíamos abrumar y afligir al género humano.
Y en ella proclamamos Nos claramente no sólo que este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.
Por lo cual, no sólo exhortamos entonces a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.
Sólo Cristo puede salvarnos y la Iglesia es el arca de salvación.
¡Viva Cristo Rey!
53 comentarios
"[...]Si pudiese suceder que la tolerancia de una multitud de cultos extinguiese toda antipatía entre los diversos sectarios seria únicamente porque engendra esa fatal indiferencia que no se diferencia casi en nada del ateismo, y es casi siempre su preparación.[...]"
El fondo es una gran falta de fe. Apostasía de la élite que arrastra con ella a millones de incautos.
___________________________________
Pedro L. Llera
Para eso escribo, para consolar al Pueblo de Dios, al pequeño remanente que anda como oveja sin pastor: desorientados, perdidos, afligidos en medio de esta trágica tribulación que nos tiene desolados.
Si se acude a la iconografía los pantocrátores que se ven son medievales u ortodoxos, ya que éstos han seguido representándolos, pero en el Occidente Cristiano a partir del Renacimiento se pintó muchos crucificados, muchos episodios de la vida de Jesús e incluso la Resurrección, pero ese Jesús que vendrá a juzgar a vivos y muertos que el Pantocrátor representaba tan bien en toda su Majestad, no volvió hasta que Pío XI instauró esa fiesta en 1925, tres años después de que le eligieran Papa.*
*Muy atrevida he sido porque sin leer la encíclica he hecho la suposición de que esta encíclica y la instauración de la Fiesta de Cristo Rey estaban conectadas, pero ahora que la he leído veo que fue así. Y probablemente fue así porque Pío XI había llegado a la Cátedra de Pedro en 1922 y ésta fue su primera encíclica, dados los vientos que sacudían el mundo en esa época y la horrenda experiencia de la IGM en el que los imperios se volvieron locos, no es raro que viera la necesidad de volver a recordarnos el cristocentrismo. Por desgracia no le hemos hecho mucho caso. El periodo de entreguerras que le tocó vivir como Papa fue muy convulso y no hacía falta tener espíritu profético, que no digo que no lo tuviera, para ver lo que se nos venía encima.
Hubiera sido inconcebible hace tan solo unos años que tuvieramos que ver cómo intentan cambiarnos los objetivos de la fe, que tengamos que sufrir insultos y desprecios desde las mismas jerarquias, que ellos mismos inciten al pecado y no a la santidad, a dudar de la verdad de las Palabras del mismo Xto y padecer los cambios que hacen alegremente de las escrituras, etc... Y lo que es peor. Hasta quienes estan en desacuerdo con el curso que llevan las cosas, todavia nos piden silencio como respeto a estos falsos pastores como si los herejes fuesemos nosotros.
¿A quien le puede sorprender las apostasias masivas de alemanes, sudamericanos y catolicos en general? ¡Hace falta una fe de hierro para seguir creyendo en esta iglesia que nada tiene que ver con la fundada por Xto. en la que el objetivo era adorar a Dios y salvar el alma!
¡¡¡Ideologias y politica para el Cesar pero que a Dios, no le cambien una sola coma de su mensaje!!!
¡Muchas gracias P.L.Llera por su valentia!
Pero centro escuálido, anémico, por más que su histeria de psicópata lo convenza de ser rey. Porque de inmediato su orgullo lo perdió en el racionalismo-nihilista-ateo en el que renegó de la verdad de la realidad, de sí mismo y del universo que lo rodea y sostiene.
“Va a la perdición” (Apoc.) por el adulterio, el asesinato de sus hijos, la homosexualidad, la droga, el terrorismo, las dos guerras mundiales, y la tercera, nuclear, que lo amenaza.
Despeñado por el precipicio de las negaciones, el error penetró en la Iglesia, y la asola. Por eso Dios nos envía a Su Madre para suplir la incapacidad de la Iglesia en su dimensión humana de contener el mal que desde hace varios siglos avanza, sin que nadie pueda oponerse a él.
Porque sólo a María Inmaculada, que jamás conoció la esclavitud al demonio, ha confiado Cristo la Misión de pisar su cabeza. Claro que se resiste abiertamente a María, dentro y fuera de la Iglesia. Hay una consigna explícita e implícita: de María no se habla; del triunfo de Su Corazón Inmaculado en el mundo, tampoco; de sus Apariciones desde La Salette, Lourdes y Fátima hasta las actuales, silencio total.
Por eso, para derribar el orgullo satánico, viene la tribulación purificadora que ya ha comenzado. El mundo tambalea, la moderna Babilonia se derrumba.
Porque no hay Iglesia sin María, ni Cristo sin María.
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”
Y el Rey les responderá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo”.
Y lo que decía San Ireneo en el siglo II: "La gloria de Dios consiste en que el hombre viva, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios" (Adversus Haereses, Libro 4, 20).
No creo que la intencion de tu comentario sea un error aunque es una reduccion como la de que los Mandamientos se resumen en 2, amar a Dios y al projimo como a ti mismo que en realidad engloba el cumplimiento de los diez, uno por uno.
Entendido el hambre y la sed tambien es hambre y sed de Dios, ser forastero e ir desnudo puede ser tambien la falta total de fe y estar enfermo y preso incluye del pecado. En el hombre, no solo el cuerpo tiene sus necesidades si no que tambien el alma tiene las suyas.
Ciertamente que la afirmacion de San Ireneo a la que haces mencion
de que la vida del hombre consiste en la vision de Dios, aclara que tu intencion no fué reduccionista pero crei necesaria esta puntualizacion ya que no faltan quienes se agarran a un clavo ardiendo con tal de tergiversar la Palabra de la escritura a su antojo.
Un saludo
No pueden ser Iglesia verdadera, pues no sirven al mismo señor, al que han traicionado de manera manifiesta. ¿Serán declarados fuera de la Iglesia aunque sea a título póstumo?
Si hemos de obedecer antes a Dios que a los hombres (incluido el que se sienta en la silla de Pedro), no podemos obedecer a esta jerarquía (no todos traicionan a Cristo) que sirve a otro señor ni estar deacuerdo con sus enseñanzas morales.
Hay que resolver el dilema.
«El humanismo laico y profano ha aparecido en toda su terrible estatura y, en un cierto sentido, ha desafiado al Concilio. La religión del Dios que se ha hecho hombre se ha encontrado con la religión –porque tal es– del hombre que se hace Dios. ¿Qué ha sucedido? ¿Un choque, una lucha, una condenación? Podía haberse dado, pero no se produjo.
La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio… El descubrimiento de las necesidades humanas ha absorbido la atención de nuestro sínodo.
Vosotros, humanistas modernos, que renunciáis a la trascendencia
de las cosas supremas, conferidle siquiera este mérito, y reconoced nuestro nuevo humanismo: también nosotros –y más que nadie– tenemos el culto del hombre».
Pablo VI, alocución pronunciada el 7 de diciembre de 1965 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, durante la sesión pública con que se clausuró el Concilio Vaticano II.
Palabras de San Pablo comentadas como sigue por San Vicente de Lerins en el nº 8 del antiquísimo (siglo V) Commonitorium:
“La autoridad del Apóstol se manifestó entonces con su más grande severidad: aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema (Gal. 1, 8).
¿Y por qué dice San Pablo "aun cuando nosotros mismos", y no dice "aunque yo mismo"?
Porque quiere decir que incluso si Pedro, o Andrés, o Juan, o el colegio entero de los apóstoles, anunciasen un Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema."
Lo mismo que se afirma de Pedro en el Commonitorium vale para los sucesores de San Pedro, sea Francisco o cualquier otro.
Lo mismo que se afirma del colegio entero de los apóstoles en el Commonitorium vale para el colegio entero de los obispos.
Por lo tanto, rechacemos el culto del hombre proclamado por Pablo VI y aferrémonos a lo que la Iglesia hizo y enseñó siempre.
Pues bien, la finalidad de la fiesta se explica con mucha claridad en la encíclica Quas primas:
“La celebración anual de esta fiesta recordará también a los Estados que el deber del culto público y de la obediencia a Cristo no se limita a los particulares, sino que se extiende también a las autoridades públicas y a los gobernantes.
[…] Porque la realeza de Cristo exige que todo el Estado se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos en la labor legislativa, en la administración de la justicia y, finalmente, en la formación de las almas juveniles en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres.”
¡¡¡Que viva Cristo Rey!!!
Se auto-redujo a “cosa” intrascendente arrojada entre los guijarros, plantas y faunas.
No obstante lo domina el orgullo de “ser” una nada irracional, nihilista, atea.
La atrofia de sus facultades intelectuales y volitivas satisface su odio al ser, a la verdad, a la realidad, a la creación y a su máximo exponente: el hombre espiritual.
Dios concibió y creó al hombre a fin de que el Verbo se Encarnara de María Virgen como Hombre-Dios y asumiera en Sí todo lo creado: ángeles, hombres y cosmos (Col 1, 15-17).
Ahora bien, nuestra condición verdadera será puesta de manifiesto cuando Cristo se manifieste (Col 3, 4).
Entonces habrá concluido el tiempo de nuestro “hombre viejo del pecado” que hoy toca a su fin, y se manifestará nuestro “hombre nuevo” dado a luz por María mediante su Aurora que irradia la Luz transfigurante de Cristo.
El suicidio ontológico de los seguidores del pensamiento moderno los extinguirá.
Por eso es necesario que los cristianos asuman la consciencia de que el universo es parte del Reino que Cristo sembró aquí en la Tierra como grano de mostaza. Que la Tierra y el cosmos entonan un mismo canto de gloria al Creador, mientras los hombres llevamos adelante la misión eminente de señores que deben responder a su Señor.
Así, el Principio que orienta al cosmos hacia la Tierra y a ésta al Reino, es un Principio Geo-Teocéntrico que alienta la creación hasta los confines ignotos.
Pongamos a Dios en el centro y nos enalteceremos.
_________________________________
Pedro L. Llera
Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus.
Váyase usted a escardar cebollinos.
Si te educas con tus padres y tus abuelos, y los míos murieron ancianos viviendo yo con ellos, sus vivencias se hacen tuyas y forman una base estupenda si quieres estudiar historia. Mis abuelos tenían amigos y los niños no hablaban cuando lo hacían los mayores, podían, eso sí, preguntar si algo les llamaba la atención.
Así que hace poco una nonagenaria me dijo algo que ya sabía: que mis abuelos en tiempos de la II República colgaban una gran sábana blanca del balcón donde ponía: ¡Viva Cristo Rey! cuando, sin ellos saberlo, todavía coleaban en México los efectos de la Guerra Cristera.
Es decir, que los efectos de la Encíclica Quas Primas se notaron en todos los católicos tradicionales a pesar de que las comunicaciones, más aún en un pequeño pueblo, no eran como las de hoy, pero mi abuelo compraba "El Debate" y tampoco estaba en la inopia. Sé que periódicos leían mis abuelos paternos y maternos y conozco lo que pensaban, con lo que retrocedo en el tiempo tanto que es como si tuviera 180 años. Ya nadie podrá hacer eso y le doy gracias a Dios por haber sido de las últimas.
Por eso ¡Viva Cristo Rey! se convirtió en su lema de combate contra los enemigos de la Iglesia. Cuando, en cambio, en el siglo XIX ese grito había sido ¡Viva la religión!
Por eso nuestros mártires de la Cruzada de 1936 llevaban todos el grito de ¡Viva Cristo Rey! en sus corazones, y tantos de ellos murieron con ese grito en sus labios.
Por eso los requetés y muchos otros héroes ganaron la Cruzada de 1936 con ese grito de combate.
Por eso, gracias a la gloriosa victoria de 1939, se restableció en España el reinado social de Cristo.
"Sagrado Corazón de Jesús, Corazón del Dios-Hombre, Redentor del mundo, Rey de reyes y Señor de los que dominan. España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este Trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la península."
Pero ya entonces en 1965, con el impulso nefasto del concilio Vaticano II, los hombres de Iglesia comenzaban a mitigar, oscurecer y finalmente olvidar la doctrina de Cristo Rey. Y en España llegaron a favorecer la apostasía constitucional de 1978, que hoy todavía siguen apoyando.
Para terminar, me permito señalar que el diario "El Debate", a diferencia de la prensa tradicionalista, nunca se significó por la exaltación de Cristo Rey. Mientras que sus sucesores democristianos tuvieron mucho que ver con la apostasía constitucional de 1978.
_____________________________________
Pedro L. Llera
Y dale con la teocracia... Una teocracia es Irán, donde los clérigos gobiernan. En España nunca hubo una teocracia. Ni nadie pretende que haya una teocracia. ¿Le suenan los Reyes Católicos, por ejemplo? Pues eso no era una teocracia. Era la monarquía tradicional hispánica, en la que el gobierno supedita sus leyes a la Ley de Dios. Por ejemplo, las leyes de indias.
________________________________
Pedro L. Llera
Que no, hombre, que no. Insisto: ¿Considera que el reinado de los Reyes Católicos fue una teocracia? ¿Y el de Carlos I y Felipe II? ¿Eran teocracias, según usted?
Y búsquese otro nick y no se auto proclame usted como San Francisco Javier, hágame el favor. Deje a San Francisco Javier en el cielo.
Pues mira, Urbel, mi abuelo, el carlista, leía el Debate y el que no lo era el ABC.
Dios haya perdonado a su abuelo carlista, quien debería haber leído El Siglo Futuro en lugar de El Debate, y lo tenga en su gloria.
Disculpe usted la broma, doña África. Toda mi simpatía para usted y su familia lectora de diarios en papel (vamos quedando pocos).
¡Menudos intolerantes San Ignacio, San Francisco Javier, Ribadeneyra y todos los jesuitas de entonces!
Menos mal que ahora disfrutamos de jesuitas modernos, inclusivos y tolerantes.
No del todo teocracias pero altamente influenciadas por la religión.
____________________________________
Pedro L. Llera
Es que antes de la ruptura que supuso el Renacimiento, la Reforma Luterana y la aparición del Liberalismo, era impensable vivir sin referencias a Dios.
“Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos beneficios y quedará vigente en innumerables monumentos históricos que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer.”
(León XIII, carta encíclica “Inmortale Dei”, n° 9.)
En la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, analizábamos las causas supremas de las calamidades que veíamos abrumar y afligir al género humano.
Y en ella proclamamos Nos claramente no sólo que este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.
1. Por lo cual, no sólo exhortamos entonces a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.
(Pío XI, Quas Primas)
Alguien que escoge un nick con el nombre de un santo es una persona que no merece ningún respeto porque él no la tiene, por lo que es fácil deducir de qué tipo de persona se trata.
Acabo de llegar del Santuario de Fátima. Los jueves, después del “rosario de las velas” que se reza a la noche en la Capilla de las Apariciones, se hace la exposición del Santísimo que posteriormente se lleva en procesión. Solo unas pocas personas, que tal vez no representaran ni un cinco por ciento de los allí presentes (que procedían de todo el mundo) se arrodilló ante la Hostia Santa, ni siquiera durante la bendición con la custodia. Muchas personas, varios cientos, portaban velas que, en determinados momentos (como en la bendición) elevaban hacia el cielo, en una especie de brindis que me recordó lo que se hace en los conciertos de rock. Anteriormente, durante la Santa Misa ya me había fijado que eran muy pocas personas las que se arrodillaban al llegar la Consagración. No pretendo con esto juzgar actitudes personales pero creo que, con independencia de que se trate de una vulneración de lo que prescribe el Misal, la Iglesia debería cuidar aquellos gestos que nos recuerdan que somos, por el bautismo, hijos de Dios al que, con todo nuestro ser, también con los gestos, “bendecimos, adoramos y damos gracias”.
“Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo…” (Lc 22, 41)
La condena a los católicos en Inglaterra las hacían los tribunales de Justicia del Reino y en el caso de México también porque tenían un código penal que lo permitía, unos eran anglicanos, ya que el rey era la cabeza de la Iglesia, y el otro era ateo y masón. Fuera de eso los tribunales de Justicia no juzgaban delitos religiosos porque la Ley Penal no los contemplaba . No dudo que los muchos reyes santos que ha habido en la Cristiandad estuvieran influidos por su cristianismo, por algo son santos, pero no se metían en camisa de once varas, luego, de teocracia nada. Para que haya una teocracia se necesitan leyes del tipo de la Sharía, lo más parecido a eso fue la Ley Calles cuyo código penal impedía la religión.
No es que Plutarco Elías Calles fuera masón y ateo, es que hizo unas leyes que se llamaban "Faltas y delitos religiosos" que se juzgaban en los tribunales penales. ¿Quieres que le llame a eso ateocracia?
El pesudo-hombre moderno es algo anómalo, un adefesio con capacidad de corromper y autodestruirse, porque aún cuando habla de “progreso”, lo entiende como disolución del mundo en que vive.
Los cristianos rechazamos al anti-hombre como un fantasma, cuya tarea es encomendada por el demonio; de él recibe su capacidad de dañar. Esos son los “derechos” que reclama.
La Aurora de María tiene la misión de arrojarlo de la Tierra.
Desde la Revolución francesa (y aquí en España con el paréntesis de Francesa somos esclavos de Satanás y sus esbirros, masones, sionistas y ahora reinventados en globalistas con su Gran Reinicio.
Y muchos aún se creen libres. Libres fueron los que dieron su vida en la Vendée, en Méjico y en la Guerra Civil por defender la verdad y oponerse al demonio.
Los demás no somos libres.
Si utiliza el nombre de un santo es, además, alguien que hace befa de la piedad católica.
Solución: borrarlo de la haz de la tierra.
Cuando se plantean estos temas recuerdo con gran alegría el Concilio Vaticano I especialmente la Constitución dogmática «Pastor aeternus»
Sobre la Iglesia de Cristo. Donde consta Capítulo 4 Sobre el magisterio infalible del Romano Pontífice, "Así el Espíritu Santo fue prometido a los sucesores de Pedro, no de manera que ellos pudieran, por revelación suya, dar a conocer alguna nueva doctrina, sino que, por asistencia suya, ellos pudieran guardar santamente y exponer fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe".
"El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables".
Como se advierte la Sabiduría del Espíritu Santo (esa Tercera Persona tan desconocida para nosotros) se ha manifestado precisando y asegurando que los Papas "pudieran guardar santamente y exponer fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe", en muy especiales casos, en Castellano Antiguo no todo lo que dice el Papa es DOGMA.
Viva Cristo Rey.
_________________________________
Pedro L. Llera
¡Viva Cristo Rey!
Daniel 9,27: a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
La masonería eclesiástica tiene que modificar las palabras de la consagración para evitar el milagro de la Transustanciación.
S. Alfonso Mª de Ligorio: El demonio procuró siempre abolir en el mundo la Misa por medio de los herejes, constituyéndolos precursores del anticristo, el cual, ante todo, procurará abolir (y abolirá de hecho) el Santo Sacrificio del altar en castigo de los pecados de los hombres.
Catecismo 675.
2ª Tesalonicenses 2.
Apocalipsis 13 y 14.
Non Nobis.
Non Nobis.
Todo lo que impida un poder universal que domine a todos puede ser el Katejón, y en ese sentido lo que se oponga al NOM puede estar haciendo esa función. El Anticristo debe dominar al mundo entero, no solo a una parte. En el siglo XX hubo gente que pensó que Hitler o Stalin podían ser el Anticristo, pero sus poderes no llegaban hasta el último confín del mundo y, además, no se presentaban como buenos sino que eran beligerantes. El Anticristo no tomará esa forma porque tiene que aparecer ante los ojos del mundo como mejor que Jesucristo, más misericordioso, más tolerante y con el poder de hacer milagros.
Yo, cuando oigo a muchos preguntarse por qué Dios consiente esto o lo otro y los que pretender acabar con el sufrimiento y se muestran tan amables con todos, tan benefactores y tan "científicos" que van a acabar con los males de este mundo, me echo a temblar porque eso es lo que el Anticristo va a decir y lo va a decir a todo el orbe hasta convencerlos.
Así que sacad las consecuencias de quién puede ser el Anticristo y, si hay poderes en este mundo que se opongan a esto, ellos pueden ser el Katejón.
La astronomía, la física, la biología, la matemática ignoran la naturaleza sacra que subyace en las realidades que tratan. No ocurría esto con los sabios del paganismo, ellos consideraban el saber como un privilegio de los dioses que ellos compartían.
El racionalismo moderno desmoronó esta concepción que terminaba en el misterio de las cosas; se orientó hacia la irracionalidad del nihilismo-ateo, y su ciencia sucumbió al mito de los prejuicios. Negó la capacidad de la inteligencia para conocer la verdad, luego negó la realidad del mundo que lo rodea y finalmente negó su propia realidad. Entró en la deriva de lo excéntrico, de lo absurdo con pretensiones de cordura.
El anti-realidad se constituyó en anti-hombre, se auto-destituyó del lugar central que el sentido común le asignaba, pero vociferó sus derechos de su no-realidad a entorpecer el crecimiento del Reino, echando escombros por doquier.
La nueva teoría heliocéntrica de Copérnico y de Galileo, lo convenció debía “liberarse del dogmatismo” medieval, optó por deambular como un pedrusco libre de ley, de principios morales o intelectuales. La Tierra era para él un minúsculo planeta que giraba alrededor del Sol.
Fue necesario que el anticristo insuflara en las mentes de los racionalistas la convicción de ser “algo” y algo importante, con derechos y con poder de tiranía. Sólo desde la visión escalofriante del misterio de iniquidad podemos concebir que el hombre que niega su propio ser y el del mundo que lo rodea, pretenda “obrar” contra el Reino de Cristo. La nada erigida en “algo”.
Tal la inconsistencia del antropocentrismo moderno.
En Apocalipsis 13 S. Juan indica que son dos bestias las que se han de manifestar antes de la Parusía o regreso de Jesucristo a la tierra, para poner fin precisamente al reinado de ambas bestias. Apocalipsis 19,20.
Si son dos bestias ha de haber Dos Katejon, u obstáculos que han de ser removidos o quitados. No puedo seguir relatando porque mi comentario seria censurado.
Daniel 9,27 y 12,11.
Non Nobis.
El derrumbe de la certeza de lo real ha debilitado el interés por lo que existe en cuanto cosa real y verdadera. Por eso, el universo ya no es contemplado, ni comentado siquiera. Hay una idea confusa respecto de él, suministrada por las mentes no menos confusas de astrónomos, físicos, y biólogos. Las brumas del escepticismo han interrumpido la afinidad ontológica entre el hombre y el mundo en que vive. Ha sido atraído por los “prodigios” de la técnica,deslumbrado por el consumismo, idiotizado por el bienestar que le es ofrecido a cada paso.
Parece tarea sobrehumana devolver a la inteligencia su natural vocación por lo real. Por lo real entendido como contexto vivo de la humanidad, como dimensión que prolonga su ser hasta entroncarlo con el cosmos a que pertenece y sobre el que debe actuar como hombre consciente de una misión que trasciende sus efímeras adhesiones a los productos de la técnica. “Si la sal pierde su sabor ¿quién podrá devolverlo?”.
Pero, no por ser sobrehumana tal tarea es imposible. El tiempo histórico del “hombre viejo del pecado”, a todas luces concluye en una hecatombe de su antigua condición de civilizado
. Por eso la Virgen es enviada por Su Hijo, a fin de tomarnos en sus Manos y ponernos en tierra firme. Para eso resplandece su Aurora de Luz de Gloria de Cristo que Ella irradia sobre la Iglesia, la humanidad y el cosmos, a fin de transfigurar la Creación.
Entonces podremos cerrar la brecha de oscuridad y de no-ser abierta por el anti-ser y anti-hombre presentes en el anti-cristo.
“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, vosotros os manifestaréis en gloria con Él” (Col 3, 4).
“Si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con Él…En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rom 8, 17-21).
Este es el universo en que vivimos, que nos pertenece y al que pertenecemos como culminación eminente, hombre-espiritu, hecho de la tierra (Gen 2, 7) a quien el Verbo Creador participó el señorío (Gen 2, 15).
La teoría heliocéntrica provocó un desquicio en la visión del hombre cristiano, bajo la astucia del demonio. Debe ser reorientada por un geo-teocentrismo cristiano, que hace del sistema solar una realidad subordinada a la razón de ser de la Tierra, enclave sacro del Reino que Cristo fundó en ella y sembró como grano de mostaza. El Universo todo se ordena a este Centro.
Aquí se introduce el Principio de Finalidad que, al igual que el Principio de Causalidad, es rechazado por el racionalismo-irracional.
Decirle a los científicos modernos que el sistema heliocéntrico está SUBORDINADO al SISTEMA TIERRA UNIVERSO, y que esta subordinación es una realidad científico-empírica, demostrada de modo irrefutable por los hechos, les derrumba gran parte del edificio construido en base a los prejuicios nihilistas-ateos, supuestos para los procesos del cosmos.
Desesperan ante esta afirmación que derriba sus pretensiones anti-hombre y anti-realidad. Una concepción coherente con las determinaciones de la ciencia, con el sentido lógico indiscutible que descubre en el universo un proceso de miles de millones de años orientado a constituir la Tierra en morada de la vida, en morada del hombre inteligente-moral, creador de la civilización, y como tal, centro eminente del universo que se conoce a sí mismo y tiene poder de decisión sobre el cosmos.
Los prejuicios obsesivos del racionalismo-irracional-nihilista-ateo han llevado al mundo moderno a su actual crisis terminal, por el asesinato de los hijos, de los ancianos y otros, por la homosexualidad, la droga, el terrorismo, el consumismo del bienestar, o por la guerra nuclear.
Ante una catástrofe universal en pleno desarrollo, la Misericordia de Cristo envía a Su Madre a despertar del sonambulismo del racionalismo-ateo, a reconocer la magnificencia de la realidad de la creación que se ha prodigado en procesos encadenados de modo armónico hasta dar a luz a nuestro planeta la Tierra. En el cual Cristo sembró el Reino como semilla de mostaza que crece, como levadura en la masa que fermenta.
“El Reino hace fuerza” nos enseñó Cristo, apremia, no espera, desalojará a los usurpadores.
Desde la Encarnación a la Ascensión, la Tierra recibió al Rey del Universo, lo alojó, alimentó, oyó sus Palabras, erigió Su Cruz y fue su Sepulcro, desde ella Ascendió al Cielo, a la diestra del Padre, y desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
No es necesario insistir.
Lo que pueda decirse de la condición eminente de la Tierra sobrepasa a la mente humana, será materia de la contemplación en la gloria eterna.
Pero, así como es bueno conocer la historia y razón que determinaron la construcción de un Templo, porque conociéndolas se acrecienta la piedad que en él se recoge, de modo semejante, es bueno conocer de modo sumario los procesos cósmicos que condujeron de modo admirable al universo a rematar en este fruto excelente que es el planeta Tierra.
En ellos debemos admirar el Designio divino, por tanto sean considerados en el orden sacro de la Providencia.
Es evidente que un principio rector ha alentado a la materia a conformar el sistema planetario solar, dentro del cual la Tierra resulta el planeta fundamental por la perfección de su conformación apta para la vida vegetal, animal, y humano-inteligente-moral, que ha florecido en la vida civilizada, la cual hizo posible la Encarnación y Redención.
De aquí cabe deducir que las demás órbitas planetarias previstas como resultado de una proporción matemática por la llamada “Ley de Titus-Bode” (matemático alemán el primero, astrónomo alemán el segundo, 1776 ), derivan de una razón cósmica, aún desconocida, por la cual la órbita de la Tierra es la órbita dominante que determina a las demás órbitas planetarias solares. Es la órbita fundamental del sistema planetario solar en razón de su necesidad absoluta para la presencia de la vida, la configuración más elevada del cosmos.
Finalmente, cabe afirmar que así como la Tierra rige el Sistema Tierra Sol, rige el Sistema Tierra-Universo, en virtud de la unidad y armonía intrínseca del Universo.
Esta cosmovisión cristiana comporta un amplio horizonte que comprende a todas las ciencias. Sus fundamentos últimos estallan en esplendores incesantes desde su realidad inteligible e inefable, participación del Verbo Creador.
Por lo tanto, el universo está orientado por sus leyes hacia la Tierra, centro sacro del Reino de Cristo entre nosotros; aquí lo fundó, en el cosmos que nos rodea, al que debemos extenderlo. Es nuestra misión.
Siendo así, corresponde colaborar a la astronomía, física, biología y matemática al conocimiento e investigación de las relaciones del cosmos con la Tierra, con la vida presente en ella, en particular con la vida del hombre-inteligente-moral, creador de la vida civilizada que conoce al cosmos y debe gobernarlo de más en más. Desde el átomo a las galaxias, desde la biología nuclear al hombre, es necesario comprender las relaciones del sistema Tierra-Universo.
No pueden las ciencias continuar bajo los prejuicios tendenciosos del i-rracionalismo-nihilista-ateo. No pueden negar lo que los hechos empíricos demuestran: que el universo es regido y orientado en la totalidad de los procesos vividos desde su inicio hace miles de millones de años hasta el presente, por un principio o ley geo-teocéntrico, cuyo término eminente es la Tierra. Por las condiciones fundamentales y complejas que la han dotado como albergue de la vida en sus diversos órdenes.
El sistema Tierra-Sol está subordinado al sistema Tierra-Universo, en tanto es parte fundamental inmediata de la generación de la Tierra, que es a su vez la determinante de las masas y órbitas planetarias solares, todas necesarias al conjunto del sistema.
La ley de la gravitación universal, descubierta por Newton, no basta para dar razón del sistema Tierra-Universo, cuyo principio o ley geo-teocéntrico aún no conocemos en su naturaleza astronómico-físico-biológica.
Las ciencias tienen su palabra.
Dios dotó al hombre de la inteligencia y voluntad, de la mente y el corazón, que iluminan el camino de crecimiento del Reino.
hornero (Argentina)
¡ARRIBA, ESPAÑA!...
Porque este nuevo ANIVERSARIO tiene aromas en los aires y sones rumorosos que nos dicen que un NUEVO TIEMPO HA COMENZADO.
12/10/20 9:53 PM
Hoy, cuatro años después, celebramos una vez más tan grande acontecimiento. Magna fecha en la que podemos y debemos proclamar desde estas nuevas tierras de María que no sólo son un Nuevo Mundo sino además signo profético del Mundo Nuevo que María trae con su Aurora, Luz de la Gloria de Cristo que irradia sobre la Iglesia, la humanidad y el cosmos.
Bajo la Soberanía de Cristo Rey del Universo la Tierra quedó constituida sede sacra del Reino, por cuanto obró en ella el Señor desde la Encarnación hasta su Ascensión.
Por lo cual entendemos que el universo todo se orientó desde su inicio a la constitución de la Tierra, movido por un Principio Geo-Teocéntrico, que culminó en ésta como su término y a su vez centro que irradia la Luz de Cristo sobre las profundidades de la materia y de los espacios siderales.
Desde la Tierra, Cristo asumió todo lo creado sobre Sí, ángeles, hombres y cosmos (Col 1, 15-17). En la Tierra fundó su Iglesia y le encomendó la misión de hacer crecer el Reino.
La cristiandad debe superar los límites de un heliocentrismo mal comprendido, y disponerse a abordar el universo como una extensión del Reino sembrado por Cristo en la Tierra.
Que el pensamiento moderno deponga su i-rracionalismo-nihilista-ateo, y las ciencias sumen su saber e investigaciones en vista a un universo que se orienta hacia la Tierra, en espera de que el hombre lo conozca y gobierne de más en más.
“Que Él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos” (Ef 1, 18).
Que la afirmación del sistema Tierra-Universo que proyecta el Reino a la totalidad del cosmos, sea nuestro homenaje en este nuevo Aniversario de nuestra Madre del Pilar y de la Hispanidad.
En esta serie de acontecimiento debemos incluir el progresivo desarrollo de la cristiandad hispano-americana en el Nuevo Mundo.
En una conferencia exponía el doctor Carlos Daniel Lasa, de quien Infocatólica ha publicado varios enjundiosos artículos, acerca del pensamiento del doctor Alberto Caturelli sobre el ser de América.
El Nuevo Mundo más que un hecho geográfico es un acontecimiento hujmano-teológico por su misión en la expansión del Reino de Cristo.
Sostiene Lasa, en acuerdo con Caturelli, que los pueblos del Nuevo Mundo, por su doble origen indo-hispánico, constituyen un aporte original que se desarrolla desde lo profundo ontológico desconocido, en un creciente “descubrimiento” de sus esencias.
En este contexto, debe ubicarse lo expuesto en mis comentarios acerca de la nueva orientación geo-teocéntrica del universo, que surge del conocimiento científico actual iluminado por la Fe en la obra de la Redención.
Habrá oposiciones, pues esto hace girar la perspectiva del mundo moderno 180 grados. Como señala don Pedro Llera, no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.
El mundo moderno tambalea a causa de sus sectarismos y utopías de prejuicios i-rracionales-nihilistas-ateos.
Desde el Nuevo Mundo el pensamiento cristiano-realista advierte al mundo moderno lo efímero de su concepción limitada de un cosmos amorfo, sin fin trascendente, anti-realidad y anti-hombre.
Jesucristo, Rey del Universo, de la Tierra y del cosmos en toda su magnitud. Obremos conforme a esta verdad y edifiquemos el Reino en toda su grandeza.
La ciencia moderna incurre en ambos errores, si bien subordina el primero al segundo, puesto que rechaza todo lo real.
Así, según el pensamiento moderno, el cosmos se rige por mero mecanicismo, sin que pueda dar cuenta del porqué de sus procesos, le bastan leyes como la de la gravitación universal, o el principio de masa, para explicarlos.
Además, el hombre es concebido como titular de derechos absolutos que residen en un fantasma al que se niega existencia real. Es decir, la i-rracionalatría se arroga el derecho de decir lo que se le ocurra.
Esta es la situación de la filosofía, de la ciencia, del pensamiento moderno. Desde el momento que se duda o niega la verdad de la realidad, se rompen los vínculos con la inteligencia racional. Subsiste el caos de los prejuicios, de lo arbitrario, utópico y contradictorio.
Lo cual equivale a una mofa satánica, como la de afirmar que el bien y el mal son iguales, que el sexo es una cuestión de cultura, que el círculo puede ser cuadrado, o dos más dos igual a cinco.
A un mundo dominado por tales extravíos sólo le espera su extinción.
Pongamos firmemente las cosas en su lugar, restablezcamos al hombre y a la Tierra en sus sitios eminentes, creados por Dios, y al cosmos orientado al bien de la Tierra y del hombre, al servicio del Reino, en espera de “participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8).
Transitamos la frontera entre dos tiempos que determinan dos mundos: el tiempo histórico del “hombre viejo del pecado” alienta al mundo moderno que va a su extinción, y el tiempo del “hombre nuevo” nacido en Cristo por el Bautismo y dado a luz desde el Corazón Inmaculado de María por obra del Espíritu Santo, que se dispone a trabajar en el Reino conforme éste lo exige.
Este último constituye "la esperanza a que estamos llamados los cristianos". (cf. Ef 1, 3-14); “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces, vosotros también seréis manifestados con Él en gloria (Col. 3, 4).
Y bien, Cristo se manifiesta de modo creciente por la Aurora de María: “Causa de la Aurora más resplandeciente es el Señor. Yo haré que la veáis” (Mens. de la Virgen en San Nicolás-Argentina); “Ha venido el Día ¿Y no lo ven? Ha venido la Misericordia ¿Y no la aceptan?” (Mens. de Jesús en San Nicolás).
Los intentos de mejorar nuestro mundo fracasan por que carecen de un horizonte trascendente que los vincule con el Reino. La ciencia, técnica y pensamiento modernos conciben un mundo profano y lo rigen de modo despótico, según los cánones de la filosofía, ciencia y técnica i-rracionalista-nihilista-ateos.
La Aurora de María ilumina la Creación con la sacralidad del Reino; señala el camino por el que “se puede y se debe restablecer la armonía primitiva” (Pío XII).
La Sagrada Liturgia está llamada a elevar la conciencia cristiana, a permitir que las cosas, los trabajos y el gobierno que los administra, participen del culto de honor. gratitud y glorificación que la Iglesia tributa a Dios.
Entonces se cumplirá "la esperanza de la creación de participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios" (Rom 8).
Las cuestiones que me ocupan son en verdad tan amplias, y a mi juicio de importancia fundamental, que me llevan a incluirlas en mis comentarios, cuidando mantenerme dentro de la cuestión tratada por usted en sus artículos.
De ahí, las referencias a cuestiones cosmológicas, porque deseo señalar que la ciencia moderna adolece de una esencial limitación impuesta por sus dogmáticos prejuicios anti-realidad, anti-verdad y anti-trascendencia.
A punto tal, que cuando los científicos modelados por el irracionalismo-nihilista-ateo advierten algún indicio en la realidad que exija suponer la presencia en ésta de verdades que contradicen su dogmatismo, las desprecian, o en el mejor de los casos las rechazan como cuestiones ajenas a la verdad científica. Un caso así, es el del conocido astrónomo norteamericano Fred Hoyle, quien en su obra Astronomía, sostiene que las coincidencias establecidas por Kepler entre las notas musicales y las excentricidades de las órbitas planetarias respecto al Sol, “casi asusta, porque la idea de las notas musicales no tiene significado físico alguno” (o.c.C. 4).
Las ciencias han alcanzado conocimientos extraordinarios, merced al talento y labor tesonera de los científicos, pero sus prejuicios ateos y anti-realidad las sumergen en la confusión que lleva a la apostasía.
Es deber de los cristianos que tengan competencia en estas cuestiones, trabajar por la conversión de las ciencias, condición sine qua non para que el mundo continúe su camino sin caer en el precipicio.
Dejar un comentario