23.08.18

Curas perdidos y marrones que tienen que comerse los obispos

Y cada vez más. Porque si es verdad que los curas a veces pareciera que andamos medio locos (me he levantado generoso), se supone que alguien debería exigirnos sensatez.

Hay cosas dudosas, rumores, dicen que, parece que, vete a saber. Pero las hay que saltan a la vista de todos de forma “ostentorea” que diría el difunto Jesús Gil. Un cura puede soltar una barbaridad en la homilía, calentarse un día y soltar una inconveniencia, escribir quizá con una cierta ligereza en un momento, como un servidor sin ir más lejos. Bien. Un fallo lo tiene cualquiera y generalmente la cosa no pasa de un “ten cuidado”, cosa por lo demás que se agradece.

Otro asunto es cuando las cosas, en román paladino, pasan de castaño oscuro. Es decir, que las sandeces, o las barbaridades o los escándalos son de tal calibre que ya no hay por dónde cogerlas. Es en estos casos en los que el pueblo fiel, el que va a misa, defiende a la Iglesia, aporta su óbolo en la colecta y su cruz en el IRPF, se cabrea y mira a lo alto, no al cielo, sino a un alto más asequible, y exige de una vez alguna respuesta.

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22.08.18

Inmatriculaciones: vuelve la burra al trigo y ahora con mofa, befa y mucho cachondeo

Insistencia, cachondeo, tocada de narices, befa, mofa, burla y añadan más adjetivos. Nos vamos a quedar cortos.

Es inútil tratar de explicar lo que todos conocen perfectamente, es decir, que la inmatriculación de un bien no es otra cosa que la inscripción por primera vez del mismo en el correspondiente registro de la propiedad y que lleva a cabo o desde la escritura que garantiza el dominio, o en caso de su inexistencia, a través de un expediente de dominio, que, entre otras cosas, exige información pública, apertura de posibles comparecencias y la no oposición de cualquiera que pudiera estar interesado.

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20.08.18

Cuando perdiz, perdiz

Ya saben mis amables lectores lo que son las parroquias de Braojos, Gascones y La Serna en invierno. Muy poca gente, frío, soledad y los cuatro de siempre en misa (cuatro los días mejores, que a veces uno o…). Pero ahora es verano, y es, sobre todo, agosto, tiempo de vacaciones y tiempo, en consecuencia, en que mis pueblos cobran vida. Mucha gente, fiestas patronales, el sonido de los niños, la gente que toma el fresco a la puerta.

Ayer domingo encontré las tres iglesias llenas. Entiéndaseme bien. Llenas significa que, en Gascones, con domingos de invierno con apenas ocho o diez personas, ayer nos juntamos unos cuarenta. Otros tantos en La Serna, lo que significa ver los templos con sensación de lleno. Incluso la iglesia de Braojos, enorme, presentaba una asistencia más que notable, quizá debida también a que ayer, tercer domingo de mes, tocaba celebrar minerva.

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18.08.18

Lo último, Pensilvania. Y van...

Vaya años y vaya temporada últimamente. Se me hace muy duro ver en todos los medios de comunicación noticias sobre abusos cometidos por sacerdotes y religiosos católicos contra niños y adolescentes. Los datos de Pensilvania son especialmente aterradores porque en ellos se nos habla de más de mil menores afectados y no menos de trescientos sacerdotes implicados.

Llueve sobre mojado. A la memoria nos vienen los casos de Estados Unidos, Irlanda, Australia, más recientemente Chile… Ahora este nuevo mazazo.

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16.08.18

La Pagolera

En el último post, un tolosarra, Haddock, escribía: “Lo que la filoxera es a la vid, la Pagolera lo es al catolicismo, y con esta última, mi villa fue severamente castigada”.

Hay gente con un escasísimo, o mejor nulo, sentido del humor. Incluso se puede constatar el sentido del humor y la progresía católica se desarrollan en sentido contrario. A más progresía, menos sentido del humor, y a la viceversa.

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