Cuando no hay respuesta a las convocatorias ¿de quién es la culpa?
Desde luego la gente no tiene la culpa. O al menos, toda la culpa.
Los curas, ante nuestras limitaciones pastorales, solemos escudarnos en un indefinido “es que la gente…” Preparamos charlas cuaresmales, invitamos a actos de piedad, convocamos encuentros y nada. Nada de nada. Y volvemos a lo de siempre: “es que la gente…”
Me pasa en la parroquia, la respuesta es justa. Bueno, no. Justa en algunas cosas y generosísima en otras, por ejemplo, en la adoración perpetua. Dicho esto, me hago algunas reflexiones de por qué la gente responde o no.