Cáritas: bien, bien, bien, bien, bien, bien (léase con música)
Mucho me temo que, para Cáritas, Manos Unidas y similares, debo ser algo así como una bestia negra, un incordiante que se pasa el día metiendo el dedo en el ojo. Tanto como todo el día no, pero un poco he de reconocer que sí que lo hago.
Mi cantinela con Cáritas, mi obsesión que dicen algunos, es tan simple como pedir que Cáritas sea abiertamente confesional católica, que no tenga miedo de mostrarse como parte de la Iglesia, incluso como una parte muy especialmente querida en la Iglesia, y que no viva escondiéndose de su identidad.
Todas mis peloteras han sido por lo mismo. Por carteles asépticos, por folletos sin nombrar a Dios, por materiales de pura sociología, por unos despachos huérfanos de signos religiosos. A ms compañeros más metidos en Cáritas, a curas y trabajadores, les doy la matraca invariablemente en la misma dirección: confesionales, de Iglesia. Y es que a veces uno tiene la impresión, uno no, muchos tenemos, de que se nos cuela de todo, como en el caso aquel de Salamanca y los toros ¿recuerdan? donde resultaba que con las juventudes taurinas no, pero con el partido comunista sí.