Masiá como síntoma del verdadero cisma en el seno de la Iglesia

Han sido muchos los que me han escrito y llamado para comentar el nuevo capítulo del “caso Masiá". Hay quien incluso me ha felicitado como si yo fuera el causante de que su superior en la Compañía de Jesús le haya “aconsejado” reducir sus “actividades periodísticas a Japón". Pero yo tan solo he sido una más entre las varias voces que han pedido a la Iglesia que interviniera ante el espectáculo continuo que este jesuita daba desde su blog. Por cierto, alguna de esas voces, quizás la más destacada, ha partido desde el mismo medio donde estaba alojado dicho blog.

De cualquier forma, surgen algunas preguntas ante lo que se nos ha contado hasta ahora. Por ejemplo, ¿debemos entender que por “actividades periodísticas” se refiere a la publicación de artículos en periódicos, posts en blogs, entrevistas en diversos medios, etc? Es que el propio Masiá se ha encargado de anunciar que va a seguir escribiendo desde su nueva web. Para ese viaje no hacían falta esas alforjas. Desde luego no es fácil que sus futuros artículos o posts tengan la misma repercusión si son publicados en esa web personal que la que han tenido por aparecer en el portal de información y opinión sociorreligiosa más leído en España. Pero aunque la difusión de sus disidencias doctrinales (por usar un término “suave") es un factor a tener en cuenta, el problema real está en que pueda seguir siendo sacerdote y jesuita quien se aparta de forma tan evidente de la fe de la Iglesia en temas de gran importancia. A menos, claro, que los equivocados seamos aquellos que opinamos que Masiá se ha desviado del magisterio. Nuestra opinión no deja de ser el juicio más o menos cualificado de un grupo de seglares.

Esto nos lleva a la raíz del “caso Masiá". Mandarle callar sin dar una explicación de las razones auténticas por las que se actúa así con él, sólo sirve para que el personaje pase a ocupar más rápidamente un escalafón superior en la lista de “profetas heterodoxos” de determinado sector eclesial. La pregunta no es si debe callar o no, sino si sus palabras atentaban contra la fe y la comunión de la Iglesia. Y a esa pregunta no se responde con un esparadrapo en la boca sino con una aclaración pública y notoria de sus posibles desviaciones de la sana doctrina. Desde aquí sigo solicitando que el magisterio se pronuncie sobre las ideas que Masiá ha estado vertiendo desde su blog en Religión Digital durante los dos últimos años. De lo contrario, se le estará convirtiendo en lo que no es. Él quiere que sus lectores crean que se le manda callar por meterse con los obispos españoles y no por que se ha apartado del dogma. Los herejes, aunque no estén de acuerdo entre sí, se alimentan unos a otros considerándose víctimas del mismo “verdugo". Y si le puede poner nombre y apellidos, mejor.

Como cabía esperar, Masiá se ha convertido en un nuevo síntoma del verdadero cisma que existe en el seno de la Iglesia desde hace ya bastante tiempo. Que no es el lefebvrista, no. Doctrinalmente hablando, Monseñor Lefebvre era San Atanasio al lado de Juan Masiá Clavel y toda la horda de defensores que ahora le sacan a hombros por la puerta grande de la plaza de la Heterodoxia. Hasta el sedevacantista más histérico está más cerca de la fe católica que los Masiá y cía. No es que ellos estén por la hermenéutica de la ruptura de la que habla Benedicto XVI. Es que son la encarnación viva de la ruptura con la fe católica pasada, presente y futura. Y sin embargo, a diferencia de lo que ha ocurrido con los herejes desde tiempos de los judaizantes, estos siguen “canónicamente” dentro de la Iglesia. Son una especie de irregularidad histórica, un bache inoportuno en medio de la autopista de la fe, unos revolucionarios fracasados que se contentan con saber que hay un buen número de fieles despistados que les consideran los oráculos del Señor en su generación. Ciegos guías de ciegos, que diría el Señor.

Sospecho que el caso Masiá dará más que hablar. Sé de sobra que las quejas sobre su blog llegaron a Roma. Y ha sido Roma, no sólo Madrid, quien ha movido los hilos para que se le mandara callar. Y si no se calla de verdad, la maquinaria,que ya está engrasada y en funcionamiento, actuará sin contemplaciones. La doctrina católica es la misma en Japón que en España. Que no piense Masiá que sus superiores van a conformarse con que abandone su blog en Religión Digital. En mi opinión, y sabiendo lo que sé, si quiere morir como jesuita, tiene dos opciones: arrepentirse y retractarse de sus errores o abandonar toda actividad pública en la que los ponga de manifiesto. Como ya he dicho en repetidas ocasiones, el ciudadano Juan Masiá es libre para escribir lo que le venga en gana. El sacerdote y jesuita Juan Masiá, no. Y el que no lo entienda, no sabe bien lo que es ser sacerdote y jesuita.

Luis Fernando Pérez Bustamante