17.06.17

La tentación del silencio. ¿Es posible enseñar la moral sexual criatiana sin ser lapidado?

LA TENTACIÓN DEL SILENCIO

¿Es posible hablar de moral sexual en clave cristiana sin ser lapidado?

Me comentaba hace poco una maestra de religión sobre la dificultad de hablar a adolescentes y jóvenes sobre la sexualidad en clave cristiana. Lo sucedido al Obispo de Solsona es un buen ejemplo. Esta maestra me refería el caso de un profesor de filosofía que se encuentra en situación de baja y depresión por la reacción suscitada ante una opinión suya. La maestra concluía que tal vez era mejor callar y que los padres se ocuparan de estos asuntos. Mi respuesta fue la siguiente:

Plantea usted un tema denso e importante. En primer lugar y atendiendo su misión educadora, le recomiendo que lea con mucha atención el apartado que el Papa Francisco dedica en la educación afectiva y sexual de niños, adolescentes y jóvenes. Los primeros protagonistas son, tendrían que ser, los padres, y con ellos la escuela católica y la catequesis. La doctrina católica reivindica la función de los padres como los primeros educadores en este delicado terreno. También hay que tener en cuenta la situación real de los padres y las acciones u omisiones de los mismos en su misión educadora. Y, en la medida de lo posible, suplir las negligencias.

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25.04.17

Fátima en las enseñanzas de San Juan Pablo II

Juan Pablo II en Fátima 12 de mayo de 1991

Ofrezco hoy a los lectores del blog unas reflexiones sobre el Mensaje de Fátima a la luz de algunas enseñanzas de San Juan Pablo II. Este artículo será publicado en la revista Cristiandad y es el primero de algunos que quiero dedicar al tema cuando se cumplen los 100 años de las apariciones.

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Fátima: Profecía esencial para nuestro tiempo

Aportaciones de San Juan Pablo II

 

 

Dr. Juan Antonio Mateo García

Sociedad Mariológica Española

 

1. Al cumplirse los cien años de los acontecimientos de Fátima queremos acudir a uno de los pontífices que más se han involucrado en la recepción y difusión del mensaje que no dudamos en calificar como “profecía esencial” para nuestro tiempo. San Juan Pablo II cuyo lema pontificio tiene una clara resonancia de devoción y entrega a la Virgen María, vio la mano providente y maternal de María en el atentado que sufrió un trece de mayo. Poco después de recuperarse, el santo Pontífice quiso leer el texto del mensaje que se custodiaba en los archivos de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, como sabemos, pensó inmediatamente en la gestión de la consagración pedida por la Virgen.

 

Juan Pablo II hizo tres viajes apostólicos a Fátima. Por su contenido doctrinal queremos resaltar el primero de ellos, y concretamente su magisterio expresado en la homilía del 13 de mayo de 1982. La enseñanza allí expuesta continua teniendo una gran actualidad para una correcta hermenéutica de Fátima y su mensaje.

 

Juan Pablo II constataba que la maternidad que, por designio divino, se confirió a María, su maternidad espiritual para con todos los hombres y particularmente para los bautizados, se manifiesta de modo particular en los lugares donde ella se encuentra con sus hijos, las casas donde ella habita y se siente una especial presencia de la Virgen. Lugares particularmente privilegiados “donde los hombres sienten particularmente viva la presencia de la Madre” son los santuarios marianos, como Fátima y otros queridos explícitamente por la Virgen. Éste es un fenómeno muy importante en la renovación de la Iglesia. Lourdes, Fátima y otros muchos santuarios de toda la geografía mundial son como un imán poderoso que, por la mediación materna de María, atraen a millones de personas a Dios y las sustraen del mal y del pecado. Por esto, un servicio inestimable de Juan Pablo II al mensaje de la Virgen en Fátima ha sido su reiterada presencia en este importante santuario. El Cardenal Schonborn, en unas inspiradas reflexiones que hacía algunos años atrás constataba que los santuarios marianos del mundo son como el último puerto de salvación para la Iglesia. Juan Pablo II, peregrinando a Fátima, enseñaba con su ejemplo que estos lugares irradian luz, atraen a gente de todas partes y en ellos se realiza de manera admirable aquel singular testamento del Señor crucificado por el que “el hombre se siente entregado y confiado a María y allí acude para estar con Ella como la propia Madre.

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17.02.17

María la "siempre Virgen" y su castísimo esposo San José

El impacto que puede llegar a tener una afirmación errónea lanzada desde un programa televisivo de gran audiencia es realmente increíble. Es evidente que para un católico bien formado y que conoce su fe no es un problema, pero para la inmensa mayoría que vive en una gran ignorancia religiosa, la confusión y el desconcierto pueden ser enormes. Recuerdo hace más de un año una chica que se preparaba para la confirmación, en una catequesis donde yo presentaba la importancia capital que tiene la Santa Misa para un cristiano, al final me dijo: “Pero Sor… ha dicho que podemos ser muy buenos cristianos sin ir a Misa…". Al día siguiente de aquellas desgraciadas palabras sobre la Virgen y San José recibía un montón de correos. Se ha generado mucha confusión y la labor de combatirla ha de ser paciente y prolongada. Ofrezco hoy a los lectores del blog la consulta y respuesta que he publicado en mi columna del semanario Cataluña Cristiana.

MARIA Y JOSÉ

¿Es compatible con la fe de la Iglesia afirmar que la Virgen y San José mantuvieron relaciones y engendraron hijos? ¿Tuvo Jesús hermanos y hermanas carnales? ¿Es verdad que la Iglesia nunca ha definido como dogma la virginidad de María?….

Confieso que quedé perplejo al abrir mi correo y encontrar de golpe más de diez consultas sobre el tema. Poco después descubrí la causa: unas imprudentes y atolondradas palabras expresadas en un medio televisivo por alguien que debería expresarse con más competencia y acierto.

Una consideración previa: no confundamos la fe con las opiniones personales. Como católicos nos encontramos en la fe de la Iglesia que por gracia profesamos y no precisamente en nuestros gustos y opiniones. Después de esta unidad en la fe, hay cuestiones que en la Iglesia son opinables y cada uno puede tener un criterio formado.

Hay que decir que abunda una mentalidad racionalista que quiere reconducir la fe en los limites de la pura razón. La opinión según la cual María y José tuvieron relaciones y engendraron hijos es incompatible con la fe católica. La concepción virginal de Jesús ha sido constantemente profesada por la fe de la Iglesia y está claramente atestiguada en la Sagrada Escritura. El Papa Pablo IV condenaba solemnemente a aquellos que atentaban contra “los fundamentos de la fe", entre los cuales incluía la Virginidad perpetua de María.

Si bien la virginidad perpetua de María no ha precisado una definición dogmática explícita hay que decir que se contiene plenamente incluida en definiciones dogmáticas como las de la Asunción y de la Inmaculada, y en fórmulas cristológicas fundamentales. Por tanto, la negación consciente y pertinaz constituye una clara herejía. Hay que decir que en muchos casos se trata de crasa ignorancia de la fe y tremenda superficialidad por parte del sujeto que debe ser reconducido con misericordia y firmeza a la profesión de la verdadera fe; y esto es un acto de caridad también para los oyentes confusos o escandalizados. Se requiere una retractación explicita y pública.

La Virginidad de María expresa su perfecta entrega al designio de Dios y expresa perfectamente la filiación eterna de Cristo. No supone ningún desprecio a la sexualidad humana. El tema de los “hermanos” de Jesús es bien conocido: Se trata de parientes y no hermanos carnales. Para formarse y profundizar recomiendo un libro de San Juan Pablo II: “La Virgen María". Formarnos constantemente en la fe es una tarea de lo más urgentes.

Post scriptum: Cuando hablo de “definición dogmática explícita” me refiero a un hecho bien conocido. Una verdad de fe (siempre obligatoria) que la Iglesia profesa pacíficamente (sin herejes que la cuestionen), en un momento dado es “definida explñicitamente” para blindarla ante los ataques de los herejes. Esto no hace que sea más verdad sino que sitúa a los herejes en una posición insostenible. Por ejemplo, muchas verdades de fe que la Iglesia profesaba sin oposición herética notoria, son “definidas” por Trento ante las herejías de los reformadores como Lutero declarándolas herejís. Ejemplo de esta formulación: “Si alguien niega que…., sea anatema". Hace ya algunos años, hablando con el gran teólogo P. Jean Galot en la Gregoriana, me comentaba que ante el avance de los errores sobre el tema, tal vez llegara el momento de definir de manera dogmática explícita  la perpetua Virginidad de Maria ( que es efectivamente una de las principales verdades que la iglesia siempre ha creído sobre la Virgen)…

P. D. En el programa de Radio María “Aquí tienes a tu Madre” que se emitirá el próximo sábado dia 18 de febrero he profundizado en el tema. También estará disponible en la web de Radio María.

19.01.17

Pero ¿es persona?

Hace pocos días recibí una consulta de un estudiante de bachillerato. Un joven cristiano y celoso por la defensa de su fe y muy activo defensor de la vida. Tuvo una discusión con su profesor de ciencias sobre el tema del aborto y se planteaba la cuestión crucial: ¿Se trata de una persona? En más de una ocasión he escrito sobre el tema y merece la mena hacerlo una y otra vez y creo que no hace falta explicitar los motivos. Ofrezco hoy en el blog la consulta y mi respuesta por si pueden ser de utilidad.

Estimado P. Mateo, hace unos días, discutiendo sobre el problema del aborto con un profesor de ciencias me dijo si podía considerarse persona un conjunto de células, refiriéndose al embrión humano en sus primeros estadios. Yo le respondí que este “conjunto de células”, si no es eliminado, en pocos meses se convertirá en un niño. No sé si mi respuesta fue la correcta y me gustaría tener más argumentos. Gracias.

 

La cuestión de fondo es lo que entendemos bajo el concepto de “persona”. Para muchos es una cuestión puramente funcional y no una realidad profunda, subyacente; filosóficamente hablando, diríamos una realidad ontológica, algo que debe ser reconocido. Así, para cierta corriente de pensamiento cuando un ser humano pierde sus facultades cognitivas, deja de ser persona. Algunos incluso, por poner un ejemplo, llegan a llamar “vegetal” a alguien que ha quedado en un como profundo e irreversible. En estas perspectivas, la realidad y dignidad de la persona, más que ser reconocidas y respetadas, son atribuidas y quitadas arbitrariamente en función de una ideología profundamente deshumanizadora. ¿El ser humano es persona porque lo decidimos nosotros o bien, porque en sí mismo es persona, nosotros debemos reconocerlo como tal?

Esta forma de pensar es contraria a la fe y a la razón. Hace unos años, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un importante documento que le ayudará a afrontar estas cuestiones. Se trata de la instrucción “Dignitas personae” que considera  algunas cuestiones de bioética. Se publicó el año 2008 y  sigue siendo de rabiosa actualidad.

Sobre el punto que usted me consulta dice textualmente este documento que expone la posición de la Iglesia: “El cuerpo de un ser humano, desde los primeros estadios de su existencia, no se puede reducir al conjunto de sus células. El cuerpo embrionario se desarrolla progresivamente según un “programa” bien definido y con un fin propio, que se manifiesta con el nacimiento de cada niño”.

Como puede usted ver, su razonamiento no difiere mucho de esta enseñanza de la Iglesia asequible a la pura razón. Por lo que respecta al concepto de persona le comento un razonamiento muy simple que escuche hace años en una conferencia de Julián Marías: “Todos intuitivamente y sin esfuerzo diferenciamos el ser personal del ser impersonal. Si durante esta conferencia alguien llamara a la puerta todos preguntaríamos “quién” llama y no “qué” llama. Y este ser personal tiene una dignidad única que debe ser respetada”. Cuando nos referimos al ser humano nunca estamos ante un amasijo amorfo de células. Hay una presencia, una persona creada por Dios a su imagen y semejanza y con un destino de eternidad. Estamos ante tierra sagrada que nunca se puede pisotear impunemente. Sobre esta cuestión afirma la mencionada instrucción: “El fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el respeto incondicionado que es moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual. El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción”.

Establecer un momento en que el ser humano no sería “persona” conduce teóricamente a un callejón sin salida y, prácticamente, a las más brutales agresiones. Los que afirman que el ser humano en un momento dado no es persona y poco después lo es deben explicar, si pueden, en virtud de qué irrumpe el ser personal y desde qué criterios. No lo harán, porque su explicación si fuera honesta nos presentaría una concepción de la persona de una pobreza impresionante y unas perspectivas para la humanidad realmente aterradores e inquietantes…

Lea el documento. Le ayudará mucho. Y esta es la cuestión de fondo que subyace en tantos debates de bioética y si no la tenemos clara nos perdemos en un laberinto sin salida.

Anexo

Por su interés y relación con el contenido del post recojo algunas preguntas y respuestas del indispensable documento que publicó en 1991 el Comité para la Defensa de la Vida de la CEE bajo el título “100 preguntas y respuestas sobre el aborto":

3. ¿Es un ser humano el fruto de la concepción en sus primeras fases de desarrollo?

Desde que se produce la fecundación mediante la unión del espermatozoide con el óvulo, surge un nuevo ser humano distinto de todos los que han existido, existen y existirán. En ese momento se inicia un proceso vital esencialmente nuevo y diferente a los del espermatozoide y del óvulo, que tiene ya esperanza de vida en plenitud. Desde ese primer instante, la vida del nuevo ser merece respeto y protección, porque el desarrollo humano es un continuo en el que no hay saltos cualitativos, sino la progresiva realización de ese destino personal. Todo intento de distinguir entre el no nacido y el nacido en relación con su condición humana carece de fundamento.

4. ¿Así que no es verdad que al principio existe una cierta realidad biológica, pero que sólo llegará a ser un ser humano más tarde?

No. Desde que se forma el nuevo patrimonio genético con la fecundación existe un ser humano al que sólo le hace falta desarrollarse y crecer para convertirse en adulto. A partir de la fecundación se produce un desarrollo continuo en el nuevo individuo de la especie humana, pero en este desarrollo nunca se da un cambio cualitativo que permita afirmar que primero no existía un ser humano y después, sí. Este cambio cualitativo únicamente ocurre en la fecundación, y a partir de entonces el nuevo ser, en interacción con la madre, sólo precisa de factores externos para llegar a adulto: oxígeno, alimentación y paso del tiempo. El resto está ya en él desde el principio.

5. ¿Cómo puede existir un ser humano mientras es algo tan pequeño que no tiene el más mínimo aspecto externo de tal?

La realidad no es sólo la que captan nuestros sentidos. Los microscopios electrónicos y los telescopios más modernos nos ofrecen, sin lugar a dudas, aspectos de la realidad que jamás habríamos podido captar con nuestros ojos. De manera semejante, la ciencia demuestra rotundamente que el ser humano recién concebido es el mismo, y no otro, que el que después se convertirá en bebé, en niño, en joven, en adulto y en anciano. El aspecto que presenta varía según su fase de desarrollo. Y así, en la vida intrauterina primero es un embrión pre-implantado (hasta la llamada anidación, unos 12-14 días después de la fecundación, en que cabe la posibilidad de que de un mismo óvulo fecundado surjan gemelos); después es un embrión hasta que se forman todos sus órganos; luego, mientras éstos van madurando, un feto, hasta formarse el bebé tal como nace. Y después continúa el mismo proceso de crecimiento y maduración, y más tarde se produce el inverso de decadencia hasta la muerte.

Por eso no tiene sentido decir que un niño proviene de un feto, sino que él mismo fue antes un feto, del mismo modo que un adulto no proviene de un niño, sino que antes fue niño, y siempre es el mismo ser humano, desde el principio. Y tan absurdo sería defender que el hijo recién concebido no es un ser humano porque no tiene aspecto de niño, como suponer que el niño no es un ser humano porque no tiene el aspecto externo del adulto.

6. Admitiendo que existe una nueva vida desde el momento de la fecundación, ¿no podría ser una vida vegetal o animal, para llegar a ser humana en una fase posterior?

No. Con los actuales conocimientos genéticos, es indudable que cada ser es lo que es desde el momento de la fecundación. De la unión de gametos vegetales sólo sale un vegetal; de gametos animales no racionales, por ejemplo un chimpancé, sólo sale otro chimpancé, y de la unión de gametos humanos siempre sale un ser humano.

11.07.16

¿Confesionario? ¡Sí, gracias!

¿Confesionario? ¡Sí, gracias!

 “Cada confesionario es un lugar privilegiado y bendito desde el cual, canceladas las divisiones, nace nuevo e incontaminado un hombre reconciliado, un mundo reconciliado.” ( San Juan Pablo II)

Por su interés ofrezco a los lectores del blog la respuesta a una consulta sobre los confesionarios que he recibido para mi columna en el semanario “Cataluña Cristiana”.

CONFESIONARIOS

 

¿Por qué no hay ya confesionarios en muchas iglesias? Creo que son de gran ayuda para facilitar la confesión. He de reconocer que siempre he sido muy vergonzosa y que me cuesta mucho confesar mis pecados. Hace poco fui a una iglesia y pedí al sacerdote si me podía confesar. Me dijo que me sentara en un banco y que allí me confesaría. Yo le dije que no, que deseaba el confesionario pero se ve que no tenían ninguno… ¿Dice algo la Iglesia al respecto? A mi, personalmente no me va eso de confesarme de cara a cara…

Hace poco respondía a una consulta sobre la vergüenza, muy natural, de confesar los pecados. Yo creo que todo lo que suponga facilitar la recepción del Sacramento de la Penitencia debe ser considerado una prioridad pastoral. En este sentido se ha pronunciado muchas veces el Papa Francisco, animando a los confesores a hacer de la confesión una experiencia gozosa de liberación y perdón.

En esta perspectiva hay que decir que, efectivamente, la cuestión de la sede penitencial no es algo secundario, sino algo mucho más importante de lo que parece a primera vista. Estos días, en la Basílica de Tremp, hemos inaugurado una nueva sede penitencial que facilita la discreción y el anonimato de los fieles. Más de una persona que la ha utilizado me ha comentado que le resulta mucho más fácil la confesión. Me da la impresión que en la renovación de los espacios celebrativos realizada en los últimos decenios no se ha dado la importancia que merece a la sede penitencial o confesionario. Me pregunta usted si la Iglesia dice algo al respecto. Efectivamente. Lo dice de dos modos.

Uno, de manera preceptiva y otro a modo de recomendación. El Código de Derecho Canónico establece: El lugar propio para oír confesiones es una iglesia u oratorio…Por lo que se refiere a la sede para oír confesiones, la Conferencia Episcopal dé normas, asegurando en todo caso que existan siempre en lugar patente confesionarios provistos de rejillas entre el penitente y el confesor que puedan utilizar libremente los fieles que así lo deseen”.

Y también que “no se deben oír confesiones fuera del confesionario, si no es por justa causa”. A nivel de exhortación dice el Papa Francisco: “Dejen las puertas abiertas de las iglesias, así la gente entra, y dejen una luz encendida en el confesionario para señalar su presencia …". Benedicto XVI hablaba de la necesidad de volver a habitar los confesionarios y decía a los sacerdotes “queridos hermanos, es necesario volver al confesionario, como lugar en el cual celebrar el Sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar donde habitar más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y confortación, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia Divina…”.Confesionario