La “realidad indiscutible” de que los protestantes conocen mejor la Escritura
En el último artículo, un lector, Feri del Carpio, escribió un comentario que me resultó muy interesante y que me gustaría analizar hoy:
“la realidad indiscutible, al menos en América Latina, es que un protestante promedio tiene mucho más conocimiento, amor y reverencia por la Sagrada Escritura que un católico promedio“
Creo que entiendo lo que dice Feri y, en buena parte, lo comparto, pero no puedo evitarlo: cuando oigo que algo es indiscutible empiezan a sonarme las alarmas, porque a menudo los errores de cada época se disfrazan de algo que no se puede discutir. Por eso nadie los corrige.
En este caso, a mi entender, esa “realidad indiscutible” es bastante discutible.
En primer lugar, no hay que olvidar que el conocimiento de las cosas propias siempre es muy distinto del conocimiento de lo ajeno. En el conocimiento de lo ajeno, inevitablemente percibimos las cosas a través de estereotipos y generalizaciones. En este tema, es muy frecuente que los católicos sean muy conscientes de la ignorancia de los demás católicos (porque los tenemos muy cerca) y en cambio perciban a los protestantes como los “típicos protestantes", que conocen muy bien la Escritura.
Mi experiencia, tanto en Europa como en América, es que la realidad en ambos campos es muy variada. Hay infinidad de protestantes cuyo conocimiento de la Escritura es llamativamente superficial o prácticamente nulo. Sin embargo, nos llaman más la atención los que conocen bien la Escritura, porque suelen ser los más convencidos y activos, los que más se ven, de modo que dan fama a todo el grupo, aunque muchos otros no sean como ellos. Ese grupo habría que compararlo, más bien, con el de los sacerdotes, religiosos y apologetas en el campo católico para que la comparación fuera justa (aunque debo reconocer que he conocido sacerdotes, y también pastores protestantes, cuyos conocimientos escriturísticos daban pena).
Por supuesto, esta apreciación es meramente psicológica y no teológica, pero conviene tenerla en cuenta para comprender bien esta cuestión. El ser humano tiende, como dicen los ingleses, a ver más verde el campo del vecino, aunque en realidad no lo sea o lo sea mucho menos de lo que parece.
En segundo lugar (y esto es lo más importante), porque un católico que conoce y cree el Credo sólo con eso comprende mejor las Escrituras que alguien que no tiene la fe católica, ya que entiende su verdadero significado en la Iglesia. Esto es fundamental. Del mismo modo que todas las buenas intenciones del mundo no le llegan a la altura del betún a la gracia de Dios, todas las interpretaciones y conocimientos de los protestantes no le llegan a la altura del betún a la Tradición de la Iglesia. Se trata de una diferencia cualitativa y no cuantitativa, que resulta insalvable.
Un niño de primera comunión que sabe que en la Misa el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre entiende infinitamente mejor el capítulo 6 de San Juan (aunque probablemente no lo haya leído y sólo lo haya escuchado alguna vez en Misa) que un teólogo baptista que no cree en el sacramento de la Eucaristía. Es pura gracia: por gracia habéis sido salvados y no se debe a vosotros. Una viejecilla analfabeta, que no ha leído en su vida la Biblia pero reza devotamente el rosario, comprende mucho mejor el primer capítulo de San Lucas que un testigo de Jehová cuya Biblia está desgastada de tanto usarla pero al que han enseñado que Cristo es el arcángel San Miguel.
No es un tema de quién tiene más mérito, que es algo que sólo sabe Dios, sino de quién cuenta con las herramientas necesarias para obtener el conocimiento necesario en este ámbito. Del mismo modo que por mucho que uno mire las estrellas no verá lo mismo que vería si dispusiera de un telescopio, los protestantes no pueden comprender la Escritura como debe comprenderse porque les faltan las herramientas necesarias: la Tradición y el Magisterio.
Fuera de la Iglesia no se puede entender de verdad la Escritura: se alcanzan retazos de Verdad y destellos de la Gloria del Padre, que, como dice Feri, son capaces de despertar el amor y la reverencia de quienes los reciben, gracias a la fuerza divina que hay en su interior. Pero no dejan de ser incomparables con la Palabra de Dios en todo su esplendor.
Esto, que debería ser lo primero en lo que pensamos al hablar de estos temas, se ha dejado de lado en el último medio siglo de ecumenismo buenista, pero es fundamental. Precisamente por olvidar esto (que es parte esencial de nuestra fe) se pueden hacer esos elogios a la Reforma y su visión de la Escritura que hemos escuchado últimamente sin que muchos católicos se inmuten.
En tercer lugar (y esto también es muy importante), el conocimiento de la Escritura es más formal y explícito (y por eso llamativo) entre los protestantes y más natural e implícito entre los católicos. Para los protestantes, que abandonaron la Tradición, la Liturgia, la razón, la devoción a Nuestra Señora, la intercesión de los santos, los sacramentos y la vida religiosa, casi todo se reduce a la Escritura, sus reuniones generalmente se dedican a estudiarla y sus liturgias apenas son nada más que lecturas, cantos y un larguísimo sermón. Por eso no pueden hablar de nada más que de las Escrituras y da la impresión de que son “expertos” o “especialistas” en ellas.
A eso se debe, por ejemplo, que los protestantes puedan citar capítulos y versículos y los católicos no, si bien eso en realidad no tiene importancia, porque los capítulos y versículos no son parte de la Biblia, sino un añadido posterior, con una finalidad meramente práctica. También a esto se debe que, a menudo, la apologética protestante anticatólica consista en una multitud de citas memorizadas e inconexas de la Biblia, que se disparan una tras otra a los católicos y que producen una impresión abrumadora e incluso humillante para el católico que no es capaz de hacer lo mismo en respuesta, aunque en realidad revelen muy poco conocimiento real.
En cambio, entre los católicos la Escritura se vive orgánicamente, de forma integrada naturalmente (o seamlessly, como dicen los modernos) en la realidad de la Iglesia. Y, si lo pensamos un momento, es normal: Cristo es la Palabra del Padre y la Iglesia es su Esposa. En ese sentido, la Escritura se vive de forma más doméstica y hogareña en la Iglesia, más natural. No porque los católicos seamos más buenos, sabios o fantásticos, sino por la sencilla razón de que una cosa es estar en casa y otra fuera de casa.
En la Iglesia se respira naturalmente la Palabra de Dios en cada momento. Del mismo modo que uno no percibe el aire porque está por doquier a su alrededor, a los católicos constantemente nos sucede que estamos meditando la Sagrada Escritura sin darnos cuenta de ello.
Por ejemplo, cuando hay un grupo rezando el Rosario en la parroquia no se nos ocurre pensar que están haciendo nada relacionado con la Escritura. Y sin embargo, están meditando la Palabra de Dios. La mitad del avemaría es pura cita bíblica y la otra mitad es una indicación de la Tradición sobre cómo entender la Escritura. El padrenuestro, por supuesto, es otro texto bíblico. Lo mismo el gloria al Padre y el Señor ten piedad. El credo es un resumen de la fe contenida en la Escritura. Los misterios del Rosario son misterios de la vida de Cristo y de la Iglesia relatados en los Evangelios, el Libro de los Hechos y el Apocalipsis. Las letanías están hechas de imágenes bíblicas, aplicadas por la Tradición: arca de la nueva alianza, torre de marfil (Ct 7,4), torre de David (Ct 4,4), Virgen prudentísima (Lc 2,19.51), Madre del buen consejo (Jn 2,5), Madre de la divina gracia (Lc 1,30), etc. Por lo tanto, cuando recitamos el rosario estamos recitando más de dos mil palabras de texto bíblico (unas seis páginas), contemplando los principales misterios de la Escritura y recordando lo que la Tradición ha conservado al respecto para que comprendamos bien lo que recitamos y contemplamos. Todo eso sin darnos cuenta.
Lo mismo se puede decir de la Misa. Generalmente, sólo pensamos que forman parte de la Biblia las lecturas. En realidad, toda la Misa rebosa de texto bíblico. Además de las tres lecturas (o dos, en días de diario), hay que tener en cuenta el salmo, el versículo del aleluya, el introito, el versículo después de la comunión, el padrenuestro, la consagración, el kyrie, etc. A eso se suma que, si tomamos el resto de la liturgia, podríamos ir asignando a la casi totalidad de lo que se dice durante la Eucaristía una cita bíblica, explícita o implícita (quizá sería buena idea hacerlo un día en el blog). Además, no podemos olvidar la Escritura en imágenes que tenemos alrededor: crucifijo (nosotros predicamos a Cristo crucificado), altar (introibo ad altare Dei!), incienso (el humo del incienso y las oraciones que el ángel derramó sobre el altar subieron a la presencia de Dios), agua (el que no nace del agua y del Espíritu…), sacerdote (tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios), pan ácimo, vino, vestiduras blancas (han lavado sus túnicas y las blanquearon en la sangre del cordero), acólitos (ad Deum, qui laetificat iuventutem meam), cáliz (¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?), velas (la luz brilló en las tinieblas) e imágenes sagradas. Todo son referencias bíblicas.
No lo digo simplemente yo. Quien esté interesado puede leer, por ejemplo, Roma dulce hogar y La Cena del Cordero, en las que el pastor calvinista Scott Hahn cuenta su sorpresa al descubrir esto, durante su camino de conversión al catolicismo. Cada Misa a la que vamos es un baño de Escritura, pero de forma tan natural que no lo percibimos como una “clase” o “conferencia”, sino que va formando parte de nuestra vida cristiana. Como debe ser.
Si añadimos la liturgia de las horas, que rezan obligatoriamente todos los sacerdotes y religiosos del mundo, además de muchos laicos, la “dosis diaria” de Escritura se hace masiva. El oficio divino o liturgia de las horas incluye cada día una lectura bíblica larga, cuatro lecturas breves, tres himnos evangélicos, catorce salmos, dos padrenuestros y multitud de versículos sueltos, además de una lectura patrística apropiada y de los himnos, como muestra de la Tradición que ayuda a interpretar la Escritura. Esta dosis masiva, repetida cada día, termina por proporcionar una connaturalidad con la Palabra de Dios que se introduce en todo lo que uno dice y piensa. Todo esto sin entrar en la oración personal con la Escritura que pueda hacer un católico, al igual que un protestante.
En ese sentido, es un error pensar que el conocimiento bíblico de los católicos debería ser como el de los protestantes. Si así fuera, sufriríamos un empobrecimiento inmenso. Cuanto más conozcamos la Biblia, mejor, pero, como he señalado, nuestro conocimiento de la Escritura debe ser orgánico, no separado de la liturgia, la fe de la Iglesia, la religiosidad popular, la Tradición y la vida de los santos, sino integrado en todo ello. La Iglesia es inseparable de la Escritura y la Escritura es inseparable de la Iglesia. La Escritura está hecha para ser proclamada en la liturgia, reflejada en la vida de los santos, custodiada por los pastores, explicada por los doctores y los padres de la Iglesia, iluminada por la Tradición y condensada en nuestra Señora.
Dicho todo eso… Feri sin duda tiene razón en que debemos imitar todo lo bueno que veamos en cualquiera, desde un protestante a un ateo. Santo Tomás dijo que toda verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo. Y nosotros podríamos añadir que todo lo bueno, lo encontremos en quien lo encontremos, viene también del Espíritu Santo. Si nos topamos con un protestante que ama la Palabra de Dios, podemos estar seguros de que es un signo que Dios nos manda para que aumente nuestro propio deseo de la Escritura: cuando encontraba palabras tuyas, las devoraba, porque tu nombre fue pronuciado sobre mí, Señor, Dios de los ejércitos. Y un signo de condenación de nuestra propia tibieza, que hace que teniendo todo muchísimo más fácil que ese protestante, seamos incapaces de amar la Palabra de Dios como él. Sintámonos indignos, pues, de besar sus sandalias, porque son hermosos los pies del mensajero de la paz.
Como también enseñaba Santo Tomás, el ser humano es incapaz de desear el mal por el mal, porque sólo el bien es capaz de mover nuestra voluntad. Lo único que podemos hacer es buscar un bien de forma desordenada, que es precisamente lo que hizo Lutero. Eso supone que, en las confesiones protestantes, persisten muchos bienes valiosos, aunque estén descolocados y desordenados. Son herencia ni más ni menos que de la Iglesia Católica y de la naturaleza humana creada por Dios. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa.
Es bueno y cristiano alegrarse por esos bienes, porque son parte del plan de Dios para los protestantes que permanecen de buena fe en el error y, como decíamos antes, pueden también ser parte del plan de Dios para nosotros, como signos para nuestra propia conversión. Es más, la Palabra que hay en el corazón de los protestantes sinceros llama a la Palabra que hay en el nuestro y podemos reconocer uno en el otro a un hermano en el mismo bautismo: una sima llama a otra sima con voz de cascadas. Y, si un día Dios les concede hacerse católicos, lo que encontrarán no será algo extraño, sino lo bueno que ya tenían multiplicado por mil, recibirán lo que sin saberlo deseaban y descubrirán que, después de tanto peregrinar, han llegado a casa. Madre, madre, ciudad de Dios. Has contado a Egipto y Babilonia entre tus fieles. Todos han nacido en ella.
Como decíamos en el artículo anterior, lo que no tiene sentido es pretender que esos bienes fueron causados por el gravísimo pecado de Lutero y los otros reformadores. Lo correcto, más bien, es considerarlos como lo que ese pecado no fue capaz de destruir, los restos maravillosos de Iglesia que los protestantes aún conservan, ya se trate de la Escritura, el Bautismo o el amor a Cristo. ¡Qué magnífico y precioso don de Dios es la Iglesia, que hasta sus ruinas después de cinco siglos de protestantismo siguen fascinando a los hombres! Jerusalén será reconstruida, con zafiros y esmeraldas. De piedras preciosas sus murallas, sus torres de oro puro.
73 comentarios
Como siempre, llegará alguien y resumirá en dos frases lo que yo he necesitado cuatro páginas para explicar, pero son gajes del oficio de bloguero.
Como se suele decir, "podrá expresarse más fuerte, pero no más claro". Dios te bendiga!
Viviendo sumegidos en la Gracia no necesitamos tantos argumentos y citas.
A veces no sabemos defendernos ante tanta cita y argumento, pero es que no nos hace falta si vivimos inhabitados por la Trinidad.
Os cuento que dentro del protestantismo evangélico tradicional -o sea, nada que ver con el liberal- hay verdadera preocupación por el descenso del nivel de conocimiento bíblico entre los fieles del protestantismo pentecostal, mucho más "emotivo" y menos "doctrinal", que por otra parte es el que más crece numéricamente.
Yo doy gracias a Dios por el conocimiento bíblico que alcancé siendo protestante, pero no cambio ni un millón de "buenos" sermones bíblicos en un culto evangélico por lo que celebramos en una Misa. Además, ese conocimiento es como tener casi todas las piezas de un coche pero sin el libro de instrucciones para montarlas y que el coche pueda funcionar correctamente.
Que no es tanto mejor cuanto más se abarca la Verdad del credo; sino cuanto más y mejor se aprieta la susodicha Verdad.
Yo empecé a leer Biblia, un día ya mayorcito, cuando como si una extraña interna voz se apoderara de mi, y tanto un día y otro me molestaba esta voz diciéndome que la Biblia hablaba de mi. Que algo así como mecánicamente un día me acerqué a una biblioteca pública y pidiendo una Biblia, casi no tuve tiempo de sentarme en la mesa, que el libro como si se me cayera de las manos se abrió por donde se abrió. Y sin más pensar, me puse a leer lo que allí había escrito. Y me asusté bien cierto que así fue. Y tanto que desde entonces pude comprender que la voz que yo oía y tanto me molestaba era la del llamado mi Ángel de la Guarda.
Así que a partir de aquel encuentro de entre la Voz y yo en buena hora; Yo, al menos, empecé a ser un leguleyo de esa teología difícil de asimilar que solo se permite beber en el principio manar de su fuente
Y, ¿qué dónde y como la Biblia hablaba de mi?
Mejor que no lo diga, porque como fuera dicho: A la responsabilidad del conocimiento incumbe, siempre, la responsabilidad en el obrar.
El conocimiento de la Biblia por parte de los protestantes "de a pie" es anticatólico. Me explico: conocen todos los versículos que apoyan las ideas protestantes y van en contra del catolicismo. Sesgadamente claro. Según el tema que estés tratando con ellos, te sueltan un chorro de versículos determinados donde se apoyan; y eso puede impresionar a un católico "de a pie". Pero cuando tú les sueltas un versículo que les refuta, se vienen abajo; y dicen que "ese versículo no viene en la biblia". Se lo lees de la biblia y dicen que "viene en la Biblia católica, que está tergiversada". Les contestas que lo lean en su propia Biblia y dicen "que no, que estamos equivocados y que no quieren hablar más".
Por ejemplo: si discutes sobre el celibato, cuando les citas Mateo 19,12 (creo), dicen que ese versículo no existe o que no lo han leído nunca. Y claro, cuando lo leen en su propia Biblia, se quedan haciendo cruces.
Y así con los demás temas controvertidos de la Eucaristía, María, la justificación por la sola fe, etc, etc.
Conocen las citas bíblicas como arma sesgada anticatólica.
Vale.
Muchísimas gracias, Bruno, y que el Espíritu Santo te siga iluminando.
Por supuesto que hay notables protestantes y católicos que las estudian con sinceridad.
Que los protestantes conocen mejor las Sagradas Escrituras que un católico es evidente para quienes hayan leído a autores protestantes. Es más, cuando un protestante se hace católico como Scott Hahn sorprende a los católicos por lo bíblico de sus enseñanzas, pareciendo novedoso a nuestros ojos.
Esto es normal porque nosotros tenemos que repartir nuestro esfuerzo entre Sagrada Escritura, Sagrada Tradición y Sagrado Magisterio, y una práctica litúrgica pastoral más intensa (misa, adoraciones, rosario, confesiones,...etc).
Los protestantes van por delante porque fueron los primeros que tuvieron que protege la escritura contra los ataques que los secularistas les hacían en cuanto a las contradicciones, la aparente violencia de Dios en las escrituras, ...etc
Lo que ocurre es que sin la Tradición y el Magisterio no las leen desde el punto de vista correcto. Ahora bien, al haber tantas denominaciones protestantes hay muchas lecturas, y conocerlas es muy interesantes porque cuando las leemos muchos veces nos pasan inadvertidas diversas cuestiones.
Es más, si el protestantismo sigue vivo será porque el Espíritu Santo quiere sacar a algún bien de ahí. Quizá para que los católicos no cedan tanto en una lectura alegórica de la Biblia, especialmente de libros tan importantes como Genesis y Apocalipsis.
Causa vergüenza ajena la interpretación oficiosa -que no oficial- que se hace del Génesis desde Roma en contra del tradicional creacionismo de la Iglesia o del diseño inteligente.
Esa interpretación evolucionista que se hace especialmente en la Iglesia Católica es imposible en el protestantismo porque no están dispuestos a ceder en el literalismo de las escrituras.
Quizá su literalismo sea excesivo pero peor aun es el alegorismo neomodernista de los católicos que van contra toda la Sagrada Tradición de la Iglesia.
Si el Espíritu Santo que es el máximo liquidador de las herejías permite que siga vivo el protestantismo es por algo.
Es decir, con la crisis ortodoxa, la Iglesia católica reaccionó primando el magisterio sobre la tradición.
Y con la crisis protestante, la Iglesia católica reaccionó primando el magisterio sobre la escritura.
Solo la Iglesia católica se apoya sobre un taburete estable pues tiene tres patas, pero dos de ellas son delgadas y una demasiado gruesa.
Desde el punto de vista de la Tradición la Iglesia Católica está excesivamente escorada hacia la Iglesia latina y sus dos máximos teólogos, San Agustín y Santo Tomás, cuyas teologías se discuten en la Iglesia ortodoxa.
Por eso el CVII pedía un retorno a las fuentes tanto de las escrituras como de la tradición, que no es una mera vuelta a los primeros tiempos.
El Papa hace bien en hablar con protestantes y ortodoxos pues es necesario reintegrarlos profundizando la teología entre todos, pero el Papa Francisco, en vez de ir al meollo de los temas quiere emprender un camino que nos lleve a una vida común entre los cristianos, pero sin pasar por el puente de la verdad, o al menos dejándolo de lado porque no somos capaces de ponernos de acuerdo.
Y ahí está el riesgo porque Jesus dijo que era, por este orden, camino, verdad y vida. Nadie en camino llega a la vida sin pasa por la verdad.
Pero el Papa orilla demasiadas veces ese paso intermedio y acabará trayendo problemas. Persigue un fin bueno pero es el Espíritu Santo quien establece las etapas para la comunión y no el Papa. Esto último le cuesta al Papa Francisco horrores entenderlo.
La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra... elocuencia.
Je, je. Me he reído muy a gusto.
"Los católicos no nos nutrimos de citas y mas citas de la escritura, sino de la Inhabitación de la Trinidad en nuestro interior. De la Gracia".
Amén.
"Hay algo q me llama la atención xq dicen q el bautismo de los protestantes es válido si Lutero no creía q borra los pecados?"
Muy buena pregunta. Como los sacramentos son tan importantes, lo que se requiere para su validez es un mínimo minimísimo. Ya en el siglo V, en la disputa con los donatistas (que decían lo contrario), la Iglesia determinó que los bautismos de los herejes eran válidos.
Para que un Bautismo sea válido sólo se requiere:
-El agua
-La fórmula trinitaria: N., yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
-La intención de hacer lo que hace la Iglesia (aunque uno no lo conozca bien o tenga ideas equivocadas sobre ello o incluso no crea en ello)
De hecho, no sólo un luterano, sino hasta un ateo podría bautizar en caso de necesidad. Basta que cumpla esas tres condiciones.
Yo lo que veo lo llamo Bibliolatría. Muy intensa, eso sí.
¡Saludos!
"Os cuento que dentro del protestantismo evangélico tradicional -o sea, nada que ver con el liberal- hay verdadera preocupación por el descenso del nivel de conocimiento bíblico entre los fieles del protestantismo pentecostal, mucho más "emotivo" y menos "doctrinal", que por otra parte es el que más crece numéricamente."
Y si nos ponemos a hablar de la inmensa mayoría de los luteranos (con la excepción de los poquitos del Sínodo de Missouri y algunos más), la situación es desoladora. No porque sean más emotivos y menos doctrinales, sino porque directamente han sustituido la Palabra de Dios por lo políticamente correcto.
Sin duda, el protestante se especializa en la Escritura porque es casi lo único que tiene.
El católico por lo general no es un lector asiduo de la Biblia a nivel individual, es a nivel social, eclesial, que vive inmerso en la Escritura como bien se dice aquí.
Y cuando se ha intentado remediar eso, promoviendo grupos de Biblia, estudios bíblicos, etc., se ha llegado en muchos casos a una interpretación más o menos privada de conocimientos bíblicos en contradicción con la doctrina, muchas veces desconocida, del Catecismo.
Pero es necesario y fundamental leer la Escritura y orar con ella. La Palabra de Dios es "viva, eficaz y tajante como espada de dos filos".
Es la Carta a los Hebreos, pero va sin capítulo ni versículo :)
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
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Eso es normal. El catecismo no es infalible.
Precisamente por eso hay que promover el estudio de la Biblia como pidió el CVII. Si no se acaba repitiendo una y otra vez los mismos errores que informan la teología tomista.
Precisamente por eso el CVII pidió volver a la Tradición que no empieza con el tomismo, sino con los doctores de la Iglesias y aún antes.
El tomismo es parte de la tradición pero no es la Tradición.
La Sagrada Escritura tiene que ser leída en línea con la Tradición.
El Magisterio como tal no sirve para profundizar en la verdad, ni el tomismo tampoco. Se profundiza con la Escritura en línea con la Tradición, y luego es cuando entra el Magisterio a fijar la exégesis sirviéndose de la teología cristiana, entre ellas la tomista.
Precisamente, en esa observación que haces contra la lectura de la Biblia en grupos hay un prejuicio preconciliar.
La Sagrada Escritura ha de leerse en el espíritu.
El estudio y la meditación se hacen en el alma, pero la comprensión de un misterio se hace por inspiración divina en el espíritu, y no depende de uno.
Esa inspiración para desvelar algo que está oculto es lo que la escritura llama renovación de la mente, es decir, cambiar el punto de vista sobre algún tema difícil, por ejemplo contradicciones aparentes en la Biblia.
Para resolver esa contradicción aparente (Cristo principio de contradicción) es el Espíritu Santo quien renueva la mente, por ejemplo, cuando un medita. Pero la meditación no es ni tan siquiera condición necesaria, aunque sí recomendable, porque el que busca encuentra.
Por ejemplo, esos requiebros tan característicos de Santo Tomás con el que resolvía una contradicción en teología eran muchos en el espíritu.
Precisamente, la metodología Tomista de poner tesis y objeciones, es decir, resaltar las contradicciones es lo que hace tan poderoso al tomismo, pues obliga al cristiano a ir cambiando el punto de perspectiva con el que ataca el problema, y así va adquiriendo la mirada de Jesús sobre diversas cuestiones, porque Cristo es principio de contradicción, pero no contradicción.
Cuando Dios se encarna voluntariamente se sujeta al plano racional de la naturaleza, por lo que necesariamente no puede haber contradicciones en la Sagrada Escritura, sino un punto de vista no lo suficientemente espiritual.
Esto es fácil decirlo, pero hay que vivirlo.
De verdad que es un tema interesante, y pienso que por ahí va un aspecto importante del verdadero ecumenismo, para rescatar en los católicos la consciencia del lugar privilegiado que tiene la Escritura en la Iglesia, y para persuadir a los protestantes de que, citándote, si un día Dios les concede hacerse católicos, lo que encontrarán no será algo extraño, sino lo bueno que ya tenían multiplicado por mil... porque ellos tienen la Escritura, pero en la Iglesia Católica encontrarán la Palabra, por la cual todo fue creado y sin ella nada existe.
Me acabo de enterar de que la interpretación "oficial" de Roma de los capítulos iniciales del Génesis es alegórica...
Para mí una de los datos de veracidad de la Fe católica es el hecho histórico de que se ve afectada por lo que tienen de verdad la filosofía y las ciencias empíricas. La Verdad vive en comunión con las verdades.
A la religión musulmana, hindú o protestante (todas igual de falsas) le da igual que haya o no evolución, que haya o no partículas subatómicas o que haya o no geometría no euclídea. Les basta con aferrarse a un fideïsmo irracional, llàmese literalismo coránico o bíblico y desde ahí decir que lo demás es mentira.
La Biblia no dice nada de la evolución ¿y? También dice que el número pi es = 3. Seamos literalistas entonces!!! Y también dice: "a quien le perdoneis los pecados, le quedan perdonados... etc".
En fin: el literalismo protestante es o parcial, o interesado o simplemente fruto de la negligencia en el uso de la razón. Son literalistas para lo que les conviene.
Y ojo: el literalismo del Génesis no es, en el fondo, sino una manera más de oponerse a la Iglesia Católica, que en esto hace un supremo ejercicio de prudencia guiada por la Fe.
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No has leído bien. Donde dices oficial dije oficiosa.
Y efectivamente. Tu eres un buen ejemplo por tu evolucionismo de esa lectura mítica o alegórica que no esta en la Tradición de la Igleesia, para lo cual solo hay que leer a 11 de los doctores de la Iglesia que vivieron en el siglo IV. Precisamente por eso el cisma ortodoxo sigue abierto pues casi todos esos doctores fueron de Oriente.
Y respecto a Pi, si sabes lo que es un número irracional, te darás cuenta que en algún decimal se tenían que quedar porque Pi siempre es una aproximación.
Literalismo protestante: la gracia de la regeneración bautismal sólo se otorga a los que les ha de corresponder (Calvino).
Cuando escucho hablar del "literalismo" protestante me entra la risa floja.
Ahhh... no es ni griego ni del siglo IV. Será eso.
Esto es como lo de Pi. Parecía que llevabas razón pero no. Te animo a que leas a los padres de la Iglesia porque te lo pide el CVII.
Oponer el Catecismo y la Biblia no es católico. Precisamente a ese mal apuntaba mi observación. De nada sirve una "formación bíblica" que lleve a apartarse de la fe de la Iglesia. Y de eso ha habido kilos en el post-Concilio.
Saludos cordiales.
Por eso la Iglesia emplea el don de la PRUDENCIA en su interpretación, y muchos, muchísimos aspectos NO están cerrados sino abiertos a la discusión y a la exégesis.
Con los Padres lo mismo: el consenso de los Padres no es lo mismo que los testimonios aislados.
Por ejemplo: hace unos meses, en otro sitio, un zumbado se basaba en ciertos Padres para afirmar que el pecado original fue el uso facultativo por parte del hombre, de la REPRODUCCIÓN SEXUAL (!!!).
En los antiguos manuales de teologïa se empleaba una nomenclatura muy precisa que no se dwbería haber desusado: verdad de fe, sentencia teológicamente verdadera, sentencia probable etc.
-La liturgia es un acto de culto, de adoración a Dios. En efecto, Dios se nos comunica en la Sagrada Escritura, pero lo hace precisamente cuando el fin primordial con que la leemos no es ilustrarnos nosotros sino honrarle a Él.
-La liturgia es comunitaria. Aunque recemos a solas, la misma estructura coral del oficio nos recuerda que lo hacemos en comunidad. El sujeto que lee la Sagrada Escritura es el nosotros de la Iglesia.
-La liturgia es ante todo obra de Cristo, quien como Sumo Sacerdote se pone a la cabeza de toda la creación para ofrecer a Dios Trino un culto agradable y digno de Él. Es Cristo quien nos lee y explica las Escrituras, nosotros guardamos sus palabras en el corazón como la Santísima Virgen, y el Espíritu Santo las hace resonar y fructificar.
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Jesús respondió al diablo con la Sagrada Escritura en la mano.
Y haciendo eso marcó una Tradición sagrada (explicar la Sagrada Escritura por la Sagrada Escritura) e hizo uso de su Magisterio Sagrado para enseñar al Diablo quien es el legítimo interprete de su revelación como Sumo Sacerdote Real.
Por eso el CVII (Dei Verbum) dice lo que dice, y hay que leerla en el espíritu de la exhortación apostólico Verbum Domini.
Hay una relación entre la Liturgia y la Sagrada Escritura, pero no es esto lo que se debatía.
Lo que se debatía es que los protestantes, como es evidente, tienen más tiempo que los católicos para estudiar la escritura. Por tanto conocen más aspectos de la misma, pero lo hacen sin integrarlas, pues les falta el hilo de la Tradición y la protección del Magisterio.Como resultado de ello se deshicieron de la liturgia.
La cuestión es saber por qué el Espíritu Santo mantiene con vida a la herejía protestante. Debe haber algún buen motivo. Y mi hipótesis es precisamente ese conocimiento más exhaustivo, pero parcial, que tienen los protestantes sobre la escritura, que los católicos deberían aprovechar para profundizar en la fe, obviamente dándole la coherencia que le falta al protestante.
Es decir, los católicos deben hacer un esfuerzo para explicar la Sagrada Escritura por la Sagrada Escritura, como respondió Cristo a diablo en las tentaciones, ya que los protestantes no aceptan ni la Tradición ni el Magisterio, pero hay que llegar hasta ellos.
Precisamente, el Papa Francisco quiere llegar a la comunión con los protestantes tras el camino que se inició en el CVII, pero el puente de la verdad entre esas dos orillas todavía no ha sido re-construido.
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¿Qué catecismo? Ha habido tantos.
Precisamente si ha habido muchos es porque van aproximándose cada vez más a la verdad completa de las escrituras y la tradición.
Hoy hay que leerse el catecismo de SJPII que es el mejor fruto del CVII que supera ampliamente a otros catecismos anteriores, por ejemplo, los de base tomista.
El catecismo es un vademecum de la fe. Una aproximación cada vez mejor a la verdad. No es la verdad en sí. Esa verdad, lo dice la Sagrada Escritura, solo se sabrá en el final de los tiempos.
Precisamente, el catecismo del CVII habla de ese fin de los tiempos, como ningún otro catecismo anterior habló.
El catecismo, y más aún las obras de Santo Tomás de Aquino, no son infalibles. Y por supuesto que hay que oponerles la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición en aquellos puntos que no están todavía claros. Precisamente, los santos estuvieron perseguidos por los inquisidores de todo tiempo porque aparentemente negaban verdades de fe. Le pasó también a Santo Tomás de Aquino.
Es lo que ha hecho la Iglesia de Dios a lo largo de toda su historia. Lea la Dei Verbum y la Verbum Domini.
Incluso hay uno que defiende la literalidad del Génesis.
Es una muestra de ignorancia tan suprema que de tan perplejo que no puede entender como tienen la poca vergüenza de proclamarlo en voz alta.
Pues claro que los protestantes conocen mejor la biblia que los católicos.
Ya se encargan los neocones de que se enseñe lounimos y mal
Sí, ya sabemos lo que es el protestantismo.
Lo que hay que preguntarse es por qué Dios permitió la herida del protestantismo, aunque no la quiso.
Y por qué sigue abierta esa herida hoy.
El Espíritu Santo ha liquidado cientos de herejías en la historia cristiana. Dios no quiso ninguna, pero se sirvió de ellas para que los católicos avanzaran en la sabiduría de las escrituras y de la fe.
Está bien lamentarse pero habría también que enfocarse en qué bien quiere Dios que saquemos de esos males.
El bien por el que pidió Cristo fue la comunión, de ahí el ecumenismo conciliar.
La cuestión está en saber cómo hacer ese ecumenismo correctamente. Si los protestantes solo aceptan la Sagrada Escritura habrá que dialogar como Cristo hizo con el demonio en el desierto: respondiendo una por una con la Sagrada Escritura en la mano a sus objeciones.
Es decir, necesitamos profundizar mucho más en la Sagrada Escritura para resolver sus objeciones. Pero para ello necesitamos conocerlas muy bien, lo cual no parece que sea el caso.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Aunque, no dudo que evidentemente Dios se sirve para salvar todas las almas que pueda de la misma, y dirigirlas a la Iglesia Católica.
Respecto a los prodigios y signos que harán, serán falsos, pues falsos son los cristos y profetas, pues si fueran verdaderos prodigios, no habría falsedad en ellos. Y me refiero con falsos, no a que los mismos sean efectos de prestidigitación o parecidos, sino que la causa de los mismos es el demonio, como los magos del faraón.
Cuanto más se medita la Sagrada Escritura, más se siente la necesidad de conocer las palabras más puras que expresan lo que en ella está escrito, es decir, las que son más fieles a aquellas palabras que el Espíritu Santo inspiró en los autores sagrados a poner por escrito. Así lo vemos por ejemplo en Santa Teresita de Lisieux, que meditaba constantemente en los Evangelios, y deseaba ardientemente poder entender el griego, hebreo y arameo para leer directamente de los textos originales, y meditar la palabra en toda su pureza.
Es importante también tener presente que la Palabra, por la que «en la condescendencia de su bondad, Dios, para revelarse a los hombres, les habla en palabras humanas», no es sólo la Biblia, sino también la Tradición, como lo enseña explícitamente el Catecismo citando la Dei Verbum:
97 «La santa Tradición y la sagrada Escritura constituyen un único depósito sagrado de la palabra de Dios» (DV 10), en el cual, como en un espejo, la Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de todas sus riquezas.
infocatolica.com/blog/reforma.php/1312200107-title
es altamente recomendable. A manera de muestra, y para animarles a leerlo todo, aquí copio tres párrafos:
Judíos y cristianos han sabido siempre que el hombre «vive de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Dt 8,3; Mt 4,4). Así como por la palabra humana el hombre transmite a otros su espíritu, así el Padre celestial ha querido comunicar a los hombres su Espíritu divino por medio de su Palabra encarnada, Jesucristo. Por eso leer la Biblia y otros libros santos es uno de los rasgos fundamentales de la vida espiritual cristiana. El creyente, según sus posibilidades personales y circunstanciales, ha de alimentar asiduamente su fe con la Palabra divina. Y la razón es muy clara: «el justo vive de la fe»; «la fe es por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo» (Rm 1,17; 10,17).
El creyente, pues, privado de la vivificante Palabra divina, se va muriendo, como una planta que no recibe el riego del agua que necesita. Ésta es la realidad, y se comprende bien que así sea. Si el cristiano ha de vivir como un «extranjero» entre los pensamientos y caminos del mundo (1Pe 2,11), que son para él engañosos y sofocantes, necesita absolutamente formar su mente y estimular su corazón leyendo o escuchando asiduamente «los pensamientos y caminos» de Dios, enseñados por Jesucristo, tan diferentes de los vigentes en el mundo (Is 55,8). Y palabra de Cristo es no solo la Escritura sagrada, sino, en un sentido más amplio, todos los buenos libros cristianos, así como las predicaciones y conferencias. De este modo, por esos medios, el cristiano recibe lo que continuamente pide en el Padre nuestro: «el pan de cada día».
La Iglesia Madre siempre ha alimentado a sus hijos con la Palabra divina. Además de la Catequesis fundamental, en la liturgia de la Palabra, parte primera de la Eucaristía, en la lectura continua de la Escritura y de los Padres, que se practica secularmente en las Horas litúrgicas, en las predicaciones, conferencias y retiros, siempre ha alimentado a los fieles con este maná celestial. Así es como los hijos de Dios y de la Iglesia crecen sanos y fuertes, alimentados por la Palabra divina, que es pan de vida.
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Sin duda, pero al ser la suya una respuesta abstracta se aplica a todas las herejías.
Pero es que además de lo común que tiene con el resto de herejías el protestantismo tiene particularidades. Si persiste esta herejia particular es porque Dios quiere sacar algún bien particular de este mal particular.
El razonamiento abstracto tomista esta muy bien pero llega hasta donde llega. Luego hay que seguir con los detalles que es donde se esconde el diablo.
Luego, además de los gravísimos errores de Lutero, tiene que haber ademas algo positivo, algo concreto, que la Iglesia todavía no ha extraído. Un fondo de verdad por descubrir.
Los saduceos le vinieron con la Sagrada Escritura y Jesus les respondió con Sagrada escritura, que es lo que hay que hacer con los protestantes.
Casi me come!!
Pero es la cruda verdad.
Todo el creacionismo protestante es en realidad anti-creación, pues en el fondo, se le niega a la creación der epifanía y, más aún, sacramento, medio de la gracia.
La doctrina sacramental es el creacionismo más radical, inequívoco manifiesto a favor del misterio último, que es el de la Encarnación.
A) Quien, católico, conoce las ideas principales que se desprenden del Evangelio, que se traducen en el correcto cumplir de la Palabra de Dios, aunque no memorice los versículos.
B) Quien, protestante, memoriza los versículos pero no entiende a fondo la realidad de los mismos.
C) Un ordenador, que memoriza mejor que nadie los Evangelios, pero es ajeno totalmente a su significado.
Prefiero acercarme a la A que a la C.
Me permito plantear una duda, no estoy seguro pero los testigos de Jehová (cuya "doctrina" -por llamarlo de algún modo- tiene cosas muy extravagantes como lo de la cruz -entienden que stauros significa palo de un solo brazo; no son trinitarios; no sabía lo de que Jesús es San Miguel etc, etc.), sin llegar a los delirios mormones, no pueden ser considerados cristianos protestantes. Es cierto que son una "nueva" degeneración del protestantismo y consecuencia inevitable de la libre lectura e interpretación, pero en algún momento se tiene que poner el límite. Si la Iglesia los considerase cristianos, el bautismo de los Testigos es válido y no sé cómo puede serlo ya que se tiene que bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Gracias.
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Los testigos de Jehová no son cristianos, son el detritus doctrinal de las sectas protestantes, un refrito de herejías. Tres errores importantes de los testigos de Jehová:
1.- Niegan la existencia del infierno y del purgatorio, su escatología es muy rara.
2.- Mantienen el error arriano sobre Cristo (de hecho, si llegas a cuarto de teología en una universidad católica y estudias la asignatura de "trinidad" puedes refutarles algunas de sus herejías escriturísticas porque vienen de arrio).
3.- Predijeron el fin del mundo después de la segunda guerra mundial y fallaron. Llegó la fecha y el mundo siguió dando vueltas...
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Digamos que estos son los errores más gordos.
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Con respecto a la Escritura, por leer media hora la biblia se gana una indulgencia plenaria, siguiendo el Enchiridion Indulgentiarum. Sería bueno que los cristianos católicos lucraran un par de indulgencias plenarias de esta manera a favor de los difuntos...
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Santa Faustina Kowalska en su novena, pide orar uno de los días por la conversión de herejes [cristianos protestantes] y cismáticos [cristianos ortodoxos]. No es mala política, ya que la unidad está en la Iglesia católica y esas gentes si se convirtiesen harían un bien grande en la Iglesia católica. Tanto Scott Hahn como Fernando Casanova estoy seguro de que están en la Iglesia católica por la oración de cristianos católicos que rezaron: o por la unidad de las iglesias, o por la conversión de los protestantes. Esto último es redundante, porque la unidad acaba en la Iglesia católica.
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Estoy seguro de que muchos laicos gastan 45 minutos en leer la prensa con los suplementos los domingos; y una hora en leer una novela, al menos los sábados; eso sin contar el tiempo perdido en la televisión la televisión (el que ve hoy solamente una hora de televisión diaria es un moderado). ¿Y no somos capaces de emplear dos turnos de media hora a la semana para ayudar a los difuntos con nuestras indulgencias y ayudarnos a nosotros mismo?
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Un cordial saludo:
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Francisco Javier
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Sin duda, pero al ser la suya una respuesta abstracta se aplica a todas las herejías.
Pero es que además de lo común que tiene con el resto de herejías el protestantismo tiene particularidades. Si persiste esta herejia particular es porque Dios quiere sacar algún bien particular de este mal particular.
El razonamiento abstracto tomista esta muy bien pero llega hasta donde llega. Luego hay que seguir con los detalles que es donde se esconde el diablo.
Luego, además de los gravísimos errores de Lutero, tiene que haber ademas algo positivo, algo concreto, que la Iglesia todavía no ha extraído. Un fondo de verdad por descubrir.
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En qué sentido aplica abstracta, no lo sé. Pero fui muy concreto al decir que de allí saldría el Anticristo, quiero decir, por causa del protestantismo -pues no creo que el Anticristo sea protestante-
Los errores siempre están fundados en verdades. No puede existir un error absoluto (Por ejemplo, la proposición 'Esta proposición es falsa' ni si quiera es una proposición, pues no cumple los requisitos, burlando el principio lógico de no contradicción, por tanto ni si quiera posee ser)
'' la Iglesia todavía no ha extraído''
La contrarreforma católica, el Sacro Santo Concilio de Trento, dicen otra cosa.
Ahora bien, de lo que sí estoy de acuerdo es que, con tan terrible herejía, la Iglesia toda no haya rasgado sus corazones, se haya cubierto de ceniza y hecho penitencia por sus pecados, y con esto también lo aplico a las multitudes de herejías actuales... ¡Somos hombres de tan poca fe! Y por ello Dios sigue azotando al mundo con los monstruos del protestantismo, liberalismo, marxismo, etcétera...
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