InfoCatólica / Caritas in Veritate / Categoría: Natividad

27.12.16

(149) ¡La Navidad sólo puede ser Feliz!

“Cristo, la luz verdadera no se detiene ante los muros ni se quebranta por los elementos,ni se oscurece ante las tinieblas. La luz de Cristo es día sin ocaso, día sin fin; por todas partes resplandece, por todas partes penetra, en todas partes permanece. Cristo es el día, según el apóstol: “La noche está muy avanzada y el día se acerca.” (Rm 13,12) La noche está avanzada, precede el día…”

(San Máximo de Turín. Homilía sobre el salmo 14) 

navidAlepoParecería que en medio de la tormenta, como no se ve el sol, no hay manera de detenerse a dar gracias por él, ni por la luz, porque sólo se siente el salpicar del agua sobre el rostro, la barca que amenaza naufragar, y a lo único que se atina en estos momentos es a asirse de los mástiles que aún no se han quebrado, o de cualquier viga que parezca firme para soportar el embate de las olas…  Por eso tal vez, leíamos hoy en un medio pretendidamente católico: Me considero un pesimista. Quizás la razón sea que estoy informado de lo que está ocurriendo en el mundo. Si es cierto lo que dicen, que el ignorante es feliz, su corolario también debe de serlo: el que sabe mucho es infeliz…”     Y me he indignado.

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7.01.16

(110) ¿Unidad, paz, fraternidad? El modelo de los Santos Reyes Magos

epifEpifanía es nuestra fiesta. ¡Y cuán gloriosamente nuestra! Decíamos hace un año: la fiesta de la “gentilidad” que ha sido conquistada para Cristo; la fiesta de los hombres que son capaces de atravesar el desierto en busca de la verdad, para encontrar, de rodillas, a Quien es la Verdad Absoluta.  

Cada día más desierto y oscuro se nos presenta el mundo para quienes quieren seguir a la Estrella y adorar al Niño.

Ellos eran paganos, mas no fueron impíos.

Enfrentaron con astucia al tenebroso monarca,

y no abofetearon nunca al Niño con histriónicas risas ni alborotos vacíos.

Reconocieron la Estrella porque eran hijos de la Luz;

Aunque ellos eran paganos, mas no fueron impíos…

Postráronse ante el Misterio sabiendo que aunque Pequeño

era el Rey de los Cielos…

Y que si El quiso abajarse

La respuesta que cabía era adoración, ofrenda y silencio…

***

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29.12.14

(61) Cristo, ¿vuelve o no vuelve?

Si una palabra suena y resuena en estos días entre brindis y saludos navideños, es la Esperanza.

ParusiagrA mí siempre me ha seducido especialmente, y creo que tal vez es como la “Cenicienta” de las Teologales, pues siempre hay quienes velan celosos por los abusos contra la Fe y la Caridad, pero en lo que se refiere a la Esperanza,  mientras unos gustan de falsificarla, otros la descuidan gravemente (olvidando que la desesperación es el aguijón inconfundible del desbarranco de Judas, inclusive más que la traición…).

Porque contra las virtudes podemos pecar por exceso o por defecto, y muchos que pregonan la esperanza por los caminos, saltando alegremente como arlequines (“Un nuevo sol, se levanta…”), quizá pecan por exceso, cayendo en ilusión o tontería, y eso no es esperanza sino su caricatura.  Son los de esa pandilla que se atreve a reemplazar al Cristo Crucificado de los altares por uno “Resucitado” que parece que está por saltar de un trampolín, creyendo que la esperanza viene a abolir la cruz, y entonces comprobamos que “están mirando el canal equivocado” o se les ha caído la brújula por algún lado…

Y  cuando se pierde la brújula, lógicamente, uno trata de orientarse como puede, pero a veces se pierde cada vez más, y lo mejor sería volver al sitio donde se ha comenzado la marcha.

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13.01.14

(23) Ecos de Epifanía, tiempos de ecumenismo...

Con el Bautismo del Señor terminamos el tiempo de Navidad, y pienso que una vez desarmado el Pesebre, queda para algunos una sensación como de que “ya empezamos la carrera nuevamente”…y no me termina de convencer esta idea, qué quieren que les diga. He oído una homilía en que muy tranquilamente, se nos refería cómo la Iglesia “ahora de repente nos presenta a un Jesús ya adulto…”, como si se tratara de una película en que se coloca el cartelito: “Años más tarde..”, y nosotros fuésemos meros espectadores.
No me parece que sea suficiente ese modo de vivir el tiempo litúrgico, porque no se trata de capítulos inconexos de una serie, sino fundamentalmente de un misterio infinito- el misterio de Cristo y de su Iglesia- que se prolonga a lo largo de todo el Año litúrgico, y en que cada fiesta se engarza maravillosamente con la precedente y la que le sigue. El tiempo se me ocurre más bien como el foco de una luz intensa que progresivamente va recorriendo los diversos ángulos y rincones de un mismo escenario majestuoso, que es la fe en la cual y por la cual somos, nos movemos y existimos.

A mí siempre me sedujo especialmente la fiesta de Epifanía, y pienso que entre arbolitos y Papá Noel, los Santos Reyes Magos (¡porque son santos! ¿cuántas veces acudimos a ellos en la oración, además de hacerlos objeto de admiración y literatura?) han sido de algún modo desplazados en la atención no sólo del mundo sino de muchos fieles. Si a ello sumamos el racionalismo reinante que hasta llega a negar insolentemente su mismísima existencia, el saldo es lamentable, por el empobrecimiento espiritual que conlleva el desaprovechar las luces que esta fiesta nos deja.

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