Sobre la Comunión
A raíz de la profanación de Canfranc, don Javier Paredes publica en Hispanidad un artículo que titula Profanación en Huesca en el que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, hace un repaso al proceso de desacralización de la Eucaristía y de la comunión desde los tiempos de la reforma litúrgica que llegó tras el Concilio Vaticano II: primero nos prohibieron comulgar de rodillas y nos obligaron a comulgar de pie; luego permitieron que se comulgara en la mano y ahora, a raíz de la pandemia, en la mayoría de las parroquias ya solo se puede comulgar en la mano:
“Pues bien, después de obligarnos a comulgar de pie, convirtieron la excepción en regla y la regla en excepción, y generalizaron lo de comulgar en la mano, con todos los inconvenientes que ese modo tiene no solo de pérdidas de partículas, sino hasta de las facilidades que ese modo de comulgar proporciona a los que tienen intención de profanar la eucaristía, como ha sucedido en muchas ocasiones en que se han robado las Sagradas Formas.”
Les aconsejo que lean el artículo del doctor Paredes porque no tiene desperdicio y de un maestro como él siempre se aprenden muchas cosas.
Pero don Javier no ha agotado el tema de la desacralización de la Eucaristía y, en concreto, de la sagrada comunión. Y me gustaría dar un paso más.
En primer lugar, me gustaría señalar el abuso litúrgico que se está cometiendo en muchísimas parroquias con los llamados ministros extraordinarios de la comunión. Y para ello voy a seguir al P. Pedro María Reyes Vizcaino [1] en su artículo El ministro extraordinario de la comunión publicado en Ius Canonicum. Les pongo los enlaces para que vayan ustedes a la fuente autorizada, que merece más la pena que la síntesis que con afán divulgativo pueda escribir yo aquí en mi blog.
Los ministros extraordinarios de la comunión aparecen como concepto novedoso tras el Concilio Vaticano II. Esta figura fue introducida en 1973, mediante la Instrucción Immensae caritatis de la Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramentos.
Actualmente está recogida en el canon 910 §2 del Código de Derecho Canónico:
Canon 910 § 2: Es ministro extraordinario de la sagrada comunión el acólito, o también otro fiel designado según el c. 230 § 3.
A su vez, el canon 230 § 3 indica lo siguiente:
Canon 230 § 3: Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los laicos, aunque no sean lectores, ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada comunión, según las prescripciones del derecho.
Ahora bien, después de la aparición novedosa de esta figura, que en dos mil años de historia de la Iglesia no había sido necesaria, la Santa Sede se vio obligada a intervenir para evitar que se cometieran abusos (con poco éxito, dicho sea de paso). Resumidamente, se ha recordado a través de varios documentos que:
1º El ministerio de la comunión corresponde de modo ordinario a los diáconos, presbíteros y obispos. Si se confía a laicos debe ser siempre de modo extraordinario y a modo de suplencia.
2º Es un abuso que se debe evitar que los laicos administren la comunión sin que se den las condiciones debidas.
¿Y cuáles son esas condiciones debidas?
1º Que lo aconseje la necesidad de la Iglesia. El canon 230 § 3 habla de necesidad, no de utilidad de otro tipo. A modo de ejemplo sería necesidad que no se pudiera atender en un tiempo razonable a todos los fieles que pidieran la comunión, de modo que la Misa se alargara excesivamente. Es el caso de peregrinaciones populares, Misas dominicales muy numerosas u otras ocasiones similares. No se refiere por lo tanto a otros criterios, como son la mayor solemnidad de la ceremonia o la celebración particular de un grupo de personas.
La Instrucción Redemptionis Sacramentum matiza que la excesiva prolongación de la Misa, si no interviene el ministro extraordinario, debe ser real: “debe entenderse de forma que una breve prolongación sería una causa absolutamente insuficiente, según la cultura y las costumbres propias del lugar (n. 158).
2º Que no haya ministros. No sería el caso previsto, si hay ministros que pueden atender al ministerio de la comunión con cierto incomodo. Sería muchas veces el caso de las comuniones a los enfermos, o de ordinario las misas parroquiales en que hay sacerdotes en la iglesia.
La excusa que se invoca normalmente para recurrir a los ministros extraordinarios es claramente la primera: que no se alargue excesivamente la Misa por los muchos fieles que acuden. ¿No les parece a ustedes paradójico? Nunca ha habido menos fieles en los templos que ahora y, sin embargo, nunca fueron necesarios los ministros extraordinarios de la comunión a lo largo de toda la historia de la Iglesia hasta 1973. ¿Curioso, no?
¿Pasa algo porque la Misa se prolongue cinco minutos más o menos? ¿No se tendría así más tiempo para rezar después de comulgar? ¿Es que el mandamiento de santificar las fiestas o el de “oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar” se tiene que limitar a media hora escasa y si se pasa de los treinta minutos, ya estamos cayendo en el rigorismo fanático y farisaico?
La realidad es que la aparición de los ministros extraordinarios de la comunión es un paso más en ese proceso de desacralización de la Eucaristía que venimos sufriendo desde los años 70 del siglo pasado (por lo menos). Como quitar el sagrario del centro del altar mayor para retirarlo (o arrinconarlo) a una capilla lateral. ¡Dios es lo único importante! Y todo templo se construye para dar gloria a Dios, realmente presente en la Sagrada Eucaristía, en Jesús Sacramentado. El honor y la gloria debe darse a Nuestro Señor: a nadie más.
Muchos fieles y muchos sacerdotes no creen en el concepto de transubstanciación, que consideran propio de otros tiempos. No creen en la presencia real de Cristo en la Santa Hostia y en el vino consagrado, que ya no es vino, sino la Sacratísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Nosotros solo percibimos los accidentes, pero la sustancia ya no es pan ni vino, sino Cristo mismo. Y ese es el fundamento de nuestra fe. Si no creen ustedes eso, no son católicos. Los modernistas creen que la presencia de Cristo en el pan y en el vino es una presencia simbólica, metafórica. Por eso, cada vez se arrodilla menos gente a la hora de la consagración. Ante una metáfora nadie se arrodilla. Y para ellos, la comunión representa metafóricamente la fraternidad que se conseguiría en el mundo entre todos los hombres, sean de la religión que sean o no sean de ninguna, si se repartiera el pan de manera equitativa y justa; es el milagro - simbólico, por supuesto - del compartir. Si hoy vive la Iglesia la mayor crisis de su historia se debe fundamentalmente a la falta de fe.
Se cree que cualquiera puede tocar con sus manos al Señor (por eso la comunión en la mano), sin necesidad de tenerlas consagradas, lo que equivale a la protestantización y desacralización del sacramento del orden sacerdotal; lo que significaría, a su vez, que los sacerdotes pasarían a ser prácticamente lo mismo que los pastores protestantes: por eso piden al mismo tiempo que se puedan casar los curas.
Y si cualquiera puede tocar con sus manos al Señor, si cualquiera puede dar la comunión, cualquiera puede igualmente recibirla, sean protestantes, ateos, budistas o personas que viven públicamente en pecado mortal, como los casado exclusivamente por lo civil, los que viven el unión libre o los católicos divorciados vueltos a casar por lo civil. Ya no hace falta la confesión sacramental para comulgar, si has pecado gravemente. Ya no hace falta profesar la fe de la Iglesia (el Credo, la verdad revelada, los dogmas…) ni estar bautizado para poder comulgar. Ya no hace falta coherencia ninguna, hasta el punto que hay obispos y arzobispos que dicen que no se le puede privar de la comunión a un católico fervoroso como Joe Biden, que promueve pública y notoriamene el aborto en su país y en todo el mundo sin mostrar arrepentimiento ni propósito de la enmienda alguno. Vean la noticia en InfoCatólica: El Arzobispo de Washington dará la comunión a Biden.
Mons. Julián Herranz publicó en 2003 un artículo titulado Los límites del derecho a recibir la comunión, que les recomiendo vivamente.
La Iglesia Católica sufre la peor crisis de su historia. Se trata de una crisis doctrinal (por causa de los modernistas), una crisis moral (solo hay que ver los casos de pederastas, homosexuales, lujuriosos y fornicarios de todo pelaje que se han dado entre sacerdotes, obispos y cardenales) y una crisis litúrgica. Lo que tiene que quedar claro es que los principales responsables de esta crisis de la Iglesia y de este proceso de desacralización de la Eucaristía son los curas y los obispos. Lo señala certeramente don Javier en su artículo mencionado:
“Así es que desde arriba y sin consultarnos a los laicos, unos curas los quitaron (se refiere a los reclinatorios para comulgar de rodillas) sabiendo que eso desacralizaba la Eucaristía, y otros para no desentonar y que no les llamaran radicales hicieron lo mismo, estos segundos son los considerados los buenos… Y seguro que son tan buenos como el agua bendita, el problema es que el agua bendita es muy buena, pero no sirve para freír huevos.”
Hay curas que se creen los dueños del chiringuito; que te miran por encima del hombro y que están convencidos de que pueden hacer lo que les da la gana en sus parroquias; curas a quienes les importa mucho la reputación, el prestigio y la carrera y poco la salvación de las almas: son sepulcros blanqueados, tibios que huyen de la cruz como de un nublado: bienquedas, aduladores de obispos y eternos opositores a figurones y monseñores. Hay curas que se atreven a tachar de puritanos e hipócritas a quienes defienden los derechos de Dios y denuncian los abusos clericales. Y se atreven a salir a la palestra a justificar la permisividad clerical con las profanaciones de los templos con un espíritu corporativista y oficialista que da vergüenza ajena. Es como si dijeran que los curas lo hacemos todo bien y los puritanos que nos critican pueden ser, “en su vida privada, en sus sueños ocultos, grandes depravados": ¡Vaya usted a saber! Echa mierda sobre el prójimo, extiende la sombra de la sospecha, injuria y calumnia que algo queda… Descalificar ad hominem cuando alguien dice algo que no me gusta es propio de mastuerzos intelectuales y solo descalifica a quien emplea ese tipo de argumentos falaces. Y que un cura hable de depravación en la vida personal y en los sueños ocultos de nadie, tiene bemoles… ¿Se referirá a la depravación de su propia vida personal y a sus propios sueños ocultos? Estos curas no sirven para freír huevos, como dice don Javier, porque no los tienen. El clericalismo rancio y el carrerismo son verdaderos cánceres. No me cansaré de denunciarlo.
Cristo debe ser el centro: no los curas ni el hombre ni la persona ni zarandajas por el estilo. Los herejes pretenden cambiar a Dios por el hombre y tratan de imponer una nueva religión humanista, puramente inmanente, que ofrece el mismo paraíso que la ONU y el Foro de Davos: un mundo fraterno (sin otra madre que la Madre Tierra), sostenible, igualitario, ecológico, inclusivo y pachamámico con perspectiva de género, donde no se cumple la voluntad de Dios, sino la del hombre libre autodeterminado a quien todo pecado y toda depravación le está permitida. Pero ese falso paraíso puramente terrenal no es de Dios: es una nueva torre de Babel que Dios desbaratará. Y esa nueva religión del hombre, la Iglesia del Nuevo Paradigma, perecerá más pronto que tarde. Cuando el hombre se cree Dios y se pone en el lugar de Dios, es Dios mismo quien le baja los humos y lo vuelve a poner en su sitio.
Los herejes no creen en Jesús Sacramentado y piensan que la Santa Hostia es un simple trozo de pan… Pues yo me quedo con Santo Tomás de Aquino. Nadie escribió himnos más hermosos a Cristo en el Santísimo Sacramento. Aquí les dejo algunos por los que tengo especial predilección. Léanlos despacio, saboréenlos y háganlos suyos.
PANGE LINGUA
Canta, oh lengua, el glorioso
misterio del Cuerpo
y de la Sangre preciosa
que el Rey de las naciones,
fruto de un vientre generoso,
derramó en rescate del mundo.
Nos fue dado, nos nació
de una Virgen sin mancha;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez propagada la semilla de su palabra,
terminó el tiempo de su destierro
dando una admirable disposición.
En la noche de la Última Cena,
sentado a la mesa con sus hermanos,
después de observar plenamente
la ley sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
como alimento para los doce.
El Verbo encarnado, Pan Verdadero,
lo convierte con su palabra en su Carne,
y el vino puro se convierte en la Sangre de Cristo.
Y aunque fallan los sentidos,
solo la fe es suficiente
para fortalecer el corazón en la verdad.
Veneremos, pues,
postrados a tan grande Sacramento;
y la antigua imagen ceda el lugar
al nuevo rito;
¡la fe reemplace la incapacidad de los sentidos!
Al Padre y al Hijo
sean dadas Alabanza y Gloria, Fortaleza, Honor,
Poder y Bendición!;
una Gloria igual sea dada a
Aquel que de Uno y de Otro procede.
Amén.
ADORO TE DEVOTE
Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto;
pero basta el oído para creer con firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la Humanidad;
sin embargo, creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás
pero confieso que eres mi Dios:
haz que yo crea más y más en Ti,
que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que das vida al hombre:
concede a mi alma que de Ti viva
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno,
límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego,
que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro cara a cara,
sea yo feliz viendo tu gloria.
Amén.
Esta es la fe de la Iglesia Católica. Que la Santísima Virgen María interceda por nosotros ante su Hijo Jesucristo para que acorte estos tiempos terribles de tribulación. Pero no se haga nuestra voluntad, sino la de nuestro Dios, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
[1] Licenciado en derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en derecho canónico por la Universidad de Navarra. Ordenado sacerdote en 1992, actualmente reside en Argentina. Autor de Ius Canonicum, página web sobre Derecho Canónico.
Pueden seguirme o comentar en Telegram: https://t.me/santiagodegobiendes
26 comentarios
Me ha recordado la liturgia de la misa pre-conciliar que vivía y en la que era monaguillo, con Los "genuflectant omnes " ( o parecido), no tengo una sensación de perdida de esa liturgia, si que ya nadie se arrodilla en la misa de mi parroquia, ni siquiera en la Consagracion.
En mi parroquia más por novedad que ya ha desaparecido se han dado la comunión con el ministro extraordinario.
Para finalizar creo que la Iglesia ha sido instituida por Dios, para recibir su mensaje y vivir en armonía con dicho mensaje, el Espíritu Santo es el autor de la Historia, si la Iglesia tiene que pasar por un periodo de decantación, esto está en los planes de Dios.
Gracias, Don Pedro por ilustrarnos sobre esta importante materia.
Paz y bien
Podemos cometer toda clase de pecados y tropelías, pero el abuso hacia Jesús Sacramentado es desolador, una verdadera infamia. En la Pasión atado, golpeado, insultado...., pero en la Eucaristía, Nuestro Señor se muestra en toda su humildad y amor. Totalmente "desprotegido" ante nuestras faltas de fe y devoción, y nosotros somos sus discípulos!!.
Sus últimos artículos, D. Pedro Van directos al grano. Que Dios le bendiga.
Bendito sea Jesús, Dios y Hombre verdadero.!!
Conste que nunca entendí lo el cambio de orientación en la celebración de la misa ni me convencieron nunca los argumentos dados para ello.
Habiendo nacido en 1974, obviamente sólo estoy familiarizado con la forma litúrgica postconciliar. Pero es que no hace falta comparar entre el rito tridentino y el actual: desde que tengo uso de razón, he notado la desacralización de la Eucaristía: celebrada -por decir algo- a toda prisa, sin belleza, sin alma, sin fe...
¡Cuánto daño ha hecho lo de "el espíritu del Concilio"! Todavía estoy esperando a que sus defensores me lo expliquen.
Me llama la atención, entre otros, el "problema" de la duración. Plantearlo implica, de entrada, "reconocer" que la Eucaristía, en el fondo, quita tiempo: o sea, nuestro Señor Jesucristo es "un estorbo".
Deberían ver, por ejemplo, una Divina Liturgia en Rusia, Grecia, etc.. donde puede durar, perfectamente, unas tres horas y media. ¡Nadie se fija en el tiempo, sino que se centran en alabar al Señor!
Cada vez más tengo la impresión de que, llegada la consagración, el sacerdote no se la cree, y, con ser gravísimo, hay un problema muy serio con ello: se nota bastante.
Recientemente, falleció un sacerdote ya nonagenario que para mí ha significado muchísimo: un regalo de nuestro Señor Jesucristo. Hablaba de "gozar Misa"; cuando se proclamaba la Palabra, cerraba los ojos irradiando admiración ante lo que escuchaba; cantaba la aclamación previa al Evangelio; en la consagración... podrán imaginarse. Un hombre de fe. No se piense que era un lefebvriano ni nada parecido o que añoraba otros tiempos. Simplemente, con su vida demostró que, con la forma vigente, la Eucaristía debía y merecía ser celebrada y respetada.
Recomiendo vivamente los escritos de D. Manuel González García, ya canonizado.
A seguir rezando.
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Pedro L. Llera
La necesidad agudiza el ingenio ;)
Para mi, poner al Señor en el centro de la iglesia es hacer que la gente se acostumbre, con sus faltas de comportamiento adecuado, a desacralizar lo más sagrado con lo que perderán para ellos su sentido sagrado.
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Pedro L. Llera
Si la gente no se sabe comportar en el interior de los templos es por falta de educación. Y quienes tienen la obligación de educar y formar a los fieles son sus pastores.
¿Saben los fieles que el Señor está ahí presente, que Nuestro Creador y Señor está ahí en el Sagrario? ¿Saben que Cristo, el mismo que anduvo por los pueblos y caminos de Palestina hace más de dos mil años, el que murió en la cruz, el que padeció bajo el poder de Poncio Pilato, el que resucitó de entre los muertos, está ahí en el sagrario?
Si lo supieran, guardaría la compostura y se arrodillarían con temor y temblor ante el tabernáculo. Y si no lo saben, es porque nadie se lo ha enseñado.
No sé si es un descuido pero faltaría el Jefe de todos ellos, y no me refiero sólo al actual.
Claro que la línea pastoral de la página es que este derrumbe en la Iglesia, sin equivalente en la historia, ha sido presidido por unos Papas santos, santisimos, y ojo cuidado con poner esto en cuestión.
Y claro, si hay determinados temas de los que no se puede hablar siempre llegaremos a un callejón sin salida.
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Pedro L. Llera
Sí, por supuesto que los Papas tienen una gran responsabilidad en lo que ha pasado y en lo que está pasando. Están englobados entre los obispos... A fin de cuenta es lo que son.
Y los seglares también somos responsables por callar y seguir a los falsos pastores. Pero a cada uno lo suyo: la Iglesia es jerárquica y cuanto más arriba estás, más responsabilidad tienes. Es obvio.
Critique sus escritos, es lo bueno- y hay donde criticar-, pero su fijación personal con el......¿Tiene pruebas ciertas de las acusaciones que dice sobre el acaso?
Tenga cuidado que Satanás empuja, y bien, cuando se deja uno llevar por según que impulsos.
Y si me permite, le recomiendo la lectura del post de D. Santiago González en Adelante la fe: Las trampas del diablo en el «mundo tradicional»
A todos, creo, nos puede venir bien.
Un saludo.
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Pedro L. Llera
Yo no ataco a un cura en concreto. Critico un estilo de ser cura que cae en el clericalismo. En la descripción que hago pueden caber no uno, sino muchos curas: téngalo por seguro.
El propio Papa Francisco ha criticado sin ambages el carrerismo y el clericalismo y lo ha hecho repetidas veces. Por ejemplo:
En una carta dirigida a los cardenales Blázquez (como presidente de la CEE) y Osoro (como cardenal de Madrid, que acoge el evento), Francisco pide que eviten a toda costa el clericalismo, que es una plaga y los encierra en la sacristía, como también la competitividad y el carrerismo eclesial, la rigidez y la negatividad..., que asfixian lo específico de su llamada a la santidad en el mundo actual.
El clericalismo no ayuda a los pastores, pues los convierte en jefes poderosos de su grey, más preocupados en ser servidos que en servir, ciegos y sordos a los clamores de los pobres, carreristas, buscando siempre una promoción. Además, con frecuencia se identifica a los clérigos con la totalidad de la Iglesia: grave error teológico. Tomado de: https://www.milenio.com/opinion/francisco-gomez/siete-puntos/contra-el-clericalismo
Tanto S. Juan Pablo II como Benedicto XVI criticaron en varias ocasiones el carrerismo en la Iglesia. Si hay dos palabras que sintetizan la preocupación del papa Francisco con relación a una determinada manera de comprender el ministerio ordenado, estas son carrerismo y clericalismo. No hay discurso o audiencia a colectivos significativos de los ministros de la Iglesia (obispos, sacerdotes, seminaristas, conferencias episcopales, colegios romanos…) en el que, al menos uno de estos dos términos no aparezca, como se puede constatar en muchas de las notas a pie de página del presente número.
Por ello la revista SAL TERRAE quiere reflexionar sobre estos vicios a los que el papa Francisco ha denominado “un abuso, “una lepra”, “una peste de la que hay que huir”.
Tomado de https://infosj.es/publicaciones/16634-sal-terrae-clericalismo-y-carrerismo-en-la-iglesia
Podría poner cientos de ejemplo y multitud de citas del Papa contra la peste y la lepra del carrerismo y el clericalismo. Creo que el Papa es más duro que yo. ¿El Papa está cayendo también en las trampas del demonio cuando critica en primera persona estos vicios del clero? ¿Criticar los vicios es pecaminoso? ¿Denunciar las falacias es pecado? ¿O son pecado, más bien, los vicios denunciados y las falacias puestas al descubierto? ¿Pecaba Nuestro Señor cuando llamaba sepulcros blanqueados o nido de víboras a los fariseos? ¡Venga ya! Váyase a otro sitio con esos cuentos.
Yo no acuso a nadie en concreto de nada ni tengo obsesión alguna con nada ni con nadie. Como mucho, he refutado determinadas expresiones desafortunadas que he leído y que me parecen fuera de lugar, como las falacias ad hominem y las condenas de puritanismo a quienes criticamos la profanación de la catedral de Toledo.
NO TIENEN DERECHO A PISOTEAR EL SUELO SAGRADO, EL TEMPLO DE DIOS.
No, NO TIENEN DERECHO!
GRACIAS.
Quiero pedirle disculpas por haber mencionado en su blog, otro articulo, pero fue porque me había sorprendido, para mal claro y, al mencionar vd. lo de Canfranc, me salió comentarlo.
Todo es pedirlo...
En fin.
CAN. I. Si alguno negare, que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre juntamente con el alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por consecuencia todo Cristo; sino por el contrario dijere, que solamente está en él como en señal o en figura, o virtualmente; sea excomulgado.
CAN. II. Si alguno dijere, que en el sacrosanto sacramento de la Eucaristía queda substancia de pan y de vino juntamente con el cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo; y negare aquella admirable y singular conversión de toda la substancia del pan en el cuerpo, y de toda la substancia del vino en la sangre, permaneciendo solamente las especies de pan y vino; conversión que la Iglesia católica propísimamente llama Transubstanciación; sea excomulgado.
CAN III. Si alguno negare, que en el venerable sacramento de la Eucaristía se contiene todo Cristo en cada una de las especies, y divididas estas, en cada una de las partículas de cualquiera de las dos especies; sea excomulgado.
CAN. IV. Si alguno dijere, que hecha la consagración no está el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo en el admirable sacramento de la Eucaristía, sino solo en el uso, mientras que se recibe, pero no antes, ni después; y que no permanece el verdadero cuerpo del Señor en las hostias o partículas consagradas que se reservan, o quedan después de la comunión; sea excomulgado.
CAN. V. Si alguno dijere, o que el principal fruto de la sacrosanta Eucaristía es el perdón de los pecados, o que no provienen de ella otros efectos; sea excomulgado.
CAN. VI. Si alguno dijere, que en el santo sacramento de la Eucaristía no se debe adorar a Cristo, hijo unigénito de Dios, con el culto de latría, ni aun con el externo; y que por lo mismo, ni se debe venerar con peculiar y festiva celebridad; ni ser conducido solemnemente en procesiones, según el loable y universal rito y costumbre de la santa Iglesia; o que no se debe exponer públicamente al pueblo para que le adore, y que los que le adoran son idólatras; sea excomulgado.
CAN. VII. Si alguno dijere, que no es lícito reservar la sagrada Eucaristía en el sagrario, sino que inmediatamente después de la consagración se ha de distribuir de necesidad a los que estén presentes; o dijere que no es lícito llevarla honoríficamente a los enfermos; sea excomulgado.
CAN. VIII. Si alguno dijere, que Cristo, dado en la Eucaristía, sólo se recibe espiritualmente, y no también sacramental y realmente; sea excomulgado.
CAN. IX. Si alguno negare, que todos y cada uno de los fieles cristianos de ambos sexos, cuando hayan llegado al completo uso de la razón, están obligados a comulgar todos los años, a lo menos en Pascua florida, según el precepto de nuestra santa madre la Iglesia; sea excomulgado.
CAN. X. Si alguno dijere, que no es lícito al sacerdote que celebra comulgarse a sí mismo; sea excomulgado.
CAN. XI. Si alguno dijere, que sola la fe es preparación suficiente para recibir el sacramento de la santísima Eucaristía; sea excomulgado. Y para que no se reciba indignamente tan grande Sacramento, y por consecuencia cause muerte y condenación; establece y declara el mismo santo Concilio, que los que se sienten gravados con conciencia de pecado mortal, por contritos que se crean, deben para recibirlo, anticipar necesariamente la confesión sacramental, habiendo confesor. Y si alguno presumiere enseñar, predicar o afirmar con pertinacia lo contrario, o también defenderlo en disputas públicas, quede por el mismo caso excomulgado.
2. El Concilio Vaticano I es claro en cuanto al vínculo fe-razón.
3. Tanto el Concilio de Trento como el Vaticano I establecen la inviabilidad de la unidad con los herejes y cismáticos. Pero, el humo de Satanás en el Concilio Vaticano II rompe lo que ha sido clarificado y establecido entre el Esposo y Su Iglesia sustituyéndolo por un "matrimonio o casación" en base a la unidad cristiana y aggiornamiento al espíritu del mundo con el protestantismo. Protestantismo que continúa siendo hereje y cismático. El fracaso del buenismo humanista es evidente porque se ha apartado al Esposo que pide "conversión, conversión". Y del buenismo humanista se ha pasado a un catolicismo light en todos aquéllos del espíritu conciliar hasta el vértice de la Iglesia de Roma que no son otra cosa que un subterfugio para intentar demoler a la única Iglesia amada por el Esposo desde dentro. Muchas almas se están perdiendo por la novedad protestante, modernismo, personalismo, subjetivismo que se aplica en las Diócesis de forma protestantizada como es el caso de la Sagrada Comunión. Reflexionemos y fijémonos que la Eucaristía en muchas Iglesias locales católicas es más parecida a la cena protestante, herética y cismática, que a la Santa Tradición Apostólica.
Un interesante dato: tenemos un gobierno de izquierda que, como todos los de su calaña, es anticatólico y antiespañol. Así que no tomen demasiado en cuenta sus tonterías con respecto a "pedir perdón".
Si lo dijeran en serio, deberían ser ellos los que lo hicieran, descendientes de europeos, basta revisar sus apellidos: Lopez Obrador (nieto de español migrante), Ebrard, Sheinbaum, etc. Mas que claro que mucha sangre indígena no tienen.
Felicidades y agradecimiento. ¡Viva España! ¡Viva la Virgen del Pilar!
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Pedro L. Llera
Muchísimas gracias, Francisco. Hoy es nuestra fiesta nacional, la fiesta de la Virgen del Pilar y el día en que recordamos la gesta del descubrimiento de América que llevó la cultura española y la religión católica a todo un continente. Para un español, ningún hispanoamericano es extranjero. Los mexicanos, los peruano, los bolivianos, los colombianos, los venezolanos, los cubanos, los dominicanos, los hermanos de las repúblicas centroamericanas... Todos los hispanoamericanos son para nosotros tan españoles como los asturianos, los navarros o los castellanos. Así que cuando decimos ¡Viva España! decimos también ¡Viva la Hispanidad! Y lo decimos no con sentimiento colonialista, como dicen los cretinos, sino con sentimiento de verdadera fraternidad. No es que los países hermanos sean "nuestros", sino que nosotros somos suyos y los amamos de corazón.
Un fuerte abrazo y muchísimas gracias.
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Pedro L. Llera
Gracias por su comprensión. Feliz día de la Hispanidad.
No se puede ser tan tonto y si tan malo.
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Pedro L. Llera
Creo que es maldad por parte de la jerarquía que impulsó los cambios y necedad de quienes les hicieron caso como borregos por un falso sentido de la obediencia que tiene más que ver con comportamientos propios de una secta que con la verdadera obediencia cristiana, que es obediencia a Dios y a su Doctrina.
Qué fácil es pedir perdón por lo que hicieron los muertos para lavar la conciencia de los vivos.
Gracias D.Pedro L.
Feliz Hispanidad
Y feliz día de la Hispanidad también, don Pedro.
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