InfoCatólica / Caballero del Pilar / Categoría: Entrevistas

12.08.20

REZAR en FAMILIA, una iniciativa, en medio del confinamiento, para llevar el Rosario a los hogares

Imma Molas es madre de familia numerosa @los.dam. Licenciada en Publicidad y Relaciones públicas por la Universidad Ramon Llull de Barcelona, desde hace 17 años dedicada a la dirección de centros educativos. Cofundadora y colaboradora del canal de podcast Familias puntocom junto con su marido Álex de Anta. Nos habla en esta ocasión de Rezar en familia, una iniciativa apostólica que tanto fruto está dando.

¿Es verdad lo que siempre se dijo de que familia que reza unida permanece unida?

Así lo dijo el Padre Peyton, ahora Siervo de Dios y conocido como el “sacerdote del Rosario”. La verdad es que es reconfortante y bonito ver a lo largo de los años, que efectivamente es así.

¿Ustedes que son familia numerosa experimentan lo bueno que es rezar en familia?

Pues a veces sí y a veces no; como la vida misma. En casa solemos rezar el Rosario juntos, pero a veces vienen todos; otras estamos Álex y yo; otras, aparece uno con una intención nos la dice y se va… Y no pasa nada. Sin embargo, lo que sí tienen claro, es que la Virgen siempre les va a escuchar. Por otra parte, también vemos que cada hijo reza distinto. A unos no les importa rezar delante de todos y otros tal vez se sienten más cómodos rezando solos. Como padre o madre intentas dar ejemplo pero ellos son los que eligen; porque hay que educarlos en libertad, ¡qué importante es esto! Nuestros hijos deben sentirse libres para vivir la Fe en plenitud, a su ritmo; y qué distinto es que lo hagan teniendo modelos y una base, o sin tenerla, ¿verdad?

Y aquí es donde está nuestra responsabilidad como padres. Si Álex y yo tenemos el don de la Fe es gracias a que nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos y demás antepasados, la fueron transmitiendo responsablemente, de generación en generación. Y ahora nos toca a nosotros mantenerla y enseñarla a nuestros hijos, para ser también sólidos eslabones de esta larga cadena. ¡Menuda responsabilidad!

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10.08.20

La cortesía, un legado cristiano y una virtud olvidada

César Félix Sánchez Martínez es profesor de filosofía del Seminario Arquidiocesano de Arequipa (Perú), del que fue director académico entre 2015 y 2017. En esta ocasión nos habla de la cortesía, una virtud que desgraciadamente cada vez es menos frecuente.

¿Cómo podemos definir la cortesía?

Creo que la mejor definición de cortesía cristiana es la del padre Roger Dupuis S. J en su famoso libro La cortesía de Cristo: «La cortesía es a la caridad lo que la liturgia es a la oración: el rito que la expresa, la acción que la encarna, la pedagogía que la suscita. La cortesía es la liturgia de la caridad fraterna». La caridad fraterna por el prójimo expresa una reverencia, tanto a su dignidad ontológica –nacida de nuestra imagen y semejanza divina– como a su dignidad moral o jerárquica, de ahí que, por ejemplo, deba prestarse una deferencia especial a los padres y a los ancianos.

¿Pero cuál sería entonces lo propiamente cristiano en la cortesía cristiana que usted menciona?

Muy buena pregunta. Todas las culturas tradicionales han desarrollado una cortesía propia. Variará –y varía– de acuerdo a la experiencia histórica y temperamento de los pueblos, pero siempre tendrá un fondo común de piedad natural: honrar a los padres y a los superiores. Este fondo común ya de por sí es muy loable; solo el Occidente decadente de nuestros días hace de la impiedad un signo de liberación.

Pero yendo a la materia de la pregunta, la diferencia entre la cortesía natural de esas sociedades y la cortesía que se desarrolló en la Cristiandad bajo el impulso de la gracia reside en un factor bastante significativo: la deferencia especial hacia los pobres, los débiles y los que sufren. No por nada uno de los sinónimos de la cortesía lleva la huella de la institución quintaesencial de la Cristiandad medieval: caballerosidad.

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6.08.20

Javier Barraycoa afirma que la revolución rusa sólo se puede explicar como un caso de posesión diabólica colectiva

Javier Barraycoa es profesor universitario, sociólogo y escritor sobre numerosos temas políticos e históricos. Acaba de publicar su última obra: “Eso no estaba en mi libro de historia de la revolución rusa” (Editorial Almuzara) donde desvela la cara oculta de una revolución que fue ensalzada por buena parte de la intelectualidad del siglo XX y que provocó millones de muertos. La obra sorprenderá por su ingente cantidad de datos y relatos que nos aportan una visión estremecedora del comunismo.

¿Cómo definiría la Revolución rusa?

El Arzobispo católico de Lvov, la definió como un caso que “sólo se puede explicar como un caso de posesión diabólica”. La Revolución rusa fue una sorpresa que nadie esperaba. Los bolcheviques eran una minoría que no hubiera podido derrocar al gobierno burgués de Kerensky (que había hecho abdicar al zar) si no hubieran contado con el apoyo económico de la banca judía norteamericana. El gran intermediario fue Jacob Schiff. Tras el triunfo bolchevique, estos -paradójicamente recibieron ayuda económica y tecnológica norteamericana. Las grandes corporaciones como la Standard Oil de los Rockefeller adquirieron derechos de explotación del petróleo del Cáucaso. El capitalismo y el comunismo conjuntaron muy bien.

¿Entonces el mito de la participación judía en la revolución es realidad?

Desde el propio Marx, cuyo verdadero nombre era Kissel Mordekay, era hijo de un rabino, converso al luteranismo pues los judíos no podían estudiar Derecho, hasta Trotsky. En el libro de Robert Wilton, Los últimos días de los Romanov, el autor proporciona los nombres de 556 líderes bolcheviques de primer orden, de los cuales 457 eran judíos. En la Checa, también, buena parte de los dirigentes eran judíos. También es cierto que todo se trastocó con la llegada de Stalin. Odiaba a los judíos e inició numerosas purgas de esta comunidad. Creó la Región Autónoma Judía de Birobidjan, en Siberia y fue recluyendo ahí a muchísmos judíos. Su intención era acometer un genocidio.

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30.07.20

P. Custodio Ballester afirma que los yihadistas radicales y los islamistas violentos gozan de un estatuto que los católicos no tienen

La fiscal de Audiencia de Málaga María Teresa Verdugo pide tres años de cárcel para dos sacerdotes católicos como autores de un delito de incitación al odio por verter críticas hacia el Islam en diversos artículos. Estos sacerdotes son el P. Custodio Ballester y el P. Jesús Calvo, ambos colaboradores de El Correo de España. Nos hemos puesto en contacto con el P. Custodio, que no es la primera vez que está puesto en el disparadero del pensamiento único, por defender la verdad. Valora los hechos y analiza la gran injusticia y el agravio comparativo que supone la petición de cárcel. Les ofrecemos la entrevista concedida a El Correo de España.

¿Como valora que el hecho de que usted vuelva a estar perseguido, esta vez por sus opiniones sobre el Islam?

Creo que tratan de intentar amordazarnos a mí y al padre D. Jesús Calvo. La gran función de la fiscalía de odio es la defensa del pensamiento único, de la ideología exclusiva que ha adoptado el Estado en su intento de someter al silencio a la disidencia en la sociedad española. Otra cosa es que lo consigan… Mis comentarios sobre el islamismo violento son el pretexto. Se trata de una punición oficial por ir contra corriente defendiendo nuestros valores cristianos.

El pensamiento políticamente correcto impone cada vez más su dictadura y con más descaro.

Así es. Mientras el blasfemo Willy Toledo se va de rositas y al energúmeno Azcona, el que profanó en Pamplona las formas consagradas robadas de una Santa Misa, le sale todo gratis total, la fiscal de odio de Málaga, María Teresa Verdugo, persigue con fijación las palabras de dos sacerdotes que, en un debate intelectual, expresan su opinión sobre el islamismo violento y el plan Kalergi. El despropósito es evidente y no resiste las comparaciones, a no ser que los sentimientos religiosos de los católicos españoles sean menos dignos de respeto que los de los musulmanes. Eso es lo que parece manifestar la fiscal Verdugo hasta ahora.

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28.07.20

Entrevista a Cristina Martín, que afirma que la pandemia ha activado la Tercera Guerra Mundial

La periodista de investigación y escritora Cristina Martín Jiménez es duda una de las autoras de referencia sobre el Club Bilderberg. Es una científica, doctora en Comunicación-Periodismo, con la primera tesis crítica sobre el mencionado Club Bilderberg.

En esta ocasión le entrevistamos sobre su último libro La verdad de la pandemia: Quién ha sido y por qué, que como ella misma dice, es un fenómeno interconectado con el omnipresente Club Bilderberg. Veamos por qué.

¿Por qué tras el éxito del libro sobre el club Bilderberg escribe una sobre la verdad de la pandemia?

Porque el Club Bilderberg y la pandemia son fenómenos interconectados. Hace diez años, en uno de mis libros, ya escribí y advertí de lo que llamé “la táctica de las pandemias” para forzar a las sociedades a aceptar un control tecnológico de vigilancia exhaustiva en todos los ámbitos de sus vidas, como el Big Brother. Llegué a esa conclusión al descubrir lo que llamé las tres últimas mentiras de Bilderberg: la pandemia, la gripe A y Obama. En la investigación que he realizado en mi nuevo libro he descubierto que el club de los filántropos es el nuevo Bilderberg. Ese libro fue atacado y censurado.

¿Qué le hizo sospechar sobre la veracidad del mensaje oficial que están dando los gobiernos?

Como le digo, debido a mis dieciséis años de investigaciones previas, ya estaba al tanto de su metodología y ofensivas psicológicas. Así que, al analizar la tipología de las diversas fuentes que difundían el mensaje, pude concluir la unicidad del mismo. También analicé que era coincidente con las tesis de las elites globócratas. Y, por último, comprobé que el objetivo que perseguía el mensaje se mantenía en una línea de continuidad en el tiempo, pues llevan años propagando que debemos aceptar una gobernanza global para solucionar todos los problemas que surgen a nivel global, como las pandemias, el terrorismo, el cambio climático, la educación o las desigualdades de género.

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