Los reencuentros gracias a Internet
Los reencuentros en la vida son siempre muy satisfactorios, porque nos vuelven a convertir en seres humanos con memoria, con biografía propia, con responsabilidades respetables, con convicciones profundas, con fidelidades a prueba de todo, con descendencia intelectual o física.
Además si el reencuentro se produce porque la red ha sido la causante y el puente de comunicación inesperado y fortuito, entonces la valoración es superior cuando el reencontrarse supone recordar más de treinta años de vidas divergentes, en localidades diversas, con estados de vida distintos, con compromisos vitales diferenciados, con las desigualdades lógicas y humanas de cada quien.
Además, si los reencuentros suponen el respeto que siempre existió entre uno y el que un día, por los motivos equis, tomó un compromiso por la humanidad, por la sociedad igualitaria, por la cultura popular, por la coeducación en la práctica, entonces las horas del reencuentro se tornan verdaderas, sinceras y respetables, manteniendo cada lado su lado, pero sabiendo comprender y ponerse en el lado de la otra persona sin perder nadie su propia identidad y fidelidad.
Si, por otra parte, en ese reencuentro entra la figura de una madre, cercana a los noventa años, lúcida, locuaz, sencilla, con una memoria de antología, un poco sordilla, pero simpaticona cien por cien, rezadora de su rosario diario a la Virgen y televidente fiel de la Eucaristía por la televisión, dado que su estado físico solamente le permite moverse por el llano de la planta baja de una casona andaluza, entonces, el tiempo ha pasado entre los dedos y las conversaciones han sido enriquecedoras.
Es esta una experiencia que nunca habia tenido oportunidad de vivirla. Ahora, cuando ha sucedido, y el coche se alejaba de la ciudad, se ha ido proyectando toda una pelicula de este 2 de marzo, que nunca se borrará de la mente y del corazón.
Y, en El Olivo, un lugar de reencuentros de amigos, de lectores, de visitantes, de comentaristas, se queda una sencilla lección: la vida tiene muchos momentos agrios, pero también tiene otros dulces, evocadores, nostálgicos, que llenan de fuerza para seguir cada cual por el compromiso vital concreto, sabiendo que los amigos verdaderos, como el buen vino, cuanto más tiempo duermen en las bodegas, mejor sabor tienen y se paladean con más gusto y amistad. Y todo, gracias a la red de Internet.
Tomás de la Torre Lendínez
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