Audacia, milagros y unos ojos grandes
Un par de días después, siendo domingo, fuimos a Misa por la mañana a la Catedral de Lugo, dedicada a Nuestra Señora.
Muchas cosas me gustaron de esta Catedral que es ahora la sede de Monseñor Carrasco Rouco, quien hace tiempo fue profesor mío y del cual guardo un grato recuerdo. Algunos pequeños detalles me parecieron muy oportunos, como las pequeñas octavillas colocadas en lugares estratégicos y que ayudaban a rezar o enseñaban qué hacer para confesarse bien. También me agradó ver que los letreros, avisos e inscripciones en castellano, gallego, latín o inglés, según los casos. Un entrañable revoltijo de lenguas, sin orden ni concierto, propio de quienes quieren, ante todo, comunicar un mensaje importante por todos los medios posibles, sin preocuparse de ideologías políticas.
Tanto mi mujer como yo pudimos confesarnos con un cura simpatiquísimo, que, además de darme buenos consejos, me contó entre risas que había dejado de fumar un día que pasaba por mi barrio de Madrid y que estuvo a punto de chocarse con el coche por ir pendiente de encontrar un estanco. Me encanta ir, siempre que puedo, a confesarme con mi mujer, porque pienso que es una buena forma de reforzar nuestra alianza matrimonial, que se fundamenta en la gracia de Dios (además de que, probablemente, mi mujer le cuente detalladamente mis pecados al cura, con lo que no hay problema si me olvido de algo).
Si no recuerdo mal, se celebraban diez o doce misas en la Catedral, entre el sábado por la tarde y el domingo. En las que yo pude ver, los bancos estaban llenos a rebosar, así que supongo que un gran número de lucenses gusta de acudir a la iglesia madre de la diócesis a celebrar los domingos. Es una buena señal. Me vino a la mente, por el contraste que suponía, una maravillosa catedral gótica francesa que visité hace algunos años y a cuya única misa dominical apenas acudía un puñado de viejecillas.
El centro de esta catedral es, sin duda alguna, la custodia en la que se expone de forma perpetua el Santísimo, para que todos los que vengan a la catedral puedan postrarse ante el Pan Vivo bajado del cielo, el Deseado de las naciones, el más hermoso de los hombres, el Príncipe de la Paz, Consejero Maravilloso, Dios-con-nosotros, Salvador del mundo, Cordero de Dios, Hijo del Padre, Ungido por el Espíritu y primogénito de entre los muertos. Quiero repetir el buen consejo que da, a este respecto, la propia página web de la diócesis de Lugo: “Para Él debe ser el primer saludo del visitante católico. Unos momentos de oración ante el Señor Sacramentado pueden ser un buen recuerdo de su paso por esta iglesia”. Siempre me ha apenado ver que, a menudo, los católicos visitan las catedrales de otras ciudades como si fueran paganos, limitándose a admirar el arte y sin pararse un rato a adorar al Dueño de la casa en la que se encuentran.
Según he leído, la costumbre antiquísima de la exposición perpetua del Santísimo en la catedral de Lugo está, de alguna manera, relacionada con el hecho de que Galicia fue la cuna del priscilianismo, una herejía de tipo gnóstico del s. IV. Esta herejía defendía, entre otras cosas, la utilización de uvas y leche para sus “misas” y sus adeptos solían robar las especies eucarísticas en los templos católicos, para profanarlas. Como todos los gnosticismos, despreciaba las cosas materiales y no podía concebir que Dios pudiera en verdad hacerse carne o transformar algo tan común como el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre.
Es estupendo ver cómo Dios ha sido capaz de sacar algo bueno de los errores, debilidades y extravíos humanos, haciendo que la consecuencia del desprecio de aquella herejía por la Eucaristía haya engendrado un especial amor por ella en sus descendientes. Así, los gallegos llevan siglos esforzándose por ser fieles a Dios de una forma especial, precisamente en aquello en lo que algunos de sus ancestros se extraviaron: la adoración de Cristo presente en este sacramento. Como signo de la profunda veneración que mantienen por la Eucaristía los lucenses, el propio escudo de la ciudad muestra una custodia adorada por dos ángeles y proclama orgullosamente el lema Hic hoc misterivm fidei firmiter prifitemvr. Es decir, “aquí proclamamos firmemente este misterio de la fe”.
Al acabar la Misa, me quedé rezando un rato ante una maravillosa imagen que preside el altar en el que se celebran las Eucaristías. Se trata de un Cristo atado a la columna, que los lucenses conocen por el sencillo y estremecedor nombre del “Buen Jesús”. La única foto de este Cristo que he encontrado en Internet no hace justicia a la expresión de misericordia y compasión que tiene la imagen y que por sí sola es capaz de romper el corazón endurecido por el pecado de los que se acercan a rezar a sus pies.
Siguiendo el ejemplo de Santa Teresa de Lisieux y de Nuestra Señora de Caná, decidí ser audaz en lo que le pedía, como un niño. ¿Cómo no serlo ante el Buen Jesús? Así que le pedí que hiciera un milagro en la vida de aquellos lectores del blog que lo necesitaran. Recordé a muchos por su nombre o nick y a otros de forma colectiva, porque, a fin de cuentas, Dios nos conoce ya a todos. Sé que fue una petición poco modesta, pero creo que era el momento de hacerla, tal como lo habría hecho si me hubiese encontrado con el buen Jesús, por los caminos de Galilea, durante su vida terrena.
Como siempre que uno reza por otras personas, no sabré nunca en esta tierra el efecto concreto que ha tenido mi oración, pero estoy convencido de que fue escuchada. A fin de cuentas, después de repetir todos los días el sobrecogedor prodigio de que el mismo Dios se haga presente en un simple trozo de pan y un poco de vino, apenas es nada un pequeño milagro en la vida de los lectores de este blog. Además, allí estaba también Nuestra Señora de los Ojos Grandes, otra advocación ingenua y entrañable, para interceder por los lectores y por mí y para repetirnos una vez más: Haced lo que él os diga.
15 comentarios
Y zas.... absolución.
Genial
También yo rezo por tí, los blogers y comentaristas de este portal. Creo que es de lo más bonito que se puede hacer por alguien.
Es una de las ventajas de estar casado que no conocen los solteros, los pobres...
MER:
Es la comunión de los santos en acción. Todos unidos en la oración.
Un saludo.
(También me ha dado en las últimas dos semanas por ser audaz y pido, directamente y sin ambages, un milagro)
Tambien pediré por vosotros, especialmente por RNA. Hace tiempo que esa intención la hice mia y los viernes en especial a la hora que Cristo dio el grito que le inspira a ella y su familia.Padre a tus manos encomiendo mi espíritu
Ya puestos, puedes pedir por el país entero que está hecho una m**rd*.
Yo también lo necesito. Me acordaré de vosotros. Acordaos de mí, aunque no esté.
espero que no ocurra nada malo contigo, me dejas preocupada con ese misterioso mensaje
La fe por la oración y la oración por la fe. El circulo virtuoso mas impresionante de todos.
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