InfoCatólica / Caballero del Pilar / Categoría: Entrevistas

13.05.21

Juan Pedro Ortuño: “El Evangelio no se lee, se medita y se guarda en el corazón, como la Virgen”

Juan Pedro Ortuño Morente. Sacerdote diocesano de Madrid. Ordenado por San Juan Pablo II en el Congreso Eucarístico de Sevilla el 12 de junio de 1993. En la actualidad es Rector de la Ermita Virgen del Puerto de Madrid, Patrono de la Fundación COPE y Asesor del Consejo Editorial COPE. Licenciado en Estudios Eclesiásticos por la Universidad Pontificia de Salamanca, en Teología Dogmática por la Facultad de Teología de San Dámaso y en Filosofía por la Facultad de Teología de San Dámaso. Profesor extraordinario en la Universidad de Salamanca.

Publicaciones: El Silencio del Pesebre (Scire/Balmes. Barcelona. 2002). El aleteo de Dios (Scire/Balmes. Barcelona. 2004) Lañas I (Mater Dei. Madrid. 2010. Lañas II (Mater Dei. Madrid. 2011). A la Sombra del Evangelio (iTunes y Amazon). Artículos de filosofía, ética y nuevas tecnologías en distintas revistas y publicaciones. En esta ocasión nos habla de su libro A la Sombra del Evangelio, editado por Voz de Papel.

¿Por qué un libro a la sombra del Evangelio?

El Señor, en los evangelios, invita a sus discípulos a retirarse a descansar. Serían momentos de intimidad en los que Jesús aprovecharía para hablarles sobre cuestiones que debían de ir profundizando en sus almas. Pero, también serían situaciones en las que buscaba distraerles, animarlos, y a que repusieran las fuerzas después de largas jornadas del anuncio del Evangelio … ¿Por qué no imaginar, en los días de calor de Judea, que esas conversaciones tuvieran lugar bajo la sombra de un árbol, siendo Jesús esa floresta que iba llenando los corazones de sus apóstoles de aspiraciones humanas y divinas?

¿Es el Evangelio el mejor árbol para que le cobije una buena sombra?

El Evangelio es la Buena Noticia que, cada uno de nosotros, deberíamos emplear, no como un libro que hay que discutir o razonar de manera “sesuda”. El Evangelio ha de ser descanso y reposo del alma, donde descubrimos el corazón enamorado de Cristo por cada uno nosotros.

El Evangelio no hay que hacerlo atractivo, pues ya de por sí es muy atractivo, solo hay que difundirlo con coherencia.

La coherencia, en cuanto significa “conexión”, sí es importante, pues nos va revelando la figura de un hombre que, además, es Hijo de Dios y nos ama hasta dar la vida por nosotros … ¡esa es su verdadera coherencia!

¿Leemos los católicos el Evangelio lo suficiente?

Más que leer, hay que meditar (y guardar en el corazón, como hacía la Virgen María) las palabras, gestos y obras de Jesús… sin precipitación, con sosiego y, sobre todo, descubriendo que, en cada uno de sus pasajes, Cristo nos habla de manera personal.

Una de las principales dificultades es que al ser relativamente cortos y estar muy manidos, a algunos ya no les dice nada nuevo… ¿Qué les diría a estas personas?

Más que cantidad, hay que hablar de un estilo de vida. De la misma manera que alguien que ama a un ser querido no se cansa nunca de decirle “te quiero” (y no le resulta en absoluto manido), Jesús, a través del Evangelio, quiere provocarnos un encuentro único e irrepetible, dándonos a conocer, no sólo su persona, sino decirnos en todo momento “¡te quiero! … Ven y sígueme”.

¿En qué medida este libro es el fruto de sus vivencias sacerdotales?

El sacerdocio es lo más maravilloso que ha ocurrido en mi vida. Además de encuentros personales con matrimonios, viud@s, solter@s, jóvenes, ancian@s, etc., hay un hecho inconmensurable: la vivencia de mi sacerdocio en cada Eucaristía, donde presto mi voz, mis manos … todo mi ser, para que Cristo se haga carne y sangre en el Altar. También el sacramento de la reconciliación es un hecho impresionante: Jesús “utiliza” al sacerdote para mostrar su ternura y su infinita misericordia a aquel que quiere experimentar en su vida el perdón de Dios y de la Iglesia… sólo así, dejándonos querer, podremos también dar misericordia y ternura a los demás.

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12.05.21

La corrección política: el arma fundamental del totalitarismo líquido. Entrevista a César Félix Sánchez

César Félix Sánchez es profesor de diversos cursos de filosofía e historia del pensamiento en centros de estudios y universidades de Arequipa, Perú. Conversa con nosotros sobre un tema de actualidad candente: la corrección política.

¿Qué entendemos por corrección política?

El origen de este término se encuentra en el centralismo democrático, esa suerte de oxímoron perverso con el que Vladimir Illich Ulianov alias Lenin bautizó su peculiar –y bastante perfecto- método para tiranizar grupos humanos ad intra. Como se sabe, Lenin consideraba que el partido revolucionario no debía ser un partido de masas (como el partido social-revolucionario ruso, que, recordemos, era el partido de izquierda mayoritario antes de la dictadura bolchevique o como los socialdemócratas alemanes), porque el riesgo de ser un partido de masas era la moderación y el parlamentarismo. Es decir, el amoldamiento a la vieja sociedad y sus tradiciones y jerarquías. Si se quería crear una nueva sociedad, había que crear un partido de cuadros, es decir, de revolucionarios selectos y secretos, que se veía a sí mismo como la vanguardia del proletariado, dispuesto, a la primera oportunidad, a hacerse con el poder. Su relación con las masas tenía que ser a través de organizaciones de fachada (como ligas por la paz o sindicatos), pero siempre habría de ser pequeño y profesional.

El partido de cuadros era gobernado por medio del centralismo democrático, un modo de liderazgo que decidía la «línea política del partido» en base a una supuesta discusión «abierta» entre la oligarquía partidaria más alta. Una vez decidida la «línea del partido», nadie podía discutirla ni cuestionarla. Las alas o tendencias dentro del partido estaban proscritas. Y siendo que, en el estado soviético de partido único, el partido se confundía con la sociedad, los méritos del buen ciudadano en todos los campos de la actividad humana se valoraban en la medida en que este asumiese la «línea política del partido». Si lo hacía, era considerado políticamente correcto y, por ende, un elemento confiable.

Lo curioso es que cuando la lógica de poder variaba, inmediatamente no solo cambiaba lo que era correcto políticamente sino incluso el pasado. Son famosas esas anécdotas de cómo, cuando algún líder histórico caída en desgracia durante las purgas estalinistas, se retiraban las ediciones de la Enciclopedia Soviética y eran reemplazadas por otras, con la misma fecha de impresión, donde páginas enteras y fotografías habían desaparecido, reemplazadas por otros contenidos. Esta corrección política dura se vivió en la URSS y en los países de Europa del Este hasta 1990 y todavía aun hoy se vive en Cuba y en China. En este último caso, esta práctica se encuentra en la base del orwelliano sistema de crédito social que impera en esta nación. En los países de Occidente, sin embargo, es a partir de la década de 1980, que empieza a difundirse una corrección política soft, que surge de las universidades y de los ámbitos académicos y de ONGs a capturar la línea editorial de los medios de comunicación masiva y los aparatos educativos, jurídicos y sanitarios de los estados. En resumen, ambos tipos de corrección política son fruto del totalitarismo.

¿En qué sentido son fruto del totalitarismo? Sus adoradores más bien señalan que la «corrección política» es precisamente un freno a la violencia y una forma de crear una cultura de paz donde nadie se sienta excluido ni marginado por los llamados «discursos hegemónicos»…

Ante todo debemos definir totalitarismo. Me remito al historiador italiano Emilio Gentile en su libro La vía italiana hacia el totalitarismo. Partido y estado en el régimen fascista, que sostiene que es «un experimento de dominación política, puesto en práctica por un movimiento revolucionario (…) que aspira al monopolio del poder y que, después de conquistarlo (…) destruye y transforma el régimen preexistente y construye un estado nuevo, fundado sobre el régimen de partido único, con el objetivo principal de efectuar la conquista de la sociedad, esto es, subordinar, integrar y homogeneizar a sus gobernados, conforme al principio de politicidad integral de la existencia (…) y crear un hombre nuevo (…)». Tenemos entonces que, quienes buscan realizar un experimento de dominación política revolucionaria para crear un hombre nuevo, deben politizar integralmente la existencia humana.

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11.05.21

El milagro de Calanda, el más documentado de la Historia. Entrevista a José Antonio Bielsa

José Antonio Bielsa Arbiol es articulista y escritor, historiador del arte y graduado en filosofía. Colabora en diversos medios de comunicación. En esta entrevista analiza en profundidad el milagro de Calanda, que conoce perfectamente como historiador y como calandino profundamente ligado a la tradición pilarista.

Para comenzar, háblenos de la importancia histórica del Milagro de Calanda.

Es uno de los grandes milagros de la historia de la Catolicidad, certificado por la Santa Madre Iglesia; se trata además de un milagro “de hierro”, de puro irrefutable en cada uno de sus puntos, sin fisuras ni grietas que lo hagan tambalear. Sus más encallecidos detractores, a los que tanto quita el sueño tan prodigiosa manifestación del poder de Dios, no han logrado destapar un supuesto fraude asido a intereses políticos, por el mero hecho de que nunca lo hubo.

Al mismo tiempo, el Milagro de Calanda ha intentado ser desmitificado por investigadores heridos en su cuadriculado entendimiento, lo mismo que atacado por incrédulos de toda laya –e incluso tergiversadores/falsificadores de la Historia, cuyos impíos nombres omitiré por caridad–, siendo sometido ocasionalmente a una lectura de bazar de feria bien típica de nuestro descreído tiempo. Pese a todo ello, el Milagro de Calanda resiste las embestidas del tiempo, siglo tras siglo, imponiéndose (al menos por la naturaleza de los hechos y aplastante veracidad, y verdad, del mismo) como uno de los más inauditos, sorprendentes e indiscutibles de los habidos en la historia del Cristianismo: el hecho empírico, el Milagro, se impondría de este modo como certera evidencia de la real posibilidad del milagro (del latín miraculum, derivado de mirari: asombrase) en el mundo terreno, con todas sus consecuencias.

Se considera el mejor documentado de la historia.

Con razón, así lo es: son las fuentes primarias las que “hablan” con la sinceridad del primer día, pues este hecho extraordinario tiene a su favor un documento sin el cual todo quedaría en espejismo dudoso (especialmente para el moderno henchido de empirismo): se trata del Acto público del notario Miguel Andreu, de Mazaleón, testificado en Calanda el 2 de abril de 1640, escrito apenas cinco días después del milagro. Sin este documento esencial, reiteramos, el Milagro de Calanda sería uno de tantos. Mas el texto existe para nuestra suerte.

Un segundo documento en importancia –al menos desde la perspectiva histórica del hecho– sería la Sentencia del Arzobispo de Zaragoza, D. Pedro Apaolaza Ramírez, de 27 de abril de 1641, declarando milagrosa la restitución súbita a Miguel Juan Pellicer de su pierna derecha amputada, relectura atenta del suceso, escrita con una corrección de estilo ausente en el previo, y afirmación definitiva del Milagro como tal.

Y uno de los más importantes después de la resurrección de Cristo, que se considera anticipo de la resurrección de la carne.

Tal cual. Y esto es lo que saca más de quicio a los enemigos de Cristo y la Iglesia: la constatación de la resurrección de la carne.

¿Podía hacernos una narración de los hechos lo más exhaustiva posible?

Ocurrió la noche del 29 de marzo de 1640, en la villa turolense de Calanda y en la persona de Miguel Juan Pellicer, joven mutilado de la pierna derecha, que le había sido amputada –cuatro dedos por debajo de la rodilla– dos años y cinco meses antes, a finales de julio de 1637 en Castellón, al pasarle por encima un carro lleno de trigo. Pellicer, que por entonces contaba diecinueve años de edad, fue llevado al Hospital de Valencia, donde la herida le fue sometida a una deficiente cura. Nostálgico de su tierra, se encaminó cinco días después hacia Zaragoza, subsistiendo a base de limosnas, y llegando a ésta en los primeros días de octubre de dicho año. Lo primero que visitó fue el templo de Nuestra Señora del Pilar, siendo ingresado a continuación en el Hospital de Gracia, donde le fue amputada la pierna dado su penoso estado.

Las informaciones y sutilezas de detalle de que disponemos sobre este peregrinaje son muchas y más que suficientes. Lo más significativo, con todo, viene después: tras practicar la mendicidad a las puertas del Pilar, donde Miguel Juan adquirió cierta popularidad como pordiosero habitual en la capilla de Nuestra Señora de la Esperanza, y tras oír misa diaria en la Santa Capilla, regresaría a su Calanda natal. El viaje, largo y difícil, culminaría finalmente. A la espera (inesperada) de la noche del 29 de marzo de 1640, todo cuanto hasta ahora hemos apuntado nada tiene de extraordinario. Sin embargo, aquella noche, algo sobrecogedor, inexplicable, glorioso en su excelso significado, iba a ocurrir: tras encomendarse, como hacía siempre, a la Santísima Virgen del Pilar, Miguel Juan se durmió… Fueron sus padres los que al entrar en el aposento del hijo, horas después, reconocieron con la luz del candil que Miguel Juan tenía no una, sino las dos piernas.

Tal y como confesaría después Pellicer, éste soñó que la Virgen del Pilar le había traído y puesto la pierna antaño amputada. Para sorpresa de los médicos y del pueblo en general, algunas de las heridas y marcas de la pierna pretérita aparecían en la “nueva” pierna (que no era una nueva pierna, sino su “antigua” pierna). Este hecho de resonancia europea marcaría la vida de nuestro hombre, hasta el punto de que el propio Felipe IV, recibiéndolo en su corte, le besaría la resucitada pierna.

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10.05.21

José Enrique Bustos: “La revolución protestante es la más peligrosa porque las demás beben de ella”

José Enrique Bustos Pueche nació en Madrid en 1950. Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, durante quince años se dedicó al ejercicio profesional de la abogacía, hasta que, en 1988, obtuvo la plaza de profesor titular de Derecho Civil en la Universidad de Alcalá. Fue secretario general de esta universidad entre 1990 y 2002. En septiembre de 2020, tras más de 30 años de trayectoria docente, se jubiló como profesor y como decano de la Facultad de Derecho de la citada universidad.

Académico correspondiente de la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia, es autor de cinco libros jurídicos y de unos cincuenta artículos doctrinales. Al margen del derecho, su interés intelectual ha orbitado en torno a las humanidades y, muy señaladamente sobre la historia. En esta ocasión nos habla de su libro La herejía de Lutero de la editorial Libros Libres.

¿Por qué un libro sobre la herejía de Lutero?

Al observar que con ocasión del quinto centenario de la publicación de las 95 tesis de Lutero, se extendía una ola de benévola comprensión con el personaje, y además impulsada por eclesiásticos, que por su rango o posición podían gozar de credibilidad, me creí obligado a denunciar semejante intento revisionista, convencido de que la rebelión luterana ha sido la mayor tragedia que ha caído sobre Occidente y sobre la Iglesia Católica desde el Islam.

¿Por qué se ha puesto de moda esta leyenda rosa sobre Lutero y la herejía protestante?

Es una manifestación más de la mundanización que está infectando a la Iglesia desde el postconcilio. Las confesiones luteranas han ido aceptando todas las tesis exigidas por el hedonismo, el feminismo radical, y la ideología de género, y, en ciertos sectores de la Iglesia Católica, se ha producido ese movimiento mimético.

Este blanqueamiento de su figura es una tomadura de pelo.

Sólo puede obedecer a ignorancia o a maldad.

En este ensayo se propone refutar las dos grandes premisas en las que se funda esta leyenda: ni Lutero pretendió reformar la Iglesia ni las consecuencias de su revolución han sido esencialmente benéficas. ¿Cómo lo puede fundamentar?

Lutero se confeccionó una religión a la medida para resolver su problema existencial: incapaz de evitar el pecado -fuera o no el pecado solitario- y obsesionado por la amenaza de la condenación eterna decide que las obras no son relevantes y que basta con la creencia firme en que uno ya ha sido salvado. El rechazo de la Santa Misa, de la Iglesia, de los sacramentos de los Santos…; si eso ha resultado beneficioso para la Iglesia…

Fue una gran ruptura, perniciosa no solo para la cristiandad sino para la recta filosofía, pues muchos de los filósofos inmanentistas son de raíz protestante. ¿Puede hablar de esta influencia en Hegel, Kant, Hume etc.?

Mis conocimientos acerca de la Historia de la Filosofía no pasan de los de un aficionado, pero creo que puede afirmarse, sin duda, que la filosofía moderna y contemporánea, en gran medida, ha sido racionalista e idealista. Ambas notas son fruto del individualismo narcisista que Lutero no inventó pero sí utilizó y difundió como nadie lo había hecho hasta entonces. Desde Descartes el hombre es sólo razón; las cosas exteriores me resultan inaprehensibles e inseguras, luego, al final, donde se construye la realidad es dentro de la razón de cada cual. Puro individualismo de quien se entendía directamente con Dios: sin Iglesia, sin Magisterio, sin Sacramentos, sin Santos; sólo la Biblia -y expurgada- interpretada exclusivamente por él: eso es individualismo narcisista.

La primera parte del libro analiza su figura y la herejía con rigor demostrando que Lutero no fue un reformador, sino un hereje, y que su propuesta no era una reforma, sino una ruptura.

Así es, como he dicho antes, porque nadie pretende reformar la Iglesia Católica rebelándose, y desmesuradamente, contra el Papa y el Magisterio de las Iglesia, suponiendo que durante mil quinientos años todos han estado equivocados hasta que llegó él.

La segunda parte analiza las graves consecuencias de esa ruptura, ¿en qué forma han llegado a nuestros días?

En efecto, en el libro trato de mostrar que fenómenos como la crisis de la autoridad, el voluntarismo, el reforzamiento del Poder público hasta la tiranía, el sentimentalismo, el relativismo, la ideología de género como máximo exponente del individualismo, etc., tienen raíces luteranas, lo que no arguye que sea su única causa, pero sí un factor muy relevante.

De hecho la revolución protestante, junto con la francesa (que bebe de sus fuentes), la comunista y la de mayo del 68 se consideran algunas de las principales revoluciones de la historia.

Así es. Y la protestante la más nociva porque en mayor o menor medida todas beben, como Vd. dice, en aquélla.

¿Qué es lo que aporta el libro y por qué recomienda su lectura?

El trabajo es un intento de remover las conciencias, empezando por las inteligencias. Es indudable que el Estado del Bienestar ha traído a la sociedad occidental un nivel de comodidad, riqueza y holgura, imprevisibles totalmente hace cien años. Pero en ese estado placentero en que se sitúa, la persona tiende al hedonismo y, luego, a la atrofia del raciocinio. Gozoso porque tiene de todo y no encuentra casi ningún límite para dar satisfacción a sus caprichos, el hombre, casi sin advertencia, propende a creer que la felicidad en esta vida –entendida al modo hedonista- es su único horizonte, de modo que su verdadero fin consiste en “hacer un mundo mejor”, pero que entienden en significado estrictamente materialista. Y así, se pierde el sentido crítico de hechos y comportamientos; venga lo que venga parece bueno; no hay que ser negativo ni pesimista; todo progresa adecuadamente; los tiempos antiguos fueron peores… Y cuando quiera darse cuenta, una civilización, como tantas otras, se habrá desmoronado.

Pero el hombre es libre y no existe el determinismo, las cosas pueden cambiar y el hombre es capaz de reorientar la marcha de la cultura y salvar una civilización que es incomparable con cualquier otra, aunque los necios me acusen de eurocentrismo.

Mi libro quiere ser una modesta contribución a esta tarea apasionante. Muchas gracias por su participación en la tarea.

Por Javier Navascués

6.05.21

Entrevista a Albert Cortina sobre su nuevo libro ¡Despertad! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial

Albert Cortina es abogado y urbanista. Ensayista y experto en transhumanismo, posthumanismo y ética de las tecnologías exponenciales. Director del Estudio DTUM. Master en Estudios Regionales, Urbanos y Metropolitanos. Consultor en planificación urbana y territorial. Promotor de una ética aplicada al urbanismo, la ordenación del territorio y la intervención y gestión del paisaje. Impulsa un humanismo avanzado para una sociedad donde las biotecnologías exponenciales estén al servicio de las personas, de las redes de vida y del bien común. Docente, investigador y autor de diversas publicaciones relacionadas con estas materias. Coautor y coordinador de la trilogía de libros ¿Humanos o posthumanos? Singularidad tecnológica y mejoramiento humano (2015), Humanidad infinita. Desafíos éticos de las tecnologías emergentes (2016) y Singulares. Ética de las tecnologías emergentes en personas con diversidad funcional (2016). Autor del libro Humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica (2017).

En esta ocasión profundiza en su último libro ¡Despertad! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial, un trabajo imprescindible para conocer dos de los temas que cada vez están más de actualidad y que nos conciernen a toda la humanidad.

¿Por qué un nuevo libro sobre transhumanismo, esta vez relacionado con el Nuevo Orden Mundial?

Porque el transhumanismo/posthumanismo es la ideología emergente de la globalización y de la actual sociedad biotecnológica. En el presente siglo XXI esta nueva utopía/distopía pretende liberar al individuo de su naturaleza y condición humana mediante la hibridación con la inteligencia artificial y a través de la modificación genética.

En el libro ¿Humanos o posthumanos? publicado en el año 2015, el científico Miquel-Àngel Serra y yo abrimos un debate entre distintas disciplinas y puntos de vista sobre la singularidad tecnológica y el mejoramiento humano. En el año 2016 con los libros Humanidad infinita y Singulares, planteamos los desafíos éticos de las tecnologías exponenciales emergentes y los cambios disruptivos que estamos viviendo en el presente y que se incrementaran en el futuro. Finalmente, en el año 2018 propuse una alternativa a la ideología transhumanista/posthumanista con el libro Humanismo avanzado fundamentado en el desarrollo integral de la persona, en nuestra misión de custodios de la naturaleza y de las redes de vida que forman parte de la creación, y en una concepción trascendente del ser humano compuesto por cuerpo y alma, que tiene plena libertad y una dignidad singular ya que está creado a imagen y semejanza de Dios.

Ahora, con el libro ¡Despertad! pretendo que el lector tome conciencia de los graves acontecimientos que se están produciendo y acelerando con el llamado “Gran Reinicio” del mundo. Este reset del sistema conlleva una agenda para la construcción de un Nuevo Orden Mundial centrado en la globalización homogeneizadora, se caracteriza por tener un importante déficit democrático y su implantación puede causar una grave brecha de desigualdad en la humanidad. Esta “nueva normalidad” que se nos propone/impone va a suponer la aceptación progresiva de las tecnologías exponenciales invasivas de mejoramiento humano y la ideología del transhumanismo/posthumanismo.

Sin embargo, lo fundamental de este nuevo libro es que propone una serie de claves desde la convergencia de saberes (ciencia-tecnología, filosofía-ética y teología- espiritualidad) que permiten interpretar los signos de los tiempos - incluso desde el conocimiento profético- ofreciendo un mensaje de paz para nuestros corazones, en estos momentos de gran confusión y tribulación, renovando la confianza y esperanza en el ser humano y en el futuro de la humanidad. Y es que la esperanza es un mensaje universal.

Vayamos por partes, según usted, ¿quién tiene que despertar y cuál es el sueño?

Tenemos que despertar todos los ciudadanos. El sueño que hemos vivido - al menos en Occidente- se ha sustentado en una fe ciega depositada en el progreso ilimitado derivado de los avances científico-tecnológicos, en la entronización exclusiva de la razón, así como en una ilusión o espejismo de bienestar basado principalmente en una cosmovisión materialista del ser humano, de la naturaleza y del universo.

Buena parte de la sociedad, en estas últimas décadas, ha vivido centrada en el consumo y en sus problemas cotidianos - que son múltiples y acuciantes - sin ser demasiado consciente de lo que se estaba fraguando de forma discreta y poco democrática. Y es que en estos últimos años se ha ido construyendo la arquitectura de un incipiente Nuevo Orden Mundial, basado en una gobernanza global, y dirigido por unas élites financieras y tecnocráticas codiciosas de un poder total sobre la población mundial. Y al parecer, este proceso se ha acelerado con la crisis sanitaria de la pandemia por la Covid-19.

En efecto, según mi opinión, las élites globalistas han acelerado sus propuestas de “salvación” para la humanidad basadas en la ideología transhumanista/posthumanista, las tecnologías exponenciales invasivas y la sustitución de la democracia basada en la soberanía de los ciudadanos y de los países por una cibercracia global que supera en influencia a la tecnocracia de los organismos supranacionales y a las burocracias corporativas tradicionales. De este modo, Silicon Valley, a nivel icónico, es ahora mismo el centro del poder mundial de esa cibercracia, junto con el poder financiero de Wall Street que lo sostiene: principalmente los megabancos y las gestoras de fondos de inversión. El ciberespacio no solo son las redes sociales, sino la industria del software y programación, de los algoritmos, la ciencia de datos, la inteligencia artificial, los servicios de hosting y el sector del entretenimiento, ocio y psicología de masas.

No obstante, a esa cibercracia occidental hay que sumar actualmente la cibercracia oriental. Asia, y concretamente China, está librando una “guerra mundial híbrida” por la hegemonía del mundo, del ciberespacio, del espacio ultraterrestre y por el control de la mente humana, es decir, por la conquista de nuestro cerebro.

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