Fascistas y antifascistas, misma basura
Hace unos días se ha conocido la sentencia por la que se condenaba a 26 años de cárcel a Josué Estébanez por el asesinato de Carlos Palomino en el metro de Madrid. Creo que casi todo el mundo ha podido ver el vídeo del crimen. El tal Josué, soldado profesional, se encontraba en un vagón del metro madrileño cuando vio que se acercaban un grupo de jóvenes “anti-fascistas” que iban a reventar una manifestación de fascistas, o algo parecido. Antes de que Palomino entrara donde estaba su asesino, éste había sacado el puñal con el que finalmente le quitaría brutalmente la vida. Las imágenes muestran claramente que a Estébanez no le llegaron a poner la mano encima, así que difícilmente se puede alegar defensa propia.
Tengo la sensación de que si la cosa hubiera sido al revés, o sea, que el asesinato lo hubiera cometido un anti-fascista contra un fascista, la repercusión mediática habría sido diferente. La extrema derecha violenta tiene peor fama que la extrema izquierda violenta, aunque ambas son la misma basura. Alguien me dirá que no existe tal cosa como una extrema derecha o izquierda violenta, pero yo creo que conviene diferenciar entre quienes defienden una ideología política extrema y no por ello van abriendo cabezas y matando gente y los que sí lo hacen, aunque también es cierto que algunas ideologías políticas llevan la violencia inserta en sus genes.
Por lo general son jóvenes los que se meten en grupos de uno u otro signo. Ellos piensan que son muchas las cosas que les diferencian, pero son bastante más, y de mayor importancia, las que les unen. Por ejemplo, el odio hacia el contrario, hacia el diferente. Por ejemplo, su extremismo. Se dice que los extremos se tocan y en este caso eso es especialmente cierto, con la particularidad de que el toque a veces resulta mortal.
Todo extremismo suele ser la degeneración de una serie de valores que, en sí mismos, son incluso buenos. Como quiera que nunca he sido de izquierdas, no puedo hablar gran cosa de en qué consisten los valores de la izquierda que están presentes en esos profesionales de la violencia que gustan de aparece en manifestaciones anti-sistema -hay una kale borroka española latente que sale en cuanto se pulsan cuatro teclas- o independentistas. Me basta con constatar que son más, están mejor organizados y no reciben el mismo rechazo social que los “fascistas".
De la extrema derecha violenta sí puedo hablar porque comparto algunos de los valores que, aunque en realidad atacan, dicen defender. En especial, el patriotismo. Yo amo a España y no me gusta en qué se está convirtiendo este país. Ahora bien, una cosa es no estar de acuerdo con cómo transcurren las cosas y otra linchar al que sí lo está. Una cosa es no estar de acuerdo con la política de inmigración de los últimos gobiernos, y otra odiar al inmigrante por el mero hecho de serlo. Esos que piden echar a patadas a todos los inmigrantes de España son una mierda de españoles, pues el nuestro ha sido un país que cuando lo ha necesitado ha visto como sus gentes se iban a otras naciones a buscarse un futuro mejor. Además, hay una consideración por encima de todas que hace absurdo ese racismo estúpido presente en muchos miembros de la extrema derecha. No son pocos los que dicen ser católicos. Pero ya me dirán ustedes qué tipo de “patriota español” es, en el imaginario de la extrema derecha de este país, aquel que deja a un lado la cruz o la usa para justificar comportamientos que se dan de tortas con los valores del evangelio. Y entre esos valores está el de que en Cristo no hay judío ni griego, que traducido a nuestra época, supone que en Cristo no hay ni español ni extranjero, o que no hay ni español, ni “moro", ni “sudaca”. La España que defienden esos mocosos peligrosos tiene poco que ver con la Tierra de María, que entregó la sangre de sus mejores hijos para llevar el evangelio allá donde no había llegado.
Son muchos los que han dicho que España es cristiana o no será España. Pero quienes ponen por encima de Dios a la patria no son patriotas. Son idólatras. Y si la idolatría es maligna siempre, más lo es cuando lo que tiene como objeto de idolatría es algo en sí mismo bueno. Prostituyen a la verdadera España aquellos que pretenden defenderla pisoteando la cruz y el evangelio. Son la misma basura que aquellos que se ponen el “anti” delante para combatirles, a pesar de que en realidad combaten juntos en el mismo bando. En el bando que está al servicio de Satanás.
Luis Fernando Pérez