2.03.18

De internis neque ecclesia, eminencia

Me han sorprendido algunas reflexiones del cardenal Maradiaga que he podido leer esta mañana, y que parecer realizó, así lo cuenta Religión Digital, en la presentación del libro “Todos los hombres de Francisco”.

El cardenal Maradiaga se hace eco de una realidad incuestionable, que el papado de Francisco suscita reacciones diversas y que hay personas, medios muy críticos con Francisco. Normal. Opiniones diversas sobre su actuación las sufren el papa, el presidente del gobierno de España, el obispo de Tananarive y el señor cura párroco de Gascones, es decir, un servidor. Naturalmente, uno prefiere las alabanzas a los garrotazos, pero es lo que hay. Nadie, ni el papa, somos billete de cien euros que a todos conviene (y seguro que incluso en eso podría haber algún discrepante.

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1.03.18

Un reino dividido no puede subsistir

Por supuesto que las diferencias entre católicos y protestantes son notorias. La fundamental, nada menos que las fuentes de la revelación y el magisterio. Los católicos tenemos dos fuentes de revelación: la Escritura y la Tradición, interpretadas correctamente por el Magisterio. Los protestantes, evangélicos o similares solo tienen la Escritura como fuente de revelación, y no reconocen un Magisterio. Siguen en su libre interpretación.

Tras quinientos años, las consecuencias son evidentes. La Iglesia católica, pese a todos los pesares, se mantiene unida bajo la autoridad y el magisterio del sucesor de Pedro y los obispos. Las iglesias evangélicas son cientos o miles. Normal. Si no hay autoridad, cada cual piensa lo que quiere y tiene los seguidores que tiene.  Cristianos separados fruto de la rebelión luterana, aunque sean anti papado, en el fondo sienten envidia por la figura del sucesor de Pedro, porque reconocen que gracias al papa nos mantenemos unidos en fe, doctrina, liturgia y caridad. Memos seríamos si pusiéramos en jaque la unidad de la Iglesia.

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28.02.18

Resquicios que nos vuelven locos

Decir que lo que siempre fue blanco, ahora ha de ser considerado negro, o al revés, es un problema, pero no lo peor. Lo más grave es que todo sea como siempre, aunque no lo es, o siéndolo no vamos a ser rigoristas, y dependerá, y según el caso, y nunca se han de cerrar las puertas, porque eso te deja en una indefensión y un sin saber que acaba con la moral de cualquiera.

Nos encontramos aquí con tres problemas, a mi modo de ver.

PROBLEMA PRIMERO: DOCTRINAL. Cualquiera quisiera tener claro cuál es la doctrina de la Iglesia y cuál su moral. Por ejemplo, saber si tras la consagración el pan y el vino contienen a Cristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. O si solo un poco, o depende, o sí, pero no es lo más importante.

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26.02.18

La gracia de ser cura de pueblo

Aunque siempre escribo para todos, hoy me van a permitir que lo haga pensando de manera especial en los sacerdotes, y especialísimamente en los compañeros que, como un servidor, ejercemos el ministerio en el mundo rural. No es nada fácil.

No son pocos los sacerdotes que viven o sienten la pastoral rural, la que llevamos a cabo en pueblos, demasiadas veces mínimos, como algo que hay que hacer, pero sin ilusión, sin esperanza, sin demasiadas ganas de sacarlo adelante. Es decir, me tocó, pues nada, a hacer lo que se pueda. Los hay que se acostumbran incluso a vivir así, y los hay locos por largarse a una parroquia mayor. Tampoco todos comprenden el ministerio de un sacerdote en pueblos diminutos y se preguntan si no sería suficiente con mandar a alguien alguna vez.

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23.02.18

Cosas raras que hacemos los curas: llevarnos las velas a casa

¿Y eso? ¿es que se las roban? No, robar no. ¿Quién va a querer robar un par de velas de una parroquia de pueblo? ¿Entonces? Es por el frío… Me lo explique.

La explicación es sencilla. Cada vez es más común utilizar para la liturgia velas que funcionan a base de un aceite especial. Tienen un depósito que se va rellenando, su mecha, y son de lo más cómodo y limpio. El único problema es con el frío, porque entonces ese aceite se congela y no hay forma de encender los cirios. Así que el señor cura párroco ha decidido guardar las velas en casa y llevarlas al altar justo para el momento de la celebración.

¿Tanto frío hace en esa iglesia? Tanto, tanto que el párroco nos contaba a los compañeros que cuando se reviste para celebrar, se coloca el alba sobre el jersey y la cazadora, porque si no se hace la cosa imposible.

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