De encontronazos entre párroco y feligreses, o que se fastidie el capitán que yo no como rancho
Nadie es billete de cien euros que a todos viene bien. Los curas no somos una excepción. A unos les caemos bien, a otros mal, y para otros somos del todo indiferentes. Para la inmensa mayoría de los fieles no pasamos de ser sus sacerdotes, con nuestras pequeñas o grandes manías, pero que, salvo casos extremos, son perfectamente soportables.
Alguna vez, no hay más remedio, puede ocurrir que haya algún encontronazo con un feligrés o una familia en concreto. Bien porque el feligrés pedía lo que no puede ser y además es imposible, bien porque ese día el señor cura párroco se había levantado con el pie izquierdo y andaba para pocas bromas. El caso es que se produce choque de trenes y, desgraciadamente, la cosa se pone fea.