Ir a misa con niños pequeños
Antes de nada decir que reconozco que en esto de los niños pequeños en misa hay curas y curas, pero también hay niños y niños, y sobre todo hay padres y padres.
Las cosas son como son, y en algunas ocasiones ha surgido de forma tangencial el asunto de acudir a misa la familia al completo y el problema que puede suponer el que alguno de los niños sea pequeño. Yo quisiera dar otra visión, la que sale desde el otro lado del altar, completada con los comentarios posteriores de despacho y sacristía.
Para empezar, creo que en este asunto concurren básicamente dos derechos: el de la familia, que quiere ir a misa como familia, lo cual es bueno y es todo un testimonio, y el de los fieles que piden poder tener una celebración sin demasiados sobresaltos. Luego parece que debe imponerse la elemental cordura de pedir a unos, los fieles, un poco de paciencia, y a otros, los padres, especial cuidado para que sus retoños incordien lo menos posible.
Como sacerdote que preside la eucaristía he de confesar que los niños me ponen un tanto nervioso, aunque estoy mejorando bastante. Déjenme un par de ejemplos. La homilía sin ir más lejos. No saben lo difícil que puede ser una predicación normal con un niño que de cuando en cuando suelta un chillido (que los hay). Ya, ya sé que hay que tener paciencia, pero yo les reto a cualquiera de ustedes que dé una clase en similares circunstancias. O imaginen en pleno canon de la misa el niño gritando, o el silencio tras la comunión imposible porque es imposible.
Uno hace lo que puede, pero de verdad que celebrar viviendo lo que se celebra, poniendo los cinco sentidos en la liturgia y en la predicación, tratando de mostrar el rostro de Dios a la comunidad, con unos niños que tienen el día latoso, y unos padres que no se dan por aludidos, no es tarea sencilla, se lo aseguro.
¿Qué hacer? Porque ahí está la madre del cordero.
Recuerdo una campaña publicitaria en televisión allá por los años sesenta – setenta que llevaba como título “Piense en los demás”. También recuerdo la regla de San Agustín, cuando afirma “conoceréis que estáis en la verdad cuando cuidéis más de lo común que de lo propio”. Desde este punto de vista diría a los padres que piensen que la misa es la misa de toda la comunidad y que deben mirar la forma de ayudar a toda la comunidad a vivirla, con se testimonio de familia, y su saber estar. También pediría a los fieles que procuren no ser especialmente tiquismiquis, y tengan un poco de paciencia. Y a los curas que no se dejen llevar por los nervios, empezando por un servidor.
En algunas parroquias hay habilitadas unas zonas acristaladas con visión suficiente y megafonía adecuada donde pueden colocarse familias con niños pequeños. La solución no es mala, aunque familias hay que se quejan de que se sienten discriminados. En la parroquia de un servidor observo cómo las familias con niños pequeños optan por ubicarse en la capilla lateral, separada del templo principal por cristaleras y que permite participar de la misa a la vez que ayuda a los padres a no tener que andar tan en tensión por si el niño molesta más de lo previsto.
Creo que todo es un problema de saber estar. De ese tan perdido sentido común. De pensar en los demás. Y si no lo hacemos así, malo.
45 comentarios
Pienso que la solución pasa por indicar ciertos horarios para la asistencia en familia y otros para la asistencia con mayor recogimiento (siempre que sea posible). De esta forma, tanto los fieles como los sacerdotes podrían adecuarse a esos horarios.
A pesar de lo cuál creo que en muchos casos el ruido interior es bastante más molesto que el exterior.
Y claro, tienes el Domingo como día libre y tienen que ir los padres a Misa por separado para que nadie se moleste (o contratar a una canguro)..Como la sociedad no ponía suficientes problemas a la familia, sólo falta que la Iglesia lo acabe de arreglar. En cualquier caso ya sé que a su Iglesia es mejor que no vaya porque de los tres que tengo, la pequeña tiene año y medio y es un terremoto.
Si mis hijos hacian ruido, yo, que previendolo me colocaba en la ultima fila, salia de la Iglesia con el sin hacer ruido, y punto, problema solucionado. Cuando son mas grandes, la educacion es primordial. Con 3 y cuatro años un niño bien educado esta calladito, pero claro, para eso hace falta mucha educacion y estar encima del niño para que no meleste, algo que muchos padrs parecen no hacer ni estar dispuestos a hacerlo.
Los padres tienen la culpa, toda la culpa, y es a ellosa quienes me dirijo. no se quejen tanto, y eduquen mas y mejor a sus hijos. si los mios pueden hacerlo, los suyos tambien.
Creo que es bueno acudir a misa en familia pero siempre que tengamos cierto control sobre los hijos y que su actitud no suponga una grave interferencia con el Misterio que estamos celebrando.
Totalmente con usted con el tema de los niños en misa. En la parroquia de un servidor queremos hacer catequesis a los niños de 2 a 6 años en el momento de la Eucaristía. Así los niños se catequizan en la edad mas apta para adquirir conocimientos y los padres no tienen que padecer durante la hora que dura la misa.
No está funcionando muy bien.
Gracias por sus reflexiones parroquiales.
En primer lugar creo que es buen reconocer la realidad. Si a uno los niños pequeños le ponen nervioso pues le ponen nervioso. Ya sabemos que todos deberíamos ser más santos y pacientes y .... pero la realidad primera es la que es.
Segundo creo fundamental que las familias puedan ir a Misa juntas. Nosotros tenemos un bebé de mes y medio, uno de dos y uno de cuatro. Los mayores no siguen aún la Misa pero el mayor sobre todo puede rezar algunas partes y desde bastante pequeño entona cuando no se enfurruna la salve marinera al final de la Misa
Si a algún sacerdote en especial los niños le ponen nervioso bueno es saberlo para no asistir a esa hora. Nosotros vamos a una Parroquia casi de colegio por lo que están acostumbrados. Pero recuerdo a D Paco cura de Ntra Sra de las Nieves grandísimo sacerdote pero incompatible con los niños
Lo que sí clama al Cielo es quien llega tarde interrumpiendo, quién no apagarla móvil, el sacerdote que no prepara mínimamente la homilía y la celebración, etc etc y luego se quejan del niño
A pesar de que haya niños molestos, a pesar de que haya padres que pasan de todo y no los controlan en la Misa, a pesar de que haya curas que no se centren en la homilía o en la lectura, etc...lo que más pesa es que los niños son nuestro semillero en la Iglesia. Ojalá todos los días las iglesias estuviesen llenas de padres con niños molestos y no como ahora, que se cuenta una o dos decenas de cabezas blancas (con mucho respeto a sus venerables canas) más cerca del más allá que del más aquí rogando por ¿¿¿vocaciones sacerdotales??? jajajajajajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa como si los curas cayesen del cielo....
Contando con que los padres hacen lo posible para que se porten bien (nunca he visto lo contrario), es normal que -como niños- como niños se comporten e inevitable paseen o se les escape algún gruñido. De hecho, las iglesias son lo sufucientemente grandes para que los que de más sensibilidad se sienten cerca del altar y dejen los últimos bancos a quienes vamos con niños.
Pero muchas veces es la actitud del Sacerdote quien marca la diferencia: si ante la presencia de niños el cura sonríe y hace algún comentario dándoles la bienvenida, los fieles suelen asentir y sonreír y saludar -a la salida- a las familias. Por el contrario, si el cura pone mala cara, contagia a los fieles -que se crecen- y se encaran con los padres.
Por cierto, muchos ultrasensibles son los mismos viejos que tosen constantemente, interrumpen la fluidez de la fila de la comunión con sus torpes pasos, molestan -de otra forma- a nosotros -otros fieles-, desentonan hasta la exasperación en los cantos, llegan tarde descuidando el portazo, vuelven curiosos la cabeza cada vez que alguien entra, etc... pero ¡ahí sí! todos a tener que "tolerar" esos achaques de la vejez. Incordian igual o más que la presencia de un niño, pero eso sí, debemos ser inflexibles con un bebé que gruñe.
Cuando mis hijas eran bebés, me sentaba en alguna capilla lateral hacia atrás para salir corriendo en caso de rabieta. Cuando tuvieron edad de coger un lápiz, les llevaba para pintar algún dibujo relacionado con la celebración, pero siempre sentadas hacia atrás. Yo aguanto lo que sea, pero no soporto molestar ni al Sacerdote ni al resto de feligreses.
Estos últimos años, soy catequista de niños pequeñitos, es decir, de infantil y alguno de 1º de primaria. Me siento con ellos en los primeros bancos durante la Eucaristía, y puedo asegurarles que casi son los que mejor se portan de toda la iglesia. Curiosamente, los niños que durante la Misa se portaban de manera endiablada (un día casi tiran una imagen de la Dolorosa, arrancaban los flecos de los reclinatorios, etc,... todo sin que sus papás se inmutasen), ahora en medio de otros niños y vigilados por los catequistas son capaces de aguantar los 45 minutos de la celebración con un comportamiento excelente.
Creo que es imprescindible que los niños asistan a Misa con toda la familia. Pero creo también que no debemos considerarlos animalitos incivilizados incapaces de "aguantar" 45 minutos quietos. Si se les van explicando todas y cada una de las partes de la Eucaristía, se les hace mucho más comprensible, y se acaban los problemas de saber estar.
Por cierto, Padre Jorge, me "chifla" su blog.
Mucho mejor, así se da cuenta de lo que hay, para bien o para mal.
Un niño nunca será un problema. Como Vd. puede comprobar, ningún niño ha dado aquí su opinión, pero si que la han dado muchos padres. Y ya ve, hay de todo. Algunos prefieren misas con ruido. Otros claudican el mantener a sus hijos sin molestar, otros directamente lo ven negativo y otros tienen hijos que nunca han dado la lata o que minimizan hábilmente sus inesperadas rabietas.
Así que las soluciones enfocadas a los chavales son inútiles. Es más, creo que el problema no está bien explicado.
En casi todas las misas la inmensa mayoría de los niños y de los padres tienen controlada la situación. El problema viene no cuando los niños, sino cuando el niño a secas y, como mucho, alguno más, hacen lo que les viene en gana. Efectivamente, alza la voz cuando quiere, corretea cuando quiere y suele llevar ya juguetes de casa para pasárselo bomba. Y los padres sonríen.
Si padre, y cuando se aplican remedios como el de la pecera que simplemente sirve para dar carta blanca a que los niños chillen y jueguen a saco Paco, pues lo único que se fomenta es eso, que los niños chillen y jueguen en la Iglesia.
Yo no sé cuál será su situación. Afortunadamente creo que en casi todas las iglesias el tema se resuelve con un poco de paciencia.
Tengo dos niñas pequeñas y cuando voy con ellas a Misa procuro que se estén quietas y calladas. Tienen dos y cuatro años y no molestan o molestan poco. Si están revoltosas, las saco fuera o me meto en esas zonas acristaladas pero allí dentro no les dejo hacer lo que les da la gana.
El problema, como ya ha dicho alguien, son los padres. De hecho, conozco familias con cinco y seis hijos bastante pequeños que no molestan porque sus padres se preocupan de que se porten bien.
Otras veces, dejo a las niñas con sus abuelos y me voy a Misa con mi mujer. Ya tendrán tiempo de ir a Misa todos los domingos cuando tengan uso de razón. Ahora no veo imprescindible que vayan a Misa todos los domingos. Y eso no es incompatible con que vayan creciendo en la fe: rezan por la mañana y por la noche, bendicen la mesa, etc.
Yo, de muy pequeño, no iba a Misa con mis padres todos los domingos y no por eso he dejado de ir a Misa de mayor.
Que le dire que yo tengo un niño hiperactivo, de 5 años y en Misa solo esta tranquilo si solo se le tiene en brazos y pues ni modo a abrazarlo y ya se ira acostumbrando a que en la iglesia no se juega.. Y como alguien dijo, no es lo mismo un niño que suelta un esporádico llanto, al niñito que lo hace por deporte solo para llamar la atención y porque no decirlo: sobretodo para molestar y los padres bien gracias, que el que molesta es el niño de la comadre no el mio....
Hay un aspecto que no se deeb olvidar. la mayoría de los niños está acostunbrado, para mal, a la influencia de la TV que agita y agita al niño durante horas, le mata la capacidad de concentración y no le ayuda a crear un modo de ser que lo conduzca a un grado de ¿contemplación? mínimo como el que se necesita para la Santa Misa. Muera la TV y muera internet.
Hace poco tuvimos la visita pastoral de Monseñor Rouco y quedó sorprendido del perfecto comportamiento de los niños durante la Celebración.
Le copio integro mi comentario sobre éste mismo tema en su post del mes de Febrero "El perdido silencio en los templos".
En el Camino Neocatecumenal tenemos la costumbre de que durante la Eucaristía, para que los padres también puedan participar tranquilos, hay unas cuidadoras (a las que se paga por supuesto)en una sala aparte con los níños pequeños, y a la Eucaristía sólo entran los bebés lactantes(por razones obvias) y los niños a partir de que se están ya preparando para la Primera Comunión.
Se sientan en la primera fila acompañados de los maestros de niños para que no pierdan detalle y puedan preguntar las dudas después a sus padres o maestros. Si el sacerdote lo ve oportuno les pregunta durante la homilía para que vayan aprendiendo.
Es curioso, pero no suele haber problemas con los niños. Otra cosa son los móviles. :-)
Y esta intervención parental tiene varios capítulos en este campo: el momento en que es realmente conveniente que comiencen a ir con sus hijos al templo y a la Misa (son dos aprendizajes distintos en parte); el modo en que los acompañan (e instruyen) durante el desarrollo de la celebración (cosa que no siempre se hace, dejándolos "a su aire"); el modo en que reaccionan cuando el niño comienza a comportarse francamente mal (a veces se hacen los desentendidos, aunque la mayoría opta inteligentemente por salir un momento del templo y moderar allí la corrección conveniente); etc.
Estoy con mi hijo de cuatro años que si estate quieto, que si ahora no se juega, que si de pie que si sentado, que si habla mas bajito, que si....que si....
me pongo todo nervioso para que al final de la misa todo el mundo me dice que se ha portado muy bien
En mi parroquia que es inmensa (Sacramentinos), al cura no le da la gana de habilitar un espacio para que los niños y sus padres puedan estar sin molestar al resto de fieles (sería una obra mínima). Eso sí, luego es insoportable con los niños (por no hablar de sus infumables homilías que no se prepara por lo que no sabe terminar y se alarga a su antojo sin decir nada que no sean interminables desvaríos improvisados).
Aunque ya digo, en esas "peceras" habría que meter -sobretodo- a toda esa panda de sensibleros insoportables que se escandalizan porque haya niños en las misas, y se olvidan de "sus" molestias: ¡hablando de algunos, a mi me molesta lo mal que huelen, lo torpes que son, los ruidos corporales que generan -toses, suspiros y achaques-, lo mal que cantan y lo cotillas y metomentodos que llegan a ser! pero... entiendo que la Iglesia es de todos y debemos tolerarlos y dejarles asistir también a misa... como a los niños ;-)
Por cierto, si estos sensibleros insoportables fueran más puntuales, en vez de molestar -una vez empezada la misa- a los que ya hemos llegado y nos hemos puesto en las últimas filas con los niños, al tenerse que sentar "detrás" pierden la oportunidad de no ser molestados. Pero como dice Percival (lo importante es echar culpas a otros, huir de la responsabilidad de uno mismo... a la que tanto apelamos cuando nos dirigimos a otros claro)... "la culpa siempre lo tienen los demás menos yo".
En serio, seamos -todos- más tolerantes, y si a alguien no le gusta que vayan los niños a Misa ya sabe lo que tiene que hacer: AGUANTARSE como ellos se aguantan de compartir "su espacio" con otras personas. El MISMO derecho tienen los niños de ir a Misa que cualquiera de nosotros. El mismo.
A un niño hay que educarle (cuidarle) desde que nace. El niño recién nacido requerirá más cuidados físicos y biológicos que de otra cosa, y hay que dejarle llorar, si es el caso; Pero un niño de un año, (incluso antes), ya es capaz de saber respetar comportamientos adultos, y de "comprenderlos" si se le sabe explicar: esa es misión de los padres. Pero se requiere amor, cariño, saber estar, y nunca la regañina sin sentido, o el zarandeo o la brusquedad sin sentido, y menos aún el “cachete”. Pero ¡claro!, si los padres no son “religiosos”, si solo van a misa “por cumplir” y no participan porque sólo están de oyentes, la cosa se complica: los niños no se percatarán de la importancia del acto religioso, porque no lo ven en sus padres.
Un niño no debe golpear el banco ni corretear por la Iglesia. Si un niño no comprende las maneras con las que se debe estar en el templo, hasta el punto, no ya de aburrirse, sino de sentir la injusticia de una quietud y la frustración sin sentido, es motivo suficiente para que los padres se queden en casa con él. Por eso digo que se le debe introducir (iniciar) en el templo “poco a poco”, y siempre con provecho. Pero a un niño no se le debe obligar contra natura y sin que él lo comprenda, a un comportamiento determinado en el templo. Y mucho menos si por dicho motivo va cogiendo tirria a lo sagrado.
Si no se puede ir a misa, no se puede: sin ningún escrúpulo de conciencia; (consúltese, si es preciso, con el sacerdote). Los domingos y fiestas “de precepto” se ha de ir a misa, pero la misa no es la única liturgia que tiene la Iglesia: si no se puede ir a misa, se puede rezar el rosario y otras devociones en casa. (Sería estupendo una acción litúrgica en familia, por ejemplo, la oración de vísperas).
Lo de las guarderías acristaladas y sus correspondientes cuidadoras, si se sabe hacer, puede ser buena solución para que los padres no pierdan la misa. También la misa "ad hoc", celebrada por un sacerdote al que le guste ese apostolado, ese "tipo" de ministerio.
Bendigamos al Señor.
Me parece buena opción con niños con catequistas al frente, o muy pequeños con sus padres atrás.
Ahora, si se trata de catecúmenos, vuelta!
En fin, no hay mal que dure 100 años, los niños finalmente crecen y en algún futuro, mucho mas cercano de lo que puede parecer nos estarán agradeciendo los sacrificios que hemos hecho por ellos.
De manera sacramental, no otra cosa es la Santa Misa. Por eso, la necesidad de unción y silencio es muy grande, y los niños pequeños pueden perturbarla. Aunque sin dudarlo soy bastante más indulgente con el llanto de un niño, que con la charlita por lo bajini de adultos o el timbrazo de un móvil.
En todo caso, me parece muy atinado el comentario de Libertad Seidel.
Si los padres se esfuerzan en que el niño se porte bien, no pasa nada por que molesten un poco.
Si les animan a que corran,griten,salten y empujen empiezan los problemas
Y como personas, los hay de todo. Yo iba a Misa desde muy pequeño, y mi madre me llevaba al templo en otros horarios a rezar, todos los viernes. Aprendí a comportarme en el templo igual que aprendí a comportarme en la escuela, en la calle, en el auto y en restaurante: con mis papás. Nunca me metieron en una pecera, no me amarraron ni me sacaron. Pero quizás soy una persona rara. Como todos.
Tengo dos hijos que andan en los 20 años. He pasado por diversas etapas con ellos. Siempre les llevé a misa y de mayores nunca han dejado de ir. El mayor cuando tenía 2 años correteaba. Íbamos a la mayor iglesia de Sevilla, a una hora en que iba poca gente y nos poníamos al final. Para ver al cura necesitábamos prismáticos, pero no molestábamos a nadie. Después fuimos depurando la técnica. Nos dimos cuenta de que los niños son como dice Les Luthiers "casi seres pensantes". Empezamos a ir a misas para niños y desde los tres años les ayudábamos a que entendieran lo que estaba pasando así matábamos varios pájaros de un tiro: formación religiosa (les íbamos catequizando mientras), educación cívica (no puede uno comportarse igual en todas partes) e inculcarles que todos los domingos de nuestra vida son "día del Señor".
Cuando el pequeño era un bebé, andaba escaso de atención porque el mayor se encelaba, así que aprovechábamos para tenerlo ese rato en brazos dándole besitos mientras que el otro se ocupaba de contarle bajito la misa al mayor.Para ellos la misa era un momento feliz.
Ahora que ya no tengo niños, busco la misa más temprana de la mañana a la que no van niños para que no distraigan mi atención y doy gracias a Dios de ver que hay padres valientes que cuando yo salgo entran a la siguiente misa con sus niños.
La misa no es un "derecho". Es la celebración central de nuestra fe. Si no entendemos que la debemos compartir con el resto de la comunidad sean niños, viejos que tosen o despistados que olvidan apagar el móvil creo que no nos hemos enterado de nada.
El mundo estaría mucho mejor sin niños. Creo que esa es frase del evangelio. Cuando los discípulos andaban ahuyentando críos, me imagino que sería porque daban la pelmada, no porque fueran unos angelitos, precisamente. Y Jesús dijo, dejad que los niños se acerquen a mí.
En todo esto, más que la mirada censuradora, se agradece la colaboración, porque los padres también vamos evolucionando y los niños van progresando. Mis críos se arrodillan abre el santísimo desde los dos años, pero a alguno a veces le da la vena de salir corriendo. Se le agarra y se le enseña a comportarse, pero esto no ocurre de un día para otro. Alguna vez he tenido que tragar saliva y contar hasta diez cuando me han insinuado que no sé educar a mis hijos. Son frases que a uno le parten el alma, cuando se remanga todos los días para sacar a cuatro pequeños adelante, algunos más movidos que otras. Lo que sí puedo decir con orgullo es que cada vez se portan mejor, atienden, rezan y cantan: mis sudores me ha costado, aunque a otros realmente no les haya costado nada criticarnos cuando la vida estaba más dura.
A los que no quieren entender y juzgan con tanta facilidad, les recuerdo lo que decía San Pablo: ya podría yo ..... si no tengo amor, no soy nada.
Nadie dijo que fuera fácil :)
Es la Sagrada Eucaristia, es el recuerdo de la Ultima Cena de Cristo, la cual la celebró unicamente con sus apostoles, sin niños, es una celebracion muy Sagrada que debe respetarse y todo el que esta en esa celebracion deberia darle el verdadero sentido particular y comunitario.que da nuestra Iglesia Catolica.
No es en nada, pero en nada, culpa de los niños hacer sus travesuras. Es cien por ciento responsabilidad de los padres. Pues hoy dia hasta dulces, comidads, juegos y otras tantas cosas les dan los padres a los niños en la iglesia, que da verguenza la ignorancia de los mismos de lo que se esta celebrando.. Es problema de educacion de los padres. A las cosas hay que llamarlas por su nombre. Al pan pan y al vino vino. La sagrada eucaristia no impide a ningun niño por mas pequeno que sea estan en ella lo que si se les pide a los padres es que piensen dónde están,, qué estan celebrando y con quiénes estan celebrando?. La Santa Misa no es un lugar para que mis hijos sean corregidos por un extrano, si no por mi y si yo no puedo corrregirlos o educarlos en la santa Misa, algo mal anda en mi. Amen..
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