Por odio a la fe
Estas últimas semanas, han abundado las declaraciones más peregrinas sobre las beatificaciones de mártires españoles de 1934-1939. Como muchas de ellas provienen de la ignorancia más absoluta sobre los mártires cristianos, creo que conviene, una vez más, recordar lo que es un mártir para la Iglesia y ofrecer ejemplos reales de estos mártires.
Los mártires, para serlo, deben cumplir dos condiciones: haber sido asesinados por odio a la fe católica y haber muerto perdonando a sus enemigos. No son condiciones arbitrarias, sino que se refieren a la imitación de Cristo, que murió acusado de blasfemo y perdonando a sus enemigos. Ya el primer mártir de la Iglesia, San Esteban, imitó así a su Señor: fue lapidado por afirmar ante los judíos que Cristo estaba a la derecha de Dios en los cielos y murió diciendo: Señor, no les tengas en cuenta este pecado.