1 de abril: inicio de la guerra por Cope
Mañana, 1 de abril, se cumplen setenta años de la terminación de la Guerra Civil. Es una fecha desconocida para muchos, salvo los empeñados en relatar la historia desde una memoria intencionada y revanchista.
Cuando llegó la Transición pareció que se enterraban las dos Españas, en una Constitución consensuada. Así ocurrió en los primeros años. Pero, actualmente, estamos en una etapa donde el resurgir de ciertas actitudes, llevan a proclamar a mucha gente que se sienten herederos de la II República, para legitimar el presente y el inmediato futuro.
La actual crisis económica ha parado un tanto la fiebre de una reforma constitucional por la puerta de atrás. Todos los sondeos demoscópicos hablan claro y alto que la única preocupación del pueblo es la malísima situación económica y laboral, con un aumento del paro y todas las consecuencias demostradas con números y situaciones familiares del todo punto hondamente preocupantes.
En este momento, el papel de la Iglesia no debe ser apostar por unos cristianos alelados, bobos, cobardes y arrinconados. Una buena prueba ha sido la campaña contra la defensa de la vida humana desde el seno materno hasta la tumba, que ha puesto muy nerviosos a los amantes de la cultura de la muerte promotora del aborto sin límite y la posible eutanasia, bastante anunciada y defendida.
La Iglesia de estas fechas debe seguir presente ayudando a los más pobres y necesitados a causa de la crisis económica, por medio del fomento de los servicios que Cáritas presenta gracias a la solidaridad del resto de la comunidad cristiana. Y, desde todas las instituciones eclesiales, se debe apoyar cualquier iniciativa que vaya en la dirección de dar de comer al hambriento y vestir al desnudo.
En este marco, las personas, que rigen los destinos de los medios de comunicación social que tienen el sello y la propiedad eclesial, deben darse cuenta que la misión de éstos debe ser de altavoz de los sin voz, de búsqueda de la libertad de los oprimidos, de sensibilidad en todas las inteligencias para no caer engañados por los cantos de sirena, de aumentar la solidaridad para con todas las victimas de la crisis económica que no deja de ser una crisis de valores humanos y cristianos.
La Cope está en una encrucijada histórica de mucho alcance. La emisora en manos de la de unos militantes de excesiva “confesionalidad católica” puede llevar a la cadena a la desaparición como voz autorizada en el campo de la opinión y de la acción social, como ocurrió con el Diario Ya, impreso en papel.
Y la emisora en manos de una izquierda eclesial revanchista y plegada al pensamiento único, supondría la pérdida de la máxima del evangelista san Juan, en su capitulo ocho: La verdad os hará libres.
Hace setenta años se acabó una guerra fratricida. Ahora se inicia una guerra por el control de un magnifico medio de comunicación social radiofónico, que está siendo rentable y que tiene una audiencia plural, lo mismo que lo es la sociedad en la que estamos.
¿Quiénes serán los vencedores y los vencidos?. ¿Cuáles serán las consecuencias de la decisión preanunciada en casi todas las esquinas?. Los obispos correspondientes y los laicos responsables tendrán que hilar fino, caminar por el filo de la navaja, porque sus decisiones pueden mandar al sótano a una cadena que ahora emite desde la azotea de la libertad de los hijos de Dios.