Ante las actuales circunstancias, del todo previsibles, ofrezco algunas reflexiones recientes sobre el aborto y vuelvo a lanzar una propuesta que, de ser realizada, produciría un gran impacto: Que las campanas de España toquen a difuntos cuando la ley sea aprobada. Evidentemente esto sólo debería hacerse con la aprobación y el consenso de nuestros Obispos.
Sin futuro. Toque de difuntos por los que van a morir (6/03/2009)
El pasado mes de enero, en el transcurso del Encuentro Mundial de las familias celebrado en México, el cardenal Bertone pronunciaba las siguientes palabras ante el Presidente de México:
“Los católicos, en el debido respeto al pluralismo, trabajan con ahínco por el bien común, sabiendo que la sociedad tendrá futuro si en ella se afianzan los principios inviolables que están inscritos en el corazón humano. Estos no son fruto de consensos interesados y mutables, pues son imprescindibles para el ser humano. El primero de ellos es el derecho a la vida, que ninguna persona se da a sí misma, sino que es un don de Dios Creador que ha de ser tutelado por todos los medios desde su concepción hasta su ocaso natural. La Iglesia no se cansa de proclamar esta gran verdad…".(Discurso de S.E.R. el Cardenal Bertone al Presidente de México, 17 enero 2009).
Me han venido a la memoria leyendo las tristes noticias sobre la reforma legislativa respecto al aborto que se prepara en España. La perspectiva es tétrica: una sociedad sin futuro. Bertone, exponiendo con claridad el Magisterio de la Iglesia perfectamente concorde con la más elemental sensatez humana, declara sin futuro una sociedad donde se conculca uno de los principios más fundamentales inscritos en nuestra naturaleza: el derecho a la vida, don de Dios, que ha de ser tutelado por todos los medios desde su concepción hasta su ocaso natural.
¿Se ha perdido la fe? No sólo la fe, sino también la razón. En mi escrito del pasado 28 de diciembre analizaba algunos aspectos esenciales de la falta de fundamentación racional de la mentalidad pro abortista.
¿Son conscientes los ciudadanos españoles de la pérdida que acarrea a la sociedad todo esto? ¿Han leído en los estudios sociológicos más solventes las predicciones de lo que, demógráfica, social y económicamente, está por caer encima de nosotros los próximos veinte años?
La cultura de la muerte, muerte siembra y muerte recoge. Más que nunca se impone abrir los ojos de los ciegos para que vean, y, viendo, se conviertan… Es una lucha en la que todos podemos implicarnos, porque tenemos mucho en común: el amor y la defensa de la vida
Acabo esta breve nota con una propuesta. Una propuesta en línea con aquellas acciones simbólicas que algunos profetas realizaban para interpelar a sus interlocutores y hacerles sensibles al mensaje de Dios.
Si la ley acaba aprobándose tal como se viene formulando hasta el momento ¿Por qué no hacer tocar a difuntos desde todas las parroquias de España, a la misma hora, durante unos minutos? Un toque lúgubre, triste, un planctus por los inocentes que van a continuar muriendo, más numerosos, y un lamento por los que siguen viviendo pero han perdido el gusto por el don precioso de la vida y no se dan cuenta que hemos dado un nuevo paso hacia la ruina y la muerte
Quid videtur vobis? ¿Es una propuesta descabellada o sería una buena interpelación?
Intrínsecamente perverso (29/03/2009)
Afortunadamente muchas personas de buena voluntad se están moviendo en nuestra sociedad con diversas iniciativas a favor de la vida y, por supuesto, en contra del aborto y de darle más cobertura legal. Manifiestos, movilizaciones, lazos blancos, siembra de buena opinión, recordatorio de la doctrina de la Iglesia y de la ley natural constituyen un noble esfuerzo para ir cambiando una mentalidad difusa pero persistente de la cultura de la muerte.
Es probable que, a pesar de todo, se legisle todavía más a favor del aborto, pero también es indudable que los promotores de esta legislación saldrán bastante tocados del combate, con heridas graves. Y, sobre todo, saldrán muy tocados a los ojos de Dios, Señor y Dador de la vida. Que no duden que sus días de poder y gloria están contados pues el Señor les ha pesado en su balanza y andan muy menguados de peso. De Dios no se burla nadie y amargos son los frutos cuando nos apartamos de Él fuente de todo bien.
Lo que está pasando es tremendo y muchos no han abierto los ojos ante la tragedia. En España el aborto ya representa uno de cada cuatro nacimientos. El Ministerio de Sanidad y Consumo informaba en su momento que se habían realizado 112.138 abortos en nuestro país el año 2007. Este mismo año España registró 491.183 nacimientos.
La sangre de estos inocentes clama justicia a Dios y nos recuerda algo que no acostumbramos a oír en muchos debates sobre el tema: Que el aborto es intrínsecamente perverso. A veces el debate deriva sobre cuestiones secundarias, como que el aborto tiene graves secuelas sobre la salud psíquica de la mujer y otros temas, y olvidamos la cuestión esencial: la expulsión violenta de la vida de un ser humano inocente. Hay que insistir en todo, pero no perder de vista lo fundamental.
“Seréis como Dioses, conocedores del bien y del mal, señores de la vida y de la muerte…”, está fue la primera sugestión del Maligno, la esencia del pecado original, y se sigue sucumbiendo ante esta gran tentación. Y Jesús llamaba al Diablo “el que es homicida desde el principio”… No es difícil para quien tiene sentido sobrenatural de la vida saber lo que está pasando.
Se acerca la Semana Santa y la Pascua. A pesar de todo, Cristo ha vencido. Mors et vita duelo conflixere mirando…Dux vitae, mortuus, regnat vivus.
Como afirma el evangelio de hoy,quinto domingo de cuaresma, “ahora el mundo es juzgado y su Príncipe expulsado”. Luchemos pues en el noble combate que estamos librando por la vida. La victoria, estando de parte de Dios y de su Cristo, será nuestra.
Ojos que no ven… o cuando la verdad confunde (14/03/2009)
Me ha impresionado lo ocurrido en el programa “Contracorriente” de Popular TV del pasado jueves doce de marzo. Cristina Fraga, según lo publicado en Religión en Libertad, abandona el plató cuando uno de los invitados mostró una ecografía de un feto. Seguramente toda su argumentación a favor de la ampliación del aborto se desmoronaba y huía despavorida ante la luz de la verdad. Es una buena muestra de lo que ocurre en el debate sobre el aborto en nuestro país. Las pasiones superan las razones y se cierran los ojos ante la luz de la verdad, para no ver. Recuerdo hace unos meses que me regalaron un precioso DVD elaborado por National Geografic. Se titulaba “En el vientre materno". Eran unas imágenes preciosas, impresionantes, como nunca se han visto de un feto en el vientre de la madre. Quien lo ve y es honesto ya no puede dudar de que se trata un ser humano, vivo, uno de los nuestros. Me impresionaron ayer, celebrando la Santa Misa, las palabras de Rubén, hermano de José, cuando sus hermanos están decididos a asesinar al pequeño de la familia: No lo matemos, es sangre de nuestra sangre, es uno de los nuestros. Es el gran grito que eleva la Iglesia en favor de la vida: No los matéis, son nuestros hermanos. Recemos para que Dios abra los ojos de muchos y vean lo que es evidente. Tal vez el Señor nos obtendrá esta gran gracia, como la obtuvo en el caso del Dr. Nathanson, que después de miles de abortos, vio y se convirtió. Y no nos cansemos de razonar porque poderosas son nuestras razones a favor de la vida.
Y acabo nuevamente esta breve nota reproponiendo otra vez la propuesta que hice en mi anterior escrito. Una propuesta en línea con aquellas acciones simbólicas que algunos profetas realizaban para interpelar a sus interlocutores y hacerles sensibles al mensaje de Dios.
Si la ley acaba aprobándose tal como se viene formulando hasta el momento, si desgraciadamente se amplia el aborto ¿Por qué no hacer tocar a difuntos desde todas las parroquias de España, a la misma hora, durante unos minutos? Un toque lúgubre, triste, un planctus por los inocentes que van a continuar muriendo, más numerosos, y un lamento por los que siguen viviendo pero han perdido el gusto por el don precioso de la vida y no se dan cuenta que hemos dado un nuevo paso hacia la ruina y la muerte
¿Se imaginan ustedes todas las campanas de España tocando a difuntos al mismo tiempo? Yo creo que todos los medios del mundo se harían eco de la notícia y, más allá de la notícia, tal vez las campanas, conforme a su naturaleza, propagaran por el mundo la voz de Dios: ¡No a la muerte! ¡Sí a la vida!
¡Oh cruel Herodes! Una reflexión razonable ante la tragedia del aborto (28/12/2008)
Recorriendo las páginas de mi Liber Usualis he encontrado un bello y antiguo himno gregoriano con un significativo título: Crudelis Herodes. Me inspira el tema a proponer.
Hoy 28 de diciembre de 2008 coinciden la Fiesta de la Sagrada Familia y los Santos Inocentes. La familia y la vida: todo un programa y un reto para nuestros agitados días. Sólo puede tener futuro una sociedad que apueste decididamente por la familia y la vida.
Ofrezco hoy a los lectores un artículo que publiqué hace unos tres años en el Diari d’Andorra. Con la esperanza que haga reflexionar ante el drama del aborto.
¿Cuestión de fe? Quizá si, quizá no…
¿Cómo afrontar temas como el del aborto con personas que no comparten la fe y la moral cristianas? ¿Es posible que nos lleguemos a entender, o estamos condenados a un diálogo de sordos? En efecto, muchos partidarios de despenalizar el aborto aducen que la defensa de la vida que hace la Iglesia Católica con la consecuente oposición al aborto es consecuencia exclusiva de una profesión de fe que no se puede imponer.
A pesar de que estoy convencido que toda moral y toda ética reclaman per se un fundamento trascendente, creo que es posible encontrar algunos puntos de diálogo y consenso. Me gustaría recordar que para Kant, un de los padres de la modernidad, la realidad innegable de la moral y del sentido del deber reclaman la libertad, la inmortalidad del ser humano (alma) y la existencia de Dios. Son los famosos “postulados de la razón práctica” de este filósofo, sin los cuales no es razonable plantear la moral. Es una pena que muchos pensadores que recurren a Kant con frecuencia, olviden este aspecto de su filosofía.
Me da la impresión que en lo debate entorno al aborto no se acaba de llegar al fondo inexplícito del problema y que suele quedar ocultado y desfigurado por temas de orden secundario y por todo tipo de sofismas baratos.
La mayoría de los pro-abortistas parten de un supuesto fundamental: Nunca se trata de eliminar una persona. Si no fuera así, el planteamiento sería criminal de entrada. Sin embargo, ¿se puede demostrar que no está en juego la vida de una persona?Desde un punto de vista científico, es innegable que el embrión humano —desde el primero momento— es un individuo de nuestra especie, el cual, si no encuentra obstáculos, devendrá un ser humano plenamente constituido. ¡Todos hemos sido embriones! Hay que preguntarse si la realidad humana es pensable al margen de una categoría tan fundamental como es la “persona”.
Tampoco podemos dudar que la persona y su dignidad son un valor o referente común para la mayoría de la nuestra cultura. Nunca se había hablado, escrito y discutido tanto sobre la persona humana y su dignidad intangible como fundamento de todo sistema ético. Sería bueno recordar también que el concepto de “persona” actual se forja en la larga tradición bíblica y cristiana, sin embargo, como estamos en tiempo de amnesia colectiva, se olvidan tantas cosas elementales.
Ahora bien, los promotores del aborto deben preguntarse seriamente, tal como lo pide tan delicada cuestión, sobre los argumentos que utilizan para decidir, con respecto a la vida humana, cuando adquiere ésta su estatuto personal, es decir, en qué preciso momento —si es que realmente existe este instante— la vida humana pasa de realidad impersonal a realidad personal. Supongo que los abortistas no aceptan que en el aborto se elimine realmente una persona humana y, por eso, deben creer que hay un momento en el que la vida humana no es personal. Si es así, deben aceptar también que el hecho de ser persona no es algo sustancial y fuente de valores intangibles. Me parece una temeridad y arbitrariedad descomunales afirmar, para poner un ejemplo, que a las once semanas y seis días aún no existe el ser personal y que a las doce semanas sí. Desafío a los abortistas a que demuestren tales presupuestos.Los abortistas también deben esclarecer si la realidad personal es reconocida o bien otorgada, y, si es así, en función de qué parámetros.
Yo creo que éstas y otras preguntas, planteadas con honradez y rigor, son suficientes para que toda persona intelectualmente honesta tenga serias dudas sobre la moralidad del aborto. Y, delante de de éstas dudas, recuerden la máxima jurídica “in dubio, pro reo”: delante de de la duda, hay que favorecer el reo. Y aquí no se trata de un reo sino de un ser inocente que, si no se lo impiden, será en pocos meses un niño que verá la luz del sol, el regalo de una nueva persona al mundo. Y creo que estos argumentos pueden ser planteados razonablemente a cualquiera persona, aunque que no sea cristiana o ni tan sólo crea en Dios. Son preguntas que planteo para un debate serio y sin precipitaciones.
Defender la vida humana personal desde el primero momento no es una cuestión de fe; o, quizá sí, si se trata de una fe en el hombre y en la razón que todavía no hemos acabado de perder del todo. Como al cruel Herodes, me parece que a muchos abortistas les mueve una ciega irracionalidad y un miedo atroz a la vida.
Dr. Joan Antoni Mateo Garcia, Pbro.
Delegado Diocesano para la Pastoral de la Familia y la Vida del Obispado de Urgell