(186) El reinado social y universal de Cristo (Mons. A. Schneider)
“Jesucristo es la piedra angular de todo el edificio social. Sin Él todo se estremece, todo está dividido y todo está perdido” (Cardinal Pie, Oeuvres. V, 133).
En esta fiesta gloriosa que clausura el Año litúrgico, y cuya significación es con frecuencia opacada por prédicas minimalistas que reducen el Reinado de Cristo a la sacristía, cuando no a la propia piedad individual, compartimos la conferencia -dictada en el colegio San Pablo- con la que Mons. Schneider finalizó su viaje a Buenos Aires en el pasado mes de octubre, y del que adelantamos algunos párrafos sobresalientes para retener en la memoria y el corazón:
“Ya sea los hombres -caídos en el pecado-, ya sea las sociedades, frecuentemente no escogen a Cristo como a su rey sino a otros reyes. Los seres humanos y las sociedades humanas no pueden existir sin sujetarse a un rey o a un gobernador. Cuando los hombres o las sociedades se rehúsan a sujetarse a Cristo como a su rey, necesariamente se sujetan, quiéranlo o no, a otro rey que no es Cristo. (…) Frecuentemente el hombre y las sociedades humanas hablan este lenguaje rebelde e ignorante, instigados (o inspirados) en última instancia por Satanás, el adversario de Cristo: “No queremos que Cristo sea nuestro rey!” (regnare Christum nolumus!).
Todo ser humano y toda sociedad humana han sido creados con el propósito de aceptar a Cristo como rey. En cambio el hombre pecador y la sociedad humano-política descreída, de la misma manera que lo hicieran los jueces judíos y los fariseos delante de Pilatos, proclaman: “No tenemos otro rey que César” (Jn.19, 15).
(…) Podemos admirar las siguientes afirmaciones del Cardenal Pie que revelan el verdadero espíritu de los Apóstoles y de la Iglesia de todos los tiempos y que, por lo tanto, son también válidas para nuestro tiempo:
“Jesucristo es la piedra angular de todo el edificio social. Sin Él todo se estremece, todo está dividido y todo está perdido” (Cardinal Pie, Oeuvres. V, 133).
“Pongan por lo tanto en el corazón de nuestros contemporáneos, en el corazón de nuestros hombres públicos, esta profunda convicción de que no podrán hacer nada por la seguridad de sus países y por sus libertades, mientras no coloquen a Cristo como la piedra angular de base depositada por la mano divina” (ibid., VIII, 54).
“…la doctrina del Syllabus y la del Concilio Vaticano son antiguas como las doctrinas de los Apóstoles, como la doctrina de las Escrituras. Por ejemplo, a aquellos que obstinadamente rechazan el reconocimiento de la autoridad social del Cristianismo, miren la respuesta dada por San Gregorio Magno, comentando el capítulo del Evangelio donde se relata la adoración de los Magos. Explicando el misterio de los dones ofrecidos a Jesús por los representantes de los gentiles, así se expresaba el santo doctor: “Los Magos reconocieron en Jesús la triple calidad de Dios, de hombre y de rey. Ofrecieron oro al rey, incienso al Dios y mirra al hombre. Bien –agrega el Papa– existen algunos herejes -sunt vero nonnulli haeretici-, que creen que Jesús es Dios, y que igualmente creen que Jesús es hombre, pero rechazan absolutamente que su reino se extienda por todas partes: sunt vero nonnulli haeretici, qui hunc Deum credunt, sed ubique regnare nequaquan credunt. “Tú dices, hermano, que tienes una conciencia en paz aceptando, como aceptas, el programa del Catolicismo liberal, puesto que pretendes permanecer ortodoxo, contando con el hecho de que permaneces firmemente creyente en la divinidad y humanidad de Cristo. Esto sería suficiente para una Catolicidad incuestionable. Termina de engañarte a ti mismo! Desde los tiempos de San Gregorio ya había “algunos herejes” que compartían contigo estos dos puntos; y la herejía en ellos estaba en no querer reconocer que el Reino de Dios se extiende a todos los lugares y a todos los hombres. No, no eres irreprochable en tu fe , y el papa San Gregorio, más enérgicamente que el “Syllabus”, te inflige la calificación de herejía si estás entre aquellos que –cumpliendo con su deber– ofrecen incienso a Jesús pero no desean de ninguna manera ofrecerle el oro” (Op. cit. t. VIII, p. 62 and 63).
El Cardenal Pie agregaba:
“El destronamiento de Dios de la tierra es un crimen al que no nos debemos resignar jamás. No dejemos nunca de protestar ante él”. “Presten atención a las últimas palabras dichas por Nuestro Señor a Sus Apóstoles antes de ascender a los Cielos: “Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra. ‘Id y enseñad a todas las naciones’. Fíjense que Nuestro Señor Jesucristo no dice ‘a todos los hombres’, ‘a todos los individuos’, ‘a todas las familias’, sino que dice ‘a todas las naciones”. (…) la misión que confiere a los Apóstoles comprende todo aquello, pero comprende más que eso, ya que tiene un carácter público y social. Jesucristo es el Rey de los pueblos y de las naciones.” (op. cit. pp. 24, 25).
La enseñanza del Cardenal Pie refleja auténticamente aquella de los Apóstoles y la enseñanza constante de los Doctores de la Iglesia. Esta misma enseñanza la encontramos en las encíclicas y pronunciamientos magisteriales de un gran número de Papas.
(…) En su primera encíclica del 1939 el Papa Pio XII trasmitió la misma doctrina, siempre válida, sobre el reino social y universal de Cristo:
“No hay necesidad más urgente, venerables hermanos, que la de dar a conocer las inconmensurables riquezas de Cristo (Ef 3,8) a los hombres de nuestra época.(…) Todo el que pertenece a la milicia de Cristo, sea clérigo o seglar, ¿por qué no ha de sentirse excitado a una mayor vigilancia, a una defensa más enérgica de nuestra causa viendo como ve crecer temerosamente sin cesar la turba de los enemigos de Cristo y viendo a los pregoneros de una doctrina engañosa que, de la misma manera que niegan la eficacia y la saludable verdad de la fe cristiana o impiden que ésta se lleve a la práctica, parecen romper con impiedad suma las tablas de los mandamientos de Dios, para sustituirlas con otras normas de las que están desterrados los principios morales de la revelación del Sinaí y el divino espíritu que ha brotado del sermón de la montaña y de la Cruz de Cristo?“ (Pio XII, Encyclical Summi Pontificatus)
(…) Cuando en nuestros días individuos y sociedades civiles enteras rechazan y vilipendian a Cristo en cuanto Rey, nosotros estamos llamados a confesarlo y a ofrecerle expiación y reparación.
Cuando en nuestros días Cristo es negado y revertido en su exacto contrario, incluso por parte de algunos clérigos dentro de la Iglesia, estamos llamados a confesar con coraje la inmutable y liberadora divina verdad de Cristo.
Ya en el 1888 el Papa León XIII nos dejó esta lúcida y valida enseñanza:
“No es lícito de ninguna manera pedir, defender, conceder la libertad de pensamiento, de prensa, de enseñanza, ni tampoco la de cultos, como otros tantos derechos correspondientes al hombre por naturaleza. Porque, si fuesen tales, habría derecho para no reconocer el imperio de Dios y la libertad del hombre no podría ser moderada por ley alguna“. (Encíclica Libertas, 42).
Vivimos una época en la que los diez Mandamientos de la Ley de Dios son negados en la teoría y en la práctica y desvergonzadamente revertidos en su exacto contrario. Hablemos aquí, por ejemplo, del primer Mandamiento. El primer Mandamiento dice: “No tendrás otro Dios fuera de Mi”. “Mí” significa: Yo que soy Dios, la Santísima Trinidad. Cuando no hay culto a la Santísima Trinidad y, en concreto, culto a Cristo Rey de reyes, no hay verdadero culto a Dios ni salvación, ya que todas las otras formas de culto no corresponden a la voluntad de Dios y al primer Mandamiento. El primer Mandamiento no permite la más mínima ambigüedad o vaguedad. Un católico puede admitir sólo el culto de la Santísima Trinidad y de Cristo Dios encarnado y Rey.
Por lo tanto, un católico no puede participar siquiera indirectamente en otro culto religioso. Un católico no puede quemar el más pequeño grano de incienso ante las imágenes de nuevos ídolos como, por ejemplo, el ídolo de una religión standard, el ídolo de la opinión pública, del políticamente correcto.
(…) Puedan los católicos de nuestros días, desde el papa hasta el más humilde y débil miembro de la Iglesia, esforzarse vigorosamente en sus palabras, hechos, oraciones y sufrimientos en la instauración del Reinado social y universal de Cristo: Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat.
La conferencia termina en el minuto 41, y luego se encuentra la seccción de Preguntas que siguieron al término de aquella, abordándose allí una interesante variedad de temas (apariciones de Medgujorge, la Correctio Filialis, Fátima y la consagración de Rusia, la declaración DIgnitatis Humanae sobre libertad religiosa, etc.)
Por favor, les pido a los lectores que no dejen de ofrecer hoy una oración especial por todos los pastores fieles a Cristo Rey, para que perseveren hasta su último aliento, por el bien de las almas.
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Algunos no quieren que Cristo reine sobre nosotros
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13 comentarios
Y patético, pues todo hay que decirlo: al día de hoy sólo recuerdan la Realeza de Cristo algunos pocos presbíteros y laicos. Y este obispo, que honra a sus pares pero que de ninguna manera los representa.
Dignitatis Humanae, cap. I
Pues quien quiera escogerá entre la encíclica de Leon XIII o el Concilio Vaticano II, porque son incompatibles.
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V.G.: Como bien señala Mons. en las preguntas, la Const. DH NO es dogmática, y hay ciertas cosas que si son incompatibles con la doctrina precedente, deberán ser corregidas. Pero precisamente la frase que ud. cita no es incompatible, si se comprende en sentido católico "libertad religiosa". Esta no implica libertad para profesar doctrinas erróneas, sino para no ser coaccionado a abrazar la fe verdadera, a la que debemos adherir libremente.
Que yo sepa en la encíclica Libertas el Papa León XIII tampoco definió ningún dogma.
Pero si una encíclica firmada por un Papa choca en algo con el documento de un Concilio posterior aprobado por los obispos de todo el mundo y por el Papa de turno, en lugar de considerar que prevalece el documento conciliar según Uds lo que vale es la encíclica.
Pues no se yo...
Creo que es difícil conciliar el sentido de ambos documentos.
La encíclica Libertas habla claramente de no dar libertad. No habla de no coaccionar, que sería quitar libertad. Habla de que esa libertad no existe.
Prosigue la DH: "Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil".
Esto va frontalmente en contra de lo que escribieron León XIII y Pío IX y Gregorio XVI.
Y no digamos ya con lo que escribió Inocencio III.
Concluye la DH: "Todas y cada una de las cosas de esta Declaración fueron del agrado de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos con la Apostólica autoridad conferida por Cristo, juntamente con los Venerables Padres, en el Espíritu Santo, las aprobamos, decretamos y establecemos y mandamos que, decretados sinodalmente, sean promulgadas para gloria de Dios."
Roma, en San Pedro, 7 diciembre 1965
YO, PABLO, obispo de la Iglesia Católica
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V.G.: Es un disparate que ud. diga que la Libertas niegue lisa y llanamente la libertad. Dice allí sobre la Libertad de conciencia:
"puede entenderse también en el sentido de que el hombre en el Estado tiene el derecho de seguir, según su conciencia, la voluntad de Dios y de cumplir sus mandamientos sin impedimento alguno. Esta libertad, la libertad verdadera, la libertad digna de los hijos de Dios, que protege tan gloriosamente la dignidad de la persona humana, está por encima de toda violencia y de toda opresión y ha sido siempre el objeto de los deseos y del amor de la Iglesia. Esta es la libertad que reivindicaron constantemente para sí los apóstoles, ésta es la libertad que confirmaron con sus escritos los apologistas, ésta es la libertad que consagraron con su sangre los innumerables mártires cristianos. Y con razón, porque la suprema autoridad de Dios sobre los hombres y el supremo deber del hombre para con Dios encuentran en esta libertad cristiana un testimonio definitivo. Nada tiene de común esta libertad cristiana con el espíritu de sedición y de desobediencia. Ni pretende derogar el respeto debido al poder público, porque el poder humano en tanto tiene el derecho de mandar y de exigir obediencia en cuanto no se aparta del poder divino y se mantiene dentro del orden establecido por Dios. Pero cuando el poder humano manda algo claramente contrario a la voluntad divina, traspasa los límites que tiene fijados y entra en conflicto con la divina autoridad. En este caso es justo no obedecer....."
Pienso que está suficientemente claro para comprender el sentido recto en que debe entenderse la libertad cristiana.
"Y Jesús compareció delante del gobernador, y éste le interrogó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices."
Mt 27,11
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V.G.: "Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para est he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»" Juan, 19,37
Si ud. usa un Evangelio para oponerlo a otro, ciertamente no es el Espíritu Santo quieno lo anima. Lo primero que me ha surgido fue decirle que es un inmundo blasfemo, pero me contengo. Pida un poco de Luz a la Madre de Dios.
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V.G.: ¡Muchas gracias por su testimonio, Juan Pablo! Dios lo colme de bendiciones, y de la mayor de ellas, la perseverancia en la fidelidad.
Obviamente me quedo con la versión de Mateo, mucho más cercana a la realidad de las palabras de Jesús,
Y esto no es una blasfemia, es solo tratar de acercarse a los hechos sin fanatismo.
Por cierto, que el papa ha vuelto a ordenar obispos en su tierra. ¡Bien por él! ¡Que falta les hace una renovación! (Uno de ellos es experto en pastoral juvenil)
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¡Vaya Huguito, de haberlo sabido antes, te hubiese consultado las dudas que me surgieron leyendo las Escrituras!.
¿No has pensado en publicitar tu carisma? Harías un gran bien a muchos, porque no es frecuente encontrar a personas que tengan el don de conocer "la realidad de las palabras de Jesús,", ¡eso es algo único!
:-)
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Ahora en serio: sin perjuicio de que atribuirse ciertos dones sea una estupidez, que eso sería lo de menos, lo grave es intentar buscar contradicciones entre partes de las Escrituras, porque eso es una herejía grande como una casa.
Es un especialista en eso.
Sospecho que así se divierte en sus ratos libres.
Y Palestina (lugar donde se escribió el Evangelio de Mateo más cerca de Jerusalem que Éfeso (donde se escribió el de Juan)
Son matemáticas y geografía elementales.
Por lo demás, puedo entender que haya a quien le preocupe algo el que le llamen hereje.
A mi no.
Se lo llamaban al propio Cristo luego no será tan malo.
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V.G.: A Nuestro Señor no lo llamaban hereje precisamente sino otro tipo de injurias.
Más allá de las ciencias humanas, trate por favor de repasar un poco de "fe y catecismo elementales" si se dice católico, o al menos cristiano.
Quizás sea por eso que el Papa ha decidido limpiar la conferencia episcopal y renovar la curia argentina.
Y no se equivoque. A Nuestro Señor lo acusaron de decirse hijo de Dios y por eso lo mataron.
Fue un juicio religioso, es decir, por blasfemia, por herejía.
Suerte que ahora los herejes no son crucificados
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V.G.: No, ahora los que pretenden ortodoxia son "misericordiados"...
Dios lo guarde.
Y sobre tus pretensiones de exégeta de los evangelistas, acordate que se vuelve de cualquier lado, menos del ridículo.
¿Cuáles son las diferencias entre el Reinado Social de Jesucristo y la Ummah?
Algunos supondrán que la respuesta es obvia, pero me gusta escuchar diversos puntos de vista.
Gracias y buen día.
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V.G.: Una de las diferencias fundamentales es que el reinado de Cristo se refiere a la soberanía del Dios verdadero sobre todo el Universo, mientras que la ummah se refiere más bien al concepto de nación como comunidad religiosa, por lo que sugiere la existencia de varias ummah; así, por ej."Envié a cada Umma (nación) un Mensajero …" (Corán 16:36);
o bien
"[¡Musulmanes!] Son la mejor nación (Umma) que haya surgido de la humanidad porque ordenan el bien, prohíben el mal y creen en Dios…" (Corán 3:110).
Se refiere preferentemente a la comunidad musulmana, seguidora de Mahoma. El Reinado de Cristo excede ampliamente el término de nación, y se extiende a todo el Universo; Su reinado no es sólo sobre los cristianos, sino sobre toda la Creación, como Dios verdadero que es, Segunda Persona de la Sma. Trinidad.
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