Los autoproclamados amigos y bienhechores de la Iglesia
Los hay, haylos, buenos, generosos, entregados y dispuestos a dar su vida y su patrimonio por la Iglesia, sea a la diócesis de A, la parroquia de B, o el convento de C. Desgraciadamente estos, los fetén que diría un castizo, son los menos. Más abundantes son los fules, los chungos, esos que, so capa de bonhomía, amor a la Iglesia y deseo de ayudar generosamente, han encontrado en curas, frailes y monjas una cantera cuasi infinita de ingenuos a los que tomar el pelo.