Las "guerras" de la Iglesia y la sociedad española
A comienzos de abril, a quien le quedan pocas horas, dijimos aquí que comenzaba la guerra por la empresa Cope. Así ha sido. Ha ganado, como siempre la izquierda eclesial, quien ha cobrado la cabeza de dos buenas piezas: Federico y César. Los obispos han capitulado y han entregado su cadena de radio a la nada con sifón.
Termina el mes con otra nueva guerra: el parlamento de España desea reprobar la libertad de expresión nada menos que del mismo Papa de Roma, Benedicto XVI. Es de nuevo la izquierda, acompañada por la derecha, quien se ha lanzado a tan peregrina decisión, que cuando se discuta en el pleno va a ser para partirse de risa, por no llorar. ¿Qué pasará?. Ya lo veremos si Dios quiere.
Otra guerra más. También organizada por la izquierda eclesial: como el Papa tiene 82 años, vamos a buscarle suplentes, pues es probable que dimita, ya que estuvo viendo el sepulcro del un Papa que dimitió en su momento histórico. Además, como Benedicto XVI, ha convocado a una serie de cardenales para enseñarles su próxima enciclica social, no ha sido para eso, sino para ver que opinan sobre su posible cese, por esto sale humo del Vaticano, según los “vaticanólogos” de la izquierda eclesial dirigidos por el llanero solitario, que nunca se equivoca en sus predicciones “periodísticas".
La derecha social, política y eclesial, mientras, tiembla. Necesita ante sus temblores que la izquierda le siga perdonando la vida y la mantenga circulante. A cambio, la derecha intentará, se lo ha prometido a los gurús de la izquierda, parecerse lo más posible a esa izquierda tan amable, tan simpática y cordial, que tapa a todo un entramado másonico, librepensador y laicista, verdadero motor de la sociedad española de este primer decenio del siglo XXI.
Los obispos españoles se hacen una piña para la nada con sifón. Se zancadillean entre ellos. Se ganan cargos en la masa episcopal por victorias pírricas. Y el cardenal Rouco termina el mes llamando al presidente del Congreso, un señor católico y amigo de obispos y cardenales, y de curas situados entre vías, para darle las quejas de la Iglesia en España por la gran barbaridad de que en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo se vote la libertad de expresión del Papa Benedicto XVI.
Entre tanto, la sociedad española asiste a este teatro yendose de puente o preocupada por lo que comerá mañana pues la crisis económica le corroe las tripas.
!Señor, Señor, perdónales porque no saben lo que hacen¡.
Tomás de la Torre Lendínez