Javier Barraycoa afirma que la revolución rusa sólo se puede explicar como un caso de posesión diabólica colectiva
Javier Barraycoa es profesor universitario, sociólogo y escritor sobre numerosos temas políticos e históricos. Acaba de publicar su última obra: “Eso no estaba en mi libro de historia de la revolución rusa” (Editorial Almuzara) donde desvela la cara oculta de una revolución que fue ensalzada por buena parte de la intelectualidad del siglo XX y que provocó millones de muertos. La obra sorprenderá por su ingente cantidad de datos y relatos que nos aportan una visión estremecedora del comunismo.
¿Cómo definiría la Revolución rusa?
El Arzobispo católico de Lvov, la definió como un caso que “sólo se puede explicar como un caso de posesión diabólica”. La Revolución rusa fue una sorpresa que nadie esperaba. Los bolcheviques eran una minoría que no hubiera podido derrocar al gobierno burgués de Kerensky (que había hecho abdicar al zar) si no hubieran contado con el apoyo económico de la banca judía norteamericana. El gran intermediario fue Jacob Schiff. Tras el triunfo bolchevique, estos -paradójicamente recibieron ayuda económica y tecnológica norteamericana. Las grandes corporaciones como la Standard Oil de los Rockefeller adquirieron derechos de explotación del petróleo del Cáucaso. El capitalismo y el comunismo conjuntaron muy bien.
¿Entonces el mito de la participación judía en la revolución es realidad?
Desde el propio Marx, cuyo verdadero nombre era Kissel Mordekay, era hijo de un rabino, converso al luteranismo pues los judíos no podían estudiar Derecho, hasta Trotsky. En el libro de Robert Wilton, Los últimos días de los Romanov, el autor proporciona los nombres de 556 líderes bolcheviques de primer orden, de los cuales 457 eran judíos. En la Checa, también, buena parte de los dirigentes eran judíos. También es cierto que todo se trastocó con la llegada de Stalin. Odiaba a los judíos e inició numerosas purgas de esta comunidad. Creó la Región Autónoma Judía de Birobidjan, en Siberia y fue recluyendo ahí a muchísmos judíos. Su intención era acometer un genocidio.